Exponemos dos casos de pacientes jóvenes de sexo masculino que tras sufrir un accidente de tráfico ingresaron politraumatizados en nuestro hospital presentando un traumatismo craneoencefálico grave, diagnosticándose posteriormente en ambos casos una trombosis carotídea postraumática (TCP). En el primer caso se observó una imagen compatible con un ictus extenso al realizarse un escáner craneal de control, confirmándose a continuación la TCP en una angiografía. La evolución después de varios meses ingresado ha sido muy pobre, presentando mutismo, grave afectación motora de miembros derechos y una dependencia total valorada por la medida de la independencia funcional. En el segundo caso se comprobó una hemiparesia derecha franca y una tumefacción en cara lateral del cuello tras revaloración inicial, realizándose una eco-doppler y consecutivamente una angiografía que confirmó la existencia de TCP. Mediante implantación quirúrgica de un stent a nivel de la lesión se consiguió buena revascularización, evolucionando favorablemente en pocas semanas con mínimas secuelas cognitivas y motoras.
Los traumatismos craneofaciales graves se asocian con una frecuencia significativa a lesiones carotídeas postraumáticas. Dada la alta mortalidad y el alto índice de secuelas neurológicas que conllevan estas lesiones cuando se complican, es muy importante la revaloración neurológica del paciente, así como la realización de una eco-doppler ante la mínima sospecha, que se complementará con una angiografía o angio-resonancia magnética, si fuera necesario, para confirmar el diagnóstico.
We report two cases of young male patients who presented at our hospital with multiple injuries following an automobile accident, with one case of severe craniocerebral trauma. Both cases were later diagnosed with post-traumatic carotid artery thrombosis (PCT). In the first case, a cranial CT scan revealed findings compatible with an extensive stroke, and the PCT was then confirmed by angiography. The patient’s progress after several months of hospitalisation has been very poor, with a presentation of muteness, severe impairment of motor function of the right limbs, and total dependency as measured by the Functional Independence Measure. In the second case, marked right-sided hemiparesis and swelling of the lateral aspect of the neck were confirmed after an initial re-examination. Doppler ultrasound followed by angiography confirmed the presence of PCT. Surgical implantation of a stent at the level of the lesion resulted in good revascularisation, and the patient progressed favourably in a few weeks with minimal cognitive or motor sequelae.
Severe craniofacial trauma is associated with a significant occurrence of post-traumatic carotid artery lesions. In view of the high mortality and the high rate of neurologic sequelae resulting from such lesions, when there are complications, it is very important to carry out a neurologic re-examination of the patient and to use doppler ultrasound when there is the least suspicion of such a lesion. This should be accompanied by angiography or MRI angiography, if necessary, to confirm the diagnosis.