Señor Director:
Tras leer el interesante artículo de Romero et al1, donde describen el caso de un paciente con síndrome de Swyer-James/McLeod, quisiéramos realizar algunas anotaciones. Como bien describen los autores, este síndrome también se conoce como síndrome del pulmón hiperlúcido unilateral. Suele identificarse inicialmente en una radiología simple de tórax en la que se observa una mayor hiperclaridad en un hemitórax (el del pulmón afectado) respecto al contralateral (el del pulmón sano), ya sea de forma casual o cuando el paciente consulta con una sintomatología más o menos manifiesta2.
De esta forma, se deben tener en cuenta otras posibles situaciones que muestran una radiología de tórax similar para realizar el diagnóstico diferencial con: neumotórax, bulla pulmonar gigante, síndrome de Poland (con ausencia congénita de músculo pectoral, etc.), mastectomía unilateral, enfisema lobar congénito, agenesia de una arteria pulmonar, prótesis mamaria unilateral, edema pulmonar unitalteral, etc.3,4.
La iconografía que muestran los autores corresponde a la de un pulmón unilateral destruido parcialmente. Se observa una pérdida de volumen pulmonar, calcificaciones pleurales apicales, engrosamiento pleural, disminución de los espacios intercostales, desplazamiento mediastínico ipsilateral, bronquiectasias, etc. Si bien estas alteraciones radiológicas pueden corresponder a un síndrome de Swyer-James/ McLeod muy evolucionado, también pueden producirse en otras patologías (traumatismos, empiema crónico, tuberculosis pleuropulmonar, pulmón atrapado, etc.).
Tradicionalmente, el diagnóstico es radiológico, con radiografías simples de tórax en inspiración y en espiración donde se puede observar un hemitórax unilateral hiperclaro (pulmón patológico) que puede ser de mayor tamaño en la radiografía en espiración por el atrapamiento pulmonar. La fisiopatología se considera debida a una bronquiolitis obliterante adquirida, ya que no hay disminución del número de divisiones broncovasculares. La inflamación resultante produce un estrechamiento de la luz bronquiolar, fibrosis de los septos interalveolares y obliteración del lecho alveolar y de la vascularización pulmonar4. Sin embargo, como indican los autores1, la tomografía computarizada (TC) es la mejor herramienta para su diagnóstico y aporta mayor información. Puede detectar lesiones no sólo limitadas a un lóbulo o un pulmón, que es lo habitual, sino de forma parcheada y contralateral4. También la gammagrafía de perfusión ayuda a dar validez y consistencia al diagnóstico con una disminución de la perfusión en el pulmón afectado.
El tratamiento suele ser conservador o médico si hubiera alguna complicación clínica, aunque también se ha descrito el tratamiento quirúrgico en casos muy seleccionados, como pueden ser ciertas situaciones de infección pleuropulmonar o de atrapamiento aéreo pulmonar5.