Tener que realizar un trabajo médico de calidad en un medio de recursos en algunos de los casos limitados, obliga a que florezca la creatividad. Y es de esta creatividad que nacen opciones para solucionar problemas que, al solucionarlos y ponerlos en un ámbito médico científico, bien merecen ser conocidos por la sociedad en general y en particular por la comunidad médica, a fin de que se apliquen al beneficio general de la salud. Todo esto es hacer ciencia, es decir, que todos estamos en la capacidad de ser y somos científicos, y el científico no solo tiene que hacer ciencia, sino que también debe escribirla. Lo importante es la reproducibilidad, y esto es lo que hace especial a la ciencia. Escribir un artículo no es más que escribir lo que se hizo, por qué se hizo, cómo se hizo y cómo se aprendió a hacerlo. La recompensa es generar comunicación científica y el reconocimiento por los pares y los diferentes lectores, asegurándose ser la referencia en un tema específico. La publicación hace que se contrasten estos aportes con el público lector experto y se someta a validación externa nuestro esfuerzo.
Someter nuestros trabajos a un proceso de publicación trae consigo el beneficio de conocer las opiniones de otras personas con experiencias científicas similares y quizá sugerencias acerca de mejores formas de mostrar nuestro trabajo. Esto hace que sea importante someter nuestros escritos a un proceso de revisión y de edición para publicar a fin de que se obtenga el nivel científico que amerita el esfuerzo de haberse sentado a escribir un artículo. Los procesos de revisión y edición aportan al autor la experiencia en la elaboración de manuscritos, que hace que mejore en estos procesos y avance en la calidad de las publicaciones, facilitando que sus trabajos vayan teniendo más aceptación y pueda aspirar paulatinamente a alcanzar revistas con niveles de indexación cada vez más altos. Proceso de aprendizaje que se hace necesario, ya que muchos de los artículos recibidos por las revistas científicas tienen excelentes aportes en el ámbito médico, pero se rechazan para publicación por no ser adecuada la presentación de sus resultados o la forma en que estos se interpretan y se organizan en el momento de plasmarlos en un escrito. A su vez, cuanto mayor sea el reconocimiento de una revista, mayor es el número de artículos aportados para escrutinio y mayores las posibilidades de que no se acepte, obstáculo que se vence solo con la calidad, la cual se adquiere con un proceso constante de escritura y de sometimiento a revisión a fin de ir mejorando cada vez más la forma de mostrar los resultados.
El que publica se obliga a ser proactivo, visualiza claramente objetivos a largo plazo que lo obligan a un mejor planeamiento de su tiempo y a estar en permanente interacción con sus pares a fin de que exista sinergia para el continuo mejoramiento de su nivel científico.
Por ahora los dejo con nuestra nueva edición, esperando que llenen sus expectativas científicas y luego de leerla nos hagan llegar los comentarios de tipo constructivo necesarios para mantener nuestra calidad en la publicación.