La popularidad que ha ganado la ventilación mecánica no invasiva (VMNI) en las últimas décadas se basa fundamentalmente en su éxito demostrado en la insuficiencia respiratoria aguda secundaria a patologías como la exacerbación de enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC) (1) y el edema pulmonar agudo (EPA) cardiogénico (2).
En la insuficiencia respiratoria aguda (IRA) hipoxémica por otras causas, como neumonía o distrés respiratorio agudo, el rol de la VMNI es más difícil de definir. La diferencia fundamental es que este grupo reúne etiologías de naturaleza heterogénea, de más lenta recuperación y mayor riesgo de fracaso del soporte no invasivo (3). Sin embargo, en pacientes seleccionados con IRA hipoxémica, la institución precoz de VMNI puede revertir el episodio agudo, obviando la necesidad de intubación endotraqueal (4) y la consecuente reducción en tasas de neumonía nosocomial, lesiones de vía aérea y necesidad de sedación (5).