Fue el menor de 2 hijos de padres franceses. Nació en la ciudad de México el 8 de abril de 1940. Sus primeros estudios los llevó a cabo en el Liceo Franco-Mexicano en donde en 1957 obtuvo el grado de Bachiller en Filosofía otorgado por la Universidad de Poitiers, Francia.
En 1958 ingresó a la entonces Escuela Nacional de Medicina de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) posteriormente Facultad de Medicina, la misma en la que sustentó su examen profesional el 29 de octubre de 1964 y recibió el título de Médico Cirujano. Su tesis recepcional se intituló Diagnóstico y tratamiento neuroquirúrgico de los tumores de hipófisis, la cual publicó en ese mismo año conjuntamente con su maestro el doctor Edmundo Reyes Armijo en la Revista Médica del Hospital General (Herreman CR, Reyes AS. Diagnóstico y tratamiento neuroquirúrgico de los tumores de hipófisis. Rev Med Hosp General. 1964;27:137-150).
En 1959 ingresó como instructor al Departamento de Fisiología de la Facultad de Medicina de la UNAM, en donde colaboró en la enseñanza teórico-práctica y en la elaboración de material didáctico bajo la dirección del doctor Carlos Alcocer Cuarón. En 1965 fue residente quirúrgico en el Hospital 20 de Noviembre del Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado (ISSSTE).
En 1965 asistió al Departamento de Histología de la Facultad de Medicina de la UNAM. Dedicó todo ese año al estudio de la histología y patología oculares bajo la dirección y supervisión del doctor Sadí de Buen. Asimismo, en esa época ideó y construyó, con la colaboración del doctor Sadí de Buen y de Timoteo Cortés, un oftalmotomo, instrumento que representó una contribución importante a la enseñanza y la investigación de la anatomía patológica ocular, el cual dio a conocer en la Revista de la Facultad de Medicina de la UNAM (Herreman CR, de Buen S, Cortés T. Oftalmotomo: un nuevo aparato para seccionar los ojos en el laboratorio de anatomía patológica. Rev Facul Med. 1965;7:157-167), y que en 1968 le valió el Premio de Instrumentación que por primera vez concedía la Academia de la Investigación Científica, el cual recibió de manos del entonces Presidente de la República. Cabe decir que, en su momento, el instrumento diseñado por el doctor Herreman era una de las pocas contribuciones mexicanas al desarrollo tecnológico de la oftalmología.
En 1966 obtuvo una beca para seguir el curso de especialización en Oftalmología de la División de Estudios Superiores de la Facultad de Medicina de la UNAM en el Hospital General de la entonces Secretaría de Salubridad y Asistencia, curso que concluyó en 1967 con la tesis intitulada: Anatomía patológica del desprendimiento de retina.
Como complemento a su preparación oftalmológica, en 1971 realizó estudios sobre oftalmología general y glaucoma en la Fundación Oftalmológica Adolphe de Rothschild de París. Posteriormente, en 1976 asistió al Banco Francés de Ojos, en París, para efectuar estudios sobre trasplante de córnea.
Fue médico oftalmólogo del Centro de Salud Universitario de la UNAM, médico oftalmólogo del Hospital 20 de Noviembre del ISSSTE, médico oftalmólogo de la Clínica Hospital Número 25 del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) y Profesor de Oftalmología y de Historia de la Medicina en la Facultad de Medicina de la UNAM.
En 1967 ingresó a la Sociedad Mexicana de Oftalmología y a la Sociedad Panamericana de Oftalmología. En 1975 recibió la certificación de su especialidad otorgada por el Consejo Mexicano de Oftalmología y posteriormente fue recertificado en varias ocasiones. También fue Editor de la Revista Mexicana de Oftalmología desde 2001 hasta su fallecimiento el 15 de enero de 2015.
Por invitación del doctor Rafael Sánchez Fontán implantó, en 1986, un programa en la Asociación para Evitar la Ceguera en México como Editor Médico. Desde ahí promovió la difusión de los trabajos de investigación desarrollados en ese centro incluyendo los suyos.
Libros técnicos publicados por el doctor Rogelio Herreman Cornu:
- 1.
Herreman Cornu, Rogelio. Oftalmología. Primera edición. México: Nueva Editorial Interamericana. 1977.
- 2.
Herreman Cornu, Rogelio. Manual de refractometría clínica. Primera edición. México: Salvat Mexicana de Ediciones. 1981.
- 3.
Herreman Cornu, Rogelio y Tovar S, Marco Antonio. Medicina humanística: análisis informativo y crítico de la medicina actual. México: Nueva Editorial Interamericana. 1984.
- 4.
Herreman Cornu, Rogelio. Historia de la medicina. México: Editorial Trillas. 1987.
- 5.
Herreman Cornu, Rogelio y Gómez Leal, Alfredo. Oftalmología, Segunda edición. México: Nueva Editorial Interamericana. 1989.
- 6.
Herreman Cornu, Rogelio. De los anteojos a la cirugía refractiva. Primera edición. México: Fondo de Cultura Económica. 1989.
- 7.
Herreman Cornu, Rogelio. La salud y usted. México: Compañía Editorial Continental. 1989.
- 8.
Herreman Cornu, Rogelio. Diagnóstico diferencial de la ceguera. México: Asociación para Evitar la Ceguera en México. 1990.
- 9.
Herreman Cornu, Rogelio. Manual de refractometría clínica. Segunda edición. México: Salvat Mexicana de ediciones. 1992.
- 10.
Herreman Cornu, Rogelio y Gómez Leal, Alfredo. Oftalmología. Tercera edición. México: Nueva Editorial Interamericana. 1993.
- 11.
Herreman Cornu, Rogelio. De los anteojos a la cirugía refractiva. Segunda edición. México: Fondo de Cultura Económica. 1997.
- 12.
Herreman Cornu, Rogelio. Guía para la redacción de escritos médicos. México: JGH Editores. 1997.
- 13.
Cullomy, R. Douglas y Herreman Cornu, Rogelio. Manual de urgencias oftalmológicas. Primera edición. México: McGraw-Hill Interamericana.1998.
- 14.
Herreman Cornu, Rogelio. Manual de refractometría clínica. Tercera edición. México: Salvat Mexicana de Ediciones. 2000.
- 15.
Rhee, Douglas J; Pyfer, Mark F; Herreman, Rogelio; Rapuano, Christopher J; Friedberg, Mark A, et al. Manual de urgencias oftalmolo¿gicas. Tercera edición. México: McGraw-Hill Interamericana.2001.
Rogelio fue una persona con una sensibilidad extraordinaria, desde niño. A muy temprana edad perdió a su padre, hecho que marcó su vida de manera importante. Su madre, una persona de gran carácter, educó a sus 2 hijos en un país que no era el suyo.
Introvertido, Rogelio siempre tuvo una mezcla de percepción artística y habilidad manual, base de sus múltiples actividades. Artista nato, tocaba el piano de oído y compuso varias canciones. Su percepción musical era asombrosa. Podía sentir y disfrutar desde su muy gustado jazz y blues hasta Mahler. El blue grass estadounidense lo enloquecía igual que su adorado Georges Brassens y la música eslava. De joven cantó en el coro de la Parroquia Francesa, tocó la trompeta y en su vida adulta intentó aprender el acordeón.
Ingenio, sarcasmo y un sentido del humor especial, le podían hacer ser muy crítico consigo mismo y con los demás.
El jardín era otra de sus pasiones. ¿Qué decir de la relación entre los colibríes y él? Los mimaba y ellos lo buscaban a través del vidrio de la ventana o volando alrededor de su cabeza a manera de un ritual.
Exigente consigo y con los demás, fue un enamorado del orden.
Hombre de pocas palabras, hermético, diseñó no solo el oftalmotomo que le valió el Premio Nacional de Instrumentación 1968, sino que escribió cuentos para niños, también premiados con el Premio Antonio Robles de Literatura Infantil. Dos novelas deben ser agregadas a su no pequeña producción literaria.
Otro de sus pasatiempos consistía en diseñar crucigramas con términos oftalmológicos, que denotaba su gusto por el scrabble, el cual dominaba.
Poco sociable, la carpintería y la talla de madera y gis lo entretenían durante horas, al igual que la compostura de los hombres de acción de sus hijos, cuando pequeños.
De mente ágil, gustaba de jugar ajedrez, actividad que hacía con gran habilidad; era difícil ganarle.
Así como detestaba ir al centro histórico, caminar por el Desierto de los Leones y, en general, en los bosques era uno de sus pasatiempos favoritos.
Cabe agregar que, en México, su maestro el filósofo Ramón Xirau fue una figura importante para Rogelio igual que más tarde, en París, el oftalmólogo Eduard Mawas, Director del Hospital Oftalmológico Rothschild. Con este último compartió y disfrutó de los bistros parisinos e interminables pláticas académicas, durante su estancia, como becario, en esa institución. Nunca faltó la compartida botella de vino de la casa.
Una amiga comentó «Rogelio era un observador sensible e irónico de la naturaleza humana».