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Inicio Revista de Psiquiatría y Salud Mental Hábitos alimenticios y nutricionales en pacientes con esquizofrenia
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Vol. 15. Núm. 1.
Páginas 54-60 (enero - marzo 2022)
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Vol. 15. Núm. 1.
Páginas 54-60 (enero - marzo 2022)
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Hábitos alimenticios y nutricionales en pacientes con esquizofrenia
Eating and nutritional habits in patients with schizophrenia
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Paula Zurrón Maderaa,c,d,e,
Autor para correspondencia
paulazurronmadera@gmail.com

Autor para correspondencia.
, Silvia Casaprima Suáreza, Leticia García Álvarezb,c,d,e,f, María Paz García-Portilla Gonzáleza,c,d,e,f, Raquel Junquera Fernándeza, María Teresa Lluch Canutg
a Servicio de Salud del Principado de Asturias, SESPA, España
b Fundación para la Investigación y la Innovación Biosanitaria del Principado de Asturias (FINBA)
c Instituto de Investigación Sanitaria del Principado de Asturias (ISPA)
d Centro de Investigación Biomédica en Red de Salud Mental (CIBERSAM), España
e Área de Psiquiatría, Facultad de Medicina, Universidad de Oviedo, España
f Instituto de Neurociencias del Principado de Asturias (INEUROPA), España
g Escuela de Enfermería, Facultad de Medicina Ciencias de la Salud, Campus Bellvitge Universidad de Barcelona, España
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Tablas (4)
Tabla 1. Cuestionario ad hoc: hábitos alimenticios, nutricionales y de actividad física
Tabla 2. Características sociodemográficas y clínicas de los pacientes con diagnóstico de esquizofrenia
Tabla 3. Frecuencia de consumo de alimentos en los pacientes con diagnóstico de esquizofrenia
Tabla 4. Ingesta media de nutrientes/día en pacientes con esquizofrenia
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Resumen
Antecedentes

Hay pocos estudios que relacionen los hábitos alimenticios y nutricionales con la gravedad de la enfermedad y el perfil demográfico en pacientes con esquizofrenia.

Objetivo

Describir los hábitos alimenticios y nutricionales y su relación con la gravedad de la enfermedad en pacientes con esquizofrenia.

Método

Estudio descriptivo transversal. Muestra: 31 pacientes con esquizofrenia (CIE-10) en tratamiento ambulatorio. Criterios de inclusión: edad 18-65 años, clínicamente estable y consentimiento informado por escrito. Evaluación: características demográficas, clínicas (ICG-G, años de evolución de la enfermedad, IMC, perímetro abdominal), cuestionario ad hoc (alimentación, hábito nutricional y actividad física).

Resultados

Edad media 43,13 (DE = 7,85) años, varones 61,3%. La gravedad media de la enfermedad fue de 3,94 (DE = 1,06), con una media de 18,42 (DE = 8,27) años evolución de la enfermedad. El 74,2% comía carne grasa semanalmente y el 64,5% menos de 3-4 porciones de pescado, el 77,4% menos de 3 porciones de fruta por día y el 51,6% bebía menos de un litro de agua. El 83,9% tomaba café diariamente, 2,81 (DE = 2,02) cafés por día. Los pacientes presentaban niveles más bajos de vitamina A, D, E, K1, C, ácido fólico y magnesio. El 93,5% no cumplía con las recomendaciones de la OMS sobre actividad física. Solo el retinol (r = -0,602, p = 0,039) y la vitamina K1 (r = -0,693, p = 0,012) en las mujeres se relacionaron con la gravedad de la enfermedad.

Conclusiones

Los pacientes con esquizofrenia a seguimiento ambulatorio no siguen las recomendaciones de la OMS sobre dietas saludables ni actividad física. Tanto la gravedad clínica de la enfermedad como el estado civil y la convivencia se asociaron con malos hábitos alimenticios y déficit de nutrientes. Estos datos deben ser tenidos en cuenta por el personal de enfermería a la hora de implementar cuidados específicos en la práctica clínica habitual.

Palabras clave:
Esquizofrenia
Dieta
Nutrientes
Enfermedades cardiovasculares
Obesidad
Abstract
Background

There are few studies that relate eating and nutritional habits to the severity of the disease and demographic profile in patients with schizophrenia.

Objective

To describe eating and nutritional habits and their relationship with the severity of the disease in patients with schizophrenia.

Method

Cross-sectional descriptive study. Sample: 31 patients with schizophrenia (ICD-10) under outpatient treatment. Inclusion criteria: age 18-65 years, clinically stable and, written informed consent. Assessment: Demographic, clinical characteristics (CGI-SCH, length of illness, BMI, abdominal perimeter), ad hoc questionnaire (eating, nutritional, and physical activity).

Results

Mean age 43.13(SD=7.85) years, males 61.3%. Mean severity of illness was 3.94(SD=1.06), mean duration of the illness 18.42(SD=8.27) years. 74.2% used to eat weekly fat meat and 64.5% less than 3-4 servings of fish, 77.4% less than 3 servings of fruit per day, and 51.6% drink less than 1l of water. 83.9% used to drink coffee daily, 2.81(SD=2.02) cups per day. Patients showed lower levels of Vitamin A, D, E, K1, C, folic acid, and magnesium. 93.5% did not fulfill the WHO recommendations on physical activity. Only retinol (r=-0.602, p=0.039) and vitamin K1 (r=-0.693, p=0.012) in women were related to the severity of illness.

Conclusions

Outpatients with schizophrenia do not follow WHO recommendations on healthy diets, neither physical activity. Both clinical severity of the illness and marital status and cohabitation were associated with poor eating habits and nutrients deficit. These data should be taken into account by the nursing staff when implementing specific care in routine clinical practice.

Keywords:
Schizophrenia
Diet
Nutrient
Cardiovascular diseases
Obesity
Texto completo
Introducción

La esquizofrenia es un trastorno mental crónico, que incluye manifestaciones psicopatológicas en el pensamiento, la percepción, las emociones, el movimiento y el comportamiento, y causa un deterioro considerable del funcionamiento y la calidad de vida1,2. En los últimos años, un número creciente de estudios han señalado que las personas con trastornos mentales graves, como la esquizofrenia, presentan una peor salud física con respecto a sus coetáneos3,4. Esto puede deberse a múltiples factores, incluido el proceso de la enfermedad en sí, una dieta deficiente, un estilo de vida sedentario, y el uso de ciertos medicamentos antipsicóticos que pueden contribuir al riesgo de desarrollar problemas cardiovasculares y metabólicos5,6.

Varios estudios afirman que la tasa de mortalidad es más alta que en la población general7,8, con una esperanza de vida alrededor de 20-30 años menor9,10. Todos estos estudios señalan a las enfermedades cardiovasculares y endocrino-metabólicas como las causas más importantes de muerte y discapacidad física entre las personas con una enfermedad mental5,7–10. En el estudio RICAVA11 se describe cómo un tercio de la muestra eran obesos o tenían sobrepeso, y la mitad de la muestra hipercolesterolemia, 38% hipertrigliceridemia y un tercio de diabetes mellitus e hipertensión. Por lo tanto, los pacientes con esquizofrenia son un grupo de población susceptible a intervenciones de promoción y prevención de la salud12.

La Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación define los hábitos alimenticios como «un conjunto de costumbres que condicionan la forma en que los individuos o grupos seleccionan, preparan y consumen alimentos, influenciados por la disponibilidad de estos, el nivel de educación y el acceso a los mismos». Asimismo, el estado nutricional se especifica como una «condición del organismo que resulta de la relación entre las necesidades nutricionales individuales y la ingestión, absorción y utilización de los nutrientes contenidos en el alimento»13. Además, define los nutrientes como «sustancias químicas contenidas en los alimentos que son necesarias para el funcionamiento normal del organismo. Los seis tipos principales de nutrientes son proteínas, carbohidratos, grasas, minerales, vitaminas y agua»13. Dentro de ellos, se diferencian los macronutrientes y micronutrientes. En diferentes

estudios14–16, la dieta de los pacientes diagnosticados con esquizofrenia se ha descrito como poco o nada equilibrada. Con respecto a los hábitos alimenticios, se ha descrito que estos pacientes realizan un mayor consumo de alimentos ricos en grasas y azúcares como embutido o bollería, pero no consumen pescado, frutas o aceite de girasol12. En términos de macro- y micronutrientes, se ha observado que realizan un menor consumo de ácidos grasos saturados, ácidos grasos poliinsaturados, ácidos grasos monoinsaturados pero realizan un mayor consumo de ácidos grasos trans y carbohidratos17.

Dada la falta de conocimiento sobre los hábitos alimenticios y nutricionales y su relación con la gravedad de la enfermedad en personas diagnosticadas con esquizofrenia, información fundamental para llevar a cabo intervenciones de promoción de la salud y prevención de enfermedades cardiovasculares y endocrino-metabólicas, se propone el presente estudio con el objetivo de describir estos parámetros. Hipotetizando que estos pacientes tendrán malos hábitos alimenticios, nutricionales y de actividad física.

Material y métodos

El presente estudio fue aprobado por el Comité Regional de Ética en Investigación Clínica del Principado de Asturias y por la Comisión de Investigación del Hospital Universitario Central de Asturias (Ref. n.° 48/12). Antes de realizar cualquier procedimiento, a los pacientes se les explicó el estudio y firmaron el consentimiento informado.

Este es un análisis secundario de una submuestra de pacientes que participaron en el estudio «Comorbilidad física en el trastorno mental grave: diseño, intervención y evaluación de un programa para la mejora del estado general de salud del paciente», con el apoyo del Ministerio de Economía y Competitividad, Instituto de Salud Carlos III y Fondos FEDER (PI12/00882), y quienes aceptaron registrar sus hábitos alimenticios durante una semana.

Población de estudio

El estudió se realizó con una muestra total de 31 pacientes, de los 84 que constituían la muestra total, diagnosticados con esquizofrenia según la Clasificación Internacional de Trastornos Mentales y Trastornos del Comportamiento (CIE-10) (Organización Mundial De la Salud [OMS], 1992)18.

Los criterios de inclusión fueron: 1) edad 18-65 años; 2) pacientes clínicamente estables durante los 6 meses previos (sin hospitalización o exacerbación aguda); y 3) consentimiento informado por escrito para participar en el estudio. Por otro lado, la exclusión fue: 1) negarse a participar en el estudio; 2) enfermedad física grave y/o discapacidad/incapacidad significativa al momento de la inclusión y junto con el estudio. Los datos se obtuvieron entre enero y marzo de 2017.

Evaluación

Todos los sujetos fueron entrevistados de manera exhaustiva por la misma enfermera que fue entrenada para llevar a cabo el estudio. Además, cada paciente fue entrenado para completar el cuestionario ad hoc sobre hábitos alimenticios y nutricionales y actividad física. Se obtuvieron las características demográficas y clínicas (Impresión Clínica Global (ICG-G), años de evolución de la enfermedad, grado de discapacidad, consumo de tóxicos, IMC y perímetro abdominal). Además, se realizó un cuestionario ad hoc para evaluar los hábitos alimenticios y nutricionales y la actividad física, como: tiempo que emplea en comer, número de veces que come al día, número de veces que pica entre las comidas, lugar donde come habitualmente, las personas con las que come habituamente, consumo de alimentos (frecuencia y tipo de alimentos, según las recomendaciones de la Sociedad Española de Nutrición Comunitaria19,20). Esta información fue registrada semanalmente durante un mes en el domicilio. Además, se registró el tiempo de actividad física (en minutos) y el número de veces que practicaban ejercicios de fuerza de acuerdo con los criterios de la Organización Mundial de la Salud (OMS), «Estrategia global sobre dieta, actividad física y salud»21 (tabla 1). Una vez obtenidos los registros semanales del consumo de alimentos de cada uno de los participantes, se analizaron los macro- y micronutrientes ingeridos diariamente durante una semana y se analizaron a través del programa informático llamado Alimentador22. Este es un programa online que permite realizar cálculos nutricionales de cada una de las ingestas realizadas. El programa ha sido desarrollado por españoles especialistas en nutriciones y está avalado por la Sociedad Española de Dietética y Ciencias de la Salud (SEDCA) y la Fundación de Alimentación Saludable.

Tabla 1.

Cuestionario ad hoc: hábitos alimenticios, nutricionales y de actividad física

Tiempo que emplea en comer 
Número de veces que come al día 
Número de veces que pica entre las comidas 
Lugar donde come habitualmente 
Con quién come habitualmente 
Consumo de alimentos: frecuencia y tipo de alimento* 
Registro semanal de consumo de alimentos 
Registro semanal de actividad física@ 
*

Según recomendaciones de la Sociedad Española de Nutrición Comunitaria, para mayor detalle ver tabla 3.

@ según recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS).

Análisis estadístico

Para realizar el análisis estadísitico se utilizó el SPSS para Windows versión 20.0. Primero, se realizó un análisis descriptivo de las características sociodemográficas y clínicas, incluidos los hábitos alimenticios y nutricionales y el ejercicio físico (media y desviación estándar, para variables cuantitativas y frecuencias y porcentajes para variables cualitativas). Para analizar la asociación entre las variables, se utilizó la prueba de Chi-cuadrado, la prueba t de Student y la correlación de Pearson, según el tipo de variables examinadas. El nivel de confianza establecido fue del 95%, y el nivel de significación estadística fue de 0,05.

Resultados

La edad media de la muestra fue 43,13 años (DE 7,8), el 61,3% eran hombres. La puntuación media de la gravedad de la enfermedad, utilizando la ICG-G, fue de 3,94 (DE 1,1), es decir, estar moderadamente enfermo, con una media de 18,42 (DE 8,3) años de evolución de la enfermedad. La media del IMC fue de 32,57 (DE 5,0), es decir, obesidad tipo II, y la media del perímetro abdominal fue de 113,81 (DE 12,7) cm. La tabla 2 muestra las características sociodemográficas y clínicas.

Tabla 2.

Características sociodemográficas y clínicas de los pacientes con diagnóstico de esquizofrenia

  Muestra total n=31    Muestra total n=31 
Edad (media [DE])  43,13 (7,8)  Situación laboral (% [n])   
Sexo (% [n])    Activo  9,7 (3) 
Femenino  38,7 (12)  Inactivo  90,3 (28) 
Masculino  61,3 (19)  Situación económica (% [n])   
E. civil [% (n)]    Trabajo propio  9,7 (3) 
Casado  16,1 (5)  Pensión contributiva  29,0 (9) 
Separado/divorciado  12,9 (4)  Pensión no contributiva  51,6 (16) 
Nunca casado  71,0 (22)  Ninguna  6,5 (2) 
Convivenvia [% (n)]    Otros  3,2 (1) 
Familia propia  45,2 (14)  ICG-G (media [DE])  3,94 (1,1) 
Familia de origen  45,2 (14)  Años de evolución (media [DE])  18,42 (8,3) 
Otros  9,7 (3)  Cigarrillos día (media [DE])  11,16 (13,3) 
Estudios finalizados [% (n)]    IMC (media [DE])  32,57 (5,0) 
Primarios  45,2 (14)  Perímetro abdominal (media [DE])  113,81 (12,7) 
Secundarios  48,4 (15)     
Universitarios  6,5 (2)     
Grado de minusvalía*(media [DE])  63,10 (16,1)     

DE: desviación estándar.

*

Información basada en la resolución de la Consejería de Bienestar Social y Vivienda del Principado de Asturias.

Hábitos alimenticios y actividad física

Con respecto a las características de los hábitos alimenticios, los pacientes empleaban de media 15,65 (DE 9,5) minutos en comer, realizando 3,71 (DE 0,9) comidas al día. El 51,6% de la muestra no picaba entre comidas, siendo el lugar habitual donde realizaban las comida el domicilio en el 93,5% y el 80,6% generalmente comían acompañados.

En relación con la práctica de actividad física, el 93,5% de la muestra no cumplían con las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS) sobre actividad física. La actividad física que practicaban en mayor medida fue ligera con una media de 331,45 (DE 540,3) minutos por semana. Sin embargo, no se encontró asociación estadística ni con el perfil sociodemográfico ni clínico, ni con los hábitos alimenticios o los nutrientes.

Frecuencia de consumo de alimentos

A partir de los datos mostrados en la tabla 3, se puede señalar que, en general, los pacientes tenían malos hábitos alimenticios con respecto a la frecuencia del consumo de alimentos. Es decir, el 74,2% consumía carne grasa semanal, el 64,5% menos de 3-4 porciones de pescado por semana, menos de 3 porciones de fruta por día, el 77,4% y el 51,6% de la muestra bebía menos de un litro de agua al día. Un total de 83,9% consumía café diariamente con una media de 2,81 (DE 2,0) cafés por día. No se encontraron diferencias estadísticamente significativas en los hábitos alimenticios según la edad o el sexo. Sin embargo, el 40% de las personas casadas consumían grasa diariamente en comparación con el 0% de las solteras y separadas/divorciadas (X2 = 11.424, p = 0,022). Los que vivían con familia propia o de origen, ingierían en mayor proporción más de 4 raciones diarias de lácteos (X2 = 9.644, p = 0,008) en comparación con los que vivían solos o con otros. Además, solo aquellos que vivían solos o con otras personas cumplían con el consumo recomendado de aceite (3-6 porciones por día), (X2 = 9.846, p = 0,043). Los pacientes que vivían con su familia propia o de origen consumían más café que los que vivían solos o con otros (X2 = 6.535, p = 0,038). Por otro lado, no se encontraron diferencias en los hábitos alimenticios dependiendo de la gravedad de la enfermedad, el tiempo de evolución de la misma, el IMC o el perímetro abdominal.

Tabla 3.

Frecuencia de consumo de alimentos en los pacientes con diagnóstico de esquizofrenia

Alimentos  % (n)  Alimentos  % (n)  Alimentos  % (n) 
Grasas    Carnes magras    Frutas   
Diario  6,5 (2)  <3-4 raciones/sem  25,8 (8)  <3 raciones/día  77,4 (24) 
Semanal  3,2 (1)  *3-4 raciones/sem  58,1 (18)  *3 raciones/día  12,9 (4) 
*Ocasional  90,3 (28)  >4 raciones/sem  16,1 (5)  *>3 raciones/día  9,7 (3) 
Dulces    Huevos    Cereales, arroz, pasta, patatas   
Diario  22,6 (7)  <3-4 raciones/sem  32,3 (10)  <4-6 raciones/día  54,8 (17) 
Semanal  32,3 (10)  *3-4 raciones/sem  41,9 (13)  *4-6 raciones/día  32,3 (10) 
*Ocasional  45,2 (14)  >4 raciones/sem  25,8 (8)  >6 raciones/día  12,9 (4) 
Bebidas refrescantes    Legumbres    Agua   
Diario  16,1 (5)  <2-4 raciones/sem  32,3 (10)  <1 l/día  51,6 (16) 
Semanal  29,0 (9)  *2-4 raciones/sem  35,5 (11)  *1-2 l/día  35,5 (11) 
*Ocasional  54,8 (17)  >4 raciones/sem  32,3 (10)  >2 l/día  12,9 (4) 
Helados    Frutos secos    Café   
Diario  3,2 (1)  <3-7 raciones/sem  77,4 (24)  No  16,1 (5) 
Semanal  3,2 (1)  *3-7 raciones/sem  12,9 (4)  Sí  83,9 (26) 
*Ocasional  93,5 (29)  >7 raciones/sem  9,7 (3)  Café al día (media [DE])  2,81 (2,0) 
Carnes grasas    Lácteos    Consumo de alcohol   
Diario  3,2 (1)  <2 raciones/día  3,2 (19)  No  67,7 (21) 
Semanal  74,2 (23)  *2-4 raciones/día  0 (0)  Sí  32,3 (10) 
*Ocasional  22,6 (7)  >4 raciones/día  96,8 (30)  Cantidad de alcohol (media [DE])  2,13 (5,4) 
Embutido    Aceite       
Diario  22,6 (7)  <3 raciones/día  22,6 (7)     
Semanal  41,9 (13)  *3-6 raciones/día  25,8 (8)     
*Ocasional  35,5 (11)  >6 raciones/día  51,6 (16)     
Pescados    Verduras y hortalizas       
<3-4 raciones/sem  64,5 (20)  <2 raciones/día  32,3 (10)     
*3-4 raciones/sem  32,3 (10)  *2 raciones/día  29,0 (9)     
>4 raciones/sem  3,2 (1)  *>2 raciones/día  38,7 (12)     

DE: desviación estándar.

*

Consumo recomendado por la Sociedad española de Nutrición comunitaria.

Ingesta diaria de nutrientes

Los pacientes reportaron un déficit en el consumo medio de agua de 557,70ml (DE 198,7), fibra 11,29 g (DE 5,2) y magnesio 237,88mg (DE 76,0) como se puede ver en la tabla 4. Además, se identificaron deficiencias de vitaminas. Específicamente, un déficit de vitamina A 537,29μg (DE 1081,6), vitamina D 3,11μg (DE 2,5), vitamina E 12,88mg (DE 20,9), vitamina K1 51,60μg (DE 81,7), vitamina C 81,55mg (DE 62,7), y ácido fólico 358,42μg (DE 190,6). En cuanto a los nutrientes analizados según los parámetros clínicos, solo se encontraron diferencias significativas según la gravedad de la enfermedad y el índice de masa corporal (IMC). Existiendo, a mayor gravedad de la enfermedad en las mujeres, un menor consumo de retinol (vitamina A) (r = -0,602, p = 0,039) y vitamina K1 (r = -0,693, p = 0,012), y en los hombres a mayor gravedad de la enfermedad un menor consumo de alcohol (r = -0,528, p = 0,020). Con respecto al IMC, solo se observaron resultados significativos en hombres, a mayor valor de IMC realizaban un menor consumo de lípidos saturados (r = -0,628, p = 0,004), vitamina D (r = -0,516, p = 0,024) y vitamina B1 o tiamina (r = -0,616, p = 0,005).

Tabla 4.

Ingesta media de nutrientes/día en pacientes con esquizofrenia

Nutrientes (unidades)  Valores (media [DE]) 
Energía (kcal)  1596,59 (454,8) 
Agua (ml)  557,70 (198,7) 
Proteínas (g)  87,02 (22,9) 
Lípidos (g)  69,35 (29,5) 
Carbohidratos (g)  164,39 (54,1) 
Fibra (g)  11,29 (5,1) 
Almidón (mg)  119,82 (41,1) 
Azúcares (g)  41,77 (23,7) 
Colesterol (mg)  271,35 (102,8) 
Lípidos saturados (g)  16,24 (8,8) 
Lípidos monoinsaturados (g)  24,96 (12,5) 
Lípidos poliinsaturados (g)  7,48 (3,3) 
Alcohol (g)  0,24 (0,8) 
Equivalentes retinol (μg)  537,20 (1081,6) 
Vitamina D (μg)  3,11 (2,5) 
Vitamina E (mg)  12,88 (20,9) 
Vitamina K1 (μg)  51,60 (81,7) 
Vitamina B1 (mg)  2,37 (5,1) 
Vitamina B2 (mg)  1,86 (1,1) 
Equivalentes niacina (mg)  20,85 (13,8) 
Vitamina B6 (mg)  1,85 (1,1) 
Vitamina B12 (μg)  19,79 (20,1) 
Vitamina C (mg)  81,55 (62,7) 
Ácido fólico (μg)  358,42 (190,6) 
Sodio (mg)  2268,63 (1001,8) 
Potasio (mg)  2312,52 (558,3) 
Calcio (mg)  524,05 (245,4) 
Magnesio (mg)  237,88 (76,0) 
Fósforo (mg)  1140,33 (299,8) 
Hierro (mg)  9,68 (3,7) 
Cobre (mg)  1,10 (3,5) 
Cinc (mg)  8,05 (2,7) 
Selenio (μg)  56,29 (27,2) 
Iodo (μg)  87,65 (51,6) 

DE: desviación estándar.

Discusión

En el presente estudio, se encontró que los pacientes diagnosticados con esquizofrenia en tratamiento ambulatorio presentaban estilos de vida poco saludables, es decir, malos hábitos alimenticios, nutricionales y de actividad física, como se hipotetizó. Además, se encontró un déficit de ingesta de varios nutrientes, principalmente vitaminas.

En cuanto al perfil sociodemográfico de la muestra, en su mayoría eran hombres, solteros, vivían con familia propia o de origen, con estudios secundarios, inactivos laboralmente y con más de 15 años de evolución de la enfermedad, perfil que coincide con los estudios encontrados en el mismo ámbito geográfico11,23. El IMC de los pacientes correspondía a obesidad tipo II, similar a lo encontrado en otros estudios11,14,23, lo que les confiere un alto riesgo de desarrollar enfermedades comórbidas como diabetes mellitus tipo 2, dislipidemia e hipertensión arterial24.

En cuanto a los hábitos alimenticios, los datos obtenidos son similares a los descritos por la bibliografía consultada14; aproximadamente la mitad de la muestra empleaba menos de 15 minutos para comer y realizaba entre 4 y 5 comidas al día. Más de la mitad de la muestra picaba diariamente o algunas veces, y casi la totalidad de la muestra comía en su domicilio habitual. Además, prácticamente todos realizaban actividad física ligera sin cumplir con las recomendaciones de actividad física de la OMS, datos que coinciden con el estudio CLAMORS23.

Existen pocos estudios sobre el consumo de alimentos y nutrientes en la población con esquizofrenia. Sin embargo, como en el resto de los estudios14,16, se encuentra un exceso de consumo de carne grasa, embutidos, productos lácteos y aceite frente a un consumo reducido de pescado, frutas, cereales, pasta, arroz y agua. Además, como en otros estudios15,25–27, presentan déficits nutricionales de fibra, vitaminas (A, D, E, K, C, ácido fólico) y magnesio. Por otro lado, el consumo de café diario fue superior al de los estudios consultados14. Estos malos hábitos están asociados con la gravedad clínica de la enfermedad mental, pero solo en el caso de las mujeres. En ellos, los bajos niveles de retinol y vitamina K1 se asociaron con una mayor gravedad. Aunque ahora se ha sugerido una hipótesis sobre la interacción sinérgica entre las vitaminas D y K con respecto a su papel en el desarrollo de la osteoporosis y la aterosclerosis, no se ha encontrado ninguna información sobre su papel en la esquizofrenia e incluso en ningún trastorno mental28. Sin embargo, Tsuruga et al.27 reportan una relación entre un patrón del cereal en la dieta y el riesgo de esquizofrenia. Además, se encontró una relación con el perfil demográfico, especialmente con el estado civil y la convivencia, de tal manera que los sujetos casados consumían más grasas de las recomendadas y los que vivían con su familia propia o de origen, más lácteos y más café. Hasta donde sabemos, no hay estudios que hayan analizado estos extremos en pacientes con esquizofrenia no institucionalizados.

Es necesario tener en cuenta las limitaciones y sesgos del estudio. Primero, el «efecto Hawthorne» por el cual los sujetos modifican sus hábitos y respuestas por el hecho de estar en una investigación. En segundo lugar, el tamaño de la muestra es relativamente pequeño, aunque vale la pena destacar la recopilación exhaustiva de información sobre hábitos alimenticios, nutricionales y de actividad física. Tercero, es un estudio transversal que no permite un seguimiento temporal de los participantes. Finalmente, en ausencia de un grupo de control de la población general, no podemos inferir si comen mejor o peor, simplemente describir si cumplen con las recomendaciones para el consumo de alimentos, nutrición y actividad física.

En conclusión, los pacientes con diagnóstico de esquizofrenia bajo tratamiento de mantenimiento en regimen ambulatorio no siguen las recomendaciones de la OMS para los hábitos alimenticios, nutricionales y de actividad física. El personal de enfermería debe tener en cuenta estos datos al implementar una atención específica en la práctica clínica habitual, de acuerdo con los indicadores de calidad para la depresión, el trastorno bipolar y la esquizofrenia29. Además, este estudio puede revelar la necesidad de intervenir en el núcleo familiar con el objetivo de trabajar en la educación alimentaria, ya que los hábitos alimenticios y nutricionales en este estudio están especialmente relacionados con el estado civil y la convivencia.

Financiación

Este trabajo es parte de un proyecto de investigación titulado: « Comorbilidad física en el trastorno mental grave: diseño, intervención y evaluación de un programa para la mejora del estado general de salud del paciente», con el apoyo del Ministerio de Economía y Competitividad, Instituto de Salud Carlos III y Fondos FEDER (PI12/00882).

Conflicto de intereses

Los autores declaran no tener ningún conflicto de intereses.

Bibliografía
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