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Vol. 10. Núm. 1.
Páginas 25-26 (enero - abril 2017)
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CARTAS AL DIRECTOR
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Carta al médico de un paciente con cáncer
Letter to the doctor of a patient with cancer
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Maite Guerrero Briz, médica de familia y médica homeópata, falleció el pasado 3 de marzo después de un proceso de enfermedad que afrontó con valentía. Eligió vivir sin renunciar a sus compromisos y, a pesar de su situación, trabajó con el entusiasmo que ponía en todos sus proyectos, en el programa de formación de la FEMH. Formó parte del departamento de investigación y quería escribir la biografía de los grandes homeópatas; le interesaba de manera especial Jacques Benveniste. Era miembro de la Academia de Homeopatía de Asturias desde el año 2006 y mantuvo en ella su ánimo y su amor por la homeopatía hasta el final.

Maite era una persona bondadosa, de palabra amable y mirada cálida y sincera. Como compañera y amiga lloramos su pérdida y damos gracias a la vida que nos permitió compartir con ella una parte del camino.

Descanse en paz.

Como homenaje a su memoria transcribimos la carta que publicó en su blog el 15 de noviembre de 2016. Proponemos que su contenido llegue a todos los colegas porque merece la pena ser leída.

Sus compañeros de la AHA:

María Jesús Pita Conde

Ramiro Fernández

Ana Reig Gourlot

Julia Vicente Urueña

Inmaculada González-Carbajal García

“Cuando me formé como médico de familia aprendí mucho sobre comunicación con el paciente, recibí cursos sobre cómo dar malas noticias, entendí que era importante desarrollar la empatía, equilibrándola con la distancia emocional necesaria…

Cuando además me convertí en paciente, vi que todo eso que había aprendido estaba muy bien, pero había cosas importantes que nadie me había dicho explícitamente en aquellos cursos, y que me gustaría ahora compartir. Por eso dirijo ahora esta carta a mis compañeros médicos que tienen la responsabilidad de atender al paciente con cáncer, ya sean oncólogos, médicos de familia o de cualquier especialidad, explicando aquello que como médico he aprendido después de ser paciente.

Querido compañero:

En este momento estás tratando a un paciente con cáncer. Tienes a una persona que tiene delante, probablemente, el reto más importante de su vida, y tu papel es ayudarle a transitar por este camino que ninguno de los dos sabéis lo que deparará. Sé consciente de tu papel fundamental en este momento de la vida de esta persona, eres su referencia, su esperanza o desesperanza, su soporte. Lo que hagas o digas puede cambiar completamente la manera que tenga tu paciente de vivir su enfermedad.

Hazle ver que vas a estar a su lado en todo momento. Con frecuencia tendrás delante de ti a una persona asustada, derrumbada, desorientada, perdida…, y necesita saber que no está, ni estará, sola. Mírale a la cara, conecta con su mirada, no la rehúyas, ni siquiera cuando a veces te sientas impotente. Sonríele, transmítele afecto. El abrazo de una mirada sincera es la mejor comunicación. Cuida tu lenguaje no verbal, y ten en cuenta que tu paciente no busca tu lástima, sino tu colaboración y comprensión.

Nunca quites la esperanza a tu paciente, no sentencies, procura no hablar de estadísticas ni de plazos de forma rotunda. Tu palabra tiene un poder que ni tú mismo conoces. Apoya la esperanza de quien tiene la ilusión de luchar por su curación o por vivir mucho tiempo a pesar de la enfermedad, aunque creas que el camino es difícil. Porque nadie, nadie, puede predecir el futuro. Si tu paciente te lo pide, puedes informarle de la gravedad de su situación sin necesidad de poner plazos o decir números que en realidad no tienen sentido.

Al mismo tiempo, acompaña y respeta al paciente que se ha dado por vencido, que ya no desea luchar más. Es una decisión tan válida y tan valiente como la de seguir luchando. Haz lo necesario para quitarle todo el sufrimiento posible y dar luz a los días que le queden.

Ten cuidado con las palabras que empleas o el modo en que las usas, las mismas cosas se pueden decir de manera que no asusten, que no bloqueen la capacidad de reacción de la persona. Mantén una actitud de escucha, también cuando des información. Ve dándola poco a poco, dosifícala para que vaya asimilando. Incluso espera que sea el paciente el que te vaya preguntando. Ten en cuenta que, cuando el enfermo está delante de su oncólogo, su capacidad de concentración y de comprensión es mucho menor de lo habitual, y es muy frecuente salir de la consulta diciéndole al familiar: “¿y qué me ha dicho?”. A mí me ha pasado, y soy médico.

No infravalores el poder de otras terapias que esté haciendo el enfermo. Si tu paciente te pregunta sobre un tema que no conoces, dile que no lo sabes, incluso intenta averiguar algo sobre el tema si te apetece, pero no eches por tierra algo que, sin saberlo, puede resultar una esperanza real de mejora para el paciente.

Trata bien a los familiares, ellos son el verdadero soporte de tu paciente y también necesitan ser cuidados.

Puedes aprender mucho de tus pacientes, aprovecha este momento, ellos están recorriendo un camino en el que tú puedes verte en cualquier momento, y haber estado a su lado puede ser para ti una verdadera fuente de sabiduría, de la de verdad, de esa que no está en los libros.”

Publicado por Maite Guerrero Briz en su blog

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