Doctor Francisco Aguilar Cortés
Cerrada ya la edición del presente número de nuestra revista nos llega la triste nueva del fallecimiento en Sevilla del doctor Francisco Aguilar Cortés el día 21-10-2002.
La importancia de la noticia por la personalidad del protagonista de la misma nos obliga a una vuelta atrás apresurada en la redacción de la misma para que quede grabada de forma indeleble en el corazón de todos sus lectores.
Sevillano de nacimiento, vivió siempre en nuestra ciudad con la excursión de los fines de semana que se trasladaba a la finca familiar de Mairena. Hijo y sobrino de catedráticos de la Facultad de Medicina de Sevilla, realizó sus estudios y su formación especializada en cirugía siempre en nuestra ciudad, bajo la dirección del profesor (su tío) Cortés Lladó, de inolvidable recuerdo, una de las figuras más prestigiosas de la cirugía española de todos los tiempos.
Forma parte de manera muy destacada de la mejor escuela de cirugía de Sevilla, creador a su vez de una escuela quirúrgica a la que marcó de forma indeleble con el sello de su genialidad. Maestro entre los maestros, fue de una generosidad en la docencia que siempre admiro por su entrega absoluta sus más cercanos colaboradores.
Dominó todos los campos de la cirugía y en todos destacó de forma notable por su habilidad y depurada técnica.
Tenía la virtud de hacer fácil lo difícil, y yo puedo dar fe de ello porque a lo largo de casi 40 años de colaboración con él no sólo fui su discípulo, sino también su paciente en varias ocasiones.
Fue presidente de nuestra Sociedad, miembro de la SECOT y de una inacabable relación de sociedades científicas nacionales e internacionales. Presidente del XXXII Congreso Nacional SECOT que se celebró en Sevilla y que bajo su dirección ha sido calificado por multitud de participantes en el mismo como el mejor de todos los celebrados desde la creación de la SECOT.
Su docta y fácil palabra ha sido solicitada de continuo en todos los foros nacionales e internacionales y en todos admiro la profundidad de su saber, su facilidad expositiva y el gracejo andaluz de que hacía gala.
Su inteligencia privilegiada le permitió destacar en todos los campos en los que participó. Su habilidad manual y técnica tuvo también un campo de aplicación amplísimo en la mecánica; siempre decía que era un buen mecánico que hacía cirugía. En su finca rústica tenía montado un taller mecánico dotado de la maquinaria más sofisticada, que con sus profundos conocimientos le permitió fabricar un coche y un autogiro. De ese taller han salido multitud de piezas de instrumental quirúrgico, diseñadas y realizadas por él que han tenido una aplicación práctica destacada, no sólo en nuestros quirófanos, sino en los otros muchos centros.
Prótesis de cadera, cotilos, sistemas de fijación e instrumental especial para artroplastia con un amplio etcétera. Fueron creados por él y usados antes y ahora en nuestro hospital y en gran parte de centros nacionales y extranjeros.
Otro campo en el que destacó de forma notable fue el submarinismo. Fue campeón de España de actividades subacuáticas.
Creó el cuerpo de submarinistas de la Guardia Civil y una amplia y notable escuela sevillana de submarinistas.
Lector imperante, dominaba todos los campos del saber, era una enciclopedia viviente, tenía respuesta para todo y siempre acertada. Podía mezclar perfectamente la lectura de un libro sobre cubismo con uno de física cuántica, captando siempre lo mejor de cada uno.
Entrañable en sus relaciones humanas, era de una rigurosidad extrema en la asepsia y la pulcritud de su ejercicio profesional.
Pasó por este mundo como todos los privilegiados, dejando la huella imborrable de su existencia, porque siempre habrá un lugar en el corazón y la mente de los que tanto le quisimos y le admirábamos para conservar su recuerdo.
Dios le premió con un tránsito suave de esta vida a la vida eterna.
Fue esposo y padre ejemplar y a su esposa Esperanza, la compañera de toda la vida, y a sus hijos Javier, Manolo, Esperanza y Lucía, les menifestamos nuestro más sincero y profundo dolor por la irreparable pérdida, con el consuelo que pueda darles la seguridad absoluta de su paso a la eternidad.