El libro Trade and employment in the global crisis de Marion Jansen y Erik von Uexkull, única versión disponible de forma gratuita en el sitio oficial de la OIT, es un estudio acerca de cómo la crisis de 2008, en su aspecto principalmente comercial, ha afectado a la fuerza de trabajo mundial. El estudio se centra en siete países, en los cuales se analizan los niveles de desempleo, los sectores específicos y los tipos de trabajadores mayormente afectados, entre otros datos, y su relación con el comercio y la crisis. La propuesta inicial de los autores es conciliar políticas de trabajo con políticas comerciales, debido a la vulnerabilidad a choques externos que significa la amplia apertura comercial existente.
El comercio expone a los países a choques externos; éstos son caídas o decrecimientos originados en lugares ajenos. El ejemplo utilizado en el libro es el caso en donde la crisis fue transmitida desde EUA a los demás países. La explicación consiste en que la transmisión inicial de la crisis fue formada por las expectativas de los agentes económicos dentro de EUA, los cuales, a raíz de la quiebra de Lehman Brothers, pospusieron su consumo de bienes durables y de inversión. Este hecho provocó una reducción en la demanda de los mismos, causó una reducción en los ingresos dentro de EUA y, por lo tanto, una baja en la demanda de bienes foráneos, lo que, a su vez, ocasionó un declive en las exportaciones de los aliados comerciales de este país. Así, lo que se originó dentro de EUA, se transformó en una reducción importante en el comercio mundial. Otro fenómeno en donde se transmite la crisis de un lugar a otro es en la cadena de producción de un bien, que en nuestros tiempos involucra cruzar varias fronteras, por lo que si baja la demanda de un bien final, también tienen una baja en la demanda los bienes y trabajos relativos que intervienen en su producción, por el llamado “efecto indirecto del comercio”.
Los mecanismos con los cuales los gobiernos reaccionan ante la reducción del empleo son principalmente políticas comerciales con efectos en el mismo. El estudio apuntó que los choques comerciales negativos generalmente afectan a sectores dentro de ciertos países, en específico al empleo y a los salarios. En los modelos tradicionales basados en el modelo de Heckscher-Ohlin, los países se especializan en actividades que utilicen o requieran los factores de producción que les sean abundantes. En caso de un choque comercial negativo, los trabajadores relacionados al comercio son los más propensos a ser despedidos y/o sufrir recortes en su jornada de trabajo o salario por no ser fácilmente reemplazables.
En 2009, el PIB mundial se contrajo 1.1%. Esta contracción fue global, considerando que el crecimiento para la UE, Europa del sur y central, Latinoamérica, el Caribe y el Commonwealth de Estados Independientes (CEI, ex Estados de la URSS) fue negativo, mientras que en el resto del mundo el crecimiento se mantuvo positivo, pero a un ritmo mucho menor del anterior. El empleo mundial bajó 0.7% en este mismo año, sufriendo un estancamiento en todo el mundo, con excepción del Medio Oriente. El trabajo femenil mundial cayó 0.2% más que el trabajo masculino, aclarando que el desempleo fue mayor para las mujeres en las regiones en donde ellas ya son marginadas dentro de la fuerza de trabajo, ensanchando así la brecha entre hombre y mujer en estos países. A nivel mundial, la crisis no ha afectado mucho más a las mujeres que a los hombres, o viceversa. En el caso del nivel nacional no es lo mismo; este estudio demuestra que en ciertas regiones hay diferencias muy marcadas, aunque esto también dependa de la actividad que se vea afectada. Por ejemplo, en el caso de Ucrania, las actividades afectadas fueron las relacionadas a los metales y su procesamiento; esta industria ocupa principalmente hombres, por lo que en Ucrania los hombres fueron más afectados por la crisis.
Los efectos de la pérdida del empleo y la reducción de oportunidades para obtener uno nuevo a veces resultan en el abandono de la búsqueda de trabajo. Dicho abandono afecta las cifras reales de desempleo, porque éste se cuenta a partir de la fuerza de trabajo, y ésta sólo incluye a los trabajadores y las personas que buscan trabajo.
El crecimiento en el salario de los trabajadores, según la OIT, había decaído de 4.3% en 2007 a 1.4% en 2008. Para 2009, más de la mitad de los países encuestados sufrió una caída en salarios reales. Los ingresos de los trabajadores más pobres dentro de los países en desarrollo ya estaban siendo afectados, porque simultáneo a la crisis comercial y financiera se desarrollaba una crisis mundial de la comida, lo cual significó eventualmente la inflación de precios de la comida. La elasticidad de los salarios reales en relación con el PIB resultó en un incremento mayor para el PIB que el empleo en caso de crecimiento, pero en casos de decrecimiento, el que caía con mayor rapidez era el salario real. O sea que una decaída en el PIB puede resultar en pérdidas permanentes para los trabajadores, que no son compensados cuando el PIB recupera su ritmo de crecimiento. En la mayoría de los países también hubo una baja en el número de horas trabajadas para todo tipo de actividades. En ambos aspectos, la actividad más afectada fue la industria de la manufactura y de la construcción. A pesar de esto, el empleo ha cambiado más significativamente que el salario.
Después de esta explicación, los autores introducen un análisis de los casos de siete países: Ucrania, Sudáfrica, India, Libera, Uganda, Brasil y Egipto, de los cuales seis, con la excepción de Liberia, tuvieron un crecimiento por encima del promedio mundial y un crecimiento comercial de más de 10% anual entre 2000 y 2007. La característica en común de los siete países es una significante contracción en el comercio en 2009. Aunque esta contracción sucedió, algunos países lograron mantener el PIB en incremento, pero esto se debe a un desempeño resaltable de la industria local.
Los autores señalan los métodos de análisis que utilizaron para generar los estudios específicos de los países mencionados. Estos son acompañados por anexos detallados y especializados acerca de los estudios en la parte final del libro. Para los estudios de India y Sudáfrica, los autores utilizaron métodos cuantitativos de análisis con base en una matriz de contabilidad social basados en un modelo multiplicador de Leontief. Respecto al caso de Brasil, ellos utilizaron un modelo computable de equilibrio general también basado en una matriz de contabilidad social. Para los demás estudios, los autores utilizaron datos obtenidos de estudios realizados con rapidez patrocinados por la OIT en el “Global Jobs Pact”.
En el caso de Ucrania, la concentración de exportaciones estuvo directamente relacionada con la crisis y su el impacto en el empleo. Ucrania sufrió graves caídas en las exportaciones, principalmente de metal y productos relacionados, los cuales constituyen más del 40% de las exportaciones ucranianas. Este tipo de exportaciones son afectadas cuando baja la demanda de bienes durables y de inversión en las cadenas de suministro mundial. La concentración y dependencia excesiva en un producto tiene un efecto negativo en el comercio, el cual se refleja en el ingreso per cápita. Esta concentración crea volatilidad en el salario, ya que la demanda es variable; por tanto, si ésta se reduce, también se reducen el salario y los empleos. La concentración no se dio en Ucrania a nivel de un producto, ya que en comparación con los demás países del CEI, Ucrania tiene menor concentración. La concentración de exportaciones ucraniana se da en un rubro más amplio, como lo es el tipo de actividad. Geográficamente sucede algo similar, la concentración de exportaciones ucranianas no es a nivel de países, sino que todos los países a los que exporta se encuentran en la misma región. Los autores proponen una diversificación de exportaciones en contramedida a esta situación.
En los años anteriores a la crisis, Ucrania había tenido excepcionales crecimientos anuales generales y en exportaciones. Los autores señalan que el error que los afectó mayormente en la crisis consistió en que su variedad de exportaciones permaneció intacta, a pesar de este cambio positivo en su economía.
En relación con esto, los mayores generadores de empleo son la educación, la salud y el trabajo social. Este tipo de empleos no fueron afectados por la crisis, debido a que gran parte de ellos se desarrolla en el sector público. Las mayores pérdidas de empleo fueron en la construcción (que es eminentemente local), en el trabajo con minerales no metálicos y otros tipos de manufactura. Aparte de la construcción, la mayor pérdida de empleos fue en actividades relacionadas con la exportación, aunque hubo ciertas excepciones. El salario también cayó, principalmente, en la construcción, y en general también hubo un decrecimiento, con la excepción de servicios sociales, comunitarios, personales, electricidad, gas y abastecimiento de agua. Esta reducción del salario afecta el ingreso real de las familias y, por tanto, reduce su capacidad de consumo, al mismo tiempo que la demanda de varios bienes y servicios.
Liberia era un importante exportador de hule en 2007, pero la demanda de este producto se redujo de manera notable en la crisis. En este periodo, la caída de la demanda del hule cayó no sólo en cantidad, sino también en valor. Esta baja causó que las empresas de hule cancelaran contratos con abastecedores extranjeros, provocando así desempleo en el caso de trabajadores por contrato por tiempo determinado. El gobierno de Liberia quedó en una mala posición para negociar ante las empresas extranjeras, por la necesidad de evitar el desempleo y la pobreza, y así estas últimas podían conseguir y consiguieron mejores tratos con el gobierno.
Liberia también sufrió la crisis mundial de la comida, a pesar de acciones gubernamentales para regular el precio de los alimentos. El impacto de la inflación en los precios de la comida puede ser contrarrestado desarrollando el campo, así habría cierta independencia alimentaria de los precios comerciales mundiales, y esta actividad puede absorber a la creciente fuerza de trabajo de Liberia. La crisis también afectó a Uganda, pues la demanda incrementada de los países vecinos, junto con inundaciones, ocasionaron que el precio de los alimentos tuviera un precio muy elevado dentro de Uganda, además de la severa depreciación de su moneda. Dicha depreciación hacía ligeramente más costeable importar a los países vecinos. Uganda fue impactado por la crisis gracias a una fuga de inversiones en 2009 causada por la baja en los precios en el mercado mundial, y también por la contracción significante de la cantidad de exportaciones.
Un fenómeno importante en este país es el hecho del creciente comercio informal. En su mayoría, este tipo de comercio es de productos industriales. La razón de la existencia de este tipo de comercio es el hecho de que Uganda está rodeado por países con poca capacidad de producción interna.
En Uganda, los empleadores contrataban a trabajadores sin seguridad en cuanto al trabajo (en la jornada y la estabilidad laboral) y sin beneficios correlativos al trabajo, bajo el argumento de que la situación económica no permitía hacerlo. Los salarios nominales no habían sido incrementados desde 2007, y en conjunto con la alza del precio de la comida, el salario real de los trabajadores se veía sumamente afectado. Las viviendas pobres fueron las más afectadas por esta alza de precio en la comida, porque este tipo de viviendas gastan mayor proporción de sus ingresos en este rubro. Se suma el hecho de que el promedio de consumo de las viviendas pobres en Uganda antes de esta afectación era 28% debajo de la línea oficial de pobreza. En este país también concurren muchas instituciones del trabajo débiles, como la ausencia de un salario mínimo, una organización del trabajo endeble, la insuficiencia en la educación de la fuerza de trabajo y un sistema de protección social muy limitado. La fuerza de trabajo de Uganda era sumamente vulnerable, y en este caso la crisis les afectó en mayor medida.
En India y Sudáfrica podemos notar ejemplos de países que sufrieron de una propagación muy rápida de la crisis a través de efectos secundarios, llegando así hasta trabajadores de actividades estrictamente domésticas. El valor de las exportaciones indias bajó entre 2008 y 2009. La manufactura se contrajo 0.5%, aun cuando había tenido crecimientos positivos anteriormente. Las actividades orientadas a la exportación, como las gemas, la joyería, los automóviles y los textiles, tuvieron las mayores pérdidas. El empleo tuvo un declive pronunciado a finales de 2008, y después otra caída a mediados de 2009, sumando un total de 827,000 despidos.
En el caso sudafricano, las exportaciones se redujeron entre 19% y 35% cada mes, entre finales de 2008 y mediados de 2009. Las exportaciones bajaron en cantidad y en valor, sobre todo en las actividades mineras seguidas por la manufactura. El empleo tuvo un desempeño negativo en la mayoría de las actividades. A raíz de esto hubo 770,000 despidos entre el tercer cuarto de 2008 y el tercer cuarto de 2009. Las actividades más afectadas fueron el comercio, la manufactura, la agricultura y el empleo en viviendas particulares. Sumándose a estas cifras, está el hecho de que, en sí, la crisis se manifestó en este país a través de un declive en la participación e ingreso de la gente a la fuerza de trabajo. Los autores piden que notemos que a pesar de que algunas actividades fueron afectadas gravemente en términos de empleo, sus exportaciones incrementaron.
Seguido del análisis de Sudáfrica e India, los autores estudian a Brasil. Este Estado latinoamericano tuvo un rápido crecimiento en 2008 de más de 5%, pero en 2009 su PIB bajó 0.7%. Las exportaciones decayeron más en productos manufacturados que en productos primarios y secundarios, pero hubo una decaída en general; esta caída fue el principal canal por el cual la crisis impacto a Brasil. La manufactura se caracteriza por el uso de trabajo que no requiere preparación; por lo tanto, este tipo de trabajadores fueron los más afectados por la crisis y también en las demás actividades, por la movilidad entre distintas actividades de este mismo tipo de trabajador. Asimismo, se generó una depreciación del real, moneda brasileña, provocado principalmente por la fuga de inversiones. El empleo disminuyó levemente en 2009; esta disminución fue creada por la caída en la manufactura. En cuanto a los salarios, Brasil los mantuvo e, incluso, hubo un incremento gracias a la intervención gubernamental en el alza del salario mínimo. El mismo gobierno fue afectado en Brasil, ya que la baja en exportaciones e importaciones redujo los ingresos del gobierno por el concepto de impuestos a las importaciones, lo que puede traducirse en un impacto mayor al presupuesto gubernamental. Los aspectos positivos a resaltar son las políticas de trabajo existentes, como beneficios de desempleo que contrarrestaron los efectos de la crisis, junto con la inversión considerable en infraestructura. Los autores justifican la intervención rápida del gobierno brasileño y admiran el enfoque proteccionista dirigido a los más pobres y los trabajadores en cuanto a las medidas adoptadas.
En Egipto, la crisis fue transmitida por la disminución de exportaciones y la baja en entrada de remesas. El segundo fenómeno surgió a causa del regreso de numerosos trabajadores, como los de los países del Golfo Pérsico, los cuales por sí solos suman 75,000 regresos. También hubo una baja de 5,000 millones de dólares en las inversiones extranjeras directas. Las exportaciones bajaron más de 25%, y esta baja se tradujo en despidos. Principalmente, estos despidos ocurrieron en la industria textil y de la vestimenta y en el turismo. En la industria textil se perdieron 70,000 trabajos, o sea, 17% del total de los trabajos de este tipo de actividad, en su mayoría mujeres y fuerza de trabajo con poca o nula preparación. El turismo, por su lado, es un foco de empleo de trabajadores con alta preparación en Egipto, y su crecimiento decayó 17.2% entre el tercer cuarto de 2008 y el de 2009. En esta actividad, las empresas no reaccionaron a su bajo crecimiento con despidos, sino a través de cancelación de contratos, reducción de salarios, bonos y vacaciones obligatorias. Además, el mercado de trabajo egipcio no podía asimilar a toda la nueva fuerza de trabajo por las bajas tasas de crecimiento; este hecho provocó que la gente se desalentara en la búsqueda de trabajos, optara por no hacerlo o siguiera en la educación.
En la parte final del libro, los autores hacen una evaluación de las políticas aplicables a las situaciones de crisis y sugerencias, para después seguir con una conclusión. Un tipo de medidas son las tres partes integrales del sistema legal de la OMC: las medidas antidumping, las medidas de salvaguarda y las medidas de compensación, también llamadas “artefactos proteccionistas” (a los productores domésticos) por la misma organización. Este tipo de medidas son utilizadas en tiempos de crisis y causadas por un bajo crecimiento y un alto desempleo. El punto negativo de estas medidas es que distorsionan el comercio desde la intención de realizarse, aunque éstas no se ejecuten finalmente. Existen estímulos específicos a una actividad como rescates que fueron comunes en el sector financiero, pero más común aún en las actividades de exportación. Este último tipo de actividades acapararon el mayor número de estímulos totales. Dichos estímulos pueden llevar a la sobreproducción. Otro tipo de medida específica a una actividad es la inversión en infraestructura, la cual los autores alientan por tener un enorme potencial de generación de empleo. La infraestructura de alta calidad reduce costos de comercio y lo facilita, además de no distorsionar la economía por ser de carácter interno. También los autores nos hablan de medidas generales, como lo son aquellas que se enfocan en los que pierden en la crisis; por ejemplo, los desempleados, los pobres y, en general, los grupos vulnerables. Estas medidas no distorsionan el comercio y funcionan como un “amortiguador” de los efectos de la crisis. Las medidas de este tipo enfocadas al mercado de trabajo consisten en incrementos al salario mínimo o reducción de costos del trabajo para empleador; también existe la extensión de seguro de desempleo y periodos de adiestramiento y capacitación. Evitar los despidos ahorra costos a los trabajadores y empleadores que genera esta acción. Los autores favorecen este tipo de medidas por ser compatibles con el comercio y el trabajo.
La conclusión incluye un resumen de la relación entre el comercio y el trabajo con efectos diferentes entre los países analizados. La manera de afectación fue determinada por el nivel de apertura comercial y estructura de las exportaciones. Los autores encontraron puntos en común en todos los países: el comercio ha afectado notoriamente al empleo; la baja de salarios nominales por la ventaja de los empleadores en las negociaciones en conjunto, con un declive en salarios reales causada por la caída del salario nominal, aunado con la inflación del precio de la comida; el hecho de que la economía entera fue afectada a través de la crisis y no sólo las actividades comerciales, y la volatilidad de los mercados, la cual tiene efectos permanentes, porque modifica las decisiones de inversión de empresas y hogares. Los hogares también pueden ser marcados definitivamente por decisiones acerca de la migración o la educación relacionadas con esta misma volatilidad.
El estudio es una herramienta útil para analizar esta reciente crisis, sus efectos económicos en países de características variadas y el impacto al em-pleo. Por lo tanto, es importante proteger al trabajador y garantizar el trabajo para la mayor cantidad de fuerza de trabajo posible frente a la apertura comercial. A lo largo de su extensión, el libro muestra qué tan perjudicial puede ser esta apertura para las economías nacionales y, por ende, para los trabajadores. Por esta razón, dicho análisis resulta de fundamental relevancia para el entendimiento de la afectación del comercio en relación con los derechos y condiciones reales de los trabajadores, y a los trabajadores mismos, que son el factor imprescindible y más vulnerable de la producción.