Introducción
Distintas variables y factores intervienen en el desarrollo de un proceso de dependencia a drogas. La evaluación de diversos aspectos relacionados con el comportamiento, el pensamiento y las relaciones con el entorno de un individuo que presenta un diagnóstico de dependencia a sustancias, puede ser importante. En numerosos estudios aparecidos en la literatura se ha señalado la importancia de evaluar la psicopatología1,2, la calidad de vida3,4, y la motivación al tratamiento5-8. De igual forma puede ser útil encontrar posibles relaciones entre estas variables y el historial adictivo de los pacientes9,10.
Identificar las relaciones que se producen entre las distintas variables puede permitir un conocimiento más global y exhaustivo de la problemática del paciente, un mejor conocimiento de las carencias y dificultades con las que se enfrenta, y una mejor valoración de cómo éstas pueden influir en el tratamiento11,12. Proporcionar a los pacientes la atención que necesitan y adaptarse a sus necesidades, puede permitir una mejor retención en el tratamiento y, por tanto, una mejora de su salud y su calidad de vida. A pesar de la presión asistencial que soportan los centros específicos de atención a las drogodependencias, la tarea evaluativa resulta parte fundamental de la intervención, y a pesar de las limitaciones de tiempo y recursos, debe de constituirse en una práctica irrenunciable por parte de cualquier profesional.
Los objetivos que se plantean en este trabajo son: evaluar diversos indicadores de psicopatología, motivacionales, de calidad de vida y del historial adictivo, en un grupo de pacientes con diagnóstico de dependencia de sustancias; comprobar si tales variables diferían en función del diagnóstico de los pacientes y, valorar si el historial adictivo se relacionaba con el resto de variables.
Métodos
Diseño
Estudio transversal en el que participan 107 pacientes con diagnóstico de dependencia (según criterios DSM-IV)13 a alcohol (n = 31), heroína (n = 31) y cocaína (n = 45), que solicitan tratamiento en la Unidad de Conductas Adictivas de Catarroja (Valencia) en el segundo semestre del año 2000. Se utilizó un sistema de muestreo consecutivo, excluyendo a aquellos pacientes con dificultad para completar las pruebas y, a aquellos que se encontraban en estado de intoxicación debido al consumo de alguna sustancia. Mediante entrevista se recogió información de variables sociodemográficas y toxicológicas (las correspondientes al historial adictivo). Se administraron diversos autoinformes para la medición de los diferentes indicadores clínicos.
Instrumentos
Entrevista semi-estructurada de elaboración propia.
Cuestionario de Ansiedad Estado-Rasgo (STAI)14. El Cuestionario STAI comprende escalas separadas de autoevaluación que miden dos conceptos independientes de la ansiedad, como estado (E) y como rasgo (R). Aunque este cuestionario fue ideado como instrumento para investigar los fenómenos de la ansiedad en adultos sin alteraciones psiquiátricas, el STAI se ha mostrado útil para medir ambos conceptos de la ansiedad en pacientes de diversos grupos clínicos.
Inventario de Depresión de Beck (BDI)15. Compuesto por 21 ítems o grupos de afirmaciones relacionadas con la depresión y puntuables de 0 a 3. El sujeto debe contestar cuál de las afirmaciones de cada grupo describe mejor su situación actual. La puntuación total de la prueba corresponde a la variable «depresión» en nuestro estudio.
Cuestionario de Calidad de Vida (WHOQOL-BREEF)16. Versión abreviada del cuestionario WHOQOL-100, desarrollado para proporcionar una forma corta de evaluar la calidad de vida. Se centra en evaluar la calidad de vida percibida por el sujeto. No mide síntomas ni enfermedad, sino los efectos de las intervenciones sanitarias en la calidad de vida. Contiene 26 ítems, 24 de los cuales corresponden a cada una de las 24 facetas medidas por el WHOQOL-10017 y 2 preguntas globales: calidad de vida global y salud general. El WHOQOL-BREEF produce un perfil de cuatro áreas: salud física, salud psicológica, relaciones sociales y ambiente.
Inventario de Procesos de Cambio18. Autoinforme de 40 ítems (cuatro para cada una de las 10 escalas correspondientes a los 10 procesos de cambio) desarrollado conforme a las directrices teóricas que se desprenden del trabajo de Prochaska y DiClemente, y basado en el inventario de procesos de cambio desarrollado por estos autores para fumadores19. Consta de una escala Likert de cuatro puntos que mide la frecuencia con la que se utilizan las distintas estrategias cognitivo-conductuales descritas para cada uno de los ítems
Brief Symptom Inventory (BSI)20. Instrumento de screening; forma abreviada del SCL-90 del que también es autor Derogatis y, del que posteriormente apareció una versión revisada, el SCL-90-R21. El BSI tiene una buena correlación con el SCL-90, por encima de 0,90 en todas las dimensiones22 y además es mucho más ágil en su administración (unos 15 minutos), lo que facilita su administración en usuarios de drogas.
Análisis de datos
Se realizan análisis de frecuencias y estimación de medidas de tendencia central para la descripción de la muestra y para la estimación de las puntuaciones. Para el contraste de diferencias se realizan análisis de varianza con comparaciones múltiples (prueba de Schefeé). Se utiliza el coeficiente de correlación de Pearson para estudiar la relación entre variables. Para la interpretación de resultados se eligió un nivel de significación estadística de p < 0,05. Se utilizó el paquete estadístico SPSS 8.0 para Windows.
Resultados
El análisis de las características de la muestra señala que para la variable sexo, la muestra se compone mayoritariamente de hombres (alcohol 93,5%; heroína 83,9%; cocaína 92,7%). En cuanto a la situación laboral los grupos alcohol y cocaína presentan resultados similares (76,7% del grupo de alcohol y 66,7% del grupo de cocaína están activos laboralmente), mientras que el 72,4% del grupo de heroína está parado. Los estudios primarios predominan en todos los grupos: grupo alcohol (75,9%), heroína (83,3%) y cocaína (78,1%). La edad media del grupo alcohol (36,8) es mayor que la del grupo heroína (29,1) y ésta mayor que la del grupo cocaína (26,2).
En la tabla 1 aparecen los resultados del análisis de las variables sobre procesos de cambio, psicopatología, calidad de vida e historial adictivo. En las variables psicopatológicas medidas con el STAI, BECK y BSI, los resultados son similares en todos los grupos, no obstante el grupo alcohol obtiene puntuaciones ligeramente más altas y el grupo cocaína las más bajas. En el BDI, STAI/E y STAI/R el grupo alcohol obtiene medias de 16,3, 26 y 30,2 frente a medias de 15,6, 22,8 y 27,6 del grupo heroína, y 12,9, 21,3 y 27,4 del grupo cocaína. En cuanto a los índices globales del BSI los resultados para el grupo alcohol son de 1, 1,9 y 26,1 frente a medias de 0,8, 1,7 y 25 del grupo heroína y de 0,8, 1,6 y 23,7 del grupo cocaína. No aparecen diferencias estadísticamente significativas cuando se comparan las medias de los tres grupos en ninguna de las variables psicopatológicas.
En las variables de la historia adictiva, el grupo alcohol presentó mayor antigüedad en el consumo y más años de abuso (17,6 y 10,7 años), seguido del grupo heroína (10,4 y 8,3 años) y del grupo cocaína (7,4 y 4,2 años). Las diferencias en cuanto a los años de consumo son estadísticamente significativas entre el grupo alcohol y el grupo heroína y entre el grupo alcohol y el grupo cocaína. También aparecen diferencias significativas en la variable años de abuso entre el grupo alcohol y el grupo cocaína y entre el grupo heroína y el grupo cocaína. El grupo heroína presenta mayor número de tratamientos que los grupos alcohol y cocaína, con diferencias estadísticamente significativas entre los grupos heroína y alcohol y los grupos heroína y cocaína. El grupo heroína presentó más ingresos hospitalarios que los grupos alcohol y cocaína, siendo las diferencias estadísticamente significativas.
El análisis mostró que los procesos de cambio con mayores puntuaciones fueron reevaluación ambiental y autoliberación, tanto para el grupo alcohol (medias 9,1 y 9,7), como para el grupo heroína (medias 8,8 y 9,5) y para el grupo cocaína (medias (8,7 y 9,4). Los procesos con puntuaciones más bajas también coinciden en todos los grupos (control de contingencias y contracondicionamiento), medias de 3,7 y 4,6 (grupo alcohol), medias de 4,3 y 5,3 (grupo heroína) y medias de 4 y 4,9 (grupo cocaína). No aparecen diferencias estadísticamente significativas en la comparación de los grupos para ninguno de los procesos de cambio. En las variables sobre calidad de vida no se encontraron diferencias significativas para ninguna de las variables. Las puntuaciones en todos los grupos muestran niveles medios en todas las áreas.
Para estudiar la posible relación entre diversas variables continuas utilizadas en el estudio se utilizó el coeficiente de correlación lineal de Pearson, que asume que la relación entre las variables es lineal, es decir que para un aumento en una unidad en una de ellas, se produce un aumento proporcional en la otra, independiente del nivel en que se produzca el aumento de la unidad. A continuación se muestran las matrices de correlaciones realizadas con las variables del historial adictivo y el resto de variables. El análisis se realizó para el total de los casos y, para los distintos grupos de pacientes (grupos alcohol, heroína y cocaína).
En la tabla 2 se muestran los resultados para el total de casos. Los resultados muestran que los años de consumo correlacionan de forma positiva con las puntuaciones en el STAIE y el proceso de liberación social y, de forma negativa con el proceso contracondicionamiento. Los años de abuso correlacionan positivamente con las puntuaciones en el BECK, STAIE, STAIR, el factor depresión del BSI, el proceso de liberación social y, el área ambiente del WHOQOL; correlacionan de forma negativa con los procesos de contracondicionamiento, control de estímulos, relaciones de ayuda y, las áreas de calidad de vida y salud general. Finalmente el número de tratamientos previos correlaciona de forma negativa con el factor hostilidad del BSI y, de forma positiva con el proceso de liberación social.
En la tabla 3 se muestran las correlaciones obtenidas para el grupo alcohol. Los años de consumo tan sólo correlacionan de forma inversa con el proceso contracondicionamiento. Los años de abuso correlacionan de forma positiva con las puntuaciones en el BECK, STAIR, y los factores obsesivo-compulsivo, depresión, índice de severidad e índice de malestar del BSI y, de forma inversa con el proceso contracondicionamiento y las factores calidad de vida y salud general. Finalmente no se encuentra ninguna correlación para la variable tratamientos anteriores.
En la tabla 4 se muestran las correlaciones tomando como referencia el grupo heroína. Los años de consumo correlacionan de forma positiva con el proceso liberación social. Los años de abuso correlación de forma positiva también con el proceso liberación social y de forma negativa con el área de relaciones sociales. Los tratamientos previos no muestran correlaciones.
En la tabla 5 se muestran los resultados de las correlaciones para el grupo cocaína. Los años de consumo correlacionan de forma negativa con los procesos aumento de la concienciación, contracondicionamiento y control de estímulos. Los años de abuso correlacionan negativamente con los procesos de contracondicionamiento y control de estímulos. El número de tratamientos previos correlaciona de forma positiva con los factores susceptibilidad y psicoticismo del BSI.
Discusión
Este trabajo intenta extraer la relación existente entre algunos indicadores clínicos y variables de la historia adictiva, con el objetivo de extraer conclusiones acerca de cómo y de qué tipo es esa relación y, de qué manera puede influir dicha relación en la evolución de los pacientes en los tratamientos.
En líneas generales, y después de observar los resultados parece que cuantos más años de consumo y de abuso presentan los sujetos tanto peor es su salud psíquica, es decir, presentan más problemas de depresión, de ansiedad, sus relaciones sociales disminuyen y son de peor calidad, encuentran el ambiente que les rodea más adverso, sienten tener poco control sobre sí mismos y, en definitiva su calidad de vida empeora. Estos resultados son similares a los encontrados en otros estudios que pueden encontrarse en la literatura1-4.
Destaca que las variables clínicas que se ven más influidas por las variables de la historia adictiva (años de consumo, años de abuso, tratamientos anteriores) son dos de las variables del Inventario de Procesos de Cambio (liberación social y contracondicionamiento), lo que podría significar que cuanto más tiempo se mantiene la adicción y más tratamientos previos han habido, los pacientes desarrollan en menor cantidad conductas alternativas frente a situaciones de riesgo, su patrón de respuestas de afrontamiento es menos adecuado y, además su voluntad de combatir la conducta adictiva mediante esas alternativas disponibles, también se ve mermada.
Si tomamos las mismas variables pero las analizamos por grupos de sustancias observamos que es el grupo de alcohol el que presenta un mayor número de indicadores clínicos relacionados con las variables del historial de abuso. Puede que esta circunstancia se deba en parte a un mayor historial de abuso en estos pacientes comparados con los otros dos grupos. Es también en este grupo donde se dan los índices más elevados de ansiedad y depresión, tanto en el cuestionario de Beck como en el factor de depresión del BSI; además la ansiedad-rasgo obtiene una puntuación más alta, lo que puede indicar que una historia de consumo extensa y los fracasos en la superación de la conducta adictiva, producen un rasgo de ansiedad más o menos estable en el tiempo. Además de estos dos factores vuelve a aparecer una correlación significativa y negativa entre la variable de contracondicionamiento y los años de abuso y de consumo, dato que pone en evidencia de nuevo la carencia de respuestas adaptativas frente a situaciones problemáticas y de riesgo que aparecen a lo largo del proceso de cambio. Esta situación, provoca un aumento del malestar en el sujeto y una mayor severidad de los síntomas, lo que hace que la calidad de vida, incluyendo la salud tanto física como psicológica sea más precaria.
Respecto a las correlaciones significativas que aparecen en los resultados de estás variables en el grupo de heroína destaca que son las relaciones sociales y la capacidad para poner en práctica respuestas adaptativas para abandonar la adicción, las que obtienen una correlación negativa. Esto puede estar indicando un deterioro de las relaciones familiares, de amistad y de pareja, tanto en número como en calidad, después de una larga historia de abuso en los dos casos y también después de una historia de consumo prolongada en el caso del factor de liberación social.
Finalmente, en el grupo cocaína, los factores de susceptibilidad interpersonal y psicoticismo presentan una correlación positiva con los tratamientos anteriores. Estos resultados pueden indicar que los pacientes comprueban que, al no haber sido capaces de cumplir su compromiso de abandonar la adicción y, haber fracasado en tratamientos anteriores ven disminuir su autoestima y aparezcan indicadores de suspicacia y desconfianza. Todas estas características también tienen una relación directa con los propios efectos de la sustancia. Se encuentran asociaciones inversas entre los años de consumo y concienciación y control de estímulos, lo que parece indicar mayores dificultades en el control de impulsos y menor conciencia sobre el proceso adictivo.
Tal y cómo se ha señalado en otros estudios11-12, es conveniente instaurar protocolos que incluyan la evaluación de diversos indicadores clínicos en los programas de tratamiento a drogas, lo que aumentará el conocimiento de las variables implicadas en el proceso adictivo de nuestros pacientes y, ayudará a mejorar la retención en los tratamientos. Parece especialmente relevante una valoración adecuada del historial adictivo de los pacientes y, de los procesos de cambio que utilizan6,7, ya que según nuestros resultados, un mayor historial adictivo se asocia a un menor desarrollo de estrategias de afrontamiento, índices más elevados de psicopatología y menor calidad de vida.