Pedro Enrique Muñoz nació en Zamora en 1936 e inició su carrera profesional como psiquiatra en Pamplona entre 1960 y 1982, y completó su formación en psiquiatría social con Paul Sivadon en París. En 1968 abandonó su puesto en la Universidad de Navarra para liderar, con la mayor parte de los compañeros que pertenecían al departamento de la Universidad, la formación de la Fundación Argibide. En 1976 completó, junto a José Luis Vázquez-Barquero, el informe sobre el estudio epidemiológico psiquiátrico del Valle del Baztán1, que dio lugar a sus respectivas tesis doctorales2,3.
Para quienes no vivieron los años finales del franquismo y la transición es difícil calibrar el impacto que este informe ha tenido en el desarrollo de la salud mental en España. El estudio se dio a conocer en un periodo en el que la disciplina se dividía básicamente en 2 bandos enfrentados, el de la psiquiatría tradicional encastillada en los hospitales universitarios, y el de una salud mental comunitaria de corte ideológico y refractaria a la evaluación científica que se atrincheró en la planificación y provisión extrahospitalaria. La Fundación Argibide constituyó una de las pocas excepciones a esta regla, y tanto su modelo de atención psiquiátrica en la comunidad, como el estudio pionero del Valle del Baztán, fueron una referencia para los que entonces iniciaban su formación científica en psiquiatría social. Este estudio fue el primero que planteó una evaluación de doble fase acompañada de la validación de la versiones españolas del General Health Questionnaire (GHQ)4 y del Present Status Examination (PSE). Dos años más tarde Pedro Enrique publicó el análisis de prevalencia en el ámbito urbano de Pamplona y en otros distritos rurales de Navarra5, sentando así las bases de la planificación psiquiátrica basada en datos en España.
Pedro Enrique se trasladó a Madrid en 1982, aunque siempre estuvo vinculado a la Fundación Argibide como presidente de su patronato. En las siguientes 3 décadas Pedro Enrique Muñoz fue director general técnico del Instituto de Salud Mental de Madrid (1982-84); director de investigación del Instituto de Estudios de la Salud (1984-85), comisionado para el Plan Regional de Drogas (1986-87), director de estudios en la Consejería de Integración Social (1988-92) y finalmente director del área de epidemiología, evaluación de servicios e investigación del Departamento de Salud Mental de la Comunidad Autónoma de Madrid (2003-2010). Durante este largo periplo Pedro Enrique demostró su capacidad de trasladar la información científica a la planificación sanitaria y navegó con destreza la difícil relación entre investigación, política y práctica clínica. Fue además docente de la Escuela Nacional de Sanidad, profesor asociado del tercer ciclo y del centro universitario de Salud Pública de la Universidad Autónoma de Madrid. A pesar de su intensa labor en la administración y la planificación sanitaria, Pedro Enrique nunca abandonó su interés por la investigación y por la promoción de la salud mental. En 1989 fundó la Sociedad Española de Epidemiología Psiquiátrica, de la que fue su primer presidente hasta 1998. Fue también miembro fundador de la Asociación Científica Psicost, de la que fue su vicepresidente hasta 2015.
Pedro Enrique fue ante todo un pensador lucido e independiente, que con sus compañeros de Argibide, de la Comunidad de Madrid, de la SEEP, de la Sociedad Española de Psiquiatría y de Psicost, sentó las bases de la salud mental pública, la psiquiatría social6, la epidemiología psiquiátrica1,3, los estudios de patrones de uso de servicios en salud mental7 y de los sistemas de apoyo a la decisión en planificación psiquiátrica8. También fue un pionero en la investigación de ecología de la salud mental en áreas urbanas y rurales9. Su propósito fue siempre el de aplicar el método científico a problemas reales, y su disposición la de instruir y ayudar tanto a colegas como a estudiantes de posgrado en los diversos ámbitos de la psiquiatría social. Sus seminarios en los congresos de la SEEP formaron a varias generaciones de epidemiólogos y planificadores de salud.
En el último periodo de su carrera recibió un amplio reconocimiento, incluyendo su designación como miembro del Colegio de Psiquiatras Eméritos de la Fundación Española de Psiquiatría y Salud Mental. Tras su retiro en 2010 inició una trilogía sobre los grandes temas que acucian al ser humano desde el contexto histórico y social. En 2016 publicó el primer tomo de esta serie titulado Vivir en tiempos de confusión10, un texto de gran profundidad fenomenológica, totalmente distinto a lo que nos había enseñado sobre epidemiología y planificación de salud. Desafortunadamente su habitual parsimonia a la hora de publicar y el implacable reloj del tiempo no dejaron lugar para más. Pedro Enrique falleció en Sevilla el 3 de marzo de 2022.
Dicen que Diógenes paseaba con una lámpara encendida a plena luz del día buscando un solo hombre honrado en Atenas. Es posible que Diógenes no llevara su candil para encontrar a nadie, sino para guiar a todo el que quisiera desarrollar un pensamiento crítico, riguroso e independiente. Como Diógenes, Pedro Enrique fue el faro que nos ayudó a muchos en tiempos de confusión. Al final —ley de vida— su luz se apagó, pero su memoria y ejemplo permanecen vivos en todos los que le tratamos.
FinanciaciónLos autores no han recibido ninguna financiación para la elaboración de este comentario.
Agradecemos a Vicente Madoz y a Juan Cabasés sus comentarios y su inestimable contribución a este texto.