La diabetes tipo 2 asociada a obesidad en un 80% es actualmente la enfermedad metabólica de mayor prevalencia y de mayor morbimortalidad causada en un 60% por enfermedad cardiovascular. La podemos controlar en parte, pero no curar. El mayor problema patológico social y económico lo constituyen las complicaciones, si bien las microvasculares responden en parte al control de la glicemia, no lo hacen del mismo modo las cardiovasculares.
El tratamiento no está exento de riesgo, la hipoglicemia y el aumento de peso cuando se trata de cumplir metas exigentes, con algunos fármacos disponibles, son los efectos adversos que se observan con mayor frecuencia. Ambos limitan las metas del tratamiento, atemorizando al paciente y provocando inercia médica.
Por 50 años los fármacos experimentaron pocas modificaciones, insulina, sulfonilureas y biguanidas estuvieron orientados a bajar la glicemia, sin embargo hoy hemos aprendido que la hiperglicemia es la consecuencia de un islote pancreático enfermo y que los fármacos deben apuntar en sentido más amplio, preservado células beta y la función corrigiendo además el problema periférico que constituye la insulinorresistencia, sin aumentar el daño vascular de la diabetes. La visión más amplia ha cambiado el paradigma patogénico y terapéutico, motivando la búsqueda de nuevos fármacos que han motivado esta revisión.