Hace unos meses leía, en el editorial1 de una revista que se ocupa de las medicinas no convencionales, unas ideas sobre la crisis que estamos viviendo. La escritora, persona vitalista, emprendedora e inteligente, a quien tengo la suerte de conocer, apuntaba, con perspicacia y optimismo, que estos tiempos críticos pueden ser una oportunidad inmejorable para destapar el ingenio y dar nacimiento a nuevas maneras, más adecuadas para encontrar el camino en esta encrucijada.
Qué podemos aportar, nosotros, con nuestro humilde método. No voy a escribir de economía, no es el lugar y no dispongo del conocimiento necesario, pero sí voy a incidir en algo que está en boca de todo el mundo, el preocupante gasto sanitario creciente y un deseo contrapuesto expresado en la frase: "la sanidad debe ser intocable". Palabras que nuestros dirigentes utilizan buscando el beneficio inmediato de un buen resultado electoral. Esta disonancia genera incomodidad en quien la crea y en quien la escucha, es una verdad a medias y las verdades a medias no dejan de ser un engaño. Sí, estoy de acuerdo con ellos en el fin último, que no es otro que tratar de conseguir y mantener que la sociedad pueda acceder a una sanidad que pueda dar y seguir dando respuesta a la demanda creciente.
En primer lugar hacer un breve análisis de la situación actual, para poner marco al problema. Hemos convertido la enfermedad en un objeto de consumo, y al enfermo en un consumidor. En este juego perverso los métodos terapéuticos se han convertido en un gran negocio y la farmacopea ya no sólo busca la curación de las dolencias, también persigue "cuota de mercado". Una muestra de ello pueden ser las interminables "familias" de fármacos que supuestamente retrasan o previenen alguna dolencia crónica grave, y no quiero hacer crítica moral, eso lo dejo a los lectores. El resultado evidente es que nuestra sociedad está, para quien quiera ver, "hipermedicada". Esto genera 2 problemas evidentes: uno y principal, que por tomar muchos fármacos no siempre se consigue la salud y otro, en este momento vital, el ingente gasto que ello genera. Gasto que crece de manera exponencial y es ya una pesadilla para los ecónomos.
La solución debe pasar, necesariamente, por una reducción de dicho gasto. Ya pueden "rizar el rizo" los dirigentes, en esa ecuación si hay reducción del gasto tiene que haber reducción del consumo, salvo que el sistema incluya una aportación individual o colectiva mediante nuevos impuestos. Algo que nadie quiere. O también podemos dejar entrar en escena a un método terapéutico de eficacia probada, que además es eficiente en alto grado. Hay muchas patologías que pueden ser controladas y curadas con homeopatía, a modo de ejemplo puede servir el tratamiento y control de enfermedades epidémicas con medicamentos homeopáticos, como muestra el artículo que se publica en este número acerca de la epidemia gripal del pasado año. Podemos hacer cálculos sobre el ahorro que supuso la no utilización de tratamiento antibiótico que, aunque no tiene efectos sobre el virus gripal, si se hace necesario en las complicaciones broncopulmonares posgripales, por no hablar de otras variables.
El método homeopático, denostado y perseguido, lleva 2 siglos existiendo y, a pesar de lo anterior, desarrollándose. Podríamos poner miles de ejemplos que lo avalan: en la atención pediátrica, en la medicina de urgencias, en las enfermedades epidémicas, en las enfermedades infecciosas, en el tratamiento de enfermedades crónicas. Todos los que conocemos el método tenemos la certeza, lo hemos visto, de que la homeopatía cura, con un coste económico relativamente bajo, sin polifarmacia y sin generar iatrogenia, y todos sabemos el gasto añadido que genera la iatrogenia farmacológica.
Aprovecho el momento para invitaros a participar en el V Congreso Nacional de Homeopatía que se celebrará en Asturias en octubre del año próximo, ese puede ser un buen escenario para presentar y ofrecer al sector sanitario y a la sociedad un modo de tratar la enfermedad eficaz y eficiente, una opción para curar apropiada en estos tiempos de crisis.
Nuestro método es una verdadera alternativa en muchas enfermedades con un menor coste, no sería banal tenerlo en cuenta. En este momento sólo nos queda decir a la sociedad, en general y a los dirigentes en particular: ¡Abrid los ojos!