En nuestra formación como residentes en oftalmología y, posteriormente, como subespecialistas en retina, se nos inculcó que era algo prohibido el emplear los líquidos perfluorocarbonados como tamponade de larga duración.
Desde su descripción en la cirugía vitreorretiniana por muchos colegas norteamericanos, principalmente como el Dr. Stanley Chang1, dicho adyuvante quirúrgico se ha erigido como una de las herramientas indispensables con las que contamos para llevar a buen puerto muchos casos de la enfermedad retiniana como lo son los desprendimientos complicados de retina, ya sea con vitreorretinopatía proliferativa, ya desprendimientos mixtos en la retinopatía diabética, entre otros usos.
Desde hace ya muchos años se ha necesitado un tamponade de larga duración, más pesado que el agua, para el tratamiento de los desprendimientos de retina con desgarros inferiores, sobre todo complicados con vitreorretinopatía proliferativa.
El aceite de silicón «convencional» o los gases que también se emplean en cirugía vitreorretiniana tiene la limitación de su pobre potencial de tamponar la retina inferior con las lesiones que en esa parte de la misma pudieran estar presentes, predisponiendo al paciente a una tan temida recurrencia o recurrencias del desprendimiento retiniano.
En este sentido se han empleado aceites de silicón «pesados» o fluorinados con resultados según algunas publicaciones, no muy superiores comparados con el aceite de silicón convencional en cuanto a reaplicación retiniana se refiere.
Ha resultado también en este mismo sentido tentador, el empleo de líquidos perfluorocarbonados durante periodos prolongados, para permitir la formación de una cicatriz coriorretiniana adecuada que permita que al retirarlos una vez reaplicada la retina. Sin embargo, hay publicaciones en modelos animales y en humanos que nos previenen de la posible toxicidad de los mismos por periodos de tiempo más prolongados que el transoperatorio.
La toxicidad a los tejidos oculares se ha descrito puede ser química o mecánica. La química está relacionada a la alta capacidad de transmitir oxígeno y a la presencia de impurezas polares2. La alta capacidad de portar oxígeno de los líquidos perfluorocarbonados puede dañar a la retina de 2 maneras2: causando vasoconstricción de los vasos retinianos y por acción tóxica directa2,3. Este daño incluye pérdida de pericitos y células endoteliales de los vasos4. Por otro lado, se ha reportado que el perfluoro-n-octano en su forma más pura no presenta toxicidad dejado hasta una semana en conejos5.
La llamada toxicidad mecánica es otro aspecto importante potencialmente deletéreo que se ha discutido mucho. En este sentido, la compresión que ejercen los líquidos perfluorocarbonados sobre la retina producen cambios histológicos como la pérdida de la capa plexiforme externa, el desplazamiento de los núcleos de los fotorreceptores hacia sus segmentos externos y la atrofia del epitelio pigmentario de la retina5.
A pesar de estos antecedentes, en la literatura muchos colegas emplean los líquidos perfluorocarbonados por periodos de tiempo largos durante el postoperatorio. En Australia, muchos cirujanos vitreorretinianos los dejan en la cavidad vítrea hasta 2 semanas, con resultados alentadores y sin aparentes «repercusiones funcionales»6.
Muchos de los que nos dedicamos a la cirugía vitreorretiniana tenemos casos anecdóticos en donde los hemos empleado durante varias semanas con resultados anatómicos favorables. Sin embargo, funcionalmente está en discusión si su empleo puede llegar a limitarse. Muchos de los pacientes en donde los hemos empleado tuvieron desprendimiento de retina con involucro macular por varios días o semanas, y no podemos precisar si su mala visión puede ser por este hecho o el uso de los líquidos.
Ante esta serie de evidencias contradictorias, necesitamos que se realicen estudios con un mejor diseño metodológico que aborden estos aspectos de toxicidad de los líquidos perfluorocarbonados empleados como tamponade de larga duración con aleatorización, y el cálculo adecuado de la muestra, muy probablemente primero en un modelo animal.
Queda la pregunta abierta y todavía en discusión sobre lo adecuado de su empleo como taponade de larga duración que esperamos responder en un futuro próximo.