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Vol. 3. Núm. 1.
Páginas 104-106 (enero - junio 2015)
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Páginas 104-106 (enero - junio 2015)
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Algunos recuerdos del futuro
Some memories of the future
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A. Muñoz Valencia
Médico especialista en Cardiología, Torre I, Centro Médico Toluca, Toluca, Estado de México, México
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… No se espanten no es un discurso político-oficial, es solo un intento de rescatar algunas piezas de un rompecabezas del pasado, de lo que el viento no se llevó; -es así como un clásico, ya saben- que lo que tiene más de 60 años, es un clásico…si me preguntan mi edad digo que soy un clásico, por no decir de 60 y meses, es decir, ya sujeto y objeto de cronistas.

Asistimos a una celebración y remembranza médica de tatuados por esculapio, en este taller de la Facultad de Medicina de nuestra Universidad.

No hay duda ya nos alcanzó el futuro, el adulto mayor estaba en el horizonte lejano, caminábamos hacia esa meta, sin embargo no queríamos llegar pronto; pero más vale llegar que no llegar, y aquí estamos. Apenas después de 40 años, pero más vale tarde que nunca, solo 4 décadas, es decir: 14,600 días que han transcurrido desde nuestra partida de estos salones, se nos fue el tiempo como agua entre las manos.

Aquí al escuchar nuestros nombres repetíamos: ¡presente!... y que bueno… que estemos aun presentes. Debemos contemplar nuestra pasada historia médica estudiantil, desde este punto que para entonces era futuro, y no solo nos alcanzó, sino rebaso. Y ahora preguntamos: ¿qué falta? ¡no sabemos por lo pronto!... saludarnos, platicar, alburear, bulearnos (que estaba de moda desde entonces). Hoy la orden del día será: ya rezamos, ahora bromear, después comer y brindar.

Aprendimos con el tiempo, que un antídoto para llegar con bien al futuro era: “la educación”, nos formamos profesionalmente con las ordenanzas universitarias y cada quien desde su trinchera, hace lo que puede y sabe. Decía Mark Twain que: …“un hombre con una idea nueva es un loco, hasta que la idea triunfa”… -y la nuestra triunfo- egresamos 107 médicos, aunque mucha gente en nuestro entorno, nos tiraban de locos y finalmente fuimos más cuerdos que locos o viceversa.

Esta generación palabras más, palabras menos; ayer pertenecía a un futuro que hoy es presente y mañana, ya será muy pasado. Hemos tenido algunas bajas de quienes se nos adelantaron o nos han dejado físicamente ya cerca de 10 colegas para quienes les pido unos aplausos, más adelante, no solo por su recuerdo, sino para llenar momentáneamente ese vacío que nos dejaron, con más aplausos, que un silencio. Y como una mano sola no aplaude, que sean las dos de cada uno y así los recordemos con esa alegría de ayer.

Permítanme antes, mencionar sus nombres: Juanita Gonzalez Gomeztagle, Radames Muñoz Murillo, Stolkin García Benítez, Alejandro Williams de Souza, Jaime Mejía Magdaleno, José Luis Gonzalez, Gerardo Zenil Moran, Gustavo Rosales Estrada, Juan Mazy Bedolla y Benigno Guadarrama Pérez. Quienes se fueron pero están presentes en nuestras mentes.

Las historias en nuestra época empezaban diciendo: ¡erase que se era!...y si eran sé 107 galenos, mucho tiempo antes de la internet, era una generación de más book que face, porque ahora todos son facebook y claro todos tenemos nuestra historia; la nuestra escrita apenas el siglo pasado, claro después del pleistoceno, entre el 1970 al 74 d.c.; eran los tiempos del “Tigre Arrizabalaga”, nosotros sus tímidos y sacrificados cachorros experimentales. Fuimos los flamantes alumnos experimentales del Instituto de Ciencias de la Salud y después de la Facultad de Medicina; presuntuosos de estar entre las mejores facultades de medicina del país y de Centroamérica… bueno hasta gringos teníamos de contemporáneos, fue una época dorada, nuestros sueños los vivimos ampliamente, solo nos faltó el ego argentino; ya que Uds. saben que la mejor definición del ego es: “el argentino que todos llevamos dentro”, ahora hasta tenemos tema para un tango “que 40 años no es nada”, podemos hacer uno que salga de esta reunión de nostalgia, tristeza, perdidas y alegría mezclados.

Regresando al grano, nuestros sueños de ser médicos, lo vivimos y forjamos en estas paredes, aquí se hizo la alquimia, en esta facultad se llevó a cabo nuestra reforma educativa -la única revolución valida-…y… sí devoramos libros, artículos, revistas, clases, exámenes, desvelos, corajes, bueno hasta a veces nos copiábamos, pero eran copias originales, ahora es chatear, pasamos oleadas de estrés, de fríos, de hambres, las odiseas de traslados a los diferentes hospitales para las clases clínicas, y todo el tiempo con la misma bata que ya parecía de mecánico, con tanta mancha, ahí traíamos escrito un diario. Pero ¿qué estudiante demócrata? no tuvo privaciones, es decir una innumerable lista de incertidumbres y retos que vencimos y gracias al esfuerzo sumado de padres, parientes tutores, maestros entre ellos nos distinguen con su presencia, su ejemplo, consejo, lección y leal compañía: los queridos maestros: la Dra. Esthela Ortiz Romo, el maestro Dr. Alberto Hardy Pérez y nos acompaña representándolos, al gremio médico y a su directora la Dra. Patricia Bustamante Montes, el Dr. Miguel Angel Karam. Y no podían faltar desde luego estos flamantes alumnos. Estamos aquí donde se gestó nuestra historia, nuestra epopeya, estos embriones fueron desarrollándose, en estas incubadoras y salones, aquí en esta escuela, la concepción y crecimiento. En este particular salón, el ultimo útero que nos expulsó como en un parto, para algunos eutócico, para otros distócico, sí…hubo quienes necesitaron fórceps, y hasta los que ameritaron cesáreas, pero llego el día en que se nos arrojó al mundo real, afuera de la escuela: así paso el internado – el servicio social y otros vicios sociales que nos distanciaron en tiempo y espacio. Y como a toda capillita le llega su fiestecita, -aquella que tuvimos después de fondos logrados cuando trajimos a Roberto Carlos-, ese dinero termino en la cena baile que fue la inauguración del Salón Rojo del Club Toluca. Y quien no lo recuerda… ¡es porque se puso hasta tras!

Llego el momento, después de la elección de los diversos caminos, entonces pensábamos que el tiempo era largo, e inoculados por el virus del conocimiento medico adquirido, emprendimos la marcha guiados no por la estrella de Belén pero si por San Galeno y San Hipócrates, para seguir como fieles peregrinos a los pacientes y los nuevos maestros, ya fueran genéricos o similares, de entonces…y así corrieron los años.

Mi padre decía que: “había enfermedades que solo con el tiempo se curan”; sí, algunos teníamos signos y síntomas, como: arrogancia, alergias, defectos visuales, visión borrosa, mareos frecuentes y por algunos cargos o encargos, a veces sorderas selectivas, incompatibilidades, creo que han ido a menos con el tiempo, el cual ya nos habrá curado o al menos mejorado, creo que hoy es nueva, una nueva ocasión irrepetible, es una buena oportunidad de convivir, conbeber y departir el pan y el vino, antes de la despedida para unos u otros, ya que todos tenemos fecha de caducidad, y no la sabemos; sí… podemos decir que nos consta por nuestra practica médica que “la vida es una enfermedad mortal y de transmisión sexual”.

Acordémonos hoy de esa etapa que nos tocó vivir y para constancia está el anuario, donde el tiempo se detuvo. Donde no importaba condición económica, marca de ropa, automóvil, posición social, era una escuela pública, sin distinciones ni discriminaciones y además, sí…era de las mejores del país, fue aquí donde nos encontramos, compartimos, esta estación común durante 4 años=1,460 días para mayor precisión; fuimos como viajeros de un mismo tren o crucero educativo en el mar infinito de la medicina, llegamos aquí de lugares diferentes, en trenes o barcos distintos y compartimos esta estación por 4 largos años, y antes de embarcarnos nuevamente en trenes diferentes para rumbos individuales, nos dimos cuenta de que somos almas antiguas, que disfrutamos ese entonces. Fueron tantas cosas, imposible de enumerar, desde compartir en la cafetería, un refresco, un café, una torta, un trago, una charla, un rato de fraternidad -por todo ello-, los invito a que compartamos de nuevo, esta breve estación temporal durante unas horas, antes de volver a nuestros trenes. Una personal invitación -ya que es esta una época de comunicación- escribamos algo, por la vía que ustedes quieran compartamos una anécdota, un pensamiento, una historia pasada lo que quieran, de preferencia por escrito para que no quede en esas charlas fugaces de pasillo y la recopilen los organizadores así hacerla extensiva como una memoria de rescate de lo que quieran pero escribir algo pasado, y si, que quede huella -como una palabra clave- como un fósil que permite conectar neuronas de archivos guardados del pasado y que como palabras clave, nos permita acordarnos de algo común, aunque sea corriente, pero recuerden que este viaje solo es de ida sin retorno y no se valen aclaraciones ya salida la mercancía.

Quiero señalar lo grato que es reunirnos otra vez en este espacio de nostalgia -y que sin duda encierra muchos ecos y sombras del ayer, y yo sé, que es mucho pedir que, si no los oyen ni los ven será porque, me apena decirles, pero ya la hipoacusia y la invidencia, nos impide percibirlas. Quiero decirles sin temor a equivocarme, que así como las ven ¡estas paredes!, hacen ruidos extraños crujen, cuchichean, hablan en voz baja, repiten ecos de clases y diálogos de maestros y alumnos muy pasados, que la habitaron, dicen que la humanizaron, que le dieron calor de hogar. Y hoy día, la población de alumnos actuales, cuenta leyendas de algunos fantasmas invisibles y algunos materializados, que dicen han visto en estos salones y en sus fríos pasillos, a más de uno, algunos muertos en vida, otros bien vivos, pero que cada vez más, que los muertos, y dicen que vuelven periódicamente, que ¡aquí desfilan! y que como con la llorona, se escuchan, sus gritos desgarradores ¡ay mis viejos compañeros que se fueron y me olvidaron, que ingratos! ¡ay mis hijos!, la verdad es que algunos sí se fueron para siempre, pero queda una buena muestra médica, aquí presente de sobrevivientes del 70-74, eso sin duda es terapéutico, poder vernos no es espejismo, si somos aun de carne y hueso, eso nos alivia y retroalimenta. Gracias por venir, y escucharme como portavoz de ustedes, y si no les gusta lo que digo, por favor -el reclamo a los organizadores- yo solo acate ordenes, me echaron al ruedo. Y aun cuando somos más los vivos, por favor no empujen, ni hagan olas, no me vaya yo a caer del pódium. Ya que veo aquí a varios traumatólogos con un bisturí en la mano, el cual cambio por el antiguo lápiz; le escuche decir a uno ¡si se cae este, fractura de cadera igual a: “4 ces”: caída, cama, cajón, pero antes cirugía. No te me quedes viendo mucho no sea que me vayas a hipnotizar.

Bueno lo importante es que estamos no como una ofrenda del día de los muertos sino que voluntariamente nos hemos anticipado y ofrendamos hoy la amistad, con esos recuerdos materializados en alegría fraternal.

Les agradezco a los organizadores su acertada convocatoria y, la oportunidad de permitirme dar este mensaje, la paciencia a los oyentes que no se durmieron, -ya que aquí también, era cámara de exterminio somnífero-.

Una aclaración por si no vieron -afuera hay una lápida, no es lapida perdón, un placa metálica que bajo la idea de Gerardo Huitrón, en su periodo de director y con la colaboración de varios compañeros, quedo como constancia de lo que podemos hacer por la escuela que nos formó, pero cuidado parece que dice; aquí yacen no los huesos sino los bonos para mejorar esta aula que nos dio albergue para que otros nuevos alumnos lo aprovechen.

Hoy es un día de convivir y revivir, este reencuentro nos encuentra con el presente y parece que el respeto al pasado, solo se adquiere cuando uno empieza a ser pasado, antes no me respetaban ahora sí. Bueno, aclarar que después de egresar de la facultad, se desbordaron los días y de manera torrencial, el tsunami del tiempo, nos ha llevado por diferentes rumbos, ya los años se nos sumaron como mochila a cuestas…y vaya que ya cuesta cargarla, así vivimos, los tiempos de cambio y el cambio de los tiempos que nos ha transformado a todos.

Siglo nuevo vida nueva. Nuestra cosecha no es de flores, es de seres y haceres, que nos ha llevado a la tranquilidad y placer de ser llamados médicos.

Gracias a todos ustedes por venir y hacer posible esto…recuerden:

  • Para escuchar un corazón no basta solo un estetoscopio, ¡por favor escuchémonos también sin el!-

Termino diciendo:

¡MÁS VALE UN BUEN COMPAÑERO QUE UN MAL PARIENTE!

GRACIAS DE CORAZON- AMV

Copyright © 2014. Universidad Autónoma del Estado de México
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