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Inicio Revista Mexicana de Ciencias Políticas y Sociales Las élites en la diáspora como embajadoras culturales
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Vol. 59. Núm. 222.
Páginas 423-427 (septiembre - diciembre 2014)
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Las élites en la diáspora como embajadoras culturales
The Diaspora Elites as Cultural Ambassadors
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2001
Camelia Tigau
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En la actualidad, la diplomacia se confunde cada vez menos con la política exterior e implica nuevos actores que forman redes de cooperación y comunicación, como las diásporas. La diplomacia de las diásporas es un tema que cobra relevancia con posibilidades abiertas por la globalización y nuevas tecnologías de información y comunicación. Mark (2009: 26) observa que los países compiten por inversión extranjera y por atraer migrantes calificados, individuos valiosos, turistas y estudiantes, por lo que les interesa promover una buena imagen hacia estos grupos. De igual forma, los migrantes calificados actúan como embajadores culturales de sus lugares de origen, ya que promueven explícita o implícitamente su cultura y generalmente, al ser capital humano valioso, representan al país de origen en forma positiva.

Una contribución novedosa al estudio de las diásporas como agentes activos de la diplomacia, ofrece el libro de Latha Varadarajan: The Domestic Abroad: Diasporas in International Relations, publicado por la Oxford University Press (2012). Se trata de una investigadora de origen indio que escribe desde la Universidad de San Diego, California, sobre el tema de la nueva política interméstica, o la combinación de lo nacional con lo extranjero, en la práctica de las relaciones internacionales.

Varadarajan introduce el concepto de “nacional extranjero” para describir una nueva forma de institucionalismo, producto de las políticas e iniciativas estatales orientadas a institucionalizar la relación entre los Estados-nación y sus diásporas. La autora opta por una definición amplia de la diáspora como categoría incluyente que se refiere a comunidades emigrantes sin apego a la naturaleza de su origen y de hecho reconoce su antecedente teórico en Tölölyan (2007), quien habló antes de la diasporización (dispersión) del concepto de diáspora.

La obra de Varadarajan resalta la forma en la que las diásporas han incrementado su poder y visibilidad dentro de la política internacional. La autora observa que la “diáspora” se ha convertido en un término popular en el discurso político y en una herramienta recurrente para retratar a las comunidades emigrantes que están siendo consideradas como “nacionales extranjeros” (loc. 213–15).

Dentro del desarrollo de las comunidades nacionales en el exterior es fundamental la reiteración no sólo de conexiones estables entre comunidades de emigrantes y sus países de origen (identificadas como patrias), sino también la reafirmación de que dichas conexiones deben y merecen ser reconocidas y reforzadas por medio de instituciones del Estado al que pertenecen. Según Varadarajan y otras autoras como Alexandra Delano (2011), este sentido de pertenencia a una patria en común, crucial para la conformación de las diásporas, no surge de forma automática por el hecho de que los miembros de una comunidad de inmigrantes pertenezcan al mismo país de origen. Las diásporas necesitan ser reconocidas por el Estado y los gobiernos para fungir como actores activos de la cooperación internacional, en beneficio de sus gobiernos de origen y destino.

Varadarajan nos recuerda que las comunidades nacionales en el extranjero parecen haber emergido al escenario internacional en un momento particular de la historia (la actual fase de globalización, entendida de diversas formas como el apogeo del capitalismo global y la revolución tecnológica), bajo determinadas condiciones (cuando las diásporas parecen haber adquirido una masa crítica en término de números, cierto potencial de ingresos y organización) (loc. 219–25). De esta forma, los nacionales extranjeros deben ser entendidos como productos de dos procesos progresivos y simultáneos: la reestructuración neoliberal del Estado y la reinterpretación de la diáspora por parte del mismo dentro de un particular contexto histórico político.

Según la nueva perspectiva de Latha Varadarajan, las comunidades nacionales en el exterior poseen un valor triple porque: primero, son la manifestación de un transnacionalismo que refleja cambios en la naturaleza misma de los Estados; segundo, son una forma de transnacionalismo que está intrínsecamente relacionado con el nacionalismo y, tercero, porque son un transnacionalismo impulsado por el Estado en el contexto de la evolución de las relaciones sociales capitalistas, tanto a nivel nacional como internacional (loc. 515–18). Las diásporas son actores importantes en la política internacional debido a su identidad particular, cuyo papel como grupo transnacional puede ser entendido por medio de su identidad cultural híbrida.

Si bien la autora acepta una transformación en el papel del Estado –comúnmente llamada “reestructuración neoliberal”–, argumenta que el transnacionalismo refuerza su autoridad. Al respecto, considera que el reto mayor en las relaciones internacionales actuales consiste en dar sentido a un proceso que, en determinados aspectos, refuerza la dinámica moderna de los Estados-nación y la dimensión territorial de los mismos como una unidad constitutiva, mientras que por otra parte afecta de forma negativa sus bases.

Al igual que en la obra escrita por Delano, Varadarajan retoma el caso de las diásporas mexicanas y la actitud del Estado frente a ellas. Recuerda que previo a las elecciones de 2000, el ex presidente Vicente Fox Quezada, declaró que deseaba “gobernar en nombre de 118 millones de mexicanos”, los que están en México pero también los que están fuera, sobre todo en Estados Unidos. Vicente Fox logró un cambio importante con señalamientos como “nuestros queridos y heroicos migrantes” con lo que demostró que éstos formaban parte intrínseca de la nación mexicana (loc. 79–83). Específicamente, Fox afirmó que la nación mexicana y la mexicanidad se extendían “más allá de los territorios delimitados por las fronteras”. En consecuencia, si el Estado mexicano buscaba una verdadera representatividad tenía que mirar más allá de sus límites territoriales y orientar sus políticas a los ciudadanos residentes en el extranjero. Como parte de esta propuesta, el gobierno de Vicente Fox impulsaría cambios institucionales en el país. Más allá de los propósitos electorales de estos discursos, se trata de un cambio en la definición de políticas públicas para la migración en el que los destinatarios de estos discursos pasan de ser “comunidades en el exterior” a ser “diásporas”.

En su obra, Delano (2011, loc. 157”65) destaca que si bien el uso del término “diáspora” pudiera parecer un pequeño e insignificante detalle dentro del enorme panorama de las necesidades de los migrantes mexicanos en Estados Unidos y de los esfuerzos gubernamentales para responder a ellas, es muy importante la elección de los términos y del lenguaje utilizado en la definición de objetivos e interacciones con los migrantes mexicanos, ya que refleja la lucha continua con el gobierno mexicano respecto a su posición hacia la migración. Delano demuestra que la discusión del término “diáspora” en el caso mexicano también sirve como ventana al proceso de redefinición gubernamental respecto al significado de la migración en el país y de cómo se relaciona con la población. En el caso de México, la influencia de los migrantes en el desarrollo del país por medio de las remesas y la inversión en sus comunidades de origen es uno de los factores que han impulsado un cambio en el discurso del gobierno y en la respuesta a las necesidades y demandas de la población, como ha sido el caso en diversos estados emisores de migrantes y en la comunidad internacional. Delano analiza la forma en la que el Estado mexicano ha modelado sus intereses y objetivos respecto a la migración (Delano 2011, loc. 237–38).

Por su parte, regresando a la contribución de Varadarajan, la autora nos demuestra que ya pasó o debe pasar la época en la que las diásporas eran ignoradas y deslegitimizadas por sus países de origen dentro de determinadas coyunturas históricas, precisamente porque eran consideradas “desnacionalizadas” –es decir, fuera del imaginario colectivo nacional– (loc. 682–84).

Al contrario, la literatura de especialidad ha reconocido la exacerbación del sentido nacional de las diásporas y su contribución a la comunicación y al comercio internacional, entre otros. Es por eso que al empezar el siglo xxi, todos los países con números significativos de diásporas, reconocen en forma pragmática el papel que pueden tener en el desarrollo de sus países y apoyan la formación de asociaciones de diásporas, sobre todo, calificadas. La experiencia histórica y otras investigaciones han demostrado que a mayor calificación, mayor la posibilidad de que las diásporas incidan en cambios políticos y económicos. Las diásporas son efectivamente élites de la globalización (Wagner, 2007), lo que nos permite llevar su estudio más allá del nivel migratorio y explorar sus vínculos con el desarrollo (Clemens, 2011).

Actualmente se acepta que las diásporas son agentes activos de desarrollo, pero también de diplomacia pública, definida ésta en dos sentidos: como g2p (gobierno para el pueblo) o p2p (pueblo para el pueblo), según observa Barbara Ociepka (2008: 11–12, cit. en Tomiczek, 2011). La diplomacia de las diásporas se inscribe en esta tendencia de democratización de las relaciones internacionales y consiste en el cabildeo directo, las campañas mediáticas, el levantamiento de fondos, manifestaciones, comunicación electrónica y participación electoral. Según Kathleen Newland (2010: 14), otra autora que se dedica al tema, el cabildeo de las diásporas va más allá de los aspectos que afectan el estatus de sus miembros en los países de origen o destino, como la ciudadanía, el estatus migratorio y los derechos de voto. En ocasiones, se ha visto que las diásporas buscan cambios en asuntos de política interna de sus países de origen, como los derechos humanos, el buen gobierno y la participación política. Sobre todo, las diásporas de nuestros días, muchas veces organizadas como comunidades virtuales, llegan a determinar las relaciones bilaterales ente los países de origen y de destino, como por ejemplo, las políticas comerciales, la ayuda humanitaria o la política de desarrollo. De acuerdo con Newland (2010: 2), tanto las diásporas como sus organizaciones e individuos son cada vez más notables e influyentes dentro de sus países de origen y en los Estados en donde residen. La defensa de las diásporas se ha convertido simultáneamente en la más urgente e inminente obligación en la era de las comunicaciones electrónicas, con apoyo en el uso de herramientas tecnológicas como portales electrónicos, grupos de discusión y redes sociales que aumentan el potencial organizativo de las mismas.

Referencias bibliográficas
[Clemens, 2011]
Michael Clemens.
Economics and Emigration: Trillion-Dollar Bills on the Sidewalk?.
CGD Working Paper 264, Center for Global Development, (2011),
[Delano, 2011]
Alexandra Delano.
Mexico and its Diaspora in the United States. Policies of Emigration since 1848, Cambridge University Press, (2011),
[Mark, 2009]
Simon Mark.
A Greater Role for Cultural Diplomacy.
Discussion Papers in Diplomacy, The Netherlands Institute of International Relations Clingendael, (2009),
[Newland, 2010]
Kathleen Newland.
Voice after Exit: Diaspora Advocacy.
Diasporas & Development Policy Project, USAID / MPI, (2010),
[Tölölyan, 2007]
Khachig Tölölyan.
The Contemporary Discourse of Diaspora Studies.
Comparative Studies of South Asia, Africa and the Middle East, 27 (2007), pp. 641-655
[Tomiczek, 2011]
Martyna Tomiczek.
Diaspora Diplomacy. About a New Dimension of Diplomacy. The Example of a New Emigration Non-governmental Organisation.
Journal of Education Culture and Society, (2011), pp. 105-123
[Varadarajan, 2012]
Latha Varadarajan.
The Domestic Abroad: Diasporas in International Relations, Oxford University Press, (2012),
[Wagner, 2007]
Anne-Catherine Wagner.
Les classes sociales dans la mondialisation, Editions La Découverte, (2007),

Investigadora del Centro de Investigaciones sobre América del Norte de la Universidad Nacional Autónoma de México, (México). Doctora en Ciencias Políticas y Sociales por la unam. Sus líneas de investigación son: migración calificada y diplomacia. Entre sus últimas publicaciones destacan: Riesgos de la fuga de cerebros en México: construcción mediática, posturas gubernamentales y expectativas de los migrantes (2013).

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