Estamos de enhorabuena. El Plan Nacional sobre Drogas ha subvencionado una propuesta ambiciosa presentada por la Sociedad Española de Toxicomanías: poner en marcha un programa de formación para Atención Primaria y Especializada que posibilitara la homogeneización de los programas asistenciales para los problemas relacionados con el alcohol en nuestro país.
Nuestra preocupación por este tema procedía de la gran heterogeneidad de la respuesta terapéutica que estos pacientes reciben en las diferentes comunidades autónomas. Podemos encontrarnos médicos/psiquiatras que se limitan a pautar aversivos y a recibir a los pacientes mensual o bimensualmente. Otros profesionales, invariablemente, derivan al paciente a grupos de autoayuda como única alternativa de tratamiento; y una minoría trabaja en equipos coordinados con otros dispositivos asistenciales donde se busca adecuar las estrategias de tratamiento a la demanda del paciente.
En Primaria, el paisaje no es muy distinto, existiendo médicos que apenas tienen tiempo para recoger en la historia clínica los datos básicos sobre consumo, hasta algunos, pocos privilegiados, que llevan a cabo intervenciones breves para disminuir el consumo de riesgo. En todos los casos, el pulso de la realidad de que nuestros compañeros nos hacían llegar era la falta de formación para adaptarse al reto que los pacientes planteaban en los diferentes ámbitos.
Con estos antecedentes, y con el apoyo firme del Plan Nacional sobre Drogas, hemos podido aunar una serie de ayudas para este proyecto, como el de la Fundación de Ayuda contra la Drogadicción, Dupont-Pharma y la colaboración de la Universidad Autónoma de Madrid. Junto a ellos han trabajado un selecto grupo de profesores, que han confeccionado, meticulosamente, unos textos específicos para esta finalidad.
Pretendemos que todos los médicos conozcan los avances en el terreno del alcoholismo, no sólo desde una perspectiva de los factores implicados en su patogenia, sino también en lo que respecta al conocimiento de qué tratamientos farmacológicos y psicológicos están plenamente consolidados y cómo pueden seleccionarse en función de las características de cada paciente.
Pero el curso va más allá todavía. Por primera vez se señalan los elementos básicos de un programa de alcohol, para Especializada y para Primaria, de manera que pueda llevarse a cabo la tarea de extender unos equipos de trabajo, adecuados a la realidad asistencial de cada lugar, pero partiendo de unos elementos comunes. Sin duda es un curso donde la filosofía de intervención rezuma sentido común, horas de práctica y hasta un optimismo propio de jóvenes, que desean marcar distancia con el nihilismo terapéutico vigente en algunos de los médicos de nuestro país.
Entendemos que la clase médica española debe incorporar los avances científicos producidos en los últimos años, en el terreno de la psicofarmacología y de la práctica asistencial. No podemos estar anclados en abordajes reduccionistas e inflexibles que únicamente tengan en cuenta la abstinencia. Debemos asumir criterios de evaluación y metas terapéuticas, más flexibles que generen menos desánimo en nuestros pacientes y entre los profesionales. No podemos permitir, por el beneficio de nuestros pacientes, continuar con dinámicas de tratamiento basadas en la confrontación, en la negación de las recaídas y en evaluar de forma dicotómica, del todo o nada, la evolución de los pacientes. La inclusión en el tratamiento de técnicas cognitivo-conductuales, basadas en el incremento de la motivación y en la mejora de estrategias de afrontamiento, la aparición de fármacos para disminuir el deseo y la asunción de conceptos como la reducción de daños pueden hacer que nuestra labor sea más eficaz.
Confiamos en haber acertado con este proyecto y en poder seguir apostando por la formación continuada, con ayudas de la misma calidad de las que hemos conseguido reunir para éste.