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Vol. 2. Núm. 1.
Páginas 1-2 (enero 2009)
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El método Scholten
The Scholten method
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Joan Mora Bruguésa
a Academia Médico Homeopática de Barcelona (AMHB).
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El pasado mes de febrero, muchos de nosotros tuvimos la ocasión de asistir al curso que impartió el Dr. Scholten en Barcelona acerca del uso de los lantánidos en medicina homeopática, y muy especialmente en el tratamiento de las enfermedades autoinmunes.

La singularidad de su método para la elección del medicamento homeopático adecuado nos remite a algunas consideraciones sobre el principio de similitud y sobre los conceptos de ciencia y homeopatía.

Sin duda, la primera objeción que se le pone a su método es la falta de patogenesias en una gran mayoría de los medicamentos que se prescriben. Hay algunas patogenesias de los nuevos medicamentos, pero metodológicamente distan mucho de cumplir con los requisitos exigibles acordados en el European Comittee for Homeopathy.

Es cierto que la patogenesia no es más que uno de los métodos para conocer el poder curativo de un elemento y, efectivamente, hay otras vías. También es cierto que del amasijo de síntomas que se obtienen en una patogenesia sólo se empiezan a vislumbrar las verdaderas indicaciones y el verdadero valor de cada uno de los síntomas después de su utilización clínica. Aún más, todos esos síntomas sólo adquieren coherencia y sentido cuando los vemos expresados en los pacientes que se benefician de su uso.

El síntoma de la sensación de peso hacia abajo en la matriz —el bearing down del repertorio— que se distingue como uno de los key¿notes de Sepia, en la patogenesia lo presentó un solo experimentador y ha sido a través de los casos clínicos cómo nos hemos podido dar cuenta de lo importante que es en la comprensión de la dinámica del remedio y como indicativo de su prescripción.

También es cierto que la ciencia se fundamenta en clasificaciones, análisis y síntesis, con una base en el mundo real, como bien lo atestigua la capacidad de Mendeléiev para predecir las características de elementos cuya existencia se ignoraba por completo.

Si la tabla periódica representa todos los elementos del universo y su estructura es válida para la física, ¿por qué esa misma estructura no puede ser un sustrato válido para comprender las indicaciones de estos elementos como medicamentos homeopáticos?

La ortodoxia homeopática responderá rápidamente con el parágrafo 1 del Órganon: "La única y elevada misión del médico es la de restablecer la salud en los enfermos... y no forjar los llamados sistemas mezclando ideas huecas e hipótesis sobre la naturaleza íntima de los procesos vitales...".

En este parágrafo hay que considerar, primero, el contexto de la medicina en tiempos de Hahnemann, donde la mayoría de prácticas médicas (p. ej., las sangrías) estaban basadas en teorías puramente especulativas (teoría de los humores) y apenas se prestaba atención a los síntomas de los que se quejaba el paciente. Su reacción fue un retorno radical a la pura fenomenología y una fustigación absoluta contra todas las teorías médicas. De ahí, el único y verdadero deber del médico es curar; la enfermedad son los síntomas y la desaparición de los síntomas significa la desaparición de la enfermedad.

Sin embargo, tampoco él pudo escapar de la necesidad de clasificar, ordenar, analizar y sintetizar propia de la forma de pensamiento utilizado en ciencia. Fue cambiando de opinión sobre diversas cuestiones en cada nueva edición del Órganon y, finalmente, construyó la teoría miasmática como un modo de comprender las enfermedades crónicas. Inevitablemente, él también construyó una teoría.

¿Puede la homeopatía evolucionar fuera de los preceptos establecidos por Hahnemann? Creo que ya lo ha hecho. Creo que Hahnemann, un espíritu inquieto e inconformista, inevitablemente lo hubiera hecho de haber vivido la evolución del conocimiento sobre la vida, sobre los mecanismos que regulan el binomio enfermedad-salud, el conocimiento del sistema inmunitario y la importancia de la información como un sustrato de formas, el conocimiento del remedio homeopático como información, etc. Tantas cosas que no sabía y nosotros sabemos. ¿Quién puede negarnos el derecho a hacer evolucionar la homeopatía?

Además, cuando un método nos permite abordar pacientes cuyos problemas no se expresan en términos susceptibles de comparar con la semiología clásica descrita en repertorios y materias médicas, sino que los hallamos atrapados en patologías y situaciones vitales cuya formulación es mucho más inteligible —y por ende, más fácil hallar el correspondiente simillimum— planteada en otros términos, ¿quién renunciaría a un enfoque así?

Si, además, los resultados son en muchos casos excelentes y verificados por homeópatas en distintos sitios del mundo, ¿qué homeópata "cuya única y elevada misión sea restablecer la salud de los enfermos" puede permitirse rechazar un avance de este tipo?

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