Los estudiosos de la globalización y de los programas de investigación sobre las múltiples modernidades (Shmuel N. Eisenstadt) han llevado a cabo ciertos giros en la teoría sociológica desde los años noventa. Los estudios sobre América Latina, Asia oriental y Japón, sobre el fundamentalismo islámico y el terrorismo, han hecho evidente que la vía de la institucionalización de la modernización occidental no es el modelo de modernización establecido por la globalización. El resultado de esta investigación sobre la globalización es que la resistematización de un “tercer programa de investigación sobre las múltiples modernidades” de los diferentes tipos de modernización van de la mano con la globalización y la glocalización y que impactan en los subsistemas de comunicación social. En este trabajo se analizan las diversas perspectivas sobre la globalización que provienen de los campos teóricos que enfatizan tanto la heterogeneidad como la homogeneidad del proceso; se enfoca en los estudios de la globalidad y el fin del reclamo universalizante de la globalización occidental y, por último, se analizan tanto las múltiples modernidades como un rasgo de la evolución socioestructural así como los componentes de la modernidad para, de allí, aterrizar en el tercer programa de investigación y las consecuencias teóricas de la nueva versión de la teoría de la modernización.
Scholars of globalization and of the research programs on multiple modernities (Shmuel N. Eisenstadt) have undertaken certain shifts in sociological theory since the nineties. Studies on Latin America, East Asia and Japan, as well as on Islamic fundamentalism and terrorism, evidence that the path of institutionalization of Western modernity is not the modernization model established by globalization. The end result of research on globalization is a re-systematization of the different kinds of modernization that arise with globalization and glocalization, which impact the social communications sub-systems, under a “third research program on multiple modernities.” Several perspectives on globalization, stemming from theoretical fields that emphasize both the heterogeneity and the homogeneity of the process are analyzed in this paper; it centers on studies of globality and the end of the universalizing claim of Western modernizations and globalization. Finally, multiple modernities are analyzed as a feature of socio-structural evolution, as well as the components of modernity to disembark, from these exams, into the third research program and the theoretical consequences of modernization theory’s new version.
Desde principios de la década de 1990, la globalización ha dado lugar al desarrollo de un influyente programa de investigación en las humanidades y en las ciencias sociales. El debate sobre los cambios que ésta ha producido en la sociedad y los problemas que examinan las ciencias sociales han reemplazado al discurso en torno a la modernidad y la posmodernidad como el paradigma del cambio sociocultural que predominó en las décadas de 1970 y 1980. En la actualidad, contamos con amplias investigaciones sobre el tema.
Después del colapso de la Unión Soviética, la reunificación alemana y la consecuente reconfiguración de la Unión Europea, pareciera que vivimos en una sociedad en transición. La interpretación de esta transición, de los efectos y de los cambios que trae consigo será, en adelante, el tema central de la teoría y la investigación sociológicas. Los científicos sociales siguen reconociendo que vivimos en una nueva fase de la evolución del moderno sistema social. Esto no se percibía con tal claridad en la era de la Guerra Fría, pero ahora la pregunta es si hemos reconstruido nuestro marco analítico tomando en cuenta los cambios en la condición de la membresía y la comunicación social.
En la primera parte de este artículo expondré someramente las diferentes interpretaciones de la globalización desde la teoría sociológica, e identificaré el consenso y el disenso entre quienes la investigan, así como la manera en que se reflexiona sobre ella actualmente. En segundo lugar, abordaré el “tercer nuevo programa de investigación” de las “múltiples modernidades”.2 Mi perspectiva toma en cuenta la investigación sobre globalización llevada a cabo desde los años noventa. El “tercer nuevo programa de investigación” abreva de una reconstrucción de la teoría e investigación sociológicas que considera aquello que parece obvio: que la globalización no conduce a una modernidad global en el sentido de una sociedad/mundo singular, sino a “múltiples modernidades” y a “sociedades de sociedades” en la llamada “sociedad mundial”.3
La globalización en distintas perspectivasFactores heterogeneizadores y homogeneizadoresLos sociólogos, politólogos, científicos sociales dedicados a los estudios culturales, economistas, antropólogos e historiadores que participaron en las primeras pesquisas sobre globalización estaban divididos entre los campos de los heterogeneizadores (que hablaban del choque entre culturas) y los homogeneizadores.4
Los heterogeneizadores describían a la globalización como la demanda de dominio universal de Occidente sobre diversas culturas. En este campo encontramos, entre otros, a los interculturalistas Eduard Said y Homi Bhabba, así como a los antropólogos de la reflexividad James Clifford y Georg Marcus (meta etnología), quienes consideran a la globalización como el desvanecimiento de otras culturas a través de la economía y el estilo de vida estadounidenses. Esta dilución se estructura de manera jerárquica debido al dominio de lo estadounidense y a una continuación del modernismo. Marjorie Ferguson (1992) incluso habla de una mitología de la globalización, en el sentido de una nivelación y estandarización continuas de la comunicación social, como acatamiento a una cultura mundial unificada. Estos académicos sostienen que no hubo convergencias en el cambio socioestructural. Así, la globalización es considerada un producto ideológico de las llamadas “cultura de la Coca Cola” y “macdonalización” estadounidenses, iniciadas por las cadenas de restaurantes de comida rápida, convertida en la supremacía global de una sociedad de consumo que afectaba a los empleados en su lugar de trabajo, así como al resto de la vida social.5 Esta expansión es organizada por distintos rasgos tales como la “eficiencia”, el “cálculo”, la “predictibilidad” y el “control”. Los heterogeneizadores asumen una postura etnometodológica y hermenéutica de frente a temas teóricos e investigativos sociológicos al tiempo que entienden estas problemáticas como construcciones que no pueden ser separadas del bagaje de la persona que investiga.
Mientras que los heterogeneizadores se centran en la rutina cotidiana y se dedican a los estudios culturales, como por ejemplo los etnometodólogos pertenecientes a la tradición de Harold Garfinkel, otros investigadores como Samuel P. Huntington y su Choque de civilizaciones (1996) deberían considerarse parte del campo de los heterogeneizadores –aunque tengan un punto de vista positivo del American way of life– ya que suponen la existencia de diferencias y rivalidades culturales insalvables que no se pueden armonizar, por ejemplo entre los grupos islámicos y confucianos que desdeñan a Occidente. Su postura no se centra en el período de la post Guerra Fría ni en programas políticos diferentes, sino que parte de identidades ancladas a civilizaciones limitadas por identificaciones religiosas, étnicas y raciales; esto es, por condiciones de adscripción a ciertas identidades colectivas –por ejemplo los dominios occidental, confuciano, japonés, hinduista y latinoamericano–.6 Un planteamiento eje de esta postura es que las civilizaciones no son un dominio uniforme, sino que tienen una fuerte tendencia particularista de cerrarse ante la interacción social con otras civilizaciones.
En contraste, el homogeneizador acepta el enfoque del análisis del sistema mundo y propone una modernidad global, como lo hacen Anthony Giddens, algunos marxistas y también algunos funcionalistas. Desde su perspectiva, existe una tendencia hacia la convergencia en el cambio estructural como sustento del escenario global –por ejemplo en el enfoque del sistema mundo de Wallerstein–, entre los funcionalistas parsonianos y en Raymond Boudon; para ellos, la modernidad es un producto del sistema mundial moderno que se desarrolló en Occidente y que se ha ampliado hacia una modernidad global. Francis Fukuyama (1992), con su interpretación hegeliana y nietzscheana de la sociedad contemporánea, va a la par de los homogeneizadores debido a que la homogeneización con variantes locales es uno de los elementos que da validez mundial a la economía de mercado, por lo tanto, plantea una convergencia en el cambio evolutivo de las sociedades. Estos académicos aceptan un realismo científico (esencialismo) y su epistemología correspondiente, de tal manera que los objetos de su investigación y sus teorías existen como tales en el mundo; por lo tanto, estos sociólogos pertenecen a los llamados modernistas.7 La promesa que ofrece el homogeneizador se compone de prosperidad y estabilidad, aunque con ello se pierda la autonomía cultural y el sentido de comunidad y la identidad colectiva entre los miembros de un sistema social. La visión del homogeneizador es la de una sociedad de consumo a lo largo del mundo, en el que las personas vuelven a nacer como parte de un “macMundo” con comida rápida, música acelerada y computadoras veloces, más allá de la modernización occidental.
La revisión que Eisenstadt hace de Huntington y Fukuyama, sostiene que ambas maneras de comprender las sociedades contemporáneas deben reinterpretarse como consecuencia de las paradojas y desarrollos constantes de la multiplicidad del programa cultural de la modernidad, aunque Eisenstadt concede que Huntington ha identificado correctamente que la modernización no equivale a occidentalización. Huntington y Fukuyama describen rasgos significativos de las sociedades contemporáneas que, en el mundo posterior a la Guerra Fría, muestran la faz de una guerra global asimétrica, así como una nueva confrontación entre las élites de las civilizaciones axiales y no axiales (Eisenstadt, 2012: 21-27).
La crítica que hace Eisenstadt de la perspectiva de Fukuyama es que su postura no permite interpretar el surgimiento de “múltiples perspectivas posmodernas” (Eisenstadt 2003: 953-979; 1973) y subraya particularmente las potencialidades destructivas del componente jacobino de la modernidad, que regresa en las orientaciones religiosas de los movimientos sociales contemporáneos.
La globalización de Roland RobertsonRoland Robertson (1995) acuña el término glocalización como una crítica a las perspectivas heterogeneizadoras y homogeneizadoras. Su planteamiento es que “la globalización como concepto se refiere tanto a la compresión del mundo, como a la intensificación de la conciencia del mundo como totalidad” (Robertson, 1992: 8). Sistematiza y describe la globalización como la simultaneidad y la interpenetración de los dominios global y local como un proceso multidimensional (Robertson, 1995: 28-29).8 Su planteamiento es el siguiente:
- a.
¿Cómo se percibe y estructura el mundo como una totalidad, esto es, las “individualidades”, “la humanidad”, “las sociedades nacionales”, y el sistema mundo de sociedades?
- b.
En este marco, Robertson reconstruye la “relativización” y la “súper preeminencia” de las identidades culturales, sociales, étnicas, regionales e individuales.
El punto principal es que la globalización no debe sistematizarse mediante la distinción de una pauta variable entre “universalismo versus particularismo” (Parsons). Robertson reinterpreta esta diferenciación desde el punto de vista de los agentes sociales, es decir, desde su localización. Esta distinción no es intrínsecamente una categoría sociológica. Su planteamiento propone que la globalización es “la interpenetración de la universalización de los particularismos y la particularización de los universalismos” (Robertson, 1995: 100). Esto significa: 1) el giro en los sistemas sociales desde fines del siglo xix por la generalización de la aprobación, y 2) que el cumplimiento con estándares globales va de la mano con los particularismos, por ejemplo, que la tecnología de la comunicación global y su exitosa aplicación cognitiva debe dirigirse a grupos diferentes con una identidad particular, tales como aficionados al deporte o a distintos corporativos de corredores de bolsa.9 La glocalización, entonces, enfatiza tanto en cómo las culturas locales pueden adaptarse o resistir de manera crítica a los fenómenos “globales”, y también revela la manera en que las creaciones locales son un componente estándar de la globalización. Ahora existe una normalización universal de “lo local”, en el sentido de que se asume que las culturas “locales” surgen constantemente y se particularizan vis-à-vis otras culturas específicas (Giulianotti y Robertson, 2006: 134). Llamemos a esto la “globalización de Robertson”. Como tal, resulta útil nombrarla así en el sentido de una expansión de los subsistemas y una movilización de quienes integran los sistemas sociales y de glocalización, a manera de una incorporación de los procesos globales en las diferenciaciones locales.
Tanto la glocalización como la hibridación funcionan en conjunto. El resultado es una “deconstrucción” del universalismo como componente de las civilizaciones axiales y como un rasgo de la globalización contemporánea en la que habitamos. Se debe mencionar que el fundamentalismo es parte de la globalización y no solo su lado opuesto, ya que la “particularización de la universalización” es una búsqueda de cimientos o “del real significado del mundo” que va de la mano con la “universalización de la particularización”, como una autodescripción detallada de la identidad de los miembros de los sistemas sociales. Esto se da en una interpretación generosa, cercana al punto de vista de Eisenstadt.
La interpretación que hace Robertson de la globalización no es arbitraria, si se comparan los cambios socioestructurales acarreados por la globalización con los problemas que investiga la sociología clásica y la teoría de la modernización. Esto implica a Anthony Giddens y la escuela de Immanuel Wallerstein, así como a la tradición alemana que utilizó los modelos de la modernidad occidental y de la modernización reflexiva como guía para resolver complejos problemas de definiciones y cuyos representantes serían, por ejemplo, Helmut Willke y Ulrich Beck (1996). Richard Münch (2011) ha implementado un programa de investigación mixto y ha recurrido a una resistematización de la teoría sociológica respecto al giro en la situación de la “sociedad mundial” contemporánea, y su diferenciación en regiones sociales.
Esto plantea interrogantes fundamentales: ¿cómo integrar la globalización a la historia de las sociedades modernas? ¿Son las sociedades de un solo mundo resultado únicamente de la introducción de la diferenciación funcional –Niklas Luhmann, Rudolf Stichweh– y de la llamada sociedad mundial de una “sociedad de sociedades” –Karl Otto Hondrich, Werner Krawietz–? ¿Acaso existe como una diferenciación del orden de integración de los sistemas sociales que se ponen en acto por el estatus de la función comunicativa?10
HibridaciónEl análisis y el poder histórico de la hibridación representan una crítica a las teorías clásicas de la modernización (occidentalización) con respecto a los homogeneizadores. Por tanto, la narrativa se encuentra en armonía con el programa investigativo sobre las “múltiples modernidades” de Eisenstadt.
Las nociones de hibridación y posthibridación (mèlange global) estructurales describen las maneras en que los conceptos tomados de una práctica existente se recombinan con otras prácticas para crear nuevos conceptos. La perspectiva de Nederveen Pieterse es que la hibridación no es un fenómeno nuevo, sino un rasgo de la evolución social estructural; por tanto, en principio también se trata de una crítica de la teoría de la racionalización de Max Weber.11
Para este enfoque, la globalización es hibridación ya que la hibridación estructural representa la emergencia de nuevas formas mixtas de cooperación, y la hibridación cultural el desarrollo de las culturas translocales mezcladas (Nederveen Pieterse, 2004: 18). La postura enfatiza que “la importancia de la hibridación es que problematiza las fronteras” (Nederveen Pieterse, 2004: 14). Así, se trata también de una crítica al planteamiento heterogeneizador, ya que ésta subraya el sincretismo simbiótico presente en la estructuración social. La hibridación conlleva una “herramienta analítica”, una “crítica de las fronteras sociales y culturales”, así como “relaciones de poder” específicas; indica, al mismo tiempo, la cuestión e imperativo funcional del mantenimiento de las fronteras y de la interacción social (la trascendencia) de la reestructuración de los sistemas sociales.
La hibridación es la condición intermedia sociocultural, en donde la comunicación social se estructura y reorganiza en relación con la cultura, de la misma manera en que la deconstrucción lo hace con la conversación, además de subvertir las discriminaciones binarias. A su vez, este giro resulta instructivo porque nos sugiere que podemos observar la comunicación desde distintos puntos de vista. Un prototipo de la hibridación en la historia de la cultura pop es, por ejemplo, David Bowie.
El giro de la hibridación se ejemplifica en la modernización del “sur global”, la modernización social y política de África, América Latina y Asia Oriental (Nederveen Pieterse y Rehbein, 2009).12
Acuerdo y desacuerdoLos acuerdos y desacuerdos alcanzados, consecuencia de la teorización y de la investigación empírica sobre la globalización y el postmodernismo, son relevantes porque representan la resistematización de los estudios de la teoría sociológica, así como un nuevo giro. La academia concuerda en que:
- a.
La globalización es producto de la moderna tecnología en comunicación;
- b.
La globalización ha dado pie a una modificación del sistema político y de su organización (la nación);
- c.
La globalización conduce a una nueva regionalización; y
- d.
La globalización es desigual.
Sin embargo, no hay acuerdo respecto a:
- a.
Si la globalización es tan solo un proceso al interior del sistema económico, o un evento multidimensional;
- b.
Ante todo, ¿qué significa globalización?;
- c.
Si la globalización existe en realidad, o si se trata tan solo de una figura retórica –una especie de globalomanía–; y,
- d.
Si la globalización es controlable.13
Según nuestro punto de vista sobre la globalización, es un error adherirse al significado literal de la palabra, pues no se trata de un proceso que abarque y otorgue orden al globo en su totalidad, acaso de un modelo que se aplica a la moderna geodesia. La globalización hoy día no solo es un tema de investigación económica, política, sociológica y etnológica, sino también un punto de controversia pública. Las asociaciones de comercio exigen desregulación, de modo que las compañías locales puedan competir a nivel global. Quienes se oponen a la globalización, entre tanto, temen un capitalismo rampante y exigen regulaciones universales, por ejemplo de los mercados financieros, y con ello la protección y continuación del Estado social.
Giddens distingue entre los escépticos de la globalización –para quienes una economía global no resulta fundamentalmente distinta de las economías nacionales ya conocidas– y los radicales –para quienes los efectos de los mercados globales se sienten en todas las áreas de la vida, y el tradicional poder de regulación del Estado nación es tan solo una ficción, hacia adentro y hacia fuera–. Giddens (2001) rechaza ambas posiciones, ya que solo toman en cuenta a la globalización al interior del sistema económico, y pierden de vista el elemento revolucionario que contiene.
Los estudios globales y el fin del reclamo de universalidad de la modernidad occidentalNederveen Pieterse ha cambiado el programa de investigación sobre la globalización hacia el de los “estudios globales”, y argumenta que con ello se hace frente a la retórica y las descripciones ideológicas.14 Estos estudios son:
- a.
Multicéntricos y comportan una crítica del eurocentrismo y el orientalismo;15
- b.
Requieren un pensamiento multinivel y van de la mano con la glocalización;
- c.
Son caleidoscópicos;
- d.
No se restringen a ciertas esferas en particular, porque las relaciones globales exigen un enfoque integral; y
- e.
Van más allá de las relaciones nacionales e internacionales del sistema político.
Este autor se ha apegado al programa de investigaciones de la hibridación de las múltiples modernidades de Shmuel N. Eisenstadt porque, desde su perspectiva, no existe un único camino a la modernidad occidental, sino que es diversa en sus instituciones y organizaciones, como por ejemplo en los casos de China, Japón e India. El giro de Nederveen Pieterse es que reconoce auténticos rasgos de modernidad en diferentes sociedades como formaciones mixtas, ya que se encuentran tanto en el pasado como en el presente, e importan y traducen estilos y costumbres de otras culturas. Esta posición es cercana al análisis de Robertson de la globalización. Por lo tanto, la modernización y las modernidades son glocales. Existen problemas funcionales comparables, por ejemplo la comercialización del conocimiento científico o el control de los conflictos entre los sistemas de derecho primario o secundario, o bien por el éxito económico, en tanto que los componentes históricos, sociales y culturales son diferentes.
De los puntos de vista expuestos sobre la teoría sociológica de la globalización, surge una cuestión que, en principio, impacta en la propia teoría y las humanidades en general. Me refiero a la reformulación del concepto de familia humana y de humanidad con respecto a la “identidad” y a la “hibridez”, que también impacta en la identidad de género como un rasgo de la globalización. Llamémosle la reinterpretación de las marcas de los miembros de los sistemas sociales, en la relación con el entorno. Esta se centra en la “criollización” como deconstrucción de la autodescripción de la condición humana, que interactúa con “la vieja tradición europea”, como la ha llamado Luhmann.
Robin Cohen (2007) y Ulf Hannerz (1992) han propuesto este giro. Desde mi punto de vista, lo anterior funge como evidencia de que la globalización, la glocalización y la hibridación implican el fin del reclamo de universalidad y de competencia de la cultura occidental, así como de sus estructuras y diferenciaciones institucionales.16 Desde la perspectiva del sistema científico, la criollización es de aplicación universal y significa:
- a.
Describir una posición entre dos o más culturas al seleccionar un componente apropiado y la negación de algunos otros;
- b.
Crear “nuevas posibilidades” que “transgredan y desbanquen a la cultura de los padres”;
- c.
Redefinir la humanidad a partir de un “mundo en proceso de criollización” (Cohen, 2007) a partir de la fuerza de la hibridación y el mestizaje. Hannerz concluye que justo esto es el fin de la autodefinición autónoma de la membresía a alguna cultura, porque toda interacción social se modifica según el flujo de personas, ideas, cosas, imágenes y recursos económicos.
Es evidente que la criollización e hibridación van más allá de la occidentalización y homogeneización de la comunicación social y su observación; esto es, se trata de una situación posthegemónica de la comunicación social, pues la sociedad transformada en este sentido conduce al programa de investigación de las múltiples modernidades de Eisenstadt.
Múltiples modernidadesModernidad como rasgo de la evolución socioestructuralLa propuesta analítica de las múltiples modernidades es una crítica a las teorías clásicas de la sociología, las teorías de la modernización, la convergencia entre sociedades tradicionales, y a la visión de que el programa cultural europeo de modernidad y sus instituciones se impusieron sobre todas las sociedades modernas. En cambio propone una multiplicidad de versiones de modernidad y sus instituciones; en particular, sostiene que modernidad y occidentalización no son lo mismo. Las modernidades múltiples son versiones diferentes de la institucionalización del mapa semántico, del que abundan múltiples interpretaciones; por lo tanto, no existe una única civilización de la “modernidad” (Casanova, 2011: 252-267). Esto también es válido para Occidente.17
Los programas de investigación de Eisenstadt consideran la modernidad y la modernización como rasgos de la evolución socioestructural de las sociedades humanas. Por su parte, el foco de la evolución estructural está constituido por tensiones y contradicciones de la institucionalización de las visiones axiales, que son:
- a.
El resultado de la institucionalización de las perspectivas axiales como consecuencia de la implementación de estructuras económicas y de poder;
- b.
Iniciadas por la “estructura interna de las visiones axiales”, esto es, sus reclamos de universalidad y su particularización, cuya institucionalidad resulta perjudicial.
Las características de la visión mundial son, hablando de manera simple, “orientaciones respecto a este mundo” y “orientaciones respecto a otro mundo” con implicaciones organizativas e institucionales diferentes, así como la interpretación “ortodoxa” y “heterodoxa” de las visiones.18 A partir de esto se establece una tensión constante entre los componentes constructivo y destructivo de la dimensión carismática de la existencia humana, dentro del desarrollo evolutivo de los sistemas sociales.
Judit Bokser Liwerant (2015) ha continuado con el análisis de la evolución estructural en su investigación aplicada a las sociedades de América Latina. Sistematiza así “las distinciones en el ámbito de diferenciación entre distintas sociedades”, “la extensión de la diferenciación dentro de la misma sociedad en períodos distintos” y “los modos en los cuales esas estructuras diferentes fueron organizadas”.
Lo anterior resulta ilustrativo para la teoría sociológica, porque permite distinguir entre la cristalización de los distintos papeles específicos a nivel estructural, el desencrustamiento de las principales orientaciones culturales a nivel simbólico, y la reestructuración de las condiciones de membresía. En el aspecto sociocultural, comienza una reestructuración y diferenciación del marco primordial adscriptivo, que va aparejado con los conflictos elementales sobre las elites y su función en relación con el nuevo orden establecido. Eisenstadt sostiene que la modernidad occidental es una segunda civilización axial.
Esto es significativo porque, en la evolución estructural de las sociedades, la membresía ordena la diferenciación estructural y el desencrustamiento de las orientaciones culturales no queda integrada en el nivel superior de la diferenciación; es decir, no existe una relación “necesaria” entre la diferenciación estructural, la emergencia de “arenas institucionales autónomas” y “los tipos específicos de formaciones institucionales modernas”.
Los componentes de la modernidadSi regresamos a los supuestos implicados en el concepto occidental de modernidad, encontramos que da por hecho tanto una civilización particular con cierta interpretación del mundo como un programa cultural, que va de la mano con la organización de nuevas instituciones. Estos supuestos se originaron en el mundo occidental y se expandieron en Europa, América, y a lo largo del mundo.
Los componentes del programa cultural son:
- a.
La autonomía de la agencia humana;
- b.
La orientación hacia el futuro;
- c.
Las premisas dadas y la legitimación del orden social, ontológico y político, no son evidentes por sí mismos;
- d.
El programa cultural tiene antinomias intrínsecas, por ejemplo, entre el individualismo y el colectivismo; la racionalidad como activismo instrumental y las consecuencias del intervencionismo; y los sentimientos y el análisis intelectual.19
- e.
Eisenstadt sostiene que estas orientaciones y la reflexividad interna van más allá de la visión del mundo de las civilizaciones axiales. En particular, el programa implica una transformación radical del sistema político, porque todo miembro de la sociedad debe ser incluido y participar de los asuntos públicos. Este es el llamado “(reclamo) lógico de inclusión”, esto es, de “todas las personas”.
Se deben mencionar los siguientes factores problemáticos de la institucionalización de la visión cosmológica de las civilizaciones axiales:
- a.
La versión del orden cosmológico;
- b.
La distribución de los recursos de la división del trabajo entre las élites básicas;
- c.
La función de los empresarios institucionales que movilizan y estructuran los recursos y que, por tanto, tienen influencia sobre los grupos de interés.
- d.
La institucionalización del programa de las modernidades occidentales va a la par de las versiones distintivas de construcción de las fronteras de las colectividades y sus identidades; esto es, se desarrollan nuevas definiciones concretas de los componentes básicos primordiales, civiles universalistas, y sacrotrascendentales de las identidades colectivas, de modo que las condiciones de membresía en el sistema social se reestructuran.
La versión del orden cosmológico y la función de los emprendedores institucionales determinan el orden social y construyen las formaciones del centro. En este punto de la historia de la obra de Eisenstadt sobre al análisis de la civilización, se sostiene que los sistemas sociales no agotan las visiones cosmológicas sino que son un marco más amplio y –como los ha llamado Max Weber– que existen “legados históricos”. Los sistemas sociales no tienen una estabilidad intrínseca, sino que son un orden frágil; oscilan con los conflictos entre grupos en torno al flujo de recursos y luchas sobre la definición de alguna situación del orden institucionalizado, y la interpretación de la relación sistema/medio ambiente –esto es, las auto-descripciones de la comunicación social–. Lo anterior resulta evidente en procesos de cambio social y en las grandes revoluciones propias de “la historia social” de las sociedades modernas.20
Para el análisis de la globalización en el marco interpretativo de las múltiples modernidades, el encuentro entre estructuras sociales occidentales y no occidentales y sus élites –observable en el escenario contemporáneo– es uno de los problemas clave de la investigación sociológica en la era de la globalización.
Desde una óptica fuertemente apegada al marco de las múltiples modernidades, el programa de investigación ya no continúa sobre la línea del proyecto de modernización que se establece en las sociedades occidentales y se disemina, con modificaciones, a nivel mundial.
El nuevo “tercer programa de investigación”La continuación del “segundo programa de investigación 2003” en el “tercer programa de investigación de múltiples modernidades 2015” está estructurado en tres temas y focos de atención muy significativos y desarrollados en perspectiva comparada e histórica. El primero de ellos es el giro histórico y contemporáneo de los principales sectores sociales y su organización, por ejemplo, en el sistema político: el cambio en la soberanía, la ciudadanía, la participación y la reorganización del Estado de bienestar occidental; en el sistema económico: la globalización económica, los flujos de capital, la migración, y las corporaciones transnacionales; en el sistema legal: nuevas cortes transnacionales, nuevas instituciones y nuevas reglamentaciones legales, las consecuencias sobre los sistemas nacionales legal y político, y la persistencia de los sistemas de derecho primarios. Se podría decir que el centro de la investigación continúa sobre el eje de las condiciones sociales de membresía y su estructuración.
En segundo lugar, el centro de atención se enfoca en el cambio hacia las nuevas identidades colectivas (minorías y diásporas, como las minorías musulmana, china y rusa, por ejemplo) y sobre los nuevos movimientos sociales –en particular respecto al modelo hegemónico del Estado nación como centro–. Los nuevos movimientos sociales ahora se orientan hacia escenarios étnicos, religiosos y locales, y los encontramos en las sociedades occidentales y no occidentales, lo que dio inicio a una nueva “política de la identidad”, que se actualiza en la comunicación política, e incluye la cuestión de las instancias de autoridad y su institucionalización. A este eje se le puede denominar investigación sobre políticas de membresía de las identidades colectivas y su reglamentación.
Finalmente, el cambio en el foco de atención también se evidencia en la autodescripción de la comunicación social, que va de la distinción universalismo/particularismo a la hibridación, glocalización y el mèlange global. En particular es relevante considerar en qué dirección se modifican las tendencias pluralistas y totalizadoras de la modernidad. A ésta se le podría llamar la investigación focalizada en la observación social de la autoidentificación y la descripción de quienes integran los sistemas sociales en las sociedades postmodernas y su intercambio social.
Resulta fructífero analizar los focos de atención mencionados en el marco de referencia de la relación entre agencia (creatividad) y estructura, y entre cultura y estructura social:
- a.
Agencia (creatividad): el foco está puesto en el cambio en la comunicación social y los nuevos movimientos sociales. No se orientan por referencias y visiones universalistas; la creatividad se ve limitada por las nuevas formas de organización y la membresía en las comunidades postmodernas.21
- b.
Estructura: el foco está puesto en la estructura transformada de la comunicación debido a, por ejemplo, la construcción de redes y la función de las modernas tecnologías de la comunicación.22 Desde el punto de vista sociológico de la membresía, hay un giro en la relación entre agencia y estructura con respecto a la reorganización de las condiciones generales de membresía y la función de estatus del papel jugado en los sistemas sociales.
- c.
Cultura: el foco está puesto en la hibridación (posthibridación, nuevo sincretismo) y los conflictos resultantes del contacto y la comunicación entre civilizaciones de la era axial y no axial en el escenario global.
- d.
Estructura social: el foco está puesto en el cambio en el sector económico y político, y la reestructuración de las identidades colectivas.
Desde el punto de vista sociológico de la membresía, hay un giro en la relación entre cultura y estructura social, en particular respecto a la estructura de inclusión/exclusión de los subsistemas sociales y la autoaseveración de las identidades colectivas en los sistemas de comunicación social glocalizados.
Desde esta perspectiva, analizamos los cambios en las relaciones entre poder, confianza, significado y membresía como el problema fundamental del orden social. La autoconstitución de los sistemas sociales se expresa en toda comunicación social mediante la decisión –ubicua respecto a la liminalidad de quienes la integran– y la selección de la membresía. Es un “orden” frágil, que no acarrea perfección. Las tensiones resultan evidentes en particular entre la construcción y el deterioro de las instituciones, y entre la creatividad y la regulación de la comunicación respecto a los compromisos comunes. En las sociedades contemporáneas observamos cambios estructurales en la comunicación social como consecuencia de la tecnología moderna y de la glocalización, que tiene lugar en todos los subsistemas. Esto requiere de una nueva mirada tanto a las transformaciones en las identidades colectivas como a las interacciones sociales, ya que éstas se conectan con el componente histórico, y se mantienen o son modificadas en la estructura social de estas sociedades. Pero se debe tomar en cuenta, a lo largo del programa de investigación sobre teoría sociológica, que la lucha en torno al flujo de recursos disponibles es una constante universal de la evolución, y que jamás tendrá fin.
En la teoría sociológica estuvimos constantemente bajo el dominio de la autodescripción de la modernización, originada en la historia intelectual de Occidente durante los siglos xviii y xix. Un ejemplo de ello resulta evidente en la descripción de la sociedad centrada en el Estado, la sociedad civil, las ideologías de los movimientos sociales, el paradigma de la división del trabajo, y la comunidad y la sociedad. La posmodernidad –como antimodernidad– se legitima en este marco siempre y cuando tanto la teoría sociológica como el pensamiento común se encuentren dominados por estas autodescripciones de la modernidad. El “programa de investigación de las múltiples modernidades después de 1986” dio por terminado el paradigma de la modernización como occidentalización y, a la vez, el dilema de contraponer el universalismo contra el particularismo. Por lo tanto, la teoría sociológica recurre a la “transglobalidad” como una mezcla de “globalidad y transnacionalismo”, iniciado a partir de “la globalización, la glocalización y la hibridación” (Ben-Rafael y Sternberg, 2015). Esto también tiene consecuencias para una nueva descripción y reinterpretación de los procesos occidentales de modernización; particularmente, está llegando a su fin la tradición teórica sociológica que interpreta a partir de la perspectiva de Max Weber la modernización como racionalización, universalización, individualización y destradicionalización.23
En este marco de transformación de la investigación, la nueva especificación del programa sobre las modernidades múltiples de Judit Bokser Liwerant para la modernidad latinoamericana muestra que la modernización ha iniciado un tipo de membresía particular de identidad colectiva, ya que su principal característica se encuentra dominada por “elementos territoriales, históricos y lingüísticos” (Bokser Liwerant, 2015).24
Por lo tanto, las investigaciones comparativas han demostrado que la modernidad latinoamericana no se interpreta mediante un tipo de modernización occidental hegemónica y homogeneizadora, sino que fue institucionalizada gracias a “una nueva versión del orden social y político” (Ibíd., 2015).Esto conduce a una estructura social particular que constantemente genera conflictos y rechazos.La línea de pensamiento principal se compone de:
- a.
“Desconexión entre las reglas formales e informales”;
- b.
“Tensiones y contradicciones en la incorporación de los sectores sociales en la esfera pública y en los movimientos de protesta”;
- c.
“Parámetro elitista y populista: patrón corporativo y oleadas masivas populares: democratización y represión”; y
- d.
“Compromisos con la democracia representativa y baja confianza institucional, alteración de las normas procedimentales, cierre autoritario y control de las esferas públicas”, y
- e.
“Articulación corporativa, clientelismo y violencia”.
Por lo tanto, la condición de membresía se determina por “diferentes momentos de identificación/culturales/políticos/geográficos” de la reproducción de la estructura social y la modernización que inicia “nuevas realidades” y “amplias interrogantes” que hacen continuar el programa de investigación de modernidades múltiples.
Así, en el escenario latinoamericano observamos diferentes rasgos de modernización y peligrosos conflictos constantes.Su estudio pone en evidencia un tipo particular de modernización en América Latina simultánea a los procesos de globalización y glocalización que conllevan un lado oscuro; pero esto no debe interpretarse como una desintegración en general, sino como una integración ex negative, al igual que como una tensión y contradicción entre los criterios heterogéneos de las condiciones de membresía y sus posiciones de estatus, por ejemplo entre la construcción occidental de la ciudadanía y las condiciones etnonacionales de membresía.Los tipos de modernidad y modernización occidentales ya no son un proyecto que reinterpretamos o racionalizamos dentro del “programa de investigación de múltiples modernidades después de 1986”; por el contrario, la postmodernidad sin la autodescripción de la modernidad existente desde el siglo xix, está en armonía con las múltiples modernidades porque no hay un patrón homogéneo de modernización. Ambas describen y reinterpretan teóricamente las estructuras sociales modificadas a partir de la década 1960 del siglo pasado; pero, si la modernidad plural no puede analizarse mediante el supuesto básico evolutivo de la teoría clásica de la modernización, las expresiones modernidad, modernización y moderno, cambian de significado en la teoría sociológica. Puede suponerse, entonces, que este cambio tiene también efecto de manera continua en el sentido común de todas las personas que integran los sistemas sociales.
Una conclusión de nuestras contribuciones es que el “programa de investigación de múltiples modernidades después de 1986”, tiene una relevancia particular para el análisis de la globalización.25 Desde este punto de vista, la expresión “modernidad global” desorienta de manera sistemática. Las globalizaciones cultural, económica, política y tecnológica no operan en conjunto respecto a una sociedad global única. Las narrativas cosmopolitas suponen un movimiento intelectual y global que conduce a una unificación, así como a instituciones políticas, legales y económicas globales, y a estándares comunes como una “modernidad global”. Por tanto, este programa de investigación no es útil para comprender el cambio estructural originado en las diferentes modernizaciones sociales sino que reconocemos la existencia de “formaciones sociales mixtas” no conectadas con la ruta occidental de la modernización y sus visiones culturales (Nederveen Pieterse y Kim, 2015).
Consecuencias teóricas de la nueva versión de la teoría de la modernizaciónEs importante comprender y no pasar por alto la relevancia de las múltiples modernidades. Como se señaló a lo largo del análisis presentado, el “programa de investigación de múltiples modernidades posterior a 1986” se enfrenta y difiere de las perspectivas predominantes sostenidas por los fundadores de la teoría de la modernización y de las modernidades heterogéneas, a lo largo de todas sus etapas de desarrollo. Más aún, el valor de este nuevo marco no se limita a la disciplina sociológica, sino que resulta relevante para todas las disciplinas humanísticas, a la vez que ofrece una lente para mirar el mundo que nos rodea.
La volatilidad del mundo actual motivó la continuación del “segundo programa de investigación 2003”, que nos ha ofrecido la capacidad de explicar, comprender y hasta cierto punto predecir las transformaciones sociales inherentes y reflexivas de esos cambios. Los focos de investigación son, por ejemplo, las economías europeas desreguladas, el despliegue global del terrorismo por motivaciones religiosas, un descenso de la intervención estadounidense en el mundo, el surgimiento de nuevas potencias internacionales como China, y el movimiento social llamado “Primavera Árabe”.26
Incluso el aumento del terrorismo motivado por la religión –que sucede en respuesta a la modernización occidental desarrollada en Europa– puede explicarse en el marco del “segundo programa de investigación 2003”. Tal como notó Eisenstadt, estos movimientos comparten con su jacobinismo una anomalía de la modernidad occidental que se expresa en que son “modernos antimodernos” (Eisenstadt, 2000).
Podemos apreciar, a partir de la esfera pública egipcia de la “Primavera Árabe” y del elemento jacobino de la modernidad, la relevancia de las múltiples modernidades y el paso a la continuación del “segundo programa de investigación 2003”, porque el programa se debe a la comprensión del desarrollo social desconocido y la constante transformación de la estructura social; pero el islamismo muestra, al mismo tiempo, fronteras sangrientas como un límite a la interacción social e influencia occidentales. Todo esto nos regresa al problema del “orden social” que no revela ninguna excelencia, ni de las sociedades ni de sus integrantes.
La consecuencia teórica de esta nueva versión sobre la modernización en relación con el pensamiento sociológico sobre la sociedad contemporánea, es que la modernidad no es singular ni plural, tampoco universal ni particular. La modernidad es una civilización específica, que se propaga y varía a partir de las élites que fungen como sus particulares portadoras. En su expansión continua no ha surgido una civilización general válida, esto es, no asumimos supuestos homogeneizadores y hegemónicos; se trata también de una consecuencia de las condiciones planteadas por la “globalización de Robertson”. Las investigaciones de Eisenstadt sobre la expansión de la modernidad sugieren que ésta no es una ruta evolutiva hacia una civilización global; por el contrario, vivimos en una época de modernidades globales, lo que lleva a la conclusión de que la teoría sociológica no tiene un cimiento normativo. También debemos dejar de lado la imposición de futuras condiciones normativas sobre las comunicaciones, el bienestar, la democracia o la justicia. Y esto va de la mano de la relación entre poder, confianza, significado y membresía que se expresan siempre, una vez más, en la comunicación, la interacción y la agencia de los miembros de los grupos sociales, así como en los sectores sociales y en las organizaciones formales existentes al interior de la sociedad.
El proceso de comprensión de la globalización puede intentarse por medio de la respuesta ofrecida por parte de un colega paquistaní:
Una princesa inglesa –la princesa Diana– con un novio egipcio, utiliza un teléfono celular noruego, se estrella en un túnel francés a bordo de un auto alemán con motor holandés, conducido por un chofer belga, ebrio de whisky escocés, seguida de cerca por paparazzi italianos, montados en motocicletas japonesas, quien recibió atención de un médico estadounidense, con el auxilio de personal paramédico filipino, utilizando medicamentos brasileños; ¡la princesa muere! (Nederveen Pieterse, 2004: 122).
Esta respuesta sugiere que la globalización es, en efecto, un proceso multidimensional y estructurado en redes de interrelaciones sociales conformada por actores, que debe estudiarse como tal, con una nueva “zona de interpretación” de la comunicación, la interacción social y el intercambio social, así como la construcción organizativa. Entre tanto, el programa de investigación de las múltiples modernidades y su aplicación representa una red global en el sistema científico donde existen estudios sobre las sociedades china, japonesa, griega, europea, tanto oriental como occidental, y latinoamericana.27
Profesor de sociología y profesor adjunto en el Johann Wolfgang Goethe-Universität de Frankfurt am Main (Alemania). Editor en jefe de ProtoSociology. Sus líneas de investigación son: teoría sociológica y sociología comparada; filosofía del lenguaje; filosofía de la mente; globalización, modernización en China; múltiples modernidades. Entre sus últimas publicaciones destacan: Max Weber Religionssoziologie: Eine Neubewertung (2010); Soziologische Theorie der Gegenwartsgesellschaft III: Mitgliedschaft und Evolution (2009); Varieties of Multiple Modernities (2015) en coedición con Michael Sussman.
Una revisión sobre los programas “primero” y “segundo”, así como la continuación del “tercer programa de investigación”, se encuentra en: Preyer y Sussman (2015a y 2015b). Los programas de investigación iniciales se reproducen en Eisenstadt (2007a, 2007b y 2007c). Se contó con la colaboración de Tal Kohavi, Julia Lerner, Ronna Brayer-Grab.
Según Albrow “[la globalización] se refiere a todos aquellos procesos por los que la gente de todo el mundo se incorpora a una única sociedad mundial, la sociedad global” (Albrow, 1990: 9).
La distinción parte de Robertson (1995). Para una revisión y resistematización de las investigaciones que tomamos como punto de partida del giro en la teoría sociológica, véase: Featherstone y Lash (1995).
El resultado es una “globalización de nada”, porque la forma social y cultural no tiene contenidos distintivos, y está vacía. Véase: Ritzer (1993, 2004 y 2007).
Sobre el significado de las expresiones “modernidad”, “modernización”, “moderno”, “modernismo”, véase: Preyer (2013: 209-211).
Véanse: Hondrich (2001: 141); Luhmann (1975, 51-71); Stichweh (2000); Krawietz (2009: 249-271; 2012: 73-101); Preyer y Sussman (en prensa; 2014: 477-482); Münch (2011).
Véanse: Rowe y Schelling (1991); Nederveen Pieterse (1995: 45-68); Featherstone, Lash y Robertson (1995). Sobre la relación entre globalización e hibridación de la estructura social, véase: Nederveen Pieterse (2004) y Preyer (2009a: 48-73). Sobre la postura de Nederveen Pieterse sobre la hibridación, véase: Axford (2013: 103-105). Respecto a la críticas sobre la hibridación, debe mencionarse que una “construcción narrativa de la cultura” no tiene sentido sin un marco de categorías, y que las identidades individuales y colectivas no versan sobre una “renegociación de identidades”. La problemática yace, entonces, en la relación entre “negociación” y “estructura profunda”, como un tema fundamental de la teoría sociológica.
Véase: Nederveen Pieterse (2004, 7-21). Para una revisión de la investigación desde la perspectiva de los a??1990, véase: Featherstone, Lash y Robertson (1995). Para una sociología de la globalización, véase: Preyer (2006); para una reevaluación de la teorización y las investigaciones, véase: Axford (2013).
Véase: Nederveen Pieterse y Kim (2014: 165-169). Sobre estudios globales, véase la entrevista con el profesor Barrie Axford sobre ‘teorías de la globalización’ (2014). Véase también: Preyer y Sussman (2015b).
Sobre la sociología de Eisenstadt, véanse: Preyer (2012); Roninger (2015a); Ben-Rafael (2012: 223-227) Ben-Rafael y Sternberg (2015); Robertson (2015).
Schluchter (1991). Sobre la “clasificación de las culturas religiosas” como diferenciación de la orientación, a manera de actitudes ante el mundo, véase: Preyer (2010: 60).
En particular, entre los sociólogos alemanes, Münch (1991: 27-48) ha analizado estas paradojas y puesto énfasis en que las paradojas nacen de las modernas creencias morales.
Sobre la “historia social” de Alemania desde el siglo XVIII, véanse: Wehler (1984[2006], 1989[1996], 1995, 2003, 2008).
Sobre creatividad, civilización axial y las “paradojas del ethos creativo”, véase: Sánchez Capdequí (2015).
Véase: Castells (1996, 1997, 1998). El punto de vista de Castells sobre la “sociedad-red” puede tener sus méritos particulares porque el giro teórico ha cambiado nuestra descripción sociológica hacia una reconstrucción de sistemas de interacción, pero esta sistematización implica que la morfología y la lógica de las redes superan cualquier otra forma de interacción social, y la organización es problemática, ya que las redes siempre están estrechamente conectadas a un marco social; por tanto, es necesario un marco adicional para el análisis de las redes sociales. Se debe mencionar, por ejemplo, que una persona no puede simplemente entrar en la redes, a voluntad.
Véanse también: Roniger y Sznajder (1998); Roniger y Waisman (2002); Sznajder, Roniger y Forment (2013).
Se llega a esta conclusión a partir de las investigaciones desarrolladas en: Preyer y Sussman (2015a y b).