Recientemente, Laguna del Estal et al1 han publicado una serie de pacientes con meningitis bacteriana asociada a analgesia y anestesia epidural, y en la discusión señalan acertadamente que se debe realizar el diagnóstico diferencial con la meningitis química1. Es importante insistir en que la meningitis inducida por la administración local de anestésicos se debe sospechar siempre que los cultivos sean negativos. El cuadro clínico que produce es indistinguible del de meningitis bacteriana, pero lo que muchos clínicos desconocen es que el líquido cefalorraquídeo (LCR) también suele serlo, mostrando pleocitosis intensa y de predominio polimorfonuclear. Estos cuadros están bien documentados con, por ejemplo, bupivacaína, que puede provocar pleocitosis de varios miles de leucocitos con porcentaje de polimorfonucleares cercanos al 100%2–4. Hay algunos hechos importantes que pueden ayudar en la distinción entre meningitis bacteriana y aséptica. El primero, el tiempo de latencia entre la anestesia epidural y la aparición de los síntomas, ya que si es menor de 6h sugiere que se trata de meningitis química. El segundo, la presencia de eosinofilia en el LCR, que «nunca» se observa en la meningitis bacteriana y sí en la inducida por fármacos, o bien que el paciente presente atopia. El tercero, la presencia de hipoglucorraquia inferior a 30mg/dl, propia de las formas bacterianas (aunque también descrita en las asépticas). Y, por último, la elevación franca de reactantes de fase aguda, habitual sólo en las meningitis bacterianas.
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