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Vol. 84. Núm. S.
Páginas S1-S2 (agosto 2013)
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Avances en la taxonomía de grupos de macromicetos en México, dedicado al Maestro José Castillo Tovar (1935–2012)
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Jesús García, Fortunato Garza-Ocañas, Ricardo Valenzuela
Alumnos en la Facultad de Ciencias Biológicas de la UANL (1977–1982)
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El biólogo José Castillo Tovar nació en San Pedro de las Colonias, Coahuila, el 18 de julio de 1935. Formó parte de una familia humilde que le brindó una infancia feliz. Sus primeros estudios los realizó en su pueblo natal; la primaria en la escuela Luis Beuregard (1941–1947), la secundaria en la escuela Profesor Ladislao Covantes (1947–1950); pero por su espíritu inquieto, el maestro Castillo tuvo que migrar a la ciudad de Monterrey, N. L. para continuar con sus estudios de bachillerato en la preparatoria Colegio Civil (1950–1952) y después la carrera de medicina. Estudiaba de día y trabajaba de noche, pero cuando tuvo que hacer las guardias nocturnas durante las prácticas profesionales no le quedó tiempo para el estudio, por lo que tuvo que abandonar su intención de ser médico. Sin embargo, en 1957 se le presentó la oportunidad de estudiar la carrera de biólogo en la entonces Escuela de Ciencias Biológicas de la Universidad Autónoma de Nuevo León (UANL); en donde se fue dando a conocer entre sus compañeros de estudio, quienes tenían una destacada opinión de él, como el Dr. Jorge S. Marroquín de la Fuente que decía: “por su carácter franco, su lenguaje directo y llano, su compañerismo, su desbordante camaradería, amistad desinteresada y siempre ayudando que dejar ser ayudado” cualidades que lo distinguieron toda su vida. El maestro Castillo creció en la Universidad y en 1961, la administración decidió estimularlo y darle la plaza de Conserje -actividad que lo enorgullecía y siempre la ponía en primer lugar en su curriculum vitae-. Este trabajo le permitió costear sus estudios y al mismo tiempo identificar la gama de especialidades que brindaba la carrera de biólogo. Tenía las llaves que le daban acceso al mundo del conocimiento en la biblioteca y en los laboratorios ya que por las noches vigilaba celosamente su alma mater, con la oportunidad de revisar libros, preparar y estudiar laminillas al microscopio, encaminándose en el área de microbiología y particularmente de la micología y la fitopatología de manera autodidacta. En marzo de 1963 presentó su examen profesional con la tesis enfocada hacia el estudio del hongo Bipolaris tetramera que atacaba al cultivo de ajonjolí. El maestro Castillo fue profesor por horas y de medio tiempo y en 1964, la primera plaza de tiempo completo que tramitó el Dr. Marroquín de la Fuente, siendo Director de la Escuela de Ciencias Biológicas de la UANL, fue la del Biól. José Castillo Tovar. Se casó con la señora María Esther Franco Jiménez con quien educó a 4 hijos: Erwin, Saccardo, Emericella y Fernando. El Biól. Castillo tenía tanta pasión por la microbiología y la micología que sus primeros 3 hijos tienen nombres relacionados con estas áreas; el primero tiene nombre de género de bacteria (Erwinia); el segundo de hongos (Emericella) y el tercero lleva el nombre del destacado micólogo italiano Pier Andrea Saccardo, a quien él admiraba. El profesor Castillo realizó estudios de maestría en Ciencias de Parasitología Agrícola (1963–1965) en el Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey. Su destacada capacidad le permitió participar como maestro en diferentes instituciones de la región noreste de México desde 1961, como son: la Escuela Preparatoria y Escuela de Agricultura del ITESM, la Facultad de Agronomía de la UANL; fue maestro fundador de la Escuela Normal Superior del Estado de Nuevo León y maestro de fitopatología en la Universidad Autónoma Agraria Antonio Narro en Saltillo, Coahuila. En 1971, fue director de la ya entonces Facultad de Ciencias Biológicas de la UANL y solo le tomó 10 años escalar a este puesto, por eso él se sentía orgulloso de su origen y de sus logros, de conserje a director, digno de ser mencionado. Como director consolidó la Facultad de Ciencias Biológicas, trabajó para todos, apoyando por igual las carreras de biólogo y químico biólogo parasitólogo. En 1974 fue reelecto director. Cuando el Dr. Luis Eugenio Todd era Rector de la Universidad, el Biól. Castillo con su espíritu indomable, no iba a pedirle sino a exigirle apoyo para su Facultad y siempre lo recibió del Dr. Todd. En la rectoría, el Biól. Castillo era conocido como “el Biólogo”; si encontraba las puertas cerradas, él las abría y se metía a las oficinas; el Dr. Todd siempre les dijo a todos que el Biólogo tenía las puertas abiertas durante su administración, incluso cuando su periodo de director de la Facultad había terminado. Como maestro era inflexible, riguroso e inquieto, la puntualidad era muy importante para él, cuando iba llegando al salón todos corrían dentro, porque su lema era “detrás de mí, no entra nadie”, cerrando la puerta. En su cátedra tenía que estar paseándose entre las butacas, dando sus clases siempre en movimiento constante, aún recordamos sus pasos dentro del salón, sólo se detenía para preguntarle a algún alumno distraído, así era Castillo. En 1978, cuando terminó su administración fue nombrado jefe del área de Microbiología y hasta 1982, cuando tuvo que cambiar de aires y dejar su alma mater se cerraban unas puertas, pero se abrían otras, y en 1983 con el apoyo del entonces Subsecretario de Educación Superior de la SEP, el Dr. Luis Eugenio Todd y por encargo especial del Subsecretario de Educación e Investigación Tecnológica de la SEP, Dr. Manuel V. Ortega Ortega y del Gobernador Pedro Joaquín Coldwell de Quintana Roo, integró el equipo que hizo posible que la carrera de Biología se agregara a la oferta educativa en el Sistema Nacional de Institutos Tecnológicos en el país, fundándola en ese mismo año en el Instituto Tecnológico de Chetumal. En 1984 nuevamente, el Dr. Ortega Ortega le encomendó se integrara al equipo de trabajo para fundar la licenciatura en Biología del Instituto Tecnológico de Ciudad Victoria y así, en colaboración con algunos de sus discípulos y seguidores egresados de la Facultad de Ciencias Biológicas de la UANL, inició una nueva etapa de su vida. Durante su estancia en el Instituto Tecnológico de Ciudad Victoria, fue el organizador del III Congreso Nacional de Micología en 1988, un año después colaboró como maestro en la recién fundada licenciatura en Biología del Instituto Tecnológico de Los Mochis en Sinaloa, impartiendo la materia de Microbiología. En este sistema educativo laboró por un periodo de 10 años, pero nuevos aires y puertas se abrieron en su vida y en 1993 fue contratado por la Universidad Autónoma de Querétaro para apoyar las áreas de microbiología y micología en la recién creada carrera de Biología y en donde organizó el VII Congreso Nacional de Micología en el 2000. Fue homenajeado por la Sociedad Mexicana de Micología en 2005, otorgándole un reconocimiento por la labor docente y científica dentro de ella. En 2008, se vio obligado a retirase por una enfermedad. Finalmente, su cuerpo le pidió descanso y la Universidad Autónoma de Querétaro lo homenajeó por su retiro, dándole un reconocimiento por su productividad científica, su aportación a la ciencia, por su profesionalismo, por el tiempo que dedicó a formar biólogos, investigadores, maestros por más de 47 años de labor docente. Además de ser maestro para los que tuvimos la oportunidad de conocerlo y convivir con él, era un gran amigo, altruista, con el que se podía platicar de todo, planes de trabajo, proyectos de investigación, inquietudes, oportunidades que salían, problemas, siempre aconsejándonos a todos, a veces regañándonos; sus palabras siguen siendo eco en nuestros corazones, siempre lo vimos con gran respeto, admiración y cariño, un ejemplo a seguir. Muchos de nosotros lo recordaremos siempre por su pasión, entrega, honestidad, sinceridad, ética intachable, humildad y sobre todo, por su amistad a toda prueba, así era el maestro José Castillo Tovar.

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