El Ministerio de Sanidad, a través de la Comisión de Salud Pública, ha publicado las recomendaciones para la vacunación conjunta de la gripe y el SARS-CoV-2 para la temporada 2024-2025 que se iniciará en otoño (septiembre-octubre). Se especifican los grupos diana a vacunar y las vacunas que deben utilizarse. Desde la temporada 2021-2022 la vacunación de ambas infecciones es coincidente, aunque las indicaciones de ambas vacunas son similares en algunas personas o grupos y difieren en otros1.
La gripe es una infección predominantemente estacional, cuya mayor incidencia se da en invierno; la vacuna que debe utilizarse cada temporada está en función de la variabilidad de los virus, y ha de ser diseñada cada año para que contenga los virus circulantes (virusA yB). El resto del año, en nuestro medio, la circulación de los mismos es testimonial.
Las vacunas antigripales recomendadas para la temporada 2024-2025 en España serán las atenuadas trivalentes, y las demás serán tetravalentes. Se prevé que en próximos años todas sean trivalentes, retirando el componente B/Yamagata por su escasa circulación1.
El objetivo de la vacunación antigripal es disminuir la morbimortalidad por complicaciones de la gripe en personas vulnerables y/o condiciones de riesgo tanto médicas como sociales2. En la población infantil la vacunación sistemática se justifica por la alta incidencia de gripe, especialmente en menores de 5años y por el importante papel transmisor que ejercen los niños hacia la población adulta3. La vacunación no genera inmunidad de grupo, solo disminuye el riesgo de complicaciones.
Respecto a las coberturas de la vacunación antigripal, los objetivos marcados por las autoridades internaciones (OMS) y nacionales españolas son alcanzar el 75% de personas vacunadas en mayores de 65años y en el personal sociosanitario, el 60% en gestantes, y para la población de 6-59 meses de momento no se ha establecido. Las coberturas vacunales de la temporada 2023-2024 fueron, respectivamente, del 66% en mayores de 64años, del 58% en gestantes, del 43% en sociosanitarios y del 36% en niños de 1-5años, con gran variabilidad entre las comunidades autónomas4. Se han de diferenciar los conceptos de cobertura (porcentaje de personas vacunadas) y de protección (efectividad vacunal). Los datos de efectividad vacunal (EV) global en la temporada 2022-2023 fueron del 33% para evitar la infección y del 21% para evitar la hospitalización, la mayoría en mayores de 65años y con patologías crónicas, presentando una letalidad del 3,6%5.
Respecto a la evolución de la infección por el virus SARS-CoV-2, tanto desde la pandemia como tras el fin de esta (junio del 2023), nos muestra que no es un virus estacional (fig. 1). En la temporada 2022-20235 se produjeron tres ondas epidémicas. La mayor tasa de hospitalización fue en mayores de 75años y la letalidad fue del 8,8%. La incidencia se relaciona con las variantes antigénicas y con los comportamientos sociales. Además, muy probablemente la incidencia esté minusvalorada por la priorización de realizar test diagnósticos solo en personas mayores de 60años y personas con patologías de riesgo. Las nuevas variantes reinfectan tanto a las personas previamente vacunadas como a las que hayan padecido la infección. La inmunidad es de corta duración (3-6meses). Las vacunas contra la COVID-19 fueron muy eficaces durante la pandemia (en una población no expuesta previamente)6-8, pero no lo son tanto en el periodo pospandémico: las reinfecciones con las sucesivas variantes y la vacunación masiva diseñan un panorama inmunológico diferente tanto a nivel individual como general, razón por la que no se recomienda la vacunación contra la COVID-19 en población sana menor de 60años9.
La eficacia vacunal frente al SARS-CoV-2 en la temporada 2022-2023 con la dosis de recuerdo de otoño previno la hospitalización por COVID-19 en el 41 al 48% de los pacientes mayores de 60años y en el 44 al 53% en los pacientes mayores de 80años. En otro estudio se estimó el beneficio adicional de la dosis de recuerdo del otoño de 2022 con un enfoque estacional, utilizando como grupo no expuesto los no vacunados en los últimos seis meses. La EV relativa en pacientes de 60 o más años fue del 67% y del 24% después de 2 y 4meses desde la vacunación. Las estimaciones fueron similares en el grupo de 80 o más años, manteniéndose un 37% de protección adicional después de 4meses de la vacunación5.
La vacuna frente al SARS-CoV-2 recomendada para la temporada 2024-2025 tanto por la OMS como por la Agencia Europea del Medicamento (EMA) debe ser monovalente frente a la subvariante JN.1 de la cepa ómicron o cualquiera de sus subvariantes, como KP.2, por ser la variante predominante en la actualidad1,10-12. Una dosis a las personas de alto riesgo puesta en otoño no garantiza la protección más allá de 3-6meses. Es el virus con sus variantes quien nos marcará el camino, así como la necesidad de revacunaciones o refuerzos, estrategia no exenta de incertidumbres: desde la aparición de fenómenos inmunes no deseados por las revacunaciones9 hasta el cansancio poblacional. Además, si la disponibilidad de la nueva vacuna fuese limitada, debería priorizarse su administración en personas de mayor riesgo de complicaciones, como a mayores de 75años. Respecto a la seguridad vacunal7,11, los efectos secundarios esperables de la co-administración no deberían diferir de lo conocido con las vacunas previas (la mayoría son locales y sistémicos leves y autolimitados), pero si apareciese algún efecto sistémico grave no podríamos discernir entre ambas vacunas. Dado que las vacunas para el SARS-CoV-2 son de uso reciente y cambiantes (variantes nuevas), probablemente deberían monitorizarse de forma individual en aras de una mayor seguridad.
En un escenario tan cambiante, el virus SARS-CoV-2 sigue circulando y provocando varias ondas epidémicas de diferente intensidad y duración. La aparición de nuevas variantes y la competencia con otros virus por el nicho ecológico marcará la evolución epidemiológica, por lo que se hace necesaria la vigilancia epidemiológica, así como la monitorización de la efectividad vacunal en los diferentes grupos para decidir con el devenir de los acontecimientos cuál es la estrategia vacunal más eficiente en tiempo y en la población que se deba implementar.
Hacer tabla rasa de las dos infecciones no parece ser el camino más ortodoxo.