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Vol. 3. Núm. 3.
Páginas 109-110 (septiembre 2010)
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Vol. 3. Núm. 3.
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¿Utopía?
Utopia?
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José Eugenio López Garcíaa
a Federación Española de Médicos Homeópatas. FEMH
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El mundo es rocío,

sólo rocío...

es, es, lo que es...

Kobayashi Issa (1762-1826)

Poeta japonés

En el momento presente parece que hay cierto interés hacia nuestro método y a todo lo que se considera "alternativo", aunque éste sea un término dudoso lleno de connotaciones no neutras, quizás sea más apropiado hablar de "no convencional" o incluso "complementario", pues el homeopático no es más que otro método terapéutico útil en la tarea de curar. En contraposición está el arcaico y siempre presente obstáculo de la oposición visceral, bandera de los que consideran al método alopático oficial como único camino posible para afrontar la enfermedad.

Todo médico, por el hecho de serlo, con independencia de escuela, formación o método terapéutico que practique, está unido a los demás por el objeto de su trabajo y el objetivo, que no es otro que la lucha contra la enfermedad y la búsqueda de la curación. Para los que se acerquen sinceramente a nosotros conviene "hacerse entender" y "explicar", y "enseñar" lo que hacemos. Y en eso estamos, precisamente intentamos que los médicos que practican exclusivamente el método convencional y quieran conocer el nuestro nos entiendan, y una prueba de ello es el canal de comunicación abierto que representa esta publicación.

Para que haya entendimiento es necesario emplear un lenguaje inteligible y para ello vamos a ser transparentes desde el principio. No explicaremos el fundamento del método, para eso están los libros y las palabras de los maestros, y si hay interés se leerán. Pero sí necesitamos hablar del "objetivo", el concepto de la palabra enfermedad, y más cuando hay una clara discrepancia en lo que entendemos como tal los homeópatas y lo que entienden los médicos que practican exclusivamente el método hegemónico. Si no definimos esto estaremos emitiendo en diferentes longitudes de onda y puede que al tratar de comunicar sólo se genere ruido. Por eso se hace necesario reflexionar para abrir "nuevas zonas de visión".

Para la homeopatía, la enfermedad, y sobre todo la enfermedad orgánica, es una consecuencia, el resultado final o último eslabón de una serie de cambios, ajustes y desajustes que el organismo individual va realizando en el curso de la enfermedad global, enfermedad profunda que se va definiendo y caracterizando por cambios en las sensaciones y las funciones, cambios en los síntomas en el marco de lo instintivo, y en la compleja y rica semiología en la esfera psíquica y mental. Para el alópata puro la enfermedad queda restringida al órgano o sistema alterado, como parte escindida de la persona enferma. Partiendo del diferente concepto la actitud terapéutica de ambos métodos será, en consecuencia, diferente. El método alopático o convencional se dirige al sistema u órgano enfermo, el homeopático se centrará, por el contrario, en la enfermedad profunda individual.

De este modo, en homeopatía tratamos de buscar el hilo conductor del desequilibrio, navegando mar adentro, tratando de descubrir la desarmonía a un nivel superior, al nivel que aglutina los diferentes desajustes, que irradiarán posteriormente de modo diacrónico hacia los diferentes órganos y sistemas y que producirán lesiones en lugares diferentes del organismo enfermo. Puede parecer este enfoque, al entendimiento del alópata puro, un intento utópico. No obstante, los que practicamos el método homeopático sabemos, ya que lo hemos comprobado de modo reiterado, que se trata de un objetivo alcanzable.

Según lo expuesto pensamos que la comunicación y la posible comprensión sólo se darán si al otro lado hay un médico que conciba la enfermedad como un producto complejo que afecta a toda la persona; que entienda que en el proceso curativo hay muchas variables, y que vea posible y deseable conocer "otros" métodos terapéuticos. Nuestro método nunca será comprendido, hagamos lo que hagamos, por los médicos que reducen la enfermedad a complejos desajustes fisicoquímicos localizados en ciertos lugares del organismo.

Nosotros no negamos que esos desajustes existan, pero intuimos que en el proceso de enfermar hay múltiples factores que no podemos reducir hoy a modelos matemáticos. El organismo vivo es un universo, de momento desconocido en su complejidad y podemos intentar, en esa complejidad, descubrir el desequilibrio por medio del diagnóstico homeopático y tratar de contener y revertir esa desarmonía que entendemos como enfermedad por medio de nuestra terapéutica.

A la madre, que ha visto morir a su hijo atropellado al cruzar la calle, que ha perdido toda esperanza, que quiere morir y que muchos años después de aquel momento terrible, con múltiples tratamientos que no mejoran ese dolor, un médico le ofrece unos "pequeños glóbulos", que tiene que disolver en agua y tomar "algunas gotas", medicina de la que nunca ha oído hablar, medicina que toma sin convencimiento y que a partir de ese momento siente que algo ha cambiado en su interior, hasta el punto de dejar todos los medicamentos químicos y llegar a decir: "soy otra persona desde que he tomado esta medicina, esas gotas... tan poca cosa". "Ahora vuelvo a vivir." A esa madre qué le puede importar si se había alterado tal o cual neurotransmisor en su sistema nervioso, si la medicina que está tomando es considerada como más o menos científica por los fundamentalistas del paradigma dominante, lo que verdaderamente le importa es haber conseguido liberarse de esa pena y saber que, a pesar de la pérdida, la armonía ha regresado a ella.

A los médicos que conciban la enfermedad de modo global, que no tengan miedo a lo nuevo, que se atrevan a navegar por mares desconocidos es a los que nos dirigimos, ya que estamos en la misma frecuencia y podremos intercambiar conocimientos. A los que sólo interesa lo conocido, que hacen navegación de cabotaje con el mar en calma y que se mueven en los estrechos márgenes del método convencional, sólo decirles que aquí estamos, en espera, que pertenecemos por origen al mismo bando pero que, mientras tanto, nos dejen vivir y desarrollar "nuestra utopía".

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