Las infecciones por ADV ocurren primariamente en niños menores de cinco años y dan cuenta del 2 a 5% de las infecciones respiratorias pediátricas y 4 a 10% de las neumonías. La severidad de las infecciones respiratorias bajas por ADV varía de acuerdo al serotipo involucrado y a factores del huésped como edad, respuesta inmune, factores socioeconómicos y ambientales. La fase aguda de la neumonía por ADV es con condensaciones pulmonares extensas, semejante a una neumonía bacteriana, acompañada de compromiso sistémico y de múltiples órganos muy severa, asociándose a morbilidad y mortalidad importantes.
La fase crónica se caracteriza por sibilancias, crepitaciones y dificultad respiratoria, y a veces con dependencia de ventilación mecánica o de oxigeno de curso prolongado. Histológicamente esto corresponde a una Bronquiolitis Obliterante. Entre el 14 y el 50% de los pacientes pueden desarrollarla. Radiológicamente hay hiperinsuflación, hernias mediastínicas, atelectasias cambiantes y en TC mosaico y bronquiectasias. La evolución de los primeros años es tormentosa. Hacia la edad escolar se estabilizan con compromisos variables de la función pulmonar y persistencia del compromiso obstructivo hasta la adolescencia, edad en la que pueden aparecer nuevas complicaciones y evolucionan como las EPOC de los adultos. Otro grupo de pacientes desarrolla síntomas de asma. Los ADV gatillan crisis de asma y su ADN se ha encontrado en lavados broncoalveolares de asma persistente, todo lo cual lo ubica como un patógeno relevante.