En diciembre de 2019 aparece en la ciudad china de Wuhan un fenómeno que en pocas semanas se ha convertido en una pandemia mundial: la nueva enfermedad conocida como COVID-191.
Este hecho global ha impactado de tal manera en los sistemas sanitarios que, pese a una rápida respuesta, en determinados momentos y lugares se han visto colapsados generando una capacidad de reestructuración y adaptación no conocida, ya que no solo se han puesto al límite las capacidades reales del sistema, sino también las virtuales2. Cuando surge un elemento disonante en una sociedad, descubrir por qué y cómo es uno de los elementos centrales del papel de la investigación científica.
Desde la notificación del primer caso de COVID-19 se ha publicado una enorme cantidad de estudios que han intentado aclarar las principales incógnitas acerca de la sintomatología, pruebas de detección, medidas de prevención o tratamiento de esta nueva enfermedad. La rapidez de la transmisión del virus y la repercusión que este ha tenido en la sociedad hizo necesario tomar medidas inmediatas desde el punto de vista de salud pública a nivel mundial, en base al nivel de evidencia disponible en las distintas fases de la pandemia3. La pandemia por COVID-19 ha dado lugar a la mayor explosión de publicaciones científicas conocida, donde cada 15días se duplican las referencias, como sostiene Torres-Salinas4: «El primer problema inmediato al que ha debido enfrentarse el universo de la publicación es la avalancha de artículos y preprints y la necesitad que estos sean accesibles». Una de las respuestas colectivas por parte de las editoriales ha sido la creación de centros de recursos que unifican en una única web y en acceso abierto todo aquello que se va publicando sobre COVID-19.
Muchas de estas investigaciones han estado caracterizadas por la escasa validez externa y la falta de consistencia. La inmediatez por conocer los interrogantes del virus ha generado alguna retracción de artículos científicos, así como cambios diarios sobre la patogenia, la prevención y el tratamiento de la COVID-19. La pregunta que cabe hacerse ante tanta inmediatez es si es posible garantizar la calidad de las investigaciones publicadas. Dado que la duda existe, diversos grupos de científicos se han organizado para establecer periodos de revisión de los artículos evitando dilatar tiempos editoriales y dinamizando el proceso5.
Esta cantidad nueva de información científica supone en ocasiones que la calidad del resultado final se vea limitada, lo que no deja de ser perjudicial para la imagen que la ciencia ha de otorgar a la comunidad científica y a la sociedad a la que se debe5. Retractarse forma parte del sistema de publicación, pero que la calidad se vea comprometida rompe precisamente ese mismo sistema cuando la «carrera» por publicar es tan intensa. Ante esta pandemia que tantas situaciones novedosas y cambiantes ha traído, reforzar los comités editoriales de las revistas científicas con personas expertas en determinados temas, generar un pool de revisores ágiles y con experiencia y estimular a través de las sociedades científicas a generar ciencia no solo publicable, sino de calidad, pueden ser algunos de los puntos de mejora que eviten que la necesidad de conocimiento científico para un tema que tanta expectación ha creado no rompa o adultere la veracidad y la evidencia científica.
La atención primaria (AP) como puerta de entrada y base del sistema sanitario (especialmente en los sistemas sanitarios occidentales) no ha quedado indemne a este proceso. Los profesionales de AP han aportado todo el conocimiento transversal que otorga una especialidad como la Medicina de Familia, además de su salud por la falta inicial de equipos de protección individual. La AP se ha valido no solo de los medios tradicionales para el diagnóstico y el tratamiento, sino también de nuevas herramientas3, como la teleasistencia, que aunque estaban contempladas en las próximas décadas, la pandemia las ha generalizado2. La AP ha visto como el seguimiento de los pacientes se ha alterado radicalmente, la consulta telefónica ha sustituido en la mayoría de los casos a la presencial, generando problemas de salud posteriores, especialmente en aquellas zonas donde la población mayor y con bajo nivel formativo ha tenido que adaptarse a una adherencia de seguimiento y terapéutica que rompe el esquema de la entrevista clínica entre el profesional de AP y sus pacientes2,3. Todavía queda por identificar cuáles serán los resultados en salud de la teleasistencia en la población con enfermedades crónicas, donde su seguimiento se ha visto interrumpido y el papel conductor en el tratamiento del médico de familia se ha visto reducido a la interacción telefónica.
Medicina de Familia-SEMERGEN, como órgano científico y divulgativo de la Sociedad Española de Médicos de Atención Primaria (SEMERGEN)6, ha realizado un importante esfuerzo para adaptarse a la situación de pandemia generada por el virus, impulsando la formación de los sanitarios a través de actualizaciones y revisiones de expertos del ámbito de la Medicina de Familia y Salud Pública, y potenciando la realización de estudios clínico-epidemiológicos a través de los grupos de trabajo de SEMERGEN e investigadores de distintas áreas de ciencias de la salud. Fruto de ese esfuerzo, la revista MEDICINA DE FAMILIA-SEMERGEN ha publicado una edición especial sobre la pandemia por COVID-19 donde se han reducido los tiempos editoriales sin renunciar a la calidad científica. Dicha edición presenta las principales líneas de investigación sobre la prevención y tratamiento de la enfermedad por COVID-19, entre las que destacan el estudio de contactos en infectados por SARS-CoV-2, la estimación del número de casos de COVID-19 a tiempo real utilizando un formulario web a través de las redes sociales, la prevalencia de la infección por SARS-CoV-2 en médicos de familia y enfermeros de AP, los factores predictores de COVID-19 en pacientes con RT-qPCR negativa, las manifestaciones neurológicas, o la presencia de disnea o dolor torácico en pacientes con COVID-19 y el tratamiento farmacológico en tiempos de incertidumbre: uso de hidroxicloroquina/cloroquina en el tratamiento COVID-19.
Es evidente que aún quedan preguntas y dudas médicas por discutir y aclarar, especialmente cuando haya pasado un tiempo prudencial que permita obtener resultados de estudios longitudinales, o ensayos clínicos controlados para una posible vacuna o tratamiento7,8. Paralelamente, la AP trabajará de forma coordinada con Medicina Preventiva y Salud Pública para hacer llegar mensajes claros, precisos y consistentes sobre la prevención y el control de la pandemia en la comunidad9. La pandemia ha de suponer también un acicate más para la AP, no una oportunidad perdida en asistencia sanitaria, investigación y divulgación. Desde Medicina de Familia-SEMERGEN no tenemos otro empeño para con nuestros compañeros y pacientes.
FinanciaciónEl presente artículo no ha recibido ningún tipo de financiación.
Conflicto de interesesLos autores declaran no tener ningún conflicto de intereses en el presente artículo.