El primer aviso ocurrió hace unos años. Estaba preparando una ponencia. Buscaba en internet imágenes para decorar la presentación; en otras palabras, hacerla más amena, y encontré una foto entrañable que me dejó perplejo. La foto mostraba al Dr. Kawasaki —ya con 60años— charlando con su mentor, otro médico japonés mayor que él. Quedé impresionado: una persona como el Dr. Kawasaki precisaba de alguien que le asesorase ocasionalmente (fig. 1). La segunda vez que la palabra mentor me hizo reflexionar fue en un capítulo de la cuarta temporada de The West Wing [El ala oeste de la Casa Blanca], cuando la jefa de prensa del presidente Jeff Barlett, C.J Greg, convence a Charlie Young, ayudante del presidente de Estados Unidos, para que asuma la mentoría de Anthony Marcus, un joven estudiante. Resultaba harto curioso que Aaron Sorkin, el guionista de una de las series más famosas de Estados Unidos, se hiciese eco de esta práctica social en uno de los personajes centrales de la trama. Cabe destacar que la mentoría es una práctica muy extendida en Estados Unidos, y en general en todo el mundo anglosajón1.
Fue entonces cuando empecé a indagar sobre el significado de ser mentor. Ni qué decir tiene que a medida que avanzaba en la breve investigación, echaba en falta el no haber tenido más personas que me aconsejasen en mi rumbo profesional.
La palabra «mentor» proviene del griego (M¿ντωρ). Méntor era un personaje de La Odisea que se caracterizaba por aconsejar a Telémaco. Según el diccionario de la RAE, un mentor es un consejero o guía2.
Se habla mucho de los tutores y de la importancia que tienen en la formación de los residentes. No obstante, se comenta muy poco del papel y de la importancia de los mentores en la formación como médico.
Un médico joven debe saber elegir durante su vida profesional. Este hecho no es nada sencillo, y es importante contar con una o varias personas que te aconsejen en la toma de decisiones de tu vida profesional. La vida profesional de un joven médico puede cambiar sustancialmente según los consejos que reciba por parte de sus mentores. Así como en la residencia se tiene un solo tutor, no es así respecto a la mentoría. Uno puede tener una o más personas que le faciliten, guíen, asesoren en la toma de decisiones vitales en la vida profesional. Otra diferencia es que los mentores los eliges tú, no así los tutores, que generalmente te son encomendados. Además, la cronología de tutor y mentor son diferentes. Es más, así como es condición sine qua non que durante la residencia el tutor sea un médico, un mentor puede no ser de tu campo profesional (tabla 1).
La mentoría es un instrumento de intervención que promueve las relaciones entre personas voluntarias para proporcionar un apoyo individual a personas. En este caso, a médicos jóvenes que solicitan una guía para su futuro profesional1.
En Europa, y a pesar de que figura en todas las listas de buenas prácticas de todas las administraciones, la mentoría no está tan extendida como en Estados Unidos. Probablemente Gran Bretaña sea el país donde ha encontrado un mayor reconocimiento en ámbitos muy diferentes. En Francia (le parrinage) también se abre camino. En España las cifras son insignificantes. En Cataluña, el Projecte Rossinyol de la Universitat de Girona promueve la mentoría entre los estudiantes de sus facultades. Todo un paso adelante3.
Las características de un buen mentor son sencillas: experiencia y sentido común. Cuando se toman decisiones de envergadura es muy bueno tener personas que aportan una visión diferente a la tuya, y además se añade la voz de la experiencia, sea en el campo que sea.
Desde este editorial quiero llamar la atención a los jóvenes médicos/as reumatólogos para que busquen con verdadero apetito intelectual persona o personas —los mentores— para que les guíen. Elijan bien y no se arrepentirán: ¡les será de gran ayuda! No les quepa la menor duda que personas capaces de hacer esta labor se encuentran: basta tener ganas, experiencia y sentido de la responsabilidad.
La satisfacción que da ver a las personas que uno ha asesorado respecto a su rumbo profesional y observar cómo van dejando un currículo inmarcesible es altísima. Una lección enorme que puede ser transmitida entre generaciones.