En el mes de mayo se publicó en The Lancet un análisis que clasificaba a 195 países según un índice de calidad de acceso a los servicios sanitarios (HAQ, por sus siglas en inglés, Healthcare Access and Quality Index), y que colocaba a España en el 8.° puesto1. Esta buena noticia era si cabe mejor porque su puntuación (90 sobre 100) era la misma que la de los otros 4 países situados por delante (Suecia, Noruega, Australia y Finlandia) y porque el primer país clasificado era Andorra (95 puntos), cuyo tamaño y escasa población (menos de 100.000 habitantes) lo hacen poco comparable con el resto.
En el artículo se recogía la evolución desde 1990 hasta 2015 de una gran variedad de indicadores que incluían el gasto sanitario per cápita, la densidad de profesionales, enfermedades y mortalidad evitables, cobertura poblacional, y otros indicadores de carga global de enfermedad y factores de riesgo que configuran una escala del HAQ de 0 a 100, y cuyos resultados oscilaban desde 96 (Andorra) a 29 (República Centroafricana).
Es lo que ocurre cuando se comparan países de todo el mundo, con situaciones sociales, políticas y sanitarias muy diferentes, por lo que las conclusiones son aventuradas. Por eso hemos realizado un análisis de los valores HAQ de los 35 países de la OCDE2, a priori más homogéneos entre sí, comparándolos con el gasto sanitario total, el gasto sanitario público, el gasto de bolsillo (lo que pagan los ciudadanos directamente para acceder a los servicios sanitarios públicos o privados) y con el modelo sanitario de los países (servicios nacionales de salud vs. modelos de seguros o privados).
En la tabla 1 se reflejan los valores promedio de los países de la OCDE. Los países con modelos de servicios nacionales de salud (16 en total) presentan un índice HAQ promedio más elevado respecto a los otros 19 (88,68 frente a 82,38) y un mayor gasto sanitario público (7,47% por 5,92%, en porcentaje del PIB) y un menor porcentaje de gasto de bolsillo (18% por 21,3%, en porcentaje sobre el gasto sanitario total).
Valores del índice HAQ y del gasto sanitario de los países de la OCDE
Promedio (DE) | Máximo | Mínimo | |
---|---|---|---|
GST (% PIB) | 9 (2,25) | 16,9 (EE. UU.) | 5,2 (Turquía) |
Gasto sanitario público (% PIB) | 6,63 (1,86) | 9,5 (Japón) | 3 (México) |
Gasto sanitario público per cápita ($ ppp) | 2.759 (1.362) | 5.598 (Noruega) | 559 (México) |
Gasto sanitario de bolsillo (% sobre GST) | 19,8 (9,09) | 44 (México) | 5,3 (Holanda) |
Índice HAQ | 85,24 (6,09) | 94 (Islandia) | 63 (México) |
DE: desviación estándar; GST: gasto sanitario total; HAQ: Healthcare Access and Quality; OCDE: Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos; PIB: Producto Interior Bruto; $ ppp: dólares en poder paritario de compra.
Si se analiza la relación del índice HAQ con las otras variables mediante análisis multivariante, se comprueba que existe una relación lineal significativa con el modelo sanitario (4,32 puntos más en el índice HAQ en los países con modelos de servicios nacionales de salud) y con el gasto sanitario público per cápita medido en dólares en poder paritario de compra ($ ppp) (0,2 puntos más por cada aumento de 100 $ ppp).
Queda así claramente establecida la relación entre gasto sanitario público y modelo de servicios sanitarios públicos con la calidad de la atención sanitaria, poniéndose en duda los planteamientos neoliberales basados en la supuesta mayor eficiencia de los modelos privatizados sobre los sistemas sanitarios públicos. De hecho, en 2016 se publicó el Bloomberg Health Care Efficiency Index, que mide la eficiencia de los sistemas sanitarios bajo 3parámetros: esperanza de vida, gasto en salud per cápita y peso relativo del gasto sanitario sobre el PIB y, de los 55 países que aparecen en el ranking, España figuraba en el tercer lugar3.
En cuanto a la posición de España en el estudio de The Lancet1, habría que hacer 2consideraciones. La primera es que los datos más recientes utilizados son del año 2014, por lo que los recortes han tenido poca influencia sobre ellos. La mortalidad evitable o las enfermedades prevenibles por vacunación, etc., tardan bastante tiempo en modificarse, salvo situaciones catastróficas. La segunda es que aunque en nuestro país tenemos una actitud bastante crítica con la política sanitaria, que es muy encomiable porque el objetivo debe ser siempre conseguir mejoras continuas, hay que ser conscientes de que tenemos una buena situación sanitaria, como se comprueba en los informes y estudios internacionales que evalúan los sistemas sanitarios, lo que indica que no están justificadas las excusas con que se intenta desprestigiar y desmantelar el sistema sanitario público, porque nuestro sistema sanitario es eficiente, es sostenible y además tiene una calidad contrastada.