A fin de paliar el estado deficitario de la literatura secundaria en español sobre Alfred Schutz, este artículo se propone reconstruir sistemáticamente su concepción sobre la tipicalidad y habitualidad de la experiencia cognitiva cotidiana. Para esto se procede en tres pasos. Primero, se presentan los lineamientos fundamentales del proyecto teórico de Schutz; en segundo término, se escruta su concepción husserliana de la “tipificación” como un proceso de interpretación pasiva y, finalmente, se examina su análisis de la estructura y génesis del “acervo de conocimiento a mano”. La reconstrucción aquí realizada, más que ser una mera contribución a la historia de las ideas sociológicas, debe leerse como un aporte a la fundamentación teórica de la investigación actual en el campo de las ciencias sociales.
With the aim of repairing the lacking status of the Spanish secondary literature on Alfred Schutz's work, this paper intends to systematically review Schutz's account for the typicality and habituality of everyday cognitive experience. To that end, the author proceeds in three steps. First, he briefly presents the main lines of Schutz's theoretical project; second, Schutz's Husserlian account for “typification” as a passive kind of interpretation is examined, as well as his Husserl-based analysis of the structure and genesis of the “stock of knowledge at hand”. Rather than being a mere contribution to the history of sociological ideas, this review should be read as an intent to enrich the theoretical foundation of current research in the field of social sciences.
Tanto en lengua alemana como inglesa existe una rica tradición en lo que se refiere a la exégesis de la obra de Alfred Schutz. En efecto, en las últimas cuatro décadas, estudiosos de Estados Unidos, como Helmut Wagner (1983), Lester Embree (2015) y Michael Barber (2004), y de Alemania, como Thomas Luckmann (2002; 2007), Ilja Srubar (1988) y Jochen Dreher (2011), han realizado valiosas contribuciones a la interpretación del pensamiento del autor vienés y a su difusión dentro del ámbito de las ciencias sociales.2
No ocurre lo mismo en el campo académico de habla hispana. Puede afirmarse, de hecho, que el estado del arte actual de la literatura secundaria sobre Schutz en nuestra lengua es extremadamente deficitario (Gros, 2015). La mayoría del material en castellano en torno a la obra schutziana se compone de artículos aislados, sin mucho rigor teórico-sistemático (Leal, 2006; Galassi, 2008, entre otros), y de capítulos introductorios en manuales de sociología y psicología social (Estramiana et al., 2007; Fernández, 2003; Urteaga, 2013, entre otros). Este déficit constituye, sin dudas, una limitación considerable para aquellos científicos sociales hispanoparlantes que tienen interés en la fenomenología, en general, y en la obra de Schutz, en particular. 3
Con el objetivo de paliar este déficit de la literatura secundaria, el presente artículo se propone reconstruir sistemáticamente uno de los aspectos centrales de la teoría schutziana del mundo de la vida [Lebenswelt], a saber, la concepción de la tipicalidad y habitualidad de la experiencia cotidiana. Esta reconstrucción, debe señalarse, no ha de ser leída como una mera contribución a la historia de las ideas sociológicas. Antes bien, se trata de un aporte sistemático a la investigación actual en el terreno de las ciencias sociales.
En efecto, siguiendo la línea argumentativa que sostienen Thomas Luckmann (2007: 151) y Jochen Dreher (2012a: 7 y ss.), se considera que hoy en día es altamente relevante recuperar los análisis fenomenológicos schutzianos de las estructuras del Lebenswelt. Y esto porque dichos análisis permiten brindar una fundamentación filosófica rigurosa –más precisamente, una fundamentación sobre la base de una teoría estricta de la subjetividad pre-científica– a las investigaciones científico-sociales enmarcadas en el paradigma cualitativo.4
En términos generales, Alfred Schutz desarrolla una teoría fenomenológica del Lebenswelt cuyo propósito último radica en otorgarle una base filosófica a la sociología comprensiva [verstehende Soziologie] de Max Weber (Endreß, 2006: 338; Eberle, 1993: 315). Más específicamente, esta teoría pretende describir y analizar los modos esenciales en que los sujetos pre-científicos experimentan, conocen e interpretan su entorno natural y socio-cultural. Se trata, en otras palabras, de proporcionar un análisis fenomenológico de las estructuras universales e invariantes –esto es, presentes necesariamente en toda cultura y época histórica– de la experiencia vivida: la temporalidad, la espacialidad, la corporalidad, la reflexividad, la empatía, etc.
Dentro del marco de esta teoría, Schutz realiza una descripción exhaustiva de la tipicalidad y habitualidad de la cognición cotidiana, descripción que se ve encarnada en dos de los conceptos centrales de su obra: “tipificación” [typification / Typisierung] y “acervo de conocimiento” [stock of knowledge / Wissensvorrat]. Este análisis fenomenológico, que se inspira fundamentalmente en conceptos del Husserl tardío –más precisamente, en sus reflexiones sobre las síntesis pasivas y la génesis de las habitualidades–, constituye sin dudas uno de los aspectos más logrados e influyentes de la obra del pensador austríaco.
Para reconstruir la concepción schutziana de la tipicalidad y la habitualidad de la experiencia cotidiana, en este artículo se procederá en tres pasos. En primer lugar, se presentarán los lineamientos fundamentales del proyecto teórico de Schutz; en segundo término, se escrutará su concepción husserliana de la tipificación como un proceso de interpretación pasiva; y finalmente, se examinará su análisis fenomenológico-genético de la estructura y la génesis del acervo de conocimiento.
El proyecto teórico de Alfred Schutz: Una fundamentación filosóficofenomenológica de la sociología comprensiva weberianaSchutz es un “filósofo de las ciencias sociales” (Embree, 2016). Más específicamente, su proyecto intelectual consiste en desarrollar una fundamentación fenomenológica para la sociología comprensiva de Max Weber (Eberle, 1993: 66; Endreß, 2006: 340). En este sentido, el pensamiento schutziano puede ser entendido como un edificio teórico sustentado en dos columnas: una sociológica –la verstehende Soziologie weberiana– y otra filosófica –la fenomenología de Edmund Husserl– (Fischer, 2012: 31).5
Schutz es un sociólogo comprensivo en la medida que sigue la definición weberiana del objeto y el método de la sociología (Wagner, 1983: 12). De acuerdo con Weber, la realidad social es un “plexo” [Zusammenhang] de acciones (inter)individuales (Srubar, 1988: 12). Desde esta perspectiva, las formaciones sociales –el Estado, la nación, el pueblo, etc.– no son entidades hipostasiadas, sino más bien configuraciones precarias que se constituyen y re-constituyen a través del comportamiento significativo de los actores sociales (Weber, 1984: 30 y ss.).
Enfrentándose al behaviorismo y a toda forma de determinismo mecanicista, Weber (1984) sostiene que la acción individual es esencialmente portadora de sentido. Es decir, lejos de ser mecánicamente disparada por estímulos físico-químicos o por constreñimientos socio-estructurales, la misma está motivada, regulada y orientada por la interpretación subjetiva que el actor realiza del mundo y de sí mismo. Por esta razón, la tarea fundamental de la sociología comprensiva consiste en “comprender” [Verstehen] el “sentido subjetivo” [subjektiver Sinn] que el sujeto cotidiano le brinda a su comportamiento (Weber, 1984: 19).
Ahora bien, a pesar de coincidir con los postulados fundamentales de la verstehende Soziologie, Schutz (1962: 117; 1981: 14 y ss.) critica a Weber por no definir con claridad las nociones fundamentales de su propuesta sociológica: “sentido subjetivo”, “comprensión”, “motivos”, “fines”, entre otros. De acuerdo con el autor vienés, esta negligencia teórica pone en peligro la rigurosidad y validez de las investigaciones sociales realizadas bajo el paradigma weberiano.
Para Schutz (1981: 1 y ss.) las ambigüedades conceptuales de Weber se deben fundamentalmente al hecho de que éste no opera con una teoría exhaustiva del funcionamiento experiencial, cognitivo e interpretativo de la subjetividad pre-científica. En efecto, desde la perspectiva schutziana, sólo una teoría filosófica de la subjetividad puede apuntalar un programa de investigación como el planteado por Weber. En otras palabras, “no puede hablarse con sentido de interpretación subjetiva si no se sabe cómo funciona la conciencia” (Wagner, 1983: 20).
De acuerdo con el pensador austríaco, entonces, la sociología comprensiva debe sustentarse en una teoría rigurosa del modo en que los sujetos pre-científicos experimentan, conocen e interpretan su Lebenswelt. Como es sabido, Schutz encuentra atisbos de una teoría tal en la fenomenología de Edmund Husserl; una posición filosófica que se esfuerza por rehabilitar el estatus de la experiencia vivida en primera persona, la cual fue sistemáticamente olvidada y descuidada en la Modernidad por diferentes tipos de reduccionismo: el naturalismo, el historicismo y el psicologismo (Waldenfels, 2009: 269).
Ahora bien, debe remarcarse que Schutz no es un husserliano ortodoxo, sino más bien un “fenomenólogo crítico”, esto es, un fenomenólogo que realiza una lectura ecléctica e idiosincrática de la obra de Husserl (Wagner, 1983: 47). La interpretación de Schutz de los escritos husserlianos es heterodoxa, porque está deliberadamente sesgada tanto por sus intereses sociológicos como por la influencia que ejercen en él filósofos como Henri Bergson, Max Scheler, William James, George Herbert Mead y Martin Heidegger, entre otros (Belvedere, 2011: 28-40; Wagner, 1983: 14).
El objetivo fundamental de la fenomenología social schutziana, puede afirmarse, es describir los rasgos invariantes de la praxis (inter)subjetiva de constitución de sentido que tiene lugar en el mundo de la vida cotidiana (Eberle y Srubar, 2010: 23). Justamente por esta razón, el pensador vienés revisita el núcleo más concreto de la filosofía de Husserl, a saber, sus descripciones de las dimensiones esenciales o eidéticas de la experiencia subjetivamente vivenciada –intencionalidad, percepción, corporalidad, espacialidad, temporalidad, atención, tipicalidad, habitualidades, etc.–, al tiempo que se aleja de los momentos metafísicos, idealistas y solipsistas del proyecto fenomenológico-trascendental lanzado en Ideen I (Husserl, 2009a: 139 y ss.)
De esta manera, Schutz (1962: 149) desarrolla su propia versión de lo que Husserl (2009a: 158) denomina una “fenomenología constitutiva de la actitud natural” [konstitutive Phänomenologie der natürlichen Einstellung]. “Podemos decir”, afirma el autor austríaco en Phenomenology and the Social Sciences, “que las ciencias sociales empíricas encontrarán su fundamentación no en la fenomenología trascendental, sino en la fenomenología constitutiva de la actitud natural” (Schutz, 1962: 149).
Schutz y su concepción husserliana de la tipicalidad de la experiencia ante-predicativaUn panorama general de la cuestiónEl Husserl tardío afirma que “el mundo fáctico de la experiencia” o Lebenswelt “es experimentado típicamente” (Husserl, 1972: 398; cursiva añadida). Para el padre de la fenomenología, en efecto, los sujetos cotidianos no aprehenden las cosas mundanas en su calidad de objetos únicos e irrepetibles, sino más bien como ejemplares de tipos de objetos ya experimentados en el pasado: “como árbol[es], arbusto[s], animal[es], serpiente[s], ave[s]”, etc. (Husserl, 1972: 399).
Gracias a este pre-conocimiento de las estructuras típicas de las cosas mundanas, sostiene Husserl (1972: 33), el individuo pre-científico desarrolla un vínculo de “familiaridad” [Vertrautheit] o confianza con su entorno vital. Jamás se enfrenta con experiencias totalmente novedosas o desconocidas. “También las cosas desconocidas de este mundo son [...] conocidas según su tipo. Hemos visto anteriormente lo mismo, aunque no justamente esta cosa aquí” (Husserl, 1995: 114).
A la hora de caracterizar la experiencia cognitiva en el plano de la ante-predicatividad, Schutz (1962: 75, 59; 2011: 129) retoma casi al pie de la letra las reflexiones husserlianas acerca de la “familiaridad” o “pre-cognoscibilidad típica” del mundo de la vida (Husserl, 1972: § 8, § 33). “Husserl”, afirma repetidamente el pensador vienés, “ha mostrado que la experiencia pre-predicativa del Lebenswelt está [...] desde el comienzo estructurada en tipos” (Schutz, 2003: 335; 1962: 59; 2011: 129).
Para entender cabalmente la posición de Schutz a este respecto, es fundamental subrayar su uso de la expresión “desde el comienzo” [von vornherein/ from the outset]. Afirmar que el mundo cotidiano se manifiesta desde el comienzo o desde el principio en el modo de la tipicalidad implica aseverar que no es necesario efectuar un acto cognitivo complejo –una deducción, una comparación, un razonamiento, etc.– para experimentarlo de esa manera. Antes bien, en el pensamiento pre-científico de la vida cotidiana, el Lebenswelt se manifiesta inmediatamente, de un sólo golpe, como una estructura de tipos empíricos pre-conocidos (Schutz, 2003: 335; 2011: 129; 1962: 59).
La concepción schutziana de la experiencia ante-predicativa puede ser comprendida más fácilmente si se le define por la negativa. De acuerdo con Schutz (2003: 335), el mundo de la vida no es experimentado (i) ni como “una suma de datos de sensación” (ii) ni como un “arreglo de objetos individuales únicos” (Schutz, 1962: 7).
- (i)
En primer lugar, en franco enfrentamiento con el empirismo sensualista, Schutz (2011: 129) sostiene que lo que percibimos inmediatamente en nuestra experiencia ante-predicativa son objetos con sentido –“montañas, árboles, animales, pájaros, perros, prójimos, etc.”–, y no datos sensoriales amorfos y carentes significatividad.
- (ii)
En segundo término, postula que los objetos mundanos se nos manifiestan siempre “dentro de un horizonte de familiaridad y pre-conocimiento” (Schutz, 1962: 7). Dado que aprehendemos las cosas como ejemplares de tipos ya conocidos –y no como objetos individuales, únicos e irrepetibles–, jamás nos enfrentamos con experiencias totalmente desconocidas.
Como se verá más adelante, siguiendo a Husserl (1972: 399), Schutz (1962: 7) considera que aprehender típicamente un objeto implica anticipar pasivamente –esto es, “protencionar”– ciertas características típicas que el mismo mostrará en el futuro inmediato. Para decirlo de otro modo, cuando reconocemos un objeto como ejemplar de un tipo pre-conocido, sabemos qué esperar de él. En este sentido, puede decirse que los tipos empíricos portan “horizontes abiertos de experiencias similares anticipadas” (Schutz, 1962: 7).
Así, por ejemplo, “si vemos un perro, prevemos instantáneamente su comportamiento ulterior, su modo típico de comer, de jugar, de caminar, de saltar, etc.”. (Husserl, 1972: 399, cursiva añadida). Esta anticipación pasiva de los horizontes del objeto, sin embargo, bien puede ser “decepcionada”; es decir, es posible que no sea ratificada por la experiencia sucesiva del mismo (Husserl, 1972: 399; Schutz, 1962: 295, 297).
Sin embargo, el fenomenólogo vienés no se limita a reproducir las reflexiones husserlianas acerca de la tipicalidad de la experiencia ante-predicativa. También intenta suplementarlas con sus propios análisis del problema de la “relevancia” [Relevanz / relevance] (Schutz, 2003: 336; 1962: 8). En este sentido, Schutz (2003: 335) critica a Husserl por no haber advertido –al menos “en sus escritos publicados”– el hecho de que toda “tipificación se efectúa [...] según estructuras particulares de relevancia”.
Para el autor vienés un mismo objeto puede ser tipificado de las más diversas maneras. Así, por ejemplo, puedo percibir a mi propio perro “como individuo, como pastor alemán, como perro típico en general, como mamífero, como ser vivo, como cosa del mundo externo, como ‘algo en general’“, etc. (Schutz, 2003: 336). Ahora bien, ¿por qué razón lo concibo como ejemplar de un tipo específico –por ejemplo, como pastor alemán–, y no de otro –como ser vivo?
De acuerdo con Schutz, el cómo de la tipificación está determinado por las estructuras subjetivas de relevancia del individuo (Schutz, 2003: 336). En otros términos, la selección del tipo pertinente para la aprehensión de un objeto depende de los “intereses” que posea el sujeto en el ahora-y-así, o “momento biográfico” [biographischer Zeitpunkt], de la percepción (Schutz: 2003: 336). En este sentido, puede afirmarse que no existen tipos empíricos asépticos, libres de toda connotación pragmática. “Toda tipificación es relativa a un problema [problemrelativ]; no hay entonces ningún tipo en sí, sino sólo tipos que llevan consigo un ‘índice’ que refiere a un problema” (Schutz, 2003: 338).
La tipificación schutziana como “apresentación” husserliana y sus tres momentosComo se señaló, de acuerdo con el fenomenólogo vienés, no es necesario llevar a cabo actividades cognitivas complejas –deducciones, comparaciones, etc.– para aprehender las cosas mundanas como objetividades con sentido. Por el contrario, los objetos son percibidos desde el comienzo –esto es, a primera vista– como ejemplares de tipos generales: vemos caballos, mesas, árboles, libros, computadoras, etc.
Prima facie, pareciera entonces que para Schutz la tipificación ante-predicativa no involucra ninguna mediación interpretativa por parte del sujeto: el objeto aparece inmediatamente como tal. Esto, sin embargo, dista de ser correcto. Siguiendo a Husserl (1995: §50), Schutz (1962: 295 y ss.; 2011: 113) entiende la aprehensión tipificadora del Lebenswelt como una interpretación pasiva. En términos más específicos, para Schutz la tipificación es una donación automática e “inconsciente” de sentido que tiene lugar a través de lo que Husserl denomina “síntesis pasivas”.6
El Husserl tardío (1995: §38) diferencia dos modalidades fundamentales de génesis constitutiva, es decir, dos maneras en que la conciencia constituye objetividades: (1) la “génesis activa” [aktive Genesis], que tiene lugar por medio de “síntesis activas” [aktive Synthesis] y, (2) la “génesis pasiva” [passive Genesis], que opera a través de “síntesis pasiva[s]” [passive Synthesis].
(1) En la génesis activa, señala Husserl (1995: 80; cursiva añadida), “el yo funge como productor, constituyente, a través de actos yoicos específicos”. Es decir, aquí el sujeto interviene activa, temática y explícitamente en la constitución de objetos y esto por medio de actividades cognitivas complejas denominadas “síntesis activas”. De acuerdo con el padre de la fenomenología, todas las actividades de la razón práctica y de la lógica involucran la ejecución de este tipo de actos (Husserl, 1995: 80).
En otras palabras, a través de operaciones espontáneas de diferentes tipos, el yo articula, elabora y/o interpreta objetos pre-dados, produciendo de este modo objetividades de una nueva clase: los “objetos categoriales” [kategoriale Gegenstände] (Husserl, 2009b: §40-52; 1972: §61). Así, el acto predicativo constituye un “estado de cosas predicativo” [prädikativer Sachverhalt]; el acto deductivo, una deducción; el coleccionar, el conjunto; el partir, la parte, etc. (Husserl, 1995: 80).
Ahora bien, para Husserl “toda edificación de la actividad presupone necesariamente, como nivel inferior, una pasividad pre-dada” (Husserl, 1995: 80; cursiva añadida). Para ponerlo de otro modo, en tanto consiste en la articulación o elaboración de objetos pre-dados, la génesis activa se apoya siempre sobre una base experiencial constituida a través de “síntesis pasivas”.
(2) Las “síntesis pasivas”, por su parte, no implican una intervención activa y temática del yo. Antes bien, se trata de mecanismos subjetivos de carácter automático e “inconsciente” que operan “sin ninguna interferencia activa de la mente” (Schutz, 1962: 297). Para Husserl (1995: 80) estos mecanismos –que permanecen totalmente inadvertidos en la actitud natural– son los responsables de la constitución de “aquello que en la vida se nos enfrenta listo, como una mera cosa existente”.
El hecho de que el sujeto cotidiano posea desde el comienzo un “entorno de ‘objetos”’ obedece, entonces, a la operación continua e ininterrumpida –aunque también oscura e inadvertida– de la génesis pasiva (Husserl, 1995: 80). A pesar de su apariencia de fijeza y objetividad autónoma, el mundo ante-predicativo se encuentra siempre in status nascendi, constituyéndose y re-constituyéndose sempiternamente gracias al funcionamiento secreto de las síntesis pasivas.
En este sentido, y por paradójico que suene, puede afirmarse que la pasividad es también un modo de la actividad subjetiva, aunque el más bajo de todos los posibles (Gander et al., 2010: 225). En efecto, sin la “actividad” oscura de las síntesis pasivas –es decir, sin esta forma de “espontaneidad pasiva”–, ningún objeto mundano podría aparecer como tal a primera vista.7
Ahora bien, en términos más específicos: ¿cómo opera esta “interpretación pasiva” del Lebenswelt? Es decir, ¿de qué manera contribuyen las síntesis pasivas a la constitución de la tipicalidad de la experiencia ante-predicativa? Para contestar estos interrogantes Schutz (1962: 295; 2011: 113) continúa apoyándose en las reflexiones husserlianas.
En efecto, siguiendo a Husserl, el fenomenólogo vienés encuentra las respuestas a estas preguntas en la “apresentación” [Appräsentation] o “apercepción analógica” [analogische Apperzeption], entendida como una modalidad particular del fenómeno más amplio de la síntesis pasiva de “parificación” [Paarung] o “asociación parificante” [paarende Assoziation] (Schutz, 1962: 295; Husserl, 1995: §50-51). Así lo señala en “Symbol, Reality and Society”: “Nos restringimos a la discusión de aquella forma particular de la parificación o acoplamiento que Husserl llama ‘apresentación’ o ‘apercepción analógica”’ (Schutz, 1962: 295).
La síntesis pasiva de apresentación, tal como es entendida por Husserl y Schutz, es un fenómeno complejo que no se deja asir de un solo golpe. Para aprehender analíticamente su complejidad resulta útil escindir su funcionamiento en tres “momentos”: (i) un momento de “asociación”, (ii) otro de “interpretación” y, (iii) otro más, de la “apresentación” propiamente dicha. Estos tres momentos, claro está, no se encuentran claramente escindidos en la experiencia efectiva. Se trata, más bien, de una distinción que se hace con fines meramente heurísticos.
(i) En un primer momento, el objeto actualmente percibido “evoca” en el sujeto “recuerdos ‘oscuros’ de lo similar” (Husserl, 1972: 172; Schutz, 1962: 297). Es decir, se produce una asociación automática entre la percepción actual y experiencias pretéritas “similares” almacenadas en la conciencia. Tanto Husserl (1995: 114) como Schutz (2003: 338; 2011: 113) caracterizan este proceso asociativo como un “cubrimiento” [Deckung] o solapamiento – total o parcial– entre el objeto actual y un tipo empírico sedimentado. Así lo señala Schutz en Reflections on the Problem of Relevance: Por medio de lo que Husserl llama la síntesis pasiva de reconocimiento, [el sujeto] superpone la percepción actual de un objeto corpóreo de tal-y-tal forma, tal-y-tal extensión, tal-y-tal color con el recuerdo de percepciones previas de objetos corpóreos con una forma, extensión, color, etc. similares, semejantes o iguales (Schutz, 2003: 338; cursiva añadida).
(ii) Tanto para Husserl (1995: 113, 116) como para Schutz (1962: 166, 297) esta asociación pasiva actúa como “fundamento motivacional” [Motivationsfundament] para una “transferencia de sentido” [Sinnesübertragung] de carácter también automático. En otros términos, el “cubrimiento” entre el tipo sedimentado y el objeto “nuevo” provoca que el sentido del primero sea “traspasado” pasivamente al segundo. De esta manera, se produce “la apercepción de uno según el sentido del otro” (Husserl, 1995: 116; cursiva añadida). Tanto Husserl (1995: 113) como Schutz (1962: 295) recalcan que esta “apercepción analogizante” no debe ser confundida con un “razonamiento por analogía”.
En Der sinnhafte Aufbau der sozialen Welt, Schutz (1981: 112) define “interpretación” [Deutung] como el “remontar lo desconocido a lo conocido” [Rückführung von Unbekanntem auf Bekanntes]. Siguiendo esta definición, puede argumentarse que este segundo “momento" del proceso apresentativo es un momento interpretativo. Se trata, de hecho, de una operación –pasiva– de donación de sentido en la cual lo desconocido –el objeto “nuevo”– es remontado a lo conocido –el tipo empírico sedimentado.
(iii) El tercer “momento” de este proceso corresponde a la “apresentación” propiamente dicha. La interpretación pasiva de un objeto como ejemplar de una tipificación produce automáticamente la “apresentación” de ciertos aspectos o escorzos del mismo que no están “presentes” en el momento actual. Es decir, se “presupone” y “anticipa” –de modo implícito y no-temático– que dichos escorzos ausentes son parte del objeto; es decir, que están allí a la espera de ser descubiertos. Y esto, porque así suele suceder en todos los objetos de este tipo (Husserl, 1995: §50; Schutz, 1962: 295).
Así, por ejemplo, al observar la tapa de un libro, no puedo ver simultáneamente su contratapa, pero sé que la misma existe: todos los libros tienen una. “[E]l lado frontal, que es percibido en inmediatez o dado a nosotros en presentación, apresenta el lado trasero no visto” (Schutz, 1962: 295).
En términos más estrictos, apresentar significa “hacer-consciente-como-copresente” [Als-mitgegenwärtig-bewußt-machen] (Husserl, 1995: 112; cursiva añadida). Se trata de una modalidad pasiva y mediata de intencionalidad que opera en todo acto perceptivo, aprehendiendo como “co-presentes” –esto es, como estando “co-ahí” [Mit-da]– ciertos aspectos de la cosa que actualmente no son perceptibles. Así, afirma Husserl (1995: 112), “la parte delantera auténticamente vista de una cosa ‘apresenta’, siempre y necesariamente, una parte trasera de la cosa y le prefigura un contenido más o menos determinado” (Schutz, 1962: 295).
Para entender cabalmente la concepción husserliano-schutziana de la apresentación es preciso dar cuenta de la complexión particular de la percepción externa. Según ambos autores, la percepción se caracteriza por su esencial “inadecuación”, esto es, por el hecho de que jamás puede brindarnos los objetos en su totalidad. “Hablando estrictamente”, sólo percibimos “escorzos” [Abschattungen] o caras de las cosas, pero jamás las cosas completas (Schutz, 1962: 295; cursiva añadida; Husserl, 2009a: §44). “[S]i percibimos un objeto del mundo exterior, entonces lo que realmente vemos en nuestra percepción visual es meramente el lado frontal del objeto” (Schutz, 1962: 295; cursiva añadida).
Tanto para Husserl como para Schutz la unilateralidad del acto perceptivo obedece al carácter intrínsecamente perspectivo de la visión; el cual, a su vez, se sigue de nuestro anclaje corporal en una determinada coordenada del espacio.
Ahora bien, a pesar del carácter “unilateral” de la percepción, en tanto sujetos en actitud natural “vemos” la cosa en su completitud. Por ejemplo, “percibimos” una “casa”, a pesar de que, en términos estrictos, sólo veamos su fachada. Para Husserl (1995: §55) –y también para Schutz (1962: 295)– esto es posible gracias a mecanismos apresentativos que, de forma automática e inadvertida, “completan” nuestra percepción fragmentaria (Crossley, 1996: 5-6).
En virtud de apresentaciones, entonces, al núcleo de lo efectivamente percibido –lo presentado– se le asocia un “excedente” [Überschuß] de co-percepción –lo apresentado. Siguiendo estos lineamientos, el objeto sólo puede aparecer como tal si lo percibido y lo co-percibido se fusionan en la “comunidad funcional [Funktionsgemeinschaft] de una percepción que, en sí, presenta y apresenta simultáneamente” (Husserl, 1995: 125).
Husserl (1995: 112) y Schutz consideran que la apresentación de los escorzos ausentes del objeto es también “una anticipación más o menos vacía” –es decir, una protención– “de lo que podríamos percibir si diéramos vuelta el objeto o si camináramos alrededor de él” (Schutz,1962: 295; cursiva añadida). Para los autores esta prefiguración más o menos vacía puede ser verificada “a través de las correspondientes presentaciones plenificadoras”; por ejemplo, si al dar vuelta el libro, percibo efectivamente su contratapa. Pero también es posible que sea “decepcionada” –por ejemplo, si el objeto carece de una parte trasera–, provocando de este modo la explosión de la percepción.
El acervo de conocimiento a mano: estructura y génesisSchutz (2011: 172 y ss.) marca una interesante distinción entre acervo de conocimiento “a mano” [at hand] y acervo de conocimiento “en mano” [in hand]. Este último se compone de “conocimiento existencial” [existential knowledge] –conocimiento de nuestra situación ontológica como seres humanos en el mundo– y “conocimiento rutinario” –know-how automatizado: caminar, correr, andar en bicicleta, conducir un auto, tocar un instrumento musical, hablar nuestra lengua materna, etc. (Schutz, 2011: 173, 176). En el presente artículo, sólo se examina la concepción schutziana del acervo de conocimiento “a mano”, dado que nuestro interés se centra en el problema de la tipicalidad y habitualidad de la experiencia cognitiva del mundo de la vida cotidiana.
EstructuraSiguiendo a Husserl, Schutz (2003: 337) considera que “nuestro conocimiento del Lebenswelt es [...] un conocimiento de la típica [Typik] de los objetos y procesos” del mismo. En tanto sujetos cotidianos, poseemos una relación de familiaridad con nuestro mundo circundante, lo cual se debe a que conocemos las características típicas de los diferentes tipos de objetos y acontecimientos que lo pueblan.
Schutz (1962: 7; 2003: 333; 2011: 169) denomina “acervo de conocimiento a mano” [Wissensvorrat / stock of knowledge at hand] a la sumatoria del “conocimiento disponible” que un individuo posee en un determinado momento de su biografía. Se trata de un inventario de “tipos empíricos” de objetos, eventos y situaciones que, como se verá, se conforma debido a la “sedimentación” de experiencias pretéritas (Schutz, 1964: 283; 2003: 333).
Según Schutz (1981: 103-104), los elementos –o tipos– que conforman el acervo a mano están disponibles “en el modo del haber pasivo” [in der Weise des passiven Habens]. Es decir, se encuentran “almacenados” en la subjetividad, reposando en ella de manera “durmiente” (Schutz, 2011: 175). Toda tipificación sedimentada, sin embargo, puede ser “despertada” de su descanso, ya sea a través de asociaciones pasivas o mediante actividades explícitas del yo. Esto sucede cuando el tipo empírico en cuestión resulta “relevante” para la interpretación de un objeto “nuevo” (Schutz, 2003: 337; 2011: 111).
En este sentido, Schutz (1981: 112; 1964: 283) señala que el acervo de conocimiento a mano es un “esquema de interpretación” [Deutungsschema/ scheme of interpretation]8 del que se vale el sujeto cotidiano para definir su situación actual. De hecho, para Schutz (1981: 112; 2003: 334) la interpretación no es más que la “subsunción” [Unterordnung] –mediante una “síntesis de reconocimiento” [Synthesis der Rekognition]– de una experiencia “nueva” bajo un tipo empírico pre-conocido. Puede decirse, entonces, que “[t]oda interpretación de este mundo está basada en un acervo de experiencias previas de él” (Schutz, 1962: 7).
Ahora bien, para Schutz (1962: 74; 1964: 284) el acervo a mano posee un carácter precario, nunca definitivo. Es decir, se encuentra “en un flujo continuo”, creciendo, alterándose y corrigiéndose con cada nueva experiencia. En este sentido, el conocimiento actualmente a mano es tomado como válido sólo “hasta nuevo aviso” [until further notice] (Schutz, 1962: 74). En caso de no resultar adecuado o pragmáticamente suficiente para definir una situación “nueva”, puede ser puesto en cuestión, revisado y modificado.
Además, el acervo de conocimiento a mano dista de ser un plexo sistemático, ordenado y coherente de saberes. Y esto porque se conforma y actualiza siguiendo la lógica pragmática, naïve e irreflexiva de la actitud natural. En efecto, a diferencia de lo que ocurre en el caso de las teorías científicas, los elementos que componen el acervo carecen de claridad y distinción y suelen ser incompatibles entre sí (Schutz, 1962: 74).
Lejos de ser un bloque monolítico y homogéneo de saberes, el bagaje de conocimiento a mano está estructurado en diferentes “zonas de distinción y vaguedad, de claridad y oscuridad, de precisión y ambigüedad” (Schutz, 1964: 284). Sobre ciertos tipos de fenómenos poseemos un conocimiento detallado y pormenorizado, mientras que sobre otros sólo ostentamos un saber vago y oscuro (Schutz, 2011: 169-174). Para reflejar esta “diferenciación de nuestro conocimiento [Differenzierung unseres Wissens] Schutz (2003: 331; 1962: 174) retoma una distinción conceptual desarrollada por James, a saber, la diferencia entre (i) “conocimiento de” [knowledge of]” y (ii) “conocimiento sobre” [knowledge about]”.9
(i) Para Schutz (2003: 331) la mayor parte del saber almacenado en el acervo a mano es “conocimiento de”. Este tipo de conocimiento es un saber superficial –aunque suficiente para fines pragmáticos– acerca de las características típicas de un fenómeno o acontecimiento. El sujeto cotidiano es un “lego” [Nichtfachmann] en lo que respecta a la mayoría de los objetos del Lebenswelt; es decir, sólo conoce el “Qué” [Was] de los mismos, pero no sabe nada acerca de su “Cómo” [Wie] y “Porqué” [Warum] (Schutz, 2003: 331).
Así, por ejemplo, un usuario promedio de computadora sabe qué botón presionar para encenderla y apagarla, pero no tiene conocimiento alguno acerca de la multiplicidad de procesos técnicos –tanto en términos de hardware como de software– involucrados en el encendido y el apagado de la máquina. De hecho, estos procesos le son “desconocidos, incomprensibles y también indiferentes” (Schutz, 2003: 331). Resulta “suficiente” para él que la computadora se encienda o apague al presionar determinado botón.
(ii) En contaste, el “conocimiento sobre” es un saber “exhaustivo, claro, determinado y carente de contradicción” sobre un tipo de fenómeno del Lebenswelt (Schutz, 2003: 331). En este caso, el sujeto es un “experto” [Sachverständig] en el objeto en cuestión: no sólo conoce el “Qué” [Was] del mismo, sino también su “Cómo” [Wie] y “Porqué” [Warum] (Schutz, 2003: 331). Así, por ejemplo, a diferencia del actor lego, un experto en hardware y software cuenta con un saber pormenorizado acerca del funcionamiento de una pc. No sólo sabe qué botón presionar para prenderla, sino que también conoce exhaustivamente los procesos técnicos que deben ocurrir para que el encendido se produzca.
De acuerdo con Schutz (1964: 122-123), los sujetos cotidianos suelen ser “expertos” en ciertos objetos del Lebenswelt y “legos” en otros. Por ejemplo, un chef posee un “conocimiento sobre” cómo cocinar ciertos alimentos, al tiempo que cuenta con un “conocimiento de” en lo que respecta al funcionamiento de su horno. Por tanto, en caso de que éste deje de funcionar correctamente, debe recurrir a un técnico especializado en ese campo.
En este sentido, puede afirmarse que el saber sobre la “distribución social del conocimiento” constituye una parte importante del acervo de conocimiento a mano (Schutz, 1964: 123). El sujeto en actitud natural sabe a qué tipo de “experto” recurrir en tal y cual caso típico. Así, un actor cotidiano ignorante en materia de medicina o abogacía sabe “que hay expertos disponibles para la consulta si necesita de su consejo para lograr un propósito práctico a mano. Sus recetas le dicen cuándo ver a un doctor o a un abogado, dónde conseguir la información necesaria, etc.” (Schutz, 1964: 123).
Ahora bien, vale preguntarse: ¿a qué se debe la desigualdad en la distribución social del conocimiento (Schutz, 2003: 331)? Es decir, ¿por qué somos “expertos” en ciertos fenómenos y “legos” en otros? Schutz brinda dos respuestas íntimamente vinculadas a este interrogante: (a) una de carácter social –en términos de una sociología del conocimiento– y (b) otra de tinte individual –en términos de una fenomenología de la actitud natural.
(a) En primer lugar, el fenomenólogo vienés sostiene que la distribución social del conocimiento es una “categoría fundamental de la vida social” [Grundkategorie des sozialen Lebens] (Schutz, 2003: 331). Para Schutz, en efecto, toda sociedad es una estructura diferenciada de funciones, ocupaciones, profesiones, etc. En ella, cada individuo es representante de uno –o varios– de estos papeles y, en cuanto tal, posee un determinado campo de especialidad (Schutz, 1962: 330-331; 1964: 123).
Así, la mayoría del conocimiento cotidiano tiene un “origen social”; es decir, es adquirido en procesos de socialización primaria y/o secundaria (Schutz, 1962: 13). Esto no significa, sin embargo, que todos los sujetos posean exactamente el mismo acervo de conocimiento. Por el contrario, “el conocimiento es socialmente distribuido”: a cada tipo de actor social se le transmite el tipo determinado de saber que le corresponde (Schutz, 1962: 13; cursiva añadida).
De acuerdo con Schutz (2003: 331), el estudio de la “desigualdad de la distribución del conocimiento” es el problema central que debe abordar una auténtica “sociología del conocimiento” [Wissenssoziologie]. Así lo señala en un artículo de la década de 1940: “El conocimiento es distribuido socialmente y el mecanismo de esta distribución puede ser objeto de estudio de una disciplina sociológica” (Schutz, 1964: 121).
(b) En términos individuales, Schutz considera que el grado de profundidad y claridad del conocimiento acerca de un determinado objeto depende de los “intereses” –esto es, de “las relevancias motivacionales”– que ostenta el individuo. Así lo formula en Reflections on the Problem of Relevance: “la diferencia entre los dos niveles de conocimiento” –conocimiento de y conocimiento sobre– “puede ser explicada por nuestro propósito a mano, el cual está determinado por los sistemas de relevancias motivacionales que prevalecen en ese momento en una situación particular” (Schutz, 2001: 177).
Como ya se señaló, Schutz (2001: 174) considera que nuestro conocimiento cotidiano del Lebenswelt está siempre “co-determinado por un motivo pragmático”. Es decir, el sujeto en actitud natural no aspira a conocer “la verdadera naturaleza” de los objetos mundanos, sino meramente a obtener un saber sobre ellos que sea suficiente para sus fines pragmáticos. En este sentido, Schutz afirma que “nuestra curiosidad está satisfecha y nuestra indagación se detiene cuando se ha obtenido conocimiento suficiente para nuestro propósito a mano” (Schutz, 2001: 178; cursiva añadida).
Esto significa que nuestro “conocimiento de” sólo se transforma en “conocimiento sobre” si esto es necesario para el cumplimiento de nuestros objetivos prácticos. Así, por ejemplo, un sujeto que quiere convertirse en músico profesional se esfuerza por obtener un saber profundo y pormenorizado sobre teoría armónica y rítmica, mientras que un melómano que sólo aspira a tocar la guitarra como hobby se basta con su saber rudimentario de teoría musical, no viéndose motivado a obtener un conocimiento profundo sobre la materia.
Para no malentender a Schutz debe señalarse que estas dos respuestas al interrogante por la distribución desigual del conocimiento –(a) y (b)– están íntimamente vinculadas. En efecto, el autor vienés cree que no existen sistemas de relevancia ni de motivación que sean absolutamente individuales (Schutz, 1962: 13 y 14). Esto significa que la distribución social del conocimiento condiciona –aunque no de manera mecánica– la constitución de las relevancias individuales.
GénesisSchutz afirma que el “bagaje de conocimiento tiene su historia particular” (Schutz, 1964: 283; cursiva añadida). En efecto, lejos de ser un inventario de ideas innatas como las descriptas por Descartes, el acervo emerge como producto de un proceso genético. En términos más específicos, para Schutz el bagaje de conocimiento se constituye gracias a la “sedimentación” en la conciencia de los “resultado[s]” –u “obras” [Leistungen]– de vivencias intencionales pasadas.
Las “obras” intencionales de las vivencias ya transcurridas no se esfuman por completo de la conciencia, sino que permanecen almacenadas en ella en forma de “posesión habitual” (Schutz, 1964: 283). El fenomenólogo vienés deja asentada esta idea con claridad en un texto de 1957: “Este acervo de conocimiento actual no es otra cosa que el sedimento de todas nuestras experiencias de definiciones pasadas de situaciones” (Schutz, 2003: 333; cursiva añadida).
Las reflexiones schutzianas acerca de la “historia” del acervo de conocimiento están inspiradas en las investigaciones fenomenológico-genéticas del Husserl tardío. De acuerdo con el padre de la fenomenología, el yo no debe ser entendido a la manera del yo kantiano, esto es, como un “polo de identidad vacío”, sino más bien como un “sustrato o polo de habitualidades” [Habitualitäten] (Husserl, 1995: 68, 75). En textos como Cartesianische Meditationen, Husserl realiza un estudio pormenorizado del modo en que surgen y operan estas habitualidades subjetivas.
Según Husserl, es una ley esencial de la conciencia que, “con cada acto de un nuevo sentido objetual”, el yo “gana una nueva unidad permanente” (Husserl, 1995: 68). En otras palabras, desde una perspectiva fenomenológico-genética, el sujeto no permanece siempre igual a sí mismo, sino que, gracias a sus sucesivas experiencias, adquiere un “inventario permanente” de sentidos objetuales y “validaciones” [Geltungen] (Gander et al., 2010: 127).
Husserl señala que esto ocurre tanto (i) en el plano de la razón práctica como (ii) en el de la percepción ante-predicativa.
- (i)
Así, por ejemplo, si decido realizar una determinada acción, mi “acto de decidir” transcurre, pero mi “decisión” permanece. “[D]esde ahora soy yo, permanentemente, el yo decidido de tal y cual manera...” (Husserl, 1995: 68). De este modo, mi decisión se convierte en un “habitus duradero” de mi subjetividad.
- (ii)
Algo análogo ocurre en el terreno de la experiencia ante-predicativa (Husserl, 1995: 81). El hecho de que el sujeto cotidiano sea capaz de percibir “a primera vista” un objeto qua ejemplar de tal o cual tipo “se debe a una génesis esencial” (Husserl, 1995: 68; cursiva añadida). En efecto, en el campo perceptivo de los niños muy pequeños aún no se manifiestan “cosas” u “objetos” de ningún tipo. Por esta razón, durante sus primeros años de vida, los infantes deben aprender a ver las cosas (Husserl, 1995: 68).
Este aprendizaje primigenio de la tipicalidad del Lebenswelt, que tiene lugar en la temprana infancia, permanece en la subjetividad adulta en la forma de un habitus duradero. Gracias a la sedimentación de este “conocer originario” [ursprüngliches Kennenlernen] los sujetos maduros están en condiciones de percibir inmediatamente, esto es, a primera vista, las cosas mundanas como ejemplares de tipos empíricos (Husserl, 1995: 82).
En este sentido, puede afirmarse que toda aprehensión inmediata de un objeto qua ejemplar de un tipo pre-conocido “remite intencionalmente a una ‘protofundación’ [Urstiftung] en la cual un objeto de sentido similar se constituyó por primera vez” (Husserl, 1995: 114; cursiva añadida). Así, por ejemplo, luego de aprender lo que es una “tijera”, un niño adquiere la capacidad de percibir “tijeras” a primera vista (Husserl, 1995: 114).
Schutz (2011: 190) considera el bagaje de conocimiento como un “sistema de habitualidades” [system of habitualities] y sostiene una posición muy similar a la husserliana en lo que respecta a la génesis o historia del mismo. Para el pensador vienés, en efecto, todo elemento del acervo remite a un acontecimiento primigenio de “adquisición de experiencia” [Erfahrungserwerb] (Schutz, 2003: 339; cursiva añadida). “Este proceso de adquisición de experiencia”, se lee en “Strukturen der Lebenswelt”, “conduce a la sedimentación del acervo de conocimiento pre-ordenado según tipos y grados de familiaridad” (Schutz, 2003: 339).
En términos más específicos, para Schutz la adquisición de conocimiento tiene lugar de dos maneras diferentes: (i) una individual y (ii) otra social (Schutz, 2003: 339; 1962: 13-14, 348). En este sentido, puede afirmarse que el contenido y la estructuración del acervo de un individuo depende de dos factores, a saber: (i) de su “situación biográfica” [biographische Situation] y, (ii) de la “situación histórica” [historische Situation] del grupo social al que pertenece (Schutz, 2003: 331).
(i) En primer término, de modo muy similar al Husserl genético, Schutz (2003: 333) señala que los tipos almacenados en el acervo surgen como producto de la sedimentación de definiciones pasadas de situaciones. Ahora bien, para el autor vienés las definiciones aproblemáticas del entorno –esto es, aquellas que se dan de manera automática a través de síntesis pasivas de apresentación– no le aportan tipificaciones novedosas al bagaje de conocimiento (Schütz y Luckmann, 2003: 179).10
Por el contrario, los tipos empíricos nuevos emergen en actividades cognitivas orientadas a resolver problemas interpretativos –es decir, en síntesis activas (Schutz, 2003: 337). “Lo que encontramos en nuestro acervo de conocimiento como experiencia tipificada no es otra cosa que el material que alcanzó previamente” para resolver problemas, es decir, “para llevar problemas temáticamente relevantes a la incuestionabilidad” (Schutz, 2003: 337).
En otras palabras: adquirimos nuevo saber cuando logramos encontrar una definición novedosa para un objeto “problemático” –esto es, un objeto desconocido que no se deja subsumir bajo ninguna de las tipificaciones disponibles. Así, por ejemplo, la resolución de un problema interpretativo puede tener lugar mediante la “invención” de un nuevo tipo empírico.11
Una vez “creada”, la nueva tipificación pasa a formar parte del “haber pasivo” de la subjetividad y comienza, en lo sucesivo, a ser “aplicada” automáticamente –esto es, mediante síntesis apresentativas– a la definición de “nuevas” situaciones (Schutz, 2003; 1981: 104). Para Schutz (2003) esta aplicación pasiva del nuevo tipo empírico procede de un golpe, es decir, no implica la reconstitución “paso-a-paso” [schrittweise] del proceso “politético” [polythetisch] en que el mismo fue engendrado.
En este sentido, reformulando motivos del Husserl genético (1929: 104), Schutz (1981: 101) considera que el acervo de conocimiento se compone de tipos empíricos listos, ya-constituidos, que pueden ser aprehendidos en una “mirada uniradial” [einstrahliger Blick], esto es, “monotéticamente” [monothetisch]. “Por tanto, cuando hablamos de experiencia almacenada [vorrätig], queremos limitar este término [...] meramente al acervo de objetividades constituidas [konstituiert] de la experiencia en el respectivo ahora-y-así, esto es, al haber pasivo de lo experienciado, y no a su reconstitución” (Schutz, 1981: 101).
(ii) Ahora bien, de acuerdo con Schutz (1962: 13; 348; 2003: 330) –y esto es fundamental para comprender su perspectiva teórica–, sólo una muy pequeña fracción del conocimiento de los sujetos cotidianos se origina en la experiencia individual. La mayor parte del mismo, en efecto, posee un “origen social”. Es decir, es adquirido por el individuo en “el largo proceso de educación” [Erziehung] a través de la mediación de padres, maestros y otras figuras de autoridad (Schutz, 1962: 13; 2003: 330).
Para el fenomenólogo vienés el proceso de educación no sólo involucra la adquisición de un conjunto de tipificaciones socialmente aprobadas, sino también el aprendizaje de cómo aplicarlas “correctamente” a la definición de situaciones cotidianas. “Ya de niños debemos aprender a qué prestarle atención y [con] qué debemos ponerlo en relación para definir el mundo y nuestra situación” (Schutz, 1962: 339). En este sentido, puede afirmarse que nuestra capacidad adulta para interpretar objetos y eventos del Lebenswelt “a primera vista” es, en gran medida, “un resultado del aprendizaje” que se ha convertido en “propiedad habitual y rutina” (Schutz, 1962: 339).
Los saberes típicos adquiridos en el proceso de educación forman parte de la “cultura” [Kultur / culture] o “concepción natural relativa del mundo” [relativ natürliche Weltanschauung] del grupo al que pertenece el individuo (Schutz, 2011: 288; 1962: 348).
Los conceptos de “cultura” y “concepción natural relativa del mundo”, entendidos por Schutz (2015: 288; 2003: 330) como sinónimos, refieren al “conocimiento socialmente aprobado” por una agrupación social en un determinado momento de su historia (Schutz, 1962: 348; 2011: 288). Se trata, en pocas palabras, de un conjunto de saberes típicos que son “dados por sentado” [taken for granted] y “aceptado[s] como incuestionable[s]” por todos los miembros individuales de un grupo (Schutz, 2011: 288; 2003: 330). Este acervo cultural, almacenado en el lenguaje cotidiano –entendido éste como un inventario de tipos empíricos pre-constituidos (Schutz, 1962: 14)–, juega un papel fundamental en la vida cotidiana grupal en tanto “esquema de interpretación común del mundo común” (Schutz, 2003: 330).
Conclusión: El aporte de Schutz a la fundamentación teórica de las ciencias socialesA pesar de la gran influencia que tiene el pensamiento de Alfred Schutz en el mundo de las ciencias sociales de habla hispana, prácticamente no existen estudios serios y pormenorizados sobre su obra en español. Con el objetivo de contribuir a remediar este déficit de la literatura secundaria, el presente artículo se propuso realizar una reconstrucción detallada de uno de los aspectos centrales de su teoría del Lebenswelt: la concepción de la tipicalidad y habitualidad de la cognición cotidiana.
Tal como se afirmó en la introducción, esta reconstrucción no pretende ser una mera contribución a la historia de las ideas sociológicas. Por el contrario, debe ser leída ante todo como un aporte sistemático a la investigación actual en el terreno de las ciencias sociales. En este sentido, en línea con autores como Dreher y Luckmann, se sostiene que la analítica schutziana del mundo de la vida permite brindarle una fundamentación teórica rigurosa a la investigación social enmarcada en el paradigma cualitativo.
Lo quieran o no, los científicos sociales de cuño interpretativo operan siempre con presupuestos generales acerca del funcionamiento de la subjetividad de los actores pre-científicos. En la mayoría de los casos, sin embargo, estos presupuestos no son aclarados y precisados teóricamente, lo cual pone en peligro la rigurosidad y validez de las investigaciones empíricas. La fenomenología schutziana del mundo de la vida permite paliar este déficit teórico, en la medida que provee una descripción pormenorizada de las estructuras fundamentales de la experiencia cotidiana.
La tipicalidad y habitualidad constituyen rasgos fundamentales de la cognición pre-científica. Por lo tanto, contar con una concepción rigurosa de los procesos de tipificación y del modo como surge y se estructura el acervo de conocimiento resulta fundamental para sustentar estudios empíricos sobre fenómenos cotidianos particulares. En este sentido, se cree que la reconstrucción teórico-sistemática brindada en el presente artículo constituye un aporte considerable a las ciencias sociales contemporáneas.
Sobre el autorAlexis Emanuel Gros es doctor en Ciencias Sociales por la Universidad de Buenos Aires y becario posdoctoral del Conicet (Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas) de Argentina. Es docente de la carrera de Sociología en la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires, y de la carrera de Ciencias de la Comunicación en la Facultad de Derecho de la Universidad de Belgrano. Asimismo, es traductor de textos científico-sociales del alemán al español. Se especializa en teoría sociológica, teoría social y filosofía social; más específicamente, sus investigaciones se focalizan en los aportes de la tradición fenomenológica a las ciencias sociales. Realizó estadías de investigación en el Sozialwissenschaftliches Archiv de la Universität Konstanz y en el Institut für Soziologie de la Friedrich-Schiller-Universität Jena, financiadas por el daad y el Grupo Coimbra, respectivamente. Entre sus últimas publicaciones se cuentan: “The typicality and habituality of everyday cognitive experience in Alfred Schutz's phenomenology of the lifeworld” (Meta: Research in Hermeneutics, Phenomenology, and Practical Philosophy, 2017), “Alfred Schutz, un fenomenólogo inusual: Una reconstrucción sistemática de la recepción schutziana de Husserl” (Discusiones Filosóficas, 2017) y “Alfred Schutz, sociólogo comprensivo. Revisitando la lectura schutziana de Weber” (Revista Mexicana de Sociología, 2017).
En el presente artículo se exponen resultados de una investigación más amplia sobre la obra de Alfred Schutz que se encuentra cristalizada en mi tesis de Doctorado, El problema del Otro en la fenomenología social de Alfred Schutz, escrita y defendida en la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires (uba) en marzo de 2016. La misma fue financiada por el Conicet (Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas, Argentina) y por dos becas del daad (Servicio de intercambio Académico Alemán). Deseo agradecer al Dr. Jochen Dreher, director del Sozialwissenschaftliches Archiv Konstanz (Alfred-Schütz-Gedächtnis-Archiv), por permitirme consultar escritos inéditos de Schutz durante mis dos estancias en la Universidad de Konstanz. También quiero dar las gracias al Dr. Carlos Belvedere y a mis colegas del Grupo de Investigación de Fenomenología y Etnometodología del Instituto Gino Germani de la Facultad de Ciencias Sociales (uba). Todas las traducciones al español de los textos en alemán e inglés me pertenecen.
En el contexto germanoparlante, vale mencionar asimismo a Martin Endreß (2006) y Thomas Eberle (1984). También en Francia (Cefaï, 1998) y Japón (Nasu, 2008) se han publicado estudios serios sobre el pensamiento de Schutz. Los mismos, sin embargo, suelen apoyarse en las investigaciones de los Schutz Scholars de habla alemana e inglesa.
El estado deficitario de la literatura secundaria sobre Schutz en español se debe, probablemente, al hecho de que muchos de sus textos aún no han sido traducidos a nuestra lengua. Para un tratamiento de la situación actual de las traducciones castellanas de Schutz véase Gros (2015). Debe señalarse que existen excepciones al déficit general de los estudios en castellano sobre la obra schutziana: Jochen Dreher (2012b) ha publicado recientemente un destacable trabajo en nuestra lengua sobre los aspectos generales de las obras de Schutz y Luckmann; por su parte, Carlos Belvedere (2011) trabaja desde hace varios años en la defensa de la obra de Schutz contra las críticas reduccionistas de autores como Jürgen Habermas, Pierre Bourdieu y Anthony Giddens. En cuanto a la cuestión más amplia acerca del vínculo entre fenomenología y ciencias sociales, son de destacar las siguientes publicaciones colectivas: Fenomenología del poder (Dreher y López, 2014) y La constitución de lo social (Belvedere, 2012).
Se sostiene que, al menos en líneas generales, este modo de interpretar la relación entre fenomenología y ciencias sociales es la más fiel a la que propugna el propio Schutz. Por cuestiones de espacio, no se realizará aquí una confrontación detallada con las propuestas de Luckmann y Dreher. A grandes rasgos, los autores conciben la analítica schutziana del Lebenswelt como una “protosociología” (Protosoziologie), que debe actuar como una base filosófica de la sociología. Para ambos resulta fundamental separar la investigación sociológica o científico-social propiamente dicha de la investigación filosófico-fenomenológica del Lebenswelt. La sociología, señalan, es una ciencia empírica que estudia la construcción (Konstruktion) social de fenómenos históricos particulares –por ejemplo, la construcción de la idea de “amistad” en el Romanticismo alemán del siglo xviii. La segunda, en cambio, es una filosofía egológica que, mediante la reflexión metódica, investiga las estructuras a priori –esto es, universales e invariantes– de la constitución (Konstitution) subjetiva del mundo de la vida. En este sentido, Luckmann y Dreher se distancian de la tradición estadounidense de la “sociología fenomenológica” (phenomenological sociology), representada principalmente por George Psathas (1989). Esta última posición, influida por la interpretación garfinkeliana del pensamiento schutziano, piensa la fenomenología no como un fundamento protosociológico de las ciencias sociales, sino más bien como un método de investigación social empírica (Dreher y Gros, 2013: 118). Debe señalarse que hay otros autores de diferente procedencia que sostienen el carácter proto o metasociológico de la analítica schutziana del Lebenswelt de modo análogo a Dreher y Luckmann, aunque sin coincidir in toto con sus argumentos. Entre ellos, vale mencionar a Dan Zahavi (2007: 91), Michael Barber (2001: 634 y ss.), Ronald Hitzler (1999: 10) y Thomas Eberle e Ilja Srubar (2010: 23).
La caracterización de Peter Fischer (2012: 31) es sumamente útil en la medida que logra aprehender el núcleo fundamental del proyecto de Schutz de manera simple e ilustrativa. Sin embargo, tomar esta imagen al pie de la letra puede conducir a una peligrosa simplificación del pensamiento schutziano. Por esta razón, resulta necesario completarla y matizarla por medio de dos señalamientos aclaratorios. En primer lugar, el autor austríaco dista de ser un lector acrítico de Weber y Husserl; antes bien, realiza una apropiación crítica y creativa de la obra de ambos pensadores (Wagner, 1983: 14). En segundo término, es preciso señalar que Husserl y Weber no constituyen sus únicas influencias. Schutz también mantiene un diálogo con otras perspectivas que presentan afinidades con este punto de partida weberiano-husserliano (Belvedere, 2011: 28-40). En el plano sociológico, Schutz articula la verstehende Soziologie de Weber con el interaccionismo simbólico de Cooley y Thomas, entre otros; mientras que el plano filosófico, pone en relación la fenomenología de Husserl con el pragmatismo de James, el vitalismo de Bergson, la filosofía existencial de Heidegger y la fenomenología ecléctica de Scheler.
En este sentido, para Schutz también vale aquello que Dan Zahavi (2003: 150) afirma sobre Husserl. Según el padre de la fenomenología, sostiene Zahavi, “toda experiencia implica interpretación” (Zahavi, 2003: 150), pero –y esto es fundamental para entender la posición schutziana– no toda interpretación es lingüística. “[C]omo Husserl y Heidegger han mostrado, hay también tipos de interpretación pre-lingüística.” Esta interpretación “pasiva”, ante-predicativa, es justamente la que ocurre a través de las síntesis pasivas.
En esta breve exposición de la pasividad según Husserl, se hace énfasis únicamente en las síntesis pasivas responsables de la constitución del mundo trascendente. Debe señalarse, sin embargo, que la pasividad incluye también los fenómenos del sentimiento, la sensación sensorial y la conciencia interna del tiempo (Gander et al., 2010: 225).
En otros textos, Schutz (1962: 7, 74) caracteriza el acervo como un “esquema o marco de referencia” [scheme of reference, frame of reference].
En general, Schutz se refiere al “knowledge of” [conocimiento de] como “knowledge of acquaintance” [conocimiento de familiaridad]. Sin embargo, aquí se emplea únicamente el primero de estos dos conceptos, utilizado por Schutz (2011: 174) en sus Reflections on the Problem of Relevance. Esto se debe a que el mismo refleja con más claridad la distinción de modalidades de conocimiento que le interesa marcar al autor. Schutz (2003: 331) realiza también una traducción al alemán de los dos conceptos jamesianos: el “knowledge about” es “Vertrautheitswissen” [conocimiento de intimidad] y el “knowledge of acquaintance”, “Bekanntheitswissen” [conocimiento de familiaridad].
Las “interpretaciones pasivas”, puede afirmarse, no aportan nuevos tipos empíricos al acervo, pero sí lo “enriquecen” en cierto modo: permiten una concretización y una consolidación de los tipos ya disponibles (Schutz y Luckmann, 2003: 179).
Esta “invención”, claro está, se apoya, como toda síntesis activa, en una base de pasividad, dada en este caso por las tipificaciones ya existentes del bagaje. Es decir, lejos de producirse ex nihilo, la creación de tipo nuevos implica siempre la combinación, modificación o articulación de tipos pre-conocidos.