Recién iniciado el año 2005, una nueva injusticia nos sobresaltaba, el fallecimiento de un buen amigo, el Dr. Alexander Moreira. Injusticias que ya no nos sorprenden, por repetidas, pero que no aceptamos sin sentir el profundo dolor por la pérdida de otro amigo entrañable. Esta triste noticia nos ha sobrecogido a todos, pero muy especialmente a los que ya vamos sumando unas cuantas décadas de vida, ya que somos los que más disfrutamos de la amistad de Alexander. Este andrólogo no sólo fue un entrañable amigo, sino que también fue un personaje insustituible en el mundo de la andrología iberoamericana, hombre sencillo, de talante amable, pero de respuesta cariñosa y alegre cuando las circunstancias lo solicitaban.
Alexander fue coprotagonista de un trío luso carismático, que logró no sólo unir sino hermanar las sociedades andrológicas de España y Portugal. Con sus emblemáticos compañeros, los Dres. Pimenta y Requixa, consiguieron que los andrólogos españoles descubriéramos que en la Península Ibérica no había sólo España, sino que existía un maravilloso país con gente encantadora, capaz de aportar y compartir enriquecedores conocimientos con los andrólogos españoles. Con ellos se inició una relación de noble amistad que hermana y enorgullece a la Asociación Española de Andrología (ASESA), unión que hubiera sido diferente y, probablemente, más compleja sin estos hombres.
Alexander, con su inteligencia arrolladora, nos definía de forma humilde sus 27 años de apasionado profesional médico. Hace un año en un editorial de nuestra revista, que tituló "Ser andrólogo", nos legó sabiamente y tal vez a modo de despedida, las directrices que deben guiar la andrología. Aconsejaba que las reflexiones fuesen la referencia imprescindible de todos los que quieran adentrarse en esta noble disciplina médica.
Tuve la fortuna de, como presidente de la ASESA, compartir grandes momentos con Alexander, cuando él presidía la Sociedad Portuguesa de Andrología, y debo confesar que su talante, preparación, dedicación, nobleza e inteligencia, no tan sólo me impresionaron, sino que me aleccionaron y consiguieron que me sintiera orgulloso de compartir una gran amistad, que hoy el injusto destino ha querido robarnos.
Quiero con estas sinceras líneas expresar el profundo dolor de la andrología iberoamericana por la pérdida de uno de sus más destacados miembros y uno de sus más profundos pensadores. Al tiempo que deseo comunicar mi profundo pesar a su mujer e hijos, a los que tanto cariño demostró, así como a toda la familia de la andrología portuguesa, a la que dedicó los mejores años de su vida. Reciban todos ellos el cariñoso abrazo de los amigos de la Asociación Española de Andrología.
Alexander, los congresos de nuestras sociedades difícilmente serán iguales sin tu presencia, tu cariñoso recuerdo nos acompañará siempre.