En México, resulta por demás interesante hacer un repaso histórico sobre el porcentaje de mujeres médicas en el ámbito de nuestra especialidad; recordar el inicio, y otros datos relacionados con el ejercicio de la Urología, por las mujeres en diferentes países; de tal manera que recordemos que Trótula es considerada -a lo largo de los tiempos- como la primera uróloga de la medicina occidental. Esta valiente mujer ejerció extensa y exitosamente la Urología con todas las connotaciones sexuales de aquellos tiempos, dentro la medicina de la Escuela de Salerno en l950 en Italia.1
En 1950, en las Facultades de Medicina de los Estados Unidos (EU), 35% de los graduados correspondía a mujeres; en 1995, la tasa hombre:mujer en cuanto a médicos en ejercicio era de 4:1.2 En la España actual, 74% de los estudiantes de medicina son mujeres.3 En
México, la proporción de mujeres que estudian Medicina, es 52% y va en aumento.
La incorporación de la mujer a la Urología es cada vez mayor, aunque todavía es una especialidad mayoritariamente masculina. De las 47 especialidades médicas que hay en España, la Urología es la menos feminizada, con tan sólo 7.3% de mujeres.4
Dora Telesky, nacida en Austria en 1879, fue la primera médica trabajando dentro de la urología en Europa, ello en la división de gineco-urología del Hospital Rostchild en Viena.
Después de haber hecho la especialidad, publicó varios trabajos en Alemán en revistas de circulación mundial; prácticamente todas ellas con relación a urología femenina. En 1911 fue la primer Doctora admitida dentro de la Sociedad Alemana de Urología; en 1938 emigró a Boston en los EU y en 1963 murió en Zúrich.5
A través de la historia, las mujeres han hecho contribuciones notables en el campo de la urología a pesar de su estado relativamente minoritario. En los Estados Unidos, Ann Brumall diseñó un litotriptor, una pieza adherida a un torno dental que empleó para la destrucción de cálculos vesicales; asimismo, describió un abordaje vaginal para la litotomía. Pero por las presiones sociales, después se convirtió en ginecóloga. Esta mujer fue de las pocas cirujanas que se entrenaron en Urología a principio del siglo XX.
La Dra. Mary E. Childs McGregor (1896 - 1955) perseveró a pesar de las innegables para ese entonces presiones sociales durante su entrenamiento en urología en Nueva York en 1928; después sería la jefa del servicio, sirviendo como mentor y modelo para futuras pioneras como Elisabeth Pauline Pickett, la primera mujer uróloga certificada por el Board o Consejo Norte Americano de Urología.2
Si bien a nivel mundial la urología continúa siendo un campo dominado por los hombres, la participación e influencia de las mujeres dentro de la misma va en aumento. En los EU, hasta julio de 1995, 56 de los 1339 residentes de urología (4.2%) y 97 de los 8227 urólogos certificados por el consejo (1.2%) fueron mujeres.6 La American Urological Association (AUA) se abrió en 1954 para recibir en su seno a urólogas calificadas; sin embargo, Mary Louise Gannon del poblado de Spencer Lowa, fue elegida como asociada hasta 1975, 13 años después de que la Dra. Pickett fuera certificada.
De 84 mujeres certificadas, 33 (39%) siguieron su entrenamiento y 22% alcanzaron posiciones académicas de tiempo completo; de las que se sub-especializaron cerca de un tercio (28.5% escogió oncología). Los obstáculos para ingresar a la especialidad de urología fueron la falta de mentores femeninos y discriminación de género. Para 2001 había 413 mujeres en la AUA representadas en todos los campos de la urología. Cinco años después, y de acuerdo al Board Americano de Urología, para julio de 2006 había 324 mujeres certificadas como urólogas, 86 candidatas y 20 elegibles, lo que da un total de 430.
En una entrevista publicada en 2007, 96% de 105 estudiantes de medicina del sexo femenino respondieron en un cuestionario que las especialidades quirúrgicas eran desfavorables para su género.
Actualmente hay más de 300 participantes activas en la Asociación de Mujeres en Urología, afiliada a la AUA fundada en el Congreso de San Francisco California por cinco urólogas en 1980.2 En dicho país, hay mujeres en la urología académica y en las subespecialidades pero principalmente en urología femenina y urología general. De acuerdo a Lightner con raras excepciones la comunidad urológica Norte Americana ha dado la bienvenida a las mujeres urólogas. Incluso se ha señalado que existen en algunos lugares discrepancias en las compensaciones económicas, ello basado en el género; así para los hombres trabajando tiempo completo en 2002, la compensación era un tercio mayor para ellos. Varias mujeres urólogas denunciaron discriminación de otros tipos en su centro laboral.7
En 1997 Brandbury publicó que se entrevistaron a 161 urólogas por correo, 80% respondieron. Las urólogas tienden a ser jóvenes y se certifican, 39% llevan cursos de posgrado y 22% tienen posiciones académicas de tiempo completo. La mayoría de las mujeres o 59% tuvieron profesores varones y 35% no, de 25 que respondieron y que procrearon hijos durante la residencia, 84% fueron apoyadas por el director del programa y sus compañeros residentes. Al margen de los obstáculos, 94% de las mujeres urólogas animan a otras mujeres para elegir esta especialidad.6
En la República de Chile se tiene conocimiento de que la doctora Paulina Baquedano, cirujana y uróloga infantil, ingresó a Urología entre 1990 - 1992, y perteneció al curso que egreso de la Universidad Católica.8
En Cuba, de acuerdo con la información divulgada en 1997, había alrededor de 75 urólogas, sin duda uno de los grupos más numerosos de mujeres con esta especialidad en el mundo. La primera uróloga en Cuba fue la Dra. Martha J. Puente Guillen, quien se graduó como especialista de primer grado en 1974; fue solicitada en el año 1984 para trabajar en el afamado Hospital Hermanos Ameijeiras, donde fue trasladada al Servicio de Urología dirigido por el Prof. Alfredo Gómez Samper. Después fue solicitada por el Servicio de litotricia y endourología en el que fue la primera mujer en realizar ureteroscopias y extracción de litos ureterales en el país. Recibió entrenamiento en endourología en el Hospital Cochin de Paris y continuó sus labores en endourología hasta 1988 en que solicitó su traslado al Servicio de Urología en el Hospital Gral. Freyre Andrade, bajo la dirección del Dr. Manuel Lemourt Oliva.9 La Dra. Tania González León es en la actualidad internacionalmente reconocida como una de las pionera y mejores sub-especialistas de la endourología en Cuba, varias veces ha visitado México compartiendo con todos sus experiencias durante los Congresos de la SMU.
En Madrid hay apenas una docena de urólogas según la uróloga Ma. Jesús Pérez, del Hospital de Móstoles en España, quien sostiene que en dicho país el hombre sí puede elegir especialista y se siente más cómodo ante un profesional de su mismo sexo ya que considera que puede entender mejor sus problemas y sus sentimientos de pudor se ven más protegidos. Comenta que los hombres, a diferencia de las mujeres, acuden solos a la consulta de urología; en el mejor de los casos con su pareja, pero nunca con otro hombre. Al igual que en el caso de las mujeres, si el hombre se ve en manos de una buena profesional y ésta es capaz de trasmitirle seguridad, olvidará sus prejuicios.10
En 2008, el periodista Barrón Lerner del periódico The New York Times documentó lo siguiente: 'Se imaginan mi sorpresa cuando una estudiante de medicina me dijo que amó su rotación por Urología, en donde encontró que los médicos eran especialmente humanísticos y cuidadosos'. Gran parte de su razonamiento es que se considera que día a día la mujer está creciendo en presencia entre las docentes; el campo de la Urología en los EU está sufriendo una transformación de género. Aun cuando actualmente más mujeres que hombres entran a estudiar medicina; como en los últimos años del siglo XX, la Urología continua atrayendo más estudiantes varones. Pudiera pensarse que estereotípicamente los pacientes urológicos casi siempre son hombres que sufren de próstata crecida, cáncer de próstata o disfunción eréctil. Los demandantes horarios en el área quirúrgica probablemente desaniman a muchas doctoras para aplicar a Urología, lo mismo puede mencionarse de la falta de mentores femeninos como un rol o ejemplo a seguir. Algunos de los urólogos han señalado a aspirantes mujeres que el estudiar urología 'es una mala idea', pero otros animan a las mujeres a ingresar a este bastión tradicionalmente masculino. Se tiene un estimado de que 20% de residentes cursando hoy la especialidad en Norte América, son mujeres.11
La uróloga colombiana Soledad de los Ríos menciona que cuando se decidió a ser uróloga, sus familiares y amigos le dijeron: 'Va a ser difícil pero cuenta con nuestro apoyo', incluido uno de sus hermanos que también es urólogo, ello cuando externó a sus profesores su deseo a ingresar a la especialidad; escribió: 'Ahora cuando pregunto a mis pacientes porque me eligieron como su uróloga me contestan: "Las mujeres son más delicadas y comprensivas, además tienen los dedos más delgaditos"; por otra parte uno de los jefes de servicio a los que aplique me preguntó que si era una mujer adinerada porque como uróloga me iba a morir de hambre.' Actualmente, entre residentes y ya graduada, continúa diciéndonos: 'sólo somos 14 mujeres, aunque representamos 3% del total de los profesionales de la Urología en Colombia hemos abierto nuestra esfera.'
En Venezuela, la primera uróloga se graduó 35 años atrás; actualmente sólo ejercen esta rama de la medicina en ese país 39 mujeres; en Argentina la primera uróloga se graduó en 1979 y ahora sólo hay nueve urólogas; en Colombia la primera uróloga graduada no ejerció la especialidad.1
En España aún se menciona que los prejuicios del varón a la hora de acudir a este especialista hacen que las urólogas no tengan las mismas oportunidades de ser elegidas en la sanidad privada. Pero éste no es el mayor de sus problemas. Las dificultades las encuentran, fundamentalmente, en el nivel más alto de su carrera profesional.4
Durante varios de los eventos científicos de la SMU hemos tenido oportunidad de tratar a urólogas, sobre todo norteamericanas; ellas son poseedoras de un amplio currículo y gran capacidad como docentes, sin dejar de lado su femineidad. Existe información sin conocer la cifra exacta de que en Japón hay muy pocas mujeres urólogas.
En México, la primera uróloga de carrera fue la Dra. Susana Tijerina, egresada en 1976 del Hospital de Especialidades del Centro Médico Nacional del Noreste del IMSS en Monterrey, N.L.; posteriormente estuvo laborando como especialista en el Hospital del IMSS en Acapulco; desconocemos en dónde se encuentra trabajando actualmente. Respecto a su solicitud para acceder a la especialidad después del año de Residencia rotatoria y el primer año de cirugía general, recientemente comentó el entonces Jefe de Enseñanza del citado hospital, el Dr. Gilberto Castillo Chavira, que tuvo que discutir incluso con el jefe nacional de enseñanza del IMSS para que Susana fuese aceptada como residente de Urología, dado que reunía todas las características de elegibilidad.
Fue hasta 1991 en que le siguió la Dra. Ma. Elena de la Cruz Zavala, quien egresó del Centro Médico Nacional de Occidente del IMSS en Guadalajara, actualmente radica en Mexicali, Baja California, y ejerce la Urología general en el medio privado. La Dra. Alma Delia Gaona Reyes, egresó del Hospital Juárez de la Secretaria de Salud de la ciudad de México en 2000; radica en León Guanajuato y ejerce la medicina particular. La Dra. Norma Contreras González, hizo Urología en el Hospital Adolfo López Mateos del ISSSTE en México D. F.; especialidad que concluyó en 2001; 2006 hizo un Fellow en trasplante renal y se dedica a la práctica privada de la Urología en la ciudad de México. La Dra. Ma. Josefina Morín Rangel concluyó su especialidad en 2002 en el Hospital Universitario de la UANL en Monterrey, es miembro de la SMU y ejerce en la práctica privada. La Dra. Ma. Isabel Rojas Esquivel egresó como uróloga del Hospital Adolfo López Mateos del ISSSTE en la ciudad de México en 2003, poco después comenzó a ejercer en el Hospital 1º de Octubre de la misma institución; ejerce también la urología general a nivel privado. La Dra. Gabriela Fonseca Reyes, que radica en el DF, hizo la especialidad en el Hospital Ignacio Zaragoza del ISSSTE, la que culminó en 2003; trabaja en el mismo nosocomio. La Dra. Quetzali Duarte Nájera, egresó del Hospital General de la Secretaría de Salud de Zoquipan, Jalisco en 2005; radica en Aguascalientes. La Dra. Revolución Galindo Pérez, egresó del Hospital 20 de noviembre del ISSSTE en 2008, radica en Toluca en donde ingresó al IMSS y dejó la primera institución; además ejerce la Urología privada.
De acuerdo a la información que todas ellas proporcionaron, es posible que en México existan alrededor de 15 mujeres graduadas como urólogas, no todas pertenecen al Colegio o a la Sociedad Mexicana de Urología. Algunas cirujanas pediatras después hicieron sub-especialidad o Fellow en Urología y ejercen como urólogas, tal es el caso de la Dra. Atlántida Reyes. En las sesiones académicas para residentes de Urología organizadas por la Sociedad Mexicana de Urología cada mes en la ciudad de México, hace poco tiempo hubo una presentación de varios casos clínicos por una residente de Urología española.
Todas las urólogas de nuestro país fueron contactadas personalmente o por teléfono, solicitándoles llenaran un cuestionario vía correo electrónico, abajo se transcriben las respuestas de tres de ellas las que son ampliamente explicativas y nos dan una idea del inicio, devenir y estatus -al 2011- de las urólogas mexicanas, ello de acuerdo a su particular punto de vista.
Dra. Alma Delia Gahona Reyes:
P. ¿Trabaja medicina privada y/o institucional?
R. Medicina privada
P. ¿En dónde hizo su licenciatura en medicina?
R. En la Facultad de Medicina de León, Universidad de Guanajuato; 1995.
P. ¿Por qué se decidió por hacer la especialidad en Urología?
R. Es una especialidad donde se pone en práctica Clínica y Cirugía, la Cirugía es muy variada: endoscópica, abierta, laparoscópica, microcirugía, cirugía plástica.
P. ¿En dónde hizo la residencia de la especialidad?
R. Hospital Juárez de México, UNAM 1997-2001.
P. ¿Tuvo alguna dificultad para acceder a la especialidad respecto a su género?
R. Sí, hubo muchas puertas que se tuvieron que tocar hasta que se logró entrar.
P. ¿Cuántos compañeros varones tenían durante su formación?
R. Dos compañeros del mismo año el Dr. Lauro Palomares Suárez (Tijuana) y el Dr. Belisario Torres Alvarado (Morelia), fueron 11 compañeros de todos los años y seis profesores varones.
P. ¿Había en el servicio de urología de su formación alguna profesora o condiscípula mujer?
R. En las sesiones de residentes inter-hospitales, tuve de compañera a la Dra. Revolución (R4) y la Dra. Norma Contreras González (R2), después conforme fuimos pasando año en la residencia, llegaron otras compañeras, las cuales somos hasta la actualidad buenas amigas las Doctora Gabriela Fonseca Reyes y la María Isabel Rojas Esquivel.
P. ¿Siente que haya recibido alguna vez discriminación por su género en el Hospital en donde se formó como uróloga?
R. De los profesores, de las enfermeras y de los pacientes definitivamente no, de nuestros compañeros de residencia tal vez un poco de incomodidad porque posiblemente ante un mal entendido entre ellos se podían reclamar fuerte y conmigo tenían que guardar cierto respeto.
P. ¿Hubo alguna dificultad de género para acceder a una plaza de base en alguna institución de nuestro país?
R. No, ya una vez con el título eres uróloga aquí y en China.
P. ¿Se dedica a la urología general o a alguna subespecialidad?
R. Urología general, actualmente trabajo más sobre cirugía láser en urología.
P. ¿Es usted soltera, o casada, o vive en unión libre, tiene hijos?
R. Casada, sin hijos.
P. ¿Se siente realizada dentro de nuestra especialidad?
R. Si plenamente, puedo combinar mi vida profesional con mi vida personal de forma excelente.
Comentarios generales:
R. Durante toda mi carrera en la Facultad de Medicina trabajé en investigación científica en el área de infectología; cuando llegue al Servicio de Urología en el año de prácticas en el área hospitalaria, conocí a la Urología y a los Urólogos. La Urología me pareció una especialidad muy completa y fascinante, los urólogos me parecieron médicos con actitud diferente a los demás cirujanos. Así, cuando terminé la licenciatura en mi Facultad estaba en la incertidumbre de estudiar Infectología o Urología, mi maestro de Infectología el Dr. Alejandro Macías Hernández, habló conmigo y me dijo: 'Si te quita el sueño volver a unquirófano, estás lista para la infectología'; al día siguiente acudí a adquirir mi ficha para la residencia, en la especialidad de Cirugía General, para continuar con la subespecialidad de Urología. Estudié el primer año de Cirugía General en el Hospital General de Zona N° 1 del IMSS en Zacatecas, y presenté el examen nacional del IMSS para Urología. Al recibir los resultados, no lo podía creer a pesar de mi currículo, por los años dedicados a la investigación, mi calificación en el examen y de mis calificaciones del primer año, ¡había sido negada mi solicitud de ingreso a Urología! Entonces recibí todo tipo de comentarios tanto negativos '¿Uróloga?; nadie te va a consultar', 'nunca han admitido a una mujer, 'nunca te van a admitir', 'cuando egreses te vas a morir de hambre', '¿eres lesbiana?', 'esa especialidad es muy fea', etc., como comentarios positivos 'debes intentarlo de nuevo', 'sigue con tus sueños', 'es tiempo de cambiar a México"', 'México está atrasado, en Cuba existen las Urólogas desde hace 20 años', etc.
Con sentimientos encontrados, me presenté a la Dirección de Enseñanza del IMSS en el D. F. a reclamar y posteriormente a renunciar, pero ya en el D. F., mi suerte y mi mente cambiaron, me encontré a residentes de Urología paisanos y me dieron la alternativa de continuar el segundo año de Cirugía General y presentar solicitud de admisión a Urología para el año siguiente en los Hospitales de Salubridad o del ISSSTE. Realicé mi segundo año de Cirugía General en el Hospital de Especialidades N°71, en Torreón, Coahuila; ahí conocí a grandes Urólogos: Dr. Reyes, Dr. Olloqui, Dr. Silveyra, Dr. Macías, Dr. Muñoz, Dr. Casas, Dr. Gómez, y al Dr. Chong. No tengo palabras para agradecerles sus enseñanzas y entusiasmo para que yo lograra mi sueño.
Ese año fue maravilloso, porque hice mi primer año práctico de Urología, pues a los residentes de Cirugía General no les gustaba rotar por Urología y le tenían miedo al Dr. Rogelio Reyes (Jefe del Servicio, durante mi residencia), así que roté por el servicio ocho meses, cuando en realidad debía haber estado sólo dos. Por fin llegó el tiempo decisivo, el Dr. Miguel Ángel Galindo (Querétaro) Jefe de residentes de Urología del Hospital Juárez de México (1996) me presentó al Dr. Carlos Viveros Contreras, Profesor titular del Curso de Urología del Hospital Juárez de México, pasé el examen e ingrese al Servicio de Urología, durante la generación 1997 - 2001. Durante mis cuatro años de residencia fui igual a todos los residentes, mucho trabajo, desvelo, estudio y muchas satisfacciones, en realidad todos los profesores adjuntos al servicio del Hospital Juárez de México, enfermeras y compañeros de residencia me trataron excelente.
A los pacientes si se les hacía novedad ver a una mujer en el servicio, pero me aceptaron de inmediato. Al egresar de la residencia regrese a León, Guanajuato, donde trabaje en Unidad Médica de Alta Especialidad N°1 y en el Hospital General de Zona N°21 del IMSS durante cuatro años; actualmente sólo trabajo la medicina privada en la ciudad de León y en la ciudad de Valle de Santiago, Gto.
Soy profesora honoraria de la Facultad de Medicina de León y profesora de la Escuela de Estudios de Posgrado del Bajío. Mi consulta privada está constituida en 80% hombres, 15% de niños y 5% de mujeres. La mayoría de los pacientes acude conmigo por recomendación o por que buscan específicamente una Uróloga por diferentes motivos. Los tabúes que al principio impedían admitir residentes de Urología del sexo femenino cayeron y afortunadamente para las próximas Urólogas, esto tal vez resulte anecdótico o inédito el saber que había esa forma de pensar en el recientemente concluido siglo pasado.
La Dra. Ma. Elena de la Cruz Zavala contestó así a las mismas preguntas:
R. Medicina privada únicamente.
R. En la Universidad Autónoma de Baja California entre los años de 1981 a 1985.
R. Cuando estaba por terminar la preparatoria consideré por primera vez la posibilidad de estudiar medicina, imagen que se formó en mi mente fue con traje quirúrgico y operando. Después, durante la carrera de medicina, sólo me imaginaba como cirujana, nunca consultando; por lo tanto, sabía que tenía que hacer una especialidad quirúrgica, aún no sabía cuál. Llegado el tiempo de tomar una decisión mi primera opción fue Cirugía General, la segunda Ginecología. Pero para ese entonces no pensaba en Urología. Aprobé el examen de residencia y me enviaron al Hospital del IMSS en Hermosillo Sonora; de ahí pasaría al R ll y R lll a ciudad Obregón. Sin embargo, no me sentía satisfecha, dado que tenía la idea de continuar la especialidad dentro de la institución pero en el Centro Médico Nacional Siglo XXl, en La Raza en la ciudad de México o bien en los Centros Médicos de Guadalajara o de Monterrey; así que pensando en cómo cambiarme para alguno de esos lugares, alguien me dijo que hiciera el examen para una sub-especialidad y entonces forzosamente me enviarían a alguno de los hospitales antes señalados, repasé todas las sub-especialidades quirúrgicas y entonces recordé que cuando estuve en la licenciatura, mi maestro de Urología me pareció fuera de serie, diferente a todos los demás que había tenido hasta entonces, creo que me parecía que así podría haber sido mi padre quien falleció cuando yo tenía sólo tres años de edad y del cual no tengo recuerdos propios, sólo le conocí por lo comentado por mi mamá y hermanos. Además, los temas de las clases de Urología me parecieron muy lógicos y fáciles de recordar. Durante las prácticas de los últimos años y en el internado, me llamaba mucho la atención que los médicos de urgencias, esto es los médicos generales, cirujanos generales o los internistas se mostraban cautos e incluso hasta temerosos o nerviosos cuando no podían poner una sonda de Foley uretrovesical a los pacientes con retención aguda de orina. En más de una ocasión me tocó llevar al paciente con el Urólogo y veía admirada con que seguridad resolvía los problemas, por cierto dicho profesionista era el mismo que me dió clases en la Universidad. Sin embargo, no existía ningún trato personalizado conmigo, de hecho creo que no le simpatizábamos mucho las estudiantes mujeres, aunque nunca nos dijo nada al respecto, más bien nos ignoraba.
Y para cerrar es circulo, en el hospital del IMSS de Hermosillo, uno de los dos urólogos que ahí laboraban tenía ese aire de ser un triunfador que no tenían ninguno de los demás médicos que yo conocía en ese hospital, y era muy respetado y admirado por todos los demás médicos y enfermeras. Así que decidí hacer el examen para entrar a la especialidad de Urología.
Cuando lo comenté, hubo un sinfín de discusiones al respecto, la mayoría en contra: 'No te aceptaran', 'Te harán la vida imposible', 'Creerán que eres marimacho', 'Estas segura que eso quieres, o sólo es por llamar la atención', 'Tienes alguna perversión sexual', 'La escoges por morbosidad', 'Es una especialidad asquerosa', 'Le quitarás el lugar a un residente hombre que merece más que tu hacer esa especialidad', etcétera, etcétera.
Sólo muy pocos me dijeron: 'Adelante, no tiene nada de malo', 'no tienen por qué no hacerlo las mujeres'.
El urólogo del Hospital de Hermosillo me dijo que en el CMN Siglo XXl del IMSS en la ciudad de México, el Dr. Rodolfo Gómez, Jefe del Servicio de Urología en ese entonces, nunca me permitiría el acceso, eso me llenó de curiosidad y fui al D. F. a una entrevista; cuál sería mi sorpresa que el citado médico no puso ninguna objeción, dijo que él no tenía nada en contra de que las mujeres ingresarán a su servicio; me preguntó por qué quería hacer la especialidad, respondí que 'Me gusta por ser una especialidad muy completa médico-quirúrgica, en la que se atiende a niños, mujeres, hombres; la cirugía es muy variada, grandes operaciones, cirugía microscópica, reconstructiva, endoscópica' entre otros argumentos. Me contestó: 'pasa el examen y serás bienvenida a mi servicio'. Y aprobé el examen, pero pedí ir al CMNO del IMSS en Guadalajara, y a La Raza, quizá por temor a la ciudad de México y a los defeños.
R. R1 en el IMSS de Hermosillo en 1987, y la especialidad en el CMNO IMSS Guadalajara, entre 1988 a 1991.
R. Ninguna, estando en el rol de cirugía general fui aceptada en el CMNO de del IMSS en Guadalajara, sin previa entrevista con el Jefe del Servicio.
R. Tuve tres compañeros en mi generación, cuando hacíamos el R ll había cuatro R 3 y dos R 4, el servicio lo componían siete profesores y el jefe. Al año siguiente, ingresaron cuatro residentes y pasados doce meses, cuatro más.
Teníamos rotación por otros dos hospitales, además de la sede en el Centro Médico, donde había cuatro urólogos en cada uno de ellos, todos varones.
R. Ninguna, en el R1 de Cirugía General en Hermosillo no tuve compañeras mujeres, ni había cirujanas formadas en ninguno de los turnos, tampoco en sub-especialidades quirúrgicas.
Durante mi especialidad en Guadalajara no había ninguna mujer residente de urología y en ninguno de los hospitales había urólogas, ni siquiera en cirugía general; al menos en esa época no había mujeres cirujanas de base, sólo una o dos residentes mujeres en cirugía general. Sin embargo, me llamó la atención la presencia de una compañera en la residencia de la especialidad de cirugía de corazón.
R. Definitivamente si, algunas enfermeras me veían con recelo, una o dos con franco rechazo y a la menor oportunidad hacían comentarios desfavorables sobre mí. De parte de mis maestros, ¿qué puedo decir?, recién llegué al servicio, alguien cercano a la Jefatura de Urología me mostró un escrito en donde, dos años antes de que yo llegara, habían rechazado la petición de entrada al servicio de otra mujer, argumentando que era inapropiado que una 'fémina' hiciera dicha especialidad, pues por la idiosincrasia del pueblo mexicano sería rechazada por los pacientes, esto desde la residencia y con mayor razón después de que terminara la especialidad, por lo que no estaban de acuerdo en que ingresara al servicio, y la firmaron todos los profesores y los que en esa época eran residentes.
Por lo tanto, es obvio decir que desde entonces me sentí rechazada, sabía que me toleraban, pues porque a lo mejor no les quedaba otra, ya que según me platicaba ese alguien, fueron muy criticados por todos los adscritos y jefes de servicio de otras especialidades, incluso las quirúrgicas; decían que como era posible que hubieran hecho ese escrito. ¡Que pensamientos tan retrógrados!, dado que ya todas las especialidades o tenían o habían tenido mujeres especializándose.
R. Definitivamente sí, al menos en el ISSSTE Calli sí, en ese entonces el Director del Hospital era misógino y no quiso darme la base que estaba disponible, para dársela a un varón. En el IMSS no había quien hiciera sustituciones, y yo estuve haciéndolas por tres años; en cuanto hubo varones como suplentes, les dieron preferencia, algunos ya fueron basificados y yo sigo aún sin obtener mi base.
R. Urología general, en la medicina privada únicamente, ello en Mexicali.
R. Unión libre, tengo una hija adolescente.
R. Este cuestionamiento todavía no lo puedo contestar, muchas veces me pregunto que hubiera sido de mí si hubiese elegido Ginecología. Dado que mis condiscípulas que hicieron esa especialidad tuvieron todo más fácil para obtener una base esto al poco tiempo de concluir su especialidad. Siento que me faltó (en tiempo pasado), o me hace falta (en tiempo presente) tener base en el IMSS, que fue la institución que me formó. Durante los años que fui uróloga sustituta dentro del IMSS, programaba mucha cirugía, hacia hasta seis procedimientos por turno, en consulta siempre tenía casos interesantes. En cierta ocasión mientras esperábamos turno quirúrgico un oftalmólogo y yo, él decía que si se sacaba la lotería renunciaría al IMSS para dedicarse sólo a la medicina privada, yo pensé lo contrario, dedicarme sólo al IMSS; qué raro, ¿no?
Comentarios generales:
R. En relación al supuesto rechazo de los pacientes hacia las urólogas, creo que sólo los machistas piensan así, la mayoría de los pacientes que acuden a mi consulta me comentan que buscan en el directorio y en cuanto ven que hay una mujer especialista me llaman, algunos dicen incluso que no se pueden imaginar que otro hombre toque sus genitales.
Dentro de mi clientela tengo enfermos que viajan desde Tijuana, Monterrey, Obregón, y el D. F. Cuando presentan disfunciones sexuales se sienten comprendidos por mí. Por supuesto que habrá pacientes que nunca irían con una uróloga o aquellos que después de ir conmigo cambian a un urólogo. Estoy asociada a la SMU desde 2004; fui tesorera del Colegio de Urólogos de Baja California y San Luis Río Colorado y en la actualidad soy la Vicepresidenta. Estoy en la planta de docentes de la Facultad de Medicina de la UABC, plantel Mexicali desde l992.
La Dra. María Isabel Rojas Esquivel nos contestó así:
R. Trabajo en el Hospital Regional 1° de Octubre del ISSSTE. Tengo base desde junio de 2003; en el sector privado, tengo un consultorio en el Centro Médico Tíber y otro en el Hospital Dalinde.
R. Estudié mi licenciatura como médico cirujano en la Facultad de Medicina de la gloriosa Universidad Nacional Autónoma de México, de 1991 a 1997.
R. La verdad es que siempre tuve en mente realizar una especialidad quirúrgica. Sin embargo, ingresé a cirugía con la idea de ser cirujano plástico, así, cursé dos años de cirugía más; durante el primero de los mismos, conocí al Dr. Gutiérrez Godínez, quien era adscrito del Servicio de Urología del turno vespertino en el Hospital Regional 1° de Octubre; roté varios meses en dicho servicio con él. Igualmente conocí al Dr. Martín Cruz Rodríguez y al Dr. Che, adscritos del mismo servicio en el turno matutino; posteriormente al Dr. Moisés Adame Pinacho; todos ellos, médicos a los que les agradezco parte de mi formación (y a quienes estimo mucho). Puedo decir que estar con ellos despertó mi gusto por la Urología, ya que como R1 y R2, realicé procedimientos que me despertaron interés por la especialidad, y fue precisamente el Dr. Martín Cruz quien me apoyó para entrar al Hospital López Mateos.
R. Realicé dos años de cirugía general en el Hospital Regional 1° de Octubre y, posteriormente, realicé la especialidad de urología en el Hospital Regional Lic. Adolfo López Mateos, egresé en marzo de 2003.
R. Afortunadamente, el hecho de ser mujer no representó ninguna dificultad para ingresar a la especialidad. Por principio, el Dr. Martin Landa Soler (Jefe del Curso de Urología), quien hizo su especialidad en Cuba, me comentó que ahí hay mujeres urólogas y que son muy buenas.
R. Cuando ingresé a Urología, había cuatro R5, todos varones; de los cuatro R4 que había, tres eran valores y una mujer: la Dra. Norma Contreras. Los R3 eran tres, todos varones. Nosotros éramos cuatro R2, dos varones y dos mujeres: la Dra. Gabriela Fonseca Reyes y yo. Además, en el Hospital Juárez, estaba como R4 la Dra. Alma Delia Gaona.
R. Éramos tres mujeres residentes: la Dra. Norma Contreras, R4; la Dra. Gabriela Fonseca Reyes y yo, R2; no teníamos adscritas mujeres en el servicio.
R. Afortunadamente en el Servicio de Urología no tuve problemas de discriminación por ser mujer; donde sí tuve trato diferente con respecto a mis compañeros, fue en cirugía general.
R. Igualmente para ingresar al ISSSTE (ya a la plantilla laboral como médico de base), no tuve dificultad ni recibí ningún trato discriminatorio.
R. Me dedico a la Urología general, en los lugares previamente mencionados. En una ocasión solicité permiso para aprender a realizar trasplantes renales; sin embargo, por problemas en el servicio me fue negado.
R. Soy madre soltera de un hermoso bebé de casi tres años.
R. Me encanta lo que hago, estoy segura de que fue una de las mejores elecciones de mi vida. Como profesionista, en esta área me siento satisfecha.
Comentarios Generales:
R. Afortunadamente ya no estamos en una época en la que las mujeres éramos consideradas únicamente como objetos. Hoy en día hemos demostrado que somos tan capaces como los hombres para desarrollar todo aquello que nos propongamos, cada día vamos ganando terreno y eso tenía que reflejarse en esta área de la medicina como en muchas otras. Seguimos teniendo un papel importante en la sociedad ya que hemos venido impulsando los roles impuestos por la misma, pero ahora también jugamos un rol importante en el crecimiento económico, trabajamos a la par que los hombres y aportamos dinero en nuestros hogares. Sin embargo, aún en día hay personas misóginas que piensan que las mujeres no somos tan capaces como ellos. Al respecto sólo pienso que en cada hogar hay una madre, una hermana, una hija, una esposa y que si sentimos algo por ellas las debemos apoyar en todo lo que hagan y no limitarlas, ya que si las limitamos solamente demostramos lo escaso de nuestro pensamiento.
Correspondencia: Alfredo Cesar Juárez-Albarrán.
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