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Vol. 2. Núm. 1.
Páginas 6-8 (enero - marzo 2014)
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Maestro, académico universitario y el rumbo adecuado en el ejercicio
Teacher, university academic and the right direction in the professional exercise
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Armando Montesinos Flores
,1
Autor para correspondencia
amfortod_@hotmail.com

Dirección para correspondencia:
* Departamento de Ortodoncia, División de Estudios de Postgrado e Investigación, Facultad de Odontología, Universidad Nacional Autónoma de México.
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Es interesante el analizar las connotaciones inherentes a la palabra maestro, que dependen de las percepciones, experiencias y conceptualización analítica, espiritual o personal de cada uno de nosotros. Inicialmente maestro se define según el diccionario de la Real Academia Española como: «3. m. y f. Persona que enseña una ciencia, arte u oficio, o tiene título para hacerlo», de ahí entonces pilar fundamental en el desarrollo personal y profesional de un individuo y, en un concepto más global, un fuerte cimiento de una sociedad más civilizada, progresista y, si recurrimos a la parte del deber ser, más enriquecida de valores, buenas costumbres y mejores seres humanos. Bueno, eso es lo que en teoría o por lo menos hipotéticamente podríamos pensar, debido a que en la vida diaria de una sociedad y desarrollo de un país se discrepa en su mayoría de este concepto ideal.

El respeto, admiración y evaluación del maestro ha cambiado a través de los años. Específicamente nos centraremos en la sociedad mexicana, en donde si recordamos muchos años atrás cuando éramos niños, el maestro era respetado y admirado, pero solo si era una persona competente y realmente devota de su profesión, ya que también recordamos a los maestros que en realidad solo agitaban su bastón dictador y verdugo en un régimen duro, crudo y hasta ofensivo, abusando de todas las garantías individuales de una población estudiantil indefensa, inmadura y en desarrollo.

Aunque esta situación todavía existe, se ha complementado con una población estudiantil más alerta, irreverente, de los derechos y obligaciones tanto propias como del maestro, así como con sed de aprender; pero también es más fuerte la contraparte que solo asiste a clases a calentar un lugar, sin ambiciones, metas u obligaciones.

De ahí partimos a inspirarnos a través de este caos y heterogenia a preguntarnos si es responsabilidad, obligación de un maestro el inspirar, motivar, cultivar mejores metas y ambiciones; si en realidad depende de él inspirar «el gusto por el aprendizaje del estudiante». Esta es la causa de las películas que han sido éxitos en taquilla al plasmar en la pantalla la devoción y entrega de un maestro hacia un grupo de estudiantes sin remedio que evolucionan a lograr metas importantes, como lo es la película Stand and Deliver, de 1988 (historia real del profesor Jaime Escalante); o si solo debe cumplir de manera dogmática sus obligaciones y en realidad es trabajo de la familia la motivación, castigo y recompensa por los éxitos o fracasos obtenidos.

Entonces podemos cuestionarnos si puede ser aceptable la posición cómoda de solo ejecutar una cátedra, impartición de materia o curso de manera robótica, con la frialdad e indiferencia de comentar «que pase el que pueda», «pero si son tontos, caray…», «por lo que me pagan, qué necesidad», «¿qué hacer qué?», «pero eso requiere mucho trabajo». Una serie de comentarios azarosos que podríamos escuchar de muchos docentes.

Entonces, ¿puede ser válida esa postura? La respuesta radica de la misma manera en la formación previa, valores, ambiciones y excelencia del docente. Como sucede en todas las profesiones, hay buenos, malos, extraordinarios; categorizaremos entonces a los docentes de la siguiente manera:

1. El no-docente, que definitivamente no podemos entender qué hace en una actividad de esta índole, porque no le interesa, no le gusta y solo fastidia. 2. El flojo-incompetente, que es el que no tiene aptitudes ni conocimiento y además es flojo; hermosa combinación. 3. El flojo-competente es el que tiene aptitudes, sin embargo, la falta de ganas y el camino del mínimo esfuerzo guían cada paso de su vida. 4. El trabajador-incompetente es el que le aplica muchas ganas, sin embargo, su falta de capacidades o aptitudes dificulta su ascenso profesional; sin embargo, tiene una buena actitud, algo que es clave. 5. El trabajador-competente es el docente muy fiel a la aplicación de sus deberes y obligaciones hacia la institución y alumnos, así como colaboradores; además posee todas las aptitudes para desarrollar su profesión. 6. El trabajador-competente-carismático-ideal; podríamos de manera corta y concisa hablar de un docente ideal. 7. El superestrella-devoto es aquel que es líder de opinión, gran investigador o figura de su área y que a su vez presenta las características del trabajador-competente-carismático-ideal. Finalmente 8. El superestrella-no devoto es aquel que es líder de opinión, gran investigador o figura de su área, pero que descuida su actividad docente, ya sea por sus ocupaciones o simplemente porque pierde el interés por el grado alcanzado en su campo o área. 9. El no mencionado es el que no se ha mencionado en esta lista pero quizás usted, Sr. lector, ya tiene en mente.

Una vez inmersos en el mar de las posibilidades histriónicas del personaje del docente, puede ser utópico pensar que todos los maestros pudieran ser inspiradores, modificadores de vidas y ejemplo a seguir, o exigirle a los maestros serlo; es un punto delicado el sugerir o inspirar a tomar ciertos parámetros para dirigir el ejercicio docente sin invadir la soberanía de una cátedra libre. Es entonces donde se puede analizar un perfil específico de los varios que podemos observar en la Facultad de Odontología de nuestra máxima casa de estudios, la Universidad Nacional Autónoma de México, pero que sucede en todas las universidades de las diferentes ciudades del país, ya sea del estado o particulares.

En mi particular punto de vista existen ciertas responsabilidades y obligaciones que quizá hemos descuidado o, por falta de conocimiento, hemos omitido en nuestro ejercicio docente. Primero debemos estar conscientes de las diversas aptitudes, deberes y obligaciones que involucra el ser un educador; es tan complejo este rubro que no nos involucramos en el profundizar en teorías del aprendizaje como el constructivismo, conductismo, condicionamiento clásico, condicionamiento operante, etcétera; solo nos referimos a preparar una clase con los mejores recursos y herramientas que más le convengan al académico: algunos son excelentes oradores solo con un plumón en mano, otros mediante extraordinarios recursos audiovisuales transmiten la información, y otros mediante trabajo en equipos, exposiciones o la combinación de estos es como desarrollan su ejercicio académico. Pero no es el cómo dar clases o las obligaciones, deberes y derechos de los académicos lo que se busca revisar mediante este escrito, debido a que nunca terminaríamos; además para eso hay una legislación universitaria y lineamientos en nuestra facultad y universidad. Se trata de refrescar o invitar a considerar ciertas actividades que enriquecen el ejercicio académico y optimizan el aprendizaje del alumno y el buen funcionamiento de cada departamento, de la facultad y de la misma universidad.

El ser académico es más que enseñar y educar, involucra los siguientes puntos que debemos mejorar, reforzar o implementar en nuestro ejercicio académico sin importar el área a la que se pertenezca; estos son:

  • Excelencia en la enseñanza

  • Realización de labores administrativas

  • Investigación

  • Servicio

Excelencia en la enseñanza

La excelencia en la enseñanza se realiza según la manera que a cada académico más le convenga o se ajuste a sus aptitudes, sin olvidar los siguientes rubros que quizás con el rápido pasar del tiempo y las múltiples actividades podemos descuidar:

  • Exposición constante

  • Instrucción clínica detallada

  • Elaboración de material didáctico

  • Elaboración de instrumentos de evaluación objetiva

  • Revisión de la literatura

  • Elaboración de escritos científicos

Por mencionar algunos que según mi punto de vista son los que considero prioritarios (de ninguna manera se trata de exponer un tratado de todas las obligaciones y deberes, como se mencionó anteriormente).

Realización de labores administrativas

Si bien es cierto que muchos docentes están contratados para realizar dichas actividades, es decir son académicos y además tienen puestos de esta índole y reciben un salario por estas actividades, nos referimos al académico común sin esta doble contratación, que en muchas ocasiones se deslinda al pensar que su labor solo es enseñar o educar y no se moja los pies para cruzar el río, como diría nuestra jerga citadina. La invitación es a involucrarse y auxiliar en actividades de esta índole como un componente ya intrínseco del académico completo.

Investigación

Este punto puede ser controversial para muchos, conceptualizar que la investigación solo se puede hacer bajo una contratación como tal o en un laboratorio es una realidad; sin embargo, existe tal cantidad de estudios que pueden desarrollarse de todas las áreas y materias, que desafortunadamente mantener esta postura sedentaria y pasiva ha limitado el despertar, desarrollo y maduración de las capacidades creativas y científicas de nuestra comunidad. Es, por tanto, necesario reiniciar la maquinaria intuitiva e indagatoria, así como el cultivo de la duda y análisis, para descubrir y entender más el área o áreas de interés.

Servicio

Una de las grandes evoluciones nocivas que el ser humano ha tenido a través del tiempo es la de cobijarse en su mundo particular y, en muchas ocasiones, desensibilizarse al exterior involucrando apatía hacia los demás seres humanos; como ejemplo, cuántas veces puede un transeúnte pasar junto a una persona tirada y ni siquiera inmutarse, o seamos más prácticos al analizar en un transporte público cómo una persona de edad viaja incómoda y parada mientras todos los demás pasajeros muestran indiferencia o, es más, algunos ni la detectan al estar inmersos en su mundo. De la misma manera, como académicos en algunas ocasiones quizás hemos dejado de realizar acciones de servicio hacia los pacientes, alumnos y colaboradores. Creo que debemos incorporar el servicio en nuestro ejercicio docente; podemos colocar en este rubro hasta acciones altruistas por los pacientes, alumnos, nues-tra facultad y/o universidad.

No es la intención de este pequeño análisis el de profundizar o cocinar una utopía casera universitaria para aplicarse y degustar la receta, sino el de iniciar un autoanálisis de nuestro ejercicio docente, autoevaluarnos en nuestro desempeño y producir cambios si se requiere para el enriquecimiento de nuestra docencia.

Podemos concluir mediante un concepto idealista posiblemente: «un académico justo y devoto de su actividad puede contagiar, inspirar, marcar y cambiar la vida de cada uno de sus estudiantes».

México, D.F. Ciudad Universitaria, 2013.

Este artículo puede ser consultado en versión completa en http://www.medigraphic.com/ortodoncia

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