La adolescencia representa un período clave de transición que transcurre en su mayor parte durante la segunda década de la vida. En el proceso entre la dependencia del niño y la plena autonomía del adulto, el adolescente experimenta múltiples cambios en su crecimiento físico, su fisiología y sus destrezas cognitivas y emocionales. Estos cambios ocurren en un contexto social dominado por los iguales. El cerebro adolescente y su conducta es el producto de la interacción entre genes y experiencias que se expresan durante este período de desarrollo. La cuestión clave es: por qué los adolescentes se involucran en conductas problemáticas. Algunas teorías defienden que se debe a un predominio de los rasgos de búsqueda de sensaciones y riesgos que estarían incrustados en la arquitectura cerebral del adolecente. De manera alternativa a esta visión determinista, nuestra aproximación es que las conductas problemáticas pueden considerarse funcionales, propositivas e instrumentales para la consecución de las metas propias de este período. Específicamente, serían instrumentales al objeto de establecer una nueva jerarquía social donde los iguales del mismo sexo y del sexo opuesto ocupan un lugar prioritario. Por tanto, el grado en que los adolescentes experimenten con drogas dependerá, tanto del contexto social (la búsqueda de jerarquía), como de su resistencia a la influencia de los pares y otras influencias genéticas y biológicas (por ejemplo, el consumo de nicotina de la madre durante la gestación). Estos factores impactarían en la conducta de experimentación con drogas a través de múltiples vías biológicas y psicológicas.
Adolescence represents a major transition that takes place over most of the second decade of human life. In the shift from a caregiver-dependent child to a fully autonomous adult, the adolescent undergoes multiple changes in his/her physical growth, physiology, and cognitive and emotional skills. These changes are taking place in a social context dominated by peers. The adolescent brain (and behaviour) is the product of the interplay between genes and experiences taking place throughout development. The key question here is that of why: why do adolescents engage in “problem behavior”. Some argue that this is part-and-parcel of risk taking and sensation seeking, which are “hard wired” in the adolescent brain. Rather than taking this biologically deterministic view, we and others argue that, for adolescents, problem behaviors are considered instrumental towards the attainment of goals”. Specifi cally, in the case of adolescence, the main —adaptive and, hence, normative— goal in this context is that of establishing a new social hierarchy where same-sex and opposite-sex mates play a key role. Thus, the extent to which an adolescent experiments with drugs is likely to depend both on social context (“hierarchy” quest), his/her resistance to peer infl uences, his/her genes (e.g. nicotinic receptor) and other influences, such as prenatal exposure to maternal cigarette smoking. The latter factor is likely to influence substance-use behaviour through multiple (biological and psychosocial) pathways.