Murió Tomás Santidrián, un cura emblemático de Rosario. Solidario, afectuoso, predispuesto siempre al trabajo y a la ayuda, que fue distinguido como ciudadano ilustre de nuestra ciudad, por su accionar y su compromiso con lo que hacía.
Allá por 1976, cuando todo en nuestro país era desesperación y muerte se unió a los profesionales que estábamos intentando formar ARESS (Asociación Rosarina de Educación Sexual), asociación que empezó a luchar por la vida. Y fue uno de sus miembros fundadores. Integró el plantel docente y dictó durante años clases de “Sexualidad y religión” y de “Educación Sexual y Ética”, interviniendo en la formación de profesionales de la salud en esta disciplina. Se retiró de la misma en los años 80, porque la forma en que desarrollaba sus temas chocaba contra los valores tradicionales de la Iglesia y temió que le cambiaran de ciudad. El nunca mintió a sus educandos, no dijo jamás que los métodos anticonceptivos naturales aceptados por la Iglesia eran más eficaces que los no naturales, porque sabía que eso no era cierto. Marcaba la diferencia, pero también las recomendaciones eclesiásticas. En 1976, a la par que se comprometía con ARESS, fundaba Ho-Pro-Me, institución dedicada a establecer Hogares de Protección al Menor. Él, quien siempre se interesó por el desarrollo de una sexualidad plena, sana y responsable, que sufría por las mujeres que realizaban abortos y por esas futuras vidas que no podían llegar a desarrollarse tuvo que elegir. Y eligió seguir en la institución que rescataba a los niños de la calle o a los que tenían familias problemáticas. Siempre entendió y se preocupo por la cantidad de abortos que se realizaban, en su mayoría por desigualdades sociales no contempladas por el Estado. Tuvo que elegir para poder seguir junto a esos niños, que como solía decir “NO FUERON ABORTADOS DESDE EL VIENTRE MATERNO, PERO LUEGO DE NACIDOS FUERON ABORTADOS EN LA CALLE, Y POR LO TANTO PELIGRABAN SUS PORVENIRES”. Formo hogares para contenerlos, alimentarlos, educarlos y desarrollarles habilidades mediante talleres que les proporcionarían una mejor calidad de vida.
Pero desde ese lugar siempre siguió acompañando a ARESS, interesándose por lo que hacíamos y cuando lo necesitábamos tuvimos su presencia incondicional a través de palabras, consejos o consuelos.
Nunca estuvo ajeno a la Educación Sexual porque la misma no es solo una educación para el ejercicio de la genitalidad, sino que es una educación integral, y es también una educación ética y moral (entendiéndose por moral a la que se basa en la igualdad y en la aceptación de la diversidad). La Educación Sexual tiene sus pilares en las verdades demostradas científicamente. No inculca miedos, no impone conductas porque no es autoritaria. Es reflexiva para conseguir resultados duraderos mediante el razonamiento. Es una educación para el placer y no para el sufrimiento ni la sumisión y está basada en el respeto y en el amor.
Cuando la asociación creció y se convirtió en una asociación no solo de educación sexual sino también de sexología, Tomás siguió cerca, consultando temas para prevenir disfunciones sexuales. El tenía claro que las disfunciones sexuales causan conflictos graves en la pareja, y que de la salud y la felicidad de la misma depende casi siempre la salud y el bienestar de los hijos. No dudó nunca de que una buena comunicación en la sexualidad de los padres ayudaba mucho en la construcción de una familia duradera y confortable. Consultaba temas de sexología para prevenir las disfunciones, para que la gente supiera cuidarse en el ejercicio de su sexualidad. Ya sea en las familias que asesoraba o para asesorar a los hombres de la calle, a los que abrigó y con quienes convivió hasta el final de sus días en otro hogar que había creado.
Vamos a extrañar su presencia, porque era nuestra, de nuestros barrios, de la defensa de los pobres, de los sin hogares, de los desprotegidos. Porque junto con Rubén Naranjo formó parte de ese paisaje que no debiera desaparecer por ser tan necesario.
Desde hace días en las iglesias se oraba por él. Los católicos, los cristianos están seguros de que Dios hace siempre lo que cree mejor. Habrá creído ese Dios que era bueno que Tomás dejara la tierra para ocupar algún otro lugar ¡Vaya a saber qué lugar ocupa ahora! Pero yo estoy segura de que no “está sentado a la derecha de Dios padre, todopoderoso” por más honorífico que sea ese lugar. Yo conocía bien a ese Tomás inquieto, preocupado por todos. Debe andar dando vueltas por allí buscando otro espacio en el que poder dar una mano, y un abrazo solidario.
Fue un gran cura porque fue un gran hombre.
ARESS y el instituto Kinsey de Sexología le agradecen todo lo que hizo mientras estuvo entre nosotros. Diciembre de 2013.