Hoy día la enfermedad cardiovascular constituye el mayor problema de salud en cifras absolutas de morbilidad y mortalidad en los países occidentales. La hipertensión arterial y la dislipidemia son probablemente los dos factores de riesgo con más peso en el desarrollo de la misma Sus nexos de unión no están completamente aclarados Sin embargo, se sabe que en su etiología coinciden numerosas alteraciones bioquímicas asociadas en muchos casos al síndrome plurimetabólico La importancia de la genética y el ambiente en su aparición tampoco están claramente cuantificados. No obstante, el creciente incremento del sedentarismo y la obesidad parecen estar íntimamente relacionados con el aumento en su prevalencia. El manejo adecuado del enfermo cardiovascular exige al médico una especial visión de conjunto. La precisa ponderación de los distintos factores de riesgo en el paciente individual sigue siendo un reto. En el proceso de decisión se dispone de distintas ayudas que se concretan en: consensos, recomendaciones de expertos, guías y soportes informáticos de cuantificación del riesgo cardiovascular. No se debe olvidar que, a pesar de todo, es el correcto juicio del clínico el que tendrá en cuenta todos los parámetros posibles para una correcta orientación diagnóstica.
La asociación de hipertensión y dislipidemia tiene también implicaciones terapéuticas. EI tratamiento antihipertensivo tiene influencia sobre el perfil lipídico. Así, los alfabloqueantes, inhibidores de la enzima de conversión de la angiotensina (IECA), ARAII y calcioantagonistas parecen tener un efecto beneficioso o neutro sobre el mismo, mientras que betabloqueantes (especialmente no cardioselectivos y sin actividad simpaticomimética intrínseca) y diuréticos (especialmente en dosis altas) tienen características poco favorables para los niveles de colesterol y triglicéridos. De forma inversa, la medicación hipolipidemiante muestra efectos sobre la presión arterial y la enfermedad cardiovascular no relacionados directamente con la modificación del perfil lipídico. Por ello es necesaria una adecuada selección de fármacos en el hipertensodislipidémico, sin olvidar por ello la trascendental importancia de la terapia no farmacológica concretada en la modificación de los estilos de vida.
Nowadays, cardiovascular disease represents the biggest health concern considering absolute figures of morbility and mortality in occidental countries. Probably, both hypertension and dyslipidemia are the most powerful risk factors in the development of it. The features of their union are not completely clear. Nevertheless, it is known that a lot of biochemical defects have a common etiology and in several times associated to the plurimetabolic syndrome. Significance of genetic and environment in its presentation are not easily quantify either. However, the growing increase of sedentary way of live and obesity seem to be closely related with the rise of its prevalence.
The proper management of cardiovascular patient requires from the clinician a particular global view. The precise consideration of the risk factors in the individual people remains a challenge. Various help are available in the decision process: consensus, expert recommendations, guidelines and computer based clinical decision support for estimating cardiovascular risk. Nonetheless, should not be forgotten that the right clinical judgement will have to get all the feasible parameters for an accurate diagnosis.
In addition, the association of hypertension and dyslipidemia has therapeutics implications. Antihypertensive treatment rebound on the lipid levels. So, alpha blockers, ACE inhibitors, angiotensina II receptor antagonists and calcium channel blockers seem have a beneficial or neuter effect on it, while beta blockers (mainly nonselective and without intrinsic sympathomimetic activity) and diuretics (mainly high doses) present very unfavourable action on cholesterol and triglycerides. On the other hand, the lipid altering agents show influence over blood pressure and cardiovascular disease nondependent of their hypolipemic effects. For these reasons is necessary an exact choice in the treatment of the patient suffering hypertension and dyslipidemia, and neither must be overlook the great importance of the nonpharmacologic therapy.