Introducción: Si tomamos las diferentes definiciones del término «reinserción» tratando de adaptarlas a la realidad social de las personas que siguen tratamiento por dependencia al alcohol, con todas las repercusiones en la esfera social que este trastorno genera, podemos llegar a afirmar que la reinserción es el conjunto de medidas dentro del proceso terapéutico, destinadas a capacitar al paciente alcohólico a participar y hacer frente a las exigencias de la familia, trabajo y comunidad, estableciendo una relación no conflictiva con el entorno y consigo mismos (Sellés Moya, R. et al, 1996).
El objetivo primordial de la reinserción es rehabilitar al alcoholdependiente conduciéndole a la «normalidad social».
La reinserción social debe concebirse como un proceso individualizado y personalizado, por lo que, desde planteamientos globales y contando con estructuras de coordinación, debe considerarse la necesidad de desplegar una pluralidad de oportunidades y programas, que se adecuen a las diferentes características y necesidades que pueden presentar los alcoholdependientes (entrenamiento en habilidades sociales, potenciación de la autoestima, etc.). La intervención con alcoholdependientes entraña complejidad, puesto que, junto con una serie de intervenciones dirigidas a apoyar la superación del procesos de dependencia al alcohol u otra sustancia (acciones de tipo psicológico, sanitario, social y emocional), se hace necesario facilitar la normalización e inserción social del paciente. Todo ello supone la utilización de un variado tipo de recursos y dispositivos de apoyo, para personalizar al máximo el tratamiento a dispensar a cada alcoholdependiente, que entraña la implicación de diferentes tipos de profesionales (equipo multiprofesional).
Entendemos por reinserción social del alcoholdependiente el proceso de vinculación afectiva y activa a la normalidad cultural económica y social que un sujeto realiza después de un período de aislamiento o crisis con la misma, además la reinserción social no puede entenderse como la fase final de un proceso de tratamiento sinó que tiene que estar presente en todo el proceso (Funes Artiaga J, 1987).
Uno de los aspectos a tener en cuenta para la planificación de los programas de reinserción es conocer el tipo de individuo para el que trabajamos, así como sus características personales, sus condiciones de vida, de educación, de salud. familiares, sociales, educativas y culturales. En definitiva debemos plantearnos la necesidad de conocer la historia personal del sujeto para acometer un programa de tratamiento y conseguir, al final, los éxitos deseados.
Si bien lo económico y laboral se constituyen como elementos básicos de la inserción social, no son los únicos a tener en cuenta ya que desde una perspectiva más amplia se incluyen también elementos referidos anteriormente. Entre estos elementos interesan de forma especial, aquellos que van dirigidos al campo educativo y que podemos encontrar en el marco de la educación no formal e informal, que complementan el proceso de educación en los individuos y que permiten, en muchos casos, superar las limitaciones que presentan estas personas (Vega Fuente A, 1993).
El objetivo de este proceso formativo tiene como aliciente la búsqueda de un empleo, aunque existen otros elementos que llevan pareja la utilización de una serie de instrumentos básicos para el desenvolvimiento social para trabajar desde el proceso de reinserción, que son:
Recuperación o adquisición de pautas de conducta que le permitan establecer relaciones positivas y adecuadas con su medio social.
Normalización de la convivencia familiar.
Potenciar la formación y capacitación laboral así como el entrenamiento en habilidades sociales para la búsqueda de empleo.
Apoyar la aceptación y la integración en las realidades culturales de la comunidad donde se encuentra.
Dentro del programa de inserción-reinserción de nuestro plan de acción, se contempla los siguientes proyectos:
Cursos ocupacionales de formación.
Ejecutar un programa integral de atención psico-social.
El Plan Autonómico Valenciano sobre Drogodependencias y otros Trastornos Adictivos, determina como uno de los pilares básicos para la reinserción social de pacientes con trastornos adictivos «la articulación de medidas encaminadas a la reinserción laboral del paciente.»
Entendiendo la inserción laboral como parte del proceso terapéutico y de reinserción social, que aporta al individuo la autonomía necesaria para alcanzar una vida normalizada, la Mancomunitat de Municipis de la Safor puso en funcionamiento entre junio y septiembre de 2000, un taller de formación ocupacional (jardinería), para facilitar a los pacientes de la unidad de alcohología, las habilidades necesarias para conseguir su inserción laboral.
En este trabajo intentamos dar a conocer el funcionamiento del curso de formación ocupacional que forma parte del proceso terapéutico. El taller está concebido como una actividad más en el proceso de atención al alcohólico con dos objetivos generales:
Dotar al ususario de una formación profesional que facilite el acceso al mercado laboral con una preparación adecuada.
Mantenerle ocupado y proporcionar pautas de conducta en relación al mundo laboral, personal y social.
Los objetivos específicos son:
Potenciar la formación profesional en distintas especialidades que faciliten la incorporación de los clientes a un puesto de trabajo.
Fomentar la heterogeneidad de los usuarios de los talleres, a fin de no crear ghettos.
Generar actividades adicionales a la acción formativa con el fin de fomentar el trabajo en grupo, la actividad crítica ante determinadas situaciones, elevar la capacidad de diálogo y reflexión.
Lograr que el alumno asista todos los días al taller con puntualidad (cumplimiento del horario).
Conseguir que los alumnos respeten las normas del taller, así como el material de uso colectivo e individual.
Que se realicen un mínimo de actividades adicionales por mes, que se frecuente el trabajo en grupo, la actitud crítica positiva y la capacidad de diálogo y convivencia.
En ocasiones la reinserción social del alcoholdependiente resulta algo difícil, aún contando con recursos asistenciales y de reinserción específicos. Esto es así sobre todo en personas con cierto grado de degradación, dificultades personales y falta de soporte afectivo. Por esta razón, los talleres ocupacionales son recursos adecuados que pueden complementar el tratamiento de estas personas.
Material y método: El taller se puso en funcionamiento el 19 de junio de 2000, acudiendo al mismo 15 personas. La Unidad de Alcohología seleccionó una muestra de n = 15 alumnos entre los diferentes usuarios que acuden a este dispositivo asistencial, teniendo en cuenta los siguientes requisitos: estar desempleados durante un largo período de tiempo, no tener formación específica, carecer de habilidades para la búsqueda de empleo, baja autoestima, presentar adicción a alguna droga legal, etc.
El equipo que permitió el desarrollo de este taller estaba formado por una profesora que impartía clases de Enseñanza General Básica, una monitora de jardinería (modalidad formativa del taller), y una psicóloga que trabajaba la autoestima. También se contó con la colaboración del equipo terapéutico de la Unidad de Alcohología, realizándose reuniones quincenales en el espacio donde se desarrollaba el taller. La coordinación de estas intervenciones la ha realizado el equipo psico-social de la Unidad de Alcohología (psicóloga y trabajadora social).
Se produjeron tres bajas por recaídas en el consumo de alcohol y por manifestación de conductas problemáticas. Por este motivo se incorporaron al taller tres personas para sustituir a estas, de las cuales una encontró trabajo y no completó el curso. En total han participado en el taller 18 personas de las cuales 15 han finalizado todo el proceso formativo y otra ha conseguido trabajo antes de finalizarlo.
Evaluación: El objetivo general de la evaluación es determinar la efectividad del programa de reinserción que se ha puesto en marcha, a través del seguimiento de los usuarios que se integran en el mismo.
Objetivos específicos:
Evaluar la tasa de retención de los pacientes incluidos en el programa de reinserción.
Determinar el índice de recaídas de los pacientes incluidos en el proceso formativo.
Valorar la adquisición de habilidades sociales tanto en el área familiar como social.
Hacer una valoración del grado de realización formativa-laboral alcanzado por el paciente tras su permanencia en el programa de reinserción.
Resultados: De estas 18 personas, todas ellas desempleadas, 12 llevaban más de un año sin trabajar (66,6%), mientras que 6 habían trabajado en el último año (33,3%). Del total de alumnos del curso, 16 (88,8%) seguían tratamiento por dependencia a alcohol, mientras que una era jugadora patológica (5,5%) y otra estaba en tratamiento por adicción al tabaco (5,5%). Por último la formación de los alumnos era muy diversa, puesto que había una persona con estudios de formación profesional (5,5%), dos con el bachiller superior (16,6%), cuatro tenían el graduado escolar (22,2%), seis habían completado la EGB sin obtener el graduado escolar (33,3%), tres tenían estudios primarios (16,6%) y había una persona que no sabía leer ni escribir (5,5%). En cuanto a la variable sexo había un 44,40% de varones frente al 55,5% de mujeres. La edad media de estos sujetos era de 41 años. Por último, el estado civil de los alumnos era el siguiente: el 38,8% son solteros, el 33,3% separados y el 27,7% casados.
Según estos resultados podemos concluir que el perfil de los sujetos que han participado en el taller de jardinería: son todos ellos desempleados (puesto que este es un requisito para entrar en el taller), y la mayor parte de ellos llevaba más de un año desocupados; un elevado porcentaje son mujeres, con una edad media de 41 años, separadas y solteras, con un nivel de estudios de EGB sin completar, en su mayoría, y presentaban trastorno por dependencia al alcohol.
Conclusiones: A pesar de las limitaciones metodológicas que pudiera presentar el trabajo realizado, los resultados expuestos en las líneaas precedentes nos permiten realizar las siguientes conclusiones:
El taller ha favorecido una cohesión grupal que repercutió positivamente en la autoestima y forma de relacionarse de los pacientes.
También ha ayudado a que estos sujetos asumieran unas normas grupales y unos horarios similares a los del mundo laboral.
Un porcentaje de los participantes han pasado posteriormente a realizar otros cursos de formación (33,3%) o incluso han conseguido un empleo (27,7%).
A través de esta experiencia los pacientes han recibido una formación integral en la que no solo se ha producido el aprendizaje de la jardinería, sinó que también se han adquirido conocimientos relativos a educación básica, así como habilidades para relacionarse en grupo y compartir experiencias personales respecto a su drogodependencia.
Esto les ha servido para aprender a abordar problemáticas emocionales y evitar recaídas, así como saber manejar situaciones problemáticas.