La microbiología es una ciencia interpretativa y, como tal, necesita interlocutores cualificados, y esta función es una de las principales actividades del microbiólogo. El presente artículo pretende analizar lo que significa ser microbiólogo a comienzos del siglo XXI, presentar nuestros objetivos y comentar las relaciones profesionales mantenidas con otras especialidades. Las nuevas tecnologías y la automatización han cambiado sustancialmente las características de los laboratorios de microbiología y han modificado la forma en la que el microbiólogo desarrolla su actividad profesional.
En la actualidad, la organización del laboratorio de microbiología clínica del futuro es objeto de controversia y la forma en que ésta se enfoque y desarrolle influirá, inevitablemente, en todos los especialistas que nos dedicamos al estudio de la infección. Los especialistas en microbiología deben realizar la función asistencial, docente e investigadora de forma coordinada con el resto de las especialidades implicadas en el diagnóstico, tratamiento, prevención y control de las infecciones. Para que la colaboración entre los profesionales de las distintas especialidades sea productiva y lo menos conflictiva posible, la relación se ha de basar en el respeto, complementariedad, cooperación y transparencia. Sólo así podremos conseguir que nuestro trabajo contribuya a proporcionar a los pacientes la mejor atención sanitaria posible y daremos contenido al futuro de nuestra especialidad.
Clinical microbiology is an interpretative science and, as such, requires qualified professionals, interpretation being one of the most important activities performed by microbiologists. This article aims to analyze what it means to be a clinical microbiologist at the beginning of the 21st century, to present our professional objectives, and to discuss the professional relationship between microbiology and other specialties. Technological improvements and automation have substantially changed the characteristics of modern microbiology laboratories and have modified microbiologists’ professional activity.
Currently, the organization of the clinical microbiology laboratory in the near future is controversial, and strategies and decisions that must be urgently adopted will inevitably influence not only microbiologists’ professional activity but also that of other specialists dealing with infectious diseases. Clinical microbiology specialists must develop the three classical professional functions: healthcare, teaching and research. These tasks should be carried out in a coordinated and cooperative fashion with other specialists interested in the diagnosis, treatment, prevention, and control of infectious diseases. To make this collaboration as productive and conflict-free as possible, the relationship must be based on complementarily, cooperation, and transparency. Only in this way will the work of microbiologists contribute to optimal patient care and provide a rationale for the future of our profession.