Queridos colegas, con este tercer número que estáis leyendo ahora, la REVISTA MÉDICA DE HOMEOPATÍA llega a un trayecto corto por el número —3— pero largo por el contenido.
La tarea de guardar la sintonía entre las 3 sociedades que conforman la revista y, a pesar de ello, no romper el equilibrio entre nosotros, es trabajar en la fina cuerda del equilibrista.
¿Tarea imposible? No, todo lo contrario. Esfuerzo por consensuar, por entendernos, por respetar y sacar adelante un trabajo digno y necesario.
Estamos intentando mostrar todas las maneras de trabajar de cada corriente homeopática que, afortunadamente, va renovándose, mostrándonos así que partimos de un método dinámico y en constante evolución.
Quien no practique la medicina homeopática se asombraría del esfuerzo que hacemos para asimilar todas las tendencias de trabajo. De las horas de estudio, de las horas dedicadas al paciente, del constante brío por llegar siempre al quid de la cuestión, al núcleo del que partió todo para que el paciente empezara a enfermar. A lo que hay detrás de esa pantalla, detrás de esa persona que se sienta enfrente, de la que desconocemos todo, pero que a lo largo de la historia clínica se nos va haciendo cercana, y aún más importante, se va desdibujando su presencia, y aparece otra, la enferma, la que estaba escondida, de tal manera que cuando ocurre esto, hasta su físico se desdibuja y aparece el otro, el que se ha ido dibujando por su historia vital.
Podemos ver entonces la tristeza, en unos ojos que aparentemente nos parecieron alegres. La decepción, la resignación, la chispa cuando tocamos el entusiasmo del paciente o el derrumbamiento que nos obliga a sacar la caja de cleenex, cuando hemos dejado al descubierto ese punto clave del que parte todo.
¿Creéis que podemos considerarnos realmente de una tendencia o de otra cuando todos hacemos lo mismo?
A lo largo de los artículos que se presentan, si bien se ve que cada uno trabaja a su manera, es increíble y satisfactorio ver que el resultado final es el mismo.
Alguien dijo que la medicina era un arte, pero la medicina homeopática lo es aún más.
Escenario compuesto por el incansable médico y por el paciente que acude a la consulta. Sabemos que todo sigue en movimiento, que si nuestra manera de curar cada vez gana más adeptos, es porque cada vez la persona se busca más a sí misma. Es porque en una sociedad enferma, la resonancia de nuestro método se abre como pequeños y esparcidos oasis de salud y esperanza.
Os invitamos, desde aquí, a compartir vuestras experiencias. Sin pacientes no podemos hacer nada, pero sin que nos lo contéis, esta revista no podría subsistir.
Los protagonistas sois vosotros, colegas, que nos hacéis llegar vuestros trabajos. Animaos, que nos queda mucho camino por recorrer juntos.
¡Hasta el próximo número!