El reflujo vésico-ureteral (RVU), condición frecuente en la edad pediátrica (1-2%), se asocia a infección urinaria y daño renal. Cerca del 20% de los niños que llegan a transplante renal tienen relación con esta patología.
Existen dos tipos de RVU, el primario o congénito, que se asocia a displasia renal, y el secundario o adquirido que tiene relación con el malfuncionamiento vesical a altas presiones.
El diagnóstico se realiza mediante estudios de imágenes. La uretrocistografía miccional sigue siendo el gold standard ya que permite visualizar la anatomía y establecer grados de severidad.
El tratamiento puede ser médico o quirúrgico, y depende de la edad y el grado de severidad. Sin embargo, el endoscópico, por su mínima invasión, facilidad de uso y buenos resultados ha sido aceptado en la actualidad. Este tratamiento, consiste en la inyección de una sustancia con características especiales las cuales son, que perdure en el tiempo, que no sea antigénica, que no migre y que sea de fácil inyección. Esta última debe ser submucosa en el piso del uréter intramural y en la entrada del meato. El éxito de éste procedimiento ha sido creciente y en la actualidad es superior al 90% en casos seleccionados