En México el consumo de alcohol se ha incrementado principalmente en los adolescentes. Aunque se ha demostrado que la habilidad de resistencia a la presión de pares es un factor que protege al joven del consumo de alcohol, tabaco y drogas, aún no se cuenta con un instrumento que evalúe dicha habilidad específicamente para el consumo de alcohol. El objetivo de este trabajo fue diseñar y validar una escala que evalúa la resistencia a la presión de pares, específicamente para el consumo de alcohol en estudiantes de nivel medio y medio superior de la ciudad de México; además se evaluó si existen diferencias estadísticamente significativas en el nivel de resistencia por sexo y por nivel de consumo de alcohol. La muestra fue no probabilística y estuvo conformada por 900 estudiantes de nivel medio (38.6%) y medio superior (61.4%) de la Ciudad de México (42.9% hombres y 57.1% mujeres) con una media de edad de 15.6 años (de=2.5). Mediante un análisis factorial exploratorio se obtuvo un solo factor de seis reactivos con buen nivel de confiabilidad, posteriormente se realizó un análisis factorial confirmatorio el cual tuvo buenos índices de ajuste y mantuvo los seis reactivos. Las mujeres mostraron mayor resistencia a la presión de pares que los hombres y se encontró que los jóvenes que tienen un déficit en la habilidad de resistir a la presión de pares presentan mayores niveles de consumo de alcohol, por lo que es importante el fortalecimiento de dicha habilidad en programas de prevención.
In Mexico alcohol consumption has increased mainly in adolescents. It has been identified that the ability to resist peer pressure can be a factor that protects the young from alcohol, tobacco and drugs, although this does not have an instrument to assess the skill specifically for alcohol. The aim of this work was to design and validate a scale that assesses the ability to resist peer pressure specifically for alcohol in public high schools and college students from Mexico City, and assessed whether there were significant differences in the resistance level by gender and level of alcohol consumption. The sample was not random and consisted of 900 public high schools (38.6%) and college (61.4%) students of Mexico City (42.9% men and 57.1% women) with a average age was 15.6 years (sd = 2.5). Exploratory factor analysis yielded a single factor of six items with good level of reliability, afterwards was a confirmatory factor analysis in which the fit indices performed well and kept the six items. Women showed greater resistance to peer pressure than men and it was found that young people who have a deficit in the ability to resist peer pressure have higher levels of alcohol consumption so it is important to strengthen that skill in prevention programs.
En México el consumo de alcohol en los últimos años es un tema importante en materia de salud pública. Se ha identificado un incremento en el consumo principalmente en los adolescentes, en la Encuesta Nacional de Adicciones se informó que la prevalencia de consumo alguna vez en la vida pasó de 35.6% en 2002 a 42.9% en 2011 (Instituto Nacional de Psiquiatría Ramón de la Fuente Muñiz; Instituto Nacional de Salud Pública; Secretaría de Salud, 2011). En estudiantes de nivel medio y medio superior de la Ciudad de México, el panorama es similar, el consumo se ha incrementado, por ejemplo el porcentaje de estudiantes que había consumido una copa completa de alcohol alguna vez en la vida en el año 2000 fue el 61.4% (Villatoro et al., 2002), en el 2003 fue de 65.8% (Villatoro et al., 2005), para el 2006 se reportó un 68.8% (Villatoro et al., 2007) y en el 2009 el porcentaje aumentó a 71.4% (Villatoro et al., 2011). Otro aspecto importante, es que las diferencias entre hombres y mujeres han disminuido considerablemente, en 2000 el consumo de alcohol alguna vez en la vida en hombres fue del 62.6% y para las mujeres el 60.2%, en 2003 los hombres reportaron el 65.6% y las mujeres el 66.1%, para el 2006 fue el 68.2% en los hombres y el 69.4% en las mujeres, por último, en 2009 el porcentaje fue el mismo tanto para hombres como para mujeres (71.4%) (Villatoro et al., 2011).
El consumo excesivo de alcohol tiene consecuencias negativas en la salud y en el entorno social del consumidor (Rehm & Monteiro, 2005), pero además su consumo se relaciona con conductas que ponen en riesgo la vida tanto del consumidor como la de los demás; por ejemplo, manejar en estado de ebriedad (Heng, Hargarten, Layde, Craven & Zhu, 2006); la violencia, delincuencia y homicidios (D’Amicoa, Orlando, Miles & Morral, 2008; Thompson, Sims, Kingree & Windle, 2008); intentos suicidas (Swahn & Bossarte, 2007) y conducta sexual de riesgo (Kiene, Barta, Tennen & Armeli, 2009); de ahí la importancia de realizar estudios que permitan conocer los factores asociados a esta problemática para incidir en la prevención. Evitar o retrasar el inicio del consumo de alcohol en la adolescencia es importante ya que en esta edad se presentan más conductas de riesgo y es durante esta etapa cuando se comienza a experimentar principalmente con alcohol y tabaco, además de que si se evita el uso de estas sustancias se puede reducir o prevenir el uso drogas ilegales (Botvin & Griffin, 2005; Saddichha, Prasad & Khess, 2007).
En la etapa de la adolescencia el grupo de amigos se convierte en una de las áreas más importantes del joven y el pertenecer a un grupo y ser aceptado en éste, se convierte en una prioridad, lo cual favorece la socialización e independencia, pero también puede ser fuente de riesgo si el grupo presiona para que se realicen conductas que ponen en riesgo la salud del adolescente (Martínez, 2000).
Diversas investigaciones reportan que los amigos son un factor asociado al consumo de alcohol del adolescente, por ejemplo, los adolescentes que presentan mayores niveles de consumo de alcohol son los que tienen amigos consumidores (da Silva & Leite, 2010; Gervilla, Cajal, Jiménez & Palmer, 2010; Henry, Slater & Oetting, 2005; Mason & Windle, 2001; Sánchez & Andrade, 2010; Trujillo, Pérez & Scopetta, 2011); su mejor amigo es consumidor (Ali & Dwyer, 2010; Mulassi et al., 2010; Salamó, Gras & Font-Mayolas, 2010), tienen amigos que consumen drogas (Alcalá, Azañas, Moreno & Gálvez, 2002; Sieving, Perry & Williams, 2000), tienen amigos que presentan conductas de riesgo (Andrade & Betancourt, 2008; Fergusson, Swain-Campbell & Horwood, 2002; Kuntsche & Delgrande, 2006; Prinstein, Boergers & Spirito, 2001) y los que perciben aceptación de su grupo de pares acerca del consumo (Sher & Rutledge, 2007). Algunos estudios indican que el nivel de consumo de alcohol de los pares tiene mayor poder predictivo para el consumo de alcohol, tabaco y drogas que el consumo de padres y hermanos (Bahr, Hoffmann & Yang, 2005; Espada, Pereira & García-Fernández, 2008; Latimer et al., 2004).
Aunque la mayoría de los estudios señalan que los amigos son un factor que se asocia al consumo de alcohol en adolescentes, algunos autores reportan que la influencia de los amigos no es tan importante, por ejemplo, Jaccard, Blanton y Dodge (2005) indican que la influencia de los pares se ha sobreestimado, los autores reportan una relación aunque significativa débil entre la influencia de los amigos y el consumo de alcohol. Por otro lado, otros autores mencionan que la influencia de los amigos no solo es para conductas problema, por ejemplo, Maxwell (2002) enfatiza que la influencia de los amigos puede ser un factor de protección ya que los amigos se asocian tanto para el inicio como para la detención del consumo de alcohol.
Un aspecto que es necesario aclarar con respecto a la influencia de los amigos es la presión que éstos ejercen para que otros consuman alcohol, de hecho los programas de prevención dirigidos a adolescentes escolarizados que demuestran mayor eficacia son los que enfatizan el fortalecimiento de habilidades de resistencia a la presión de pares que sirven como protectores del consumo de alcohol (Tobler & Stratton, 1997; Cuijpers, 2000). Cuando existe presión por parte de los amigos para el consumo, es importante analizar si los jóvenes tienen habilidades para resistir a dicha presión, Donalson, Graham, Piccinin y Hansen (1995) definen la resistencia a la presión de pares como la resistencia del joven ante la expresión abierta de conductas que incitan al consumo, como burlas, peticiones o acciones manifiestas realizadas por los pares. En esta investigación la resistencia a la presión de pares se define como la capacidad del adolescente para rechazar el consumo de alcohol cuando no quiere hacerlo aunque los amigos lo presionen para que lo haga.
Algunos estudios reportan que un déficit en la habilidad de resistencia a la presión de pares está asociado a: el consumo de alcohol riesgoso (Londoño, 2010; Londoño & Valencia, 2008), consumo de alcohol y tabaco (Andrade, Pérez, Alfaro, Sánchez & Montes, 2009) y consumo de alcohol, tabaco, mariguana e inhalables (Pérez, 2012). En consecuencia, Epstein, Zhou, Bang y Botvin (2007) reportaron que la habilidad de resistencia a la presión es un factor que protege a los adolescentes del consumo de alcohol. Los autores encontraron que a mayores puntajes en resistencia, las probabilidades de consumir alcohol tanto en el presente como en el futuro disminuyen significativamente, mientras que los participantes que percibían beneficios sociales cuando consumían y usaban pocas técnicas de resistencia, tenían mayores probabilidades de consumir alcohol.
Cabe mencionar que durante la adolescencia se empieza a incrementar esta habilidad, presentando las mujeres un mayor desarrollo de ésta que los hombres (Ngee & Feen, 2003; Steinberg & Monahan, 2007; Sumter, Bokhorst, Steinberg & Westenberg, 2009).
Existen pocas escalas que evalúan la resistencia a la presión, Steinberg y Monahan (2007) en Estados Unidos evaluaron las diferencias en la susceptibilidad a la influencia de los amigos entre preadolescentes (10 a 14 años), adolescentes (14 a 18 años) y adultos jóvenes (18 a 30 años), elaboraron 10 pares de situaciones neutrales en donde se debe elegir cuál es la que mejor los describe, las autoras argumentan que al ser una situación neutral se evita la deseabilidad social y así es más fácil que los participantes reconozcan que se dejan influenciar por otros. Los resultados fueron que la resistencia a la presión se incrementa de forma lineal entre los adolescentes, mientras que en los preadolescentes y los adultos jóvenes no encontraron este crecimiento. Esta escala mide susceptibilidad a la influencia de los amigos de manera general y no enfatiza la presión que se percibe de los amigos para realizar conductas de riesgo como el consumo de alcohol.
Epstein et al. (2007) evaluaron con cinco reactivos la habilidad de rechazo al consumo, los reactivos se refieren a la probabilidad de utilizar técnicas para rechazar el consumo como cambiar el tema o decir que no lo quieren hacer en situaciones donde alguien les pide que consuman alcohol, aunque la escala obtuvo un índice de confiabilidad aceptable no queda claro si existe una situación clara de presión por parte de los amigos para consumir.
Sieving, Perry y Williams (2000) miden con 11 reactivos el consumo de alcohol, tabaco y mariguana tanto del grupo de amigos como del mejor amigo además evalúan el ofrecimiento por parte de los amigos a consumir, sin embargo los reactivos no reflejan una presión real para el consumo.
Londoño, Valencia, Sánchez y León (2007) en una muestra de universitarios colombianos diseñaron un instrumento para evaluar la resistencia a la presión de pares exclusivamente para consumir alcohol, sin embargo el cuestionario presenta algunas deficiencias, la primera es su amplitud (38 reactivos), la segunda es la falta de claridad conceptual para definir las dimensiones, pues aunque se definen tres factores: resistencia a la presión directa, resistencia a la presión indirecta y presión percibida, los reactivos no reflejan la habilidad de resistencia, ya que en el primer factor se agrupan básicamente reactivos que evalúan si la persona se siente obligada a beber porque otros lo hacen, más no plantea que hace el joven para rechazar alguna petición respecto al consumo. El segundo factor definido como resistencia a la presión indirecta más bien se refiere a las actitudes positivas hacia la persona que consume alcohol, así como a los sentimientos negativos de la propia persona al no aceptar beber, y por esa razón terminar bebiendo, lo cual tampoco refleja la habilidad de rechazo, pues aunque alguien se sienta incómodo o excluido por el grupo, puede hacer algo para no beber. El tercer factor que se refiere a la presión percibida solo incluye reactivos de que tan presionada se siente una persona para consumir alcohol en cinco situaciones diferentes, mas no se contempla el qué hace para resistir a la presión. Otra deficiencia del cuestionario es el reducido tamaño de la muestra (n=163) para aplicar un análisis factorial de 45 reactivos.
En México Andrade et al. (2009) diseñaron una escala de resistencia a la presión de pares que evalúa si el adolescente no consume alcohol, tabaco y drogas aunque los amigos o la pareja lo presionen para que lo haga. La escala evalúa tres dimensiones, la primera se refiere a la intención de ceder ante la presión de los amigos para consumir, la segunda se enfoca a la intención de ceder ante la presión de pareja y la tercera dimensión evalúa la resistencia a la presión de pares y de pareja. Sin embargo, la segunda y tercera dimensión no alcanzaron niveles óptimos de confiabilidad (3 reactivos, α=.54 y 4 reactivos, α=.57 respectivamente) por lo que las autoras sugieren que se podría aumentar el número de ítems para elevar las confiabilidades. Por otro lado, la escala no es específica para el consumo de alcohol, por lo que es necesario contar con un instrumento que evalúe la presión específica para el consumo de alcohol que sea válido y confiable para población adolescente escolarizada.
Como se puede observar, la forma en cómo se ha evaluado la presión de pares es diversa y en la mayoría de los casos no queda claro si en los reactivos se plantea una presión real para consumir o solo se hace una oferta, esto constituye una limitación en la evaluación, ya que pueden existir situaciones en las que los adolescentes quieran consumir y la simple oferta no refleja una presión para beber alcohol, de ahí que en este estudio se diseñó una escala que mide la habilidad que tiene el adolescente para rechazar el consumo de alcohol cuando no desea consumir pero se siente presionado por los amigos para hacerlo, además se evaluó si existen diferencias estadísticamente significativas en el nivel de resistencia por sexo y por nivel de consumo de alcohol.
MétodoParticipantesLa muestra fue no probabilística y estuvo conformada por 900 estudiantes de nivel medio (38.6%) y medio superior (61.4%) de la Ciudad de México (42.9% hombres y 57.1% mujeres) con una media de edad de 15.6 años (de=2.5), de los turnos matutino (59.7%) y vespertino (40.3%).
InstrumentoEl instrumento se elaboró con base en la revisión de la literatura especializada, un equipo de tres investigadores especializados en el área redactó 17 reactivos que miden la resistencia a la presión de pares con relación al consumo de alcohol, la cual es definida como el rechazo del adolescente a consumir alcohol cuando no lo desea. Los reactivos se refieren a situaciones en donde el adolescente no quiere consumir alcohol pero existe una presión implícita o explícita de parte del mejor amigo o del grupo de amigos. Es una escala Likert con cuatro opciones de respuesta (nunca, pocas veces, muchas veces, siempre). Se realizó un piloteo con 342 estudiantes de bachillerato para corregir el cuestionario, el resultado fue la eliminación de dos reactivos.
Para medir el consumo de alcohol se utilizaron cinco reactivos de la Encuesta Nacional de Adicciones, con base en los cuales se construyó el siguiente indicador:
1= No ha bebido alcohol. 2= Sí ha bebido pero no más de cinco copas en una sola ocasión en el último año. 3= Sí ha bebido más de cinco copas en una sola ocasión por lo menos una vez en el último año. 4= Sí ha bebido más de cinco copas en una sola ocasión una vez en el último mes. 5= Sí ha bebido más de cinco copas en una sola ocasión dos o más veces en el último mes.
ProcedimientoEl instrumento fue autoaplicable, anónimo y respondido de forma individual durante las actividades escolares. La participación fue voluntaria.
ResultadosCon la finalidad de realizar un análisis factorial exploratorio para conocer las dimensiones del instrumento se extrajo una submuestra al azar de la muestra total, la cual estuvo constituida por 457 alumnos (hombres 42% y mujeres 58%) de nivel medio (41.1%) y medio superior (58.9%), de los turnos matutino (59.5%) y vespertino (40.5%), con una media de edad de 15.5 años (D.E.= 2.4).
Se utilizaron dos criterios para la selección de reactivos. El primero fue la discriminación de éstos para lo cual se realizaron análisis de frecuencia para cada reactivo para conocer la variabilidad, se eliminaron los reactivos en donde más del 75% de los participantes respondían una misma opción. El resultado fue la eliminación de cinco reactivos. Una vez reducida la escala a 10 reactivos se aplicó el segundo criterio que fue la correlación ítem total donde se seleccionaron los reactivos con correlaciones mayores a .40, el resultado fue la eliminación de cuatro reactivos.
Posteriormente se realizó un análisis factorial de componentes principales con rotación varimax con los seis reactivos restantes, se eligieron los reactivos que tuvieron un peso factorial mayor a .40. Los resultados mostraron que el análisis factorial es adecuado ya que la adecuación muestral KMO que se obtuvo fue de .821, y la prueba de esfericidad de Bartlett obtenida fue de 637.331 p>.001. Se obtuvo un factor conceptualmente claro con valor eigen mayor a uno. Se calculó el alpha Cronbach para medir la consistencia interna.
El factor se denominó “resistencia a la presión”, y se refiere a la capacidad del adolescente para rechazar el consumo de alcohol cuando no quiere hacerlo aunque los amigos lo presionen para que lo haga. Quedó constituido por seis reactivos que explicaron el 47.41% de la varianza total y obtuvo un alfa de Cronbach de .778 (Tabla 1).
Resistencia a la presión de los amigos
Reactivo | Peso factorial |
---|---|
r1. En las fiestas o reuniones con mis amigos (as) me niego a beber alcohol, cuando no quiero hacerlo | .785 |
r2. Cuando mis amigos (as) me presionan para beber alcohol, les digo que no insistan | .749 |
r3. Si mi mejor amigo (a) me pidiera que nos emborracháramos y yo no quiero, le diría que “No” | .735 |
r4. En una fiesta bebería refresco aunque la mayoría estuviera bebiendo alcohol | .698 |
r5. Puedo rechazar una bebida alcohólica cuando no quiero beber | .680 |
r6. Si tus amigos estuvieran bebiendo alcohol, beberías con ellos aunque no quisieras | -.432 |
Una vez obtenido el análisis factorial exploratorio se realizó un análisis factorial confirmatorio y para hacerlo se utilizó la segunda submuestra del estudio, la cual quedó conformada por 443 estudiantes (44.5% hombres y 55.5% mujeres) de nivel medio y medio superior con una media de edad de 15.6 años (de=2.6) de los turnos matutino (60%) y vespertino (40%).
Los índices de ajuste del modelo que se utilizaron fueron x2, NFI, CFI, RFI, IFI y RMSEA. El modelo obtuvo índices de ajuste aceptables (Tabla 2).
El modelo quedó conformado de la siguiente forma (Figura 1).
La edad de inicio del consumo de alcohol para los hombres fue de 12.8 años (D.E.= 2.8) mientras que para las mujeres fue de 13.4 años (D.E.=2.5). El patrón de consumo de alcohol de los participantes se muestra en la Tabla 3.
Patrón de consumo de los participantes del estudio
Hombres | Mujeres | Total | |
---|---|---|---|
No ha bebido alcohol | 23.1% | 21.4% | 22.1% |
Sí ha bebido pero no más de cinco copas en una sola ocasión en el último año | 20.0% | 24.7% | 22.7% |
Sí ha bebido más de cinco copas en una sola ocasión por lo menos una vez en el último año | 20.8% | 23.9% | 22.5% |
Sí ha bebido más de cinco copas en una sola ocasión una vez en el último mes | 14.4% | 13.4% | 13.8% |
Sí ha bebido más de cinco copas en una sola ocasión dos o más veces en el último mes | 21.8% | 16.7% | 18.9% |
Para conocer si existen diferencias estadísticamente significativas en el nivel de resistencia hacia la presión de pares por sexo y por nivel de consumo de alcohol, se realizó un análisis de varianza multivariado tomando como variable dependiente la resistencia a la presión de pares y como variables independientes el sexo y el nivel de consumo. Los análisis se realizaron con la muestra total.
Las variables sexo [F (1, 905) =14.663, p<.001] y nivel de consumo de alcohol [F (4, 905) =14.457, p<.001] mostraron diferencias significativas en la resistencia a la presión de pares, mientras que la interacción de sexo y nivel de consumo no resultó significativa [F (4, 905) = .483, p>.05].
Las mujeres (media= 2.95, de=.60) mostraron mayor resistencia a la presión de pares que los hombres (media= 2.73, de=.67). Los jóvenes que presentan los niveles más altos de consumo son los que obtuvieron puntajes más bajos en la resistencia a la presión (Tabla 4).
Diferencias en la resistencia la presión de pares y consumo de alcohol
Nivel de consumo | 1 | 2 | 3 | 4 | 5 | |||||
---|---|---|---|---|---|---|---|---|---|---|
M | D.E. | M | D.E. | M | D.E. | M | D.E. | M | D.E. | |
Resistencia a la presión | 2.91 | .77 | 3.05 | .54 | 2.81 | .57 | 2.77 | .52 | 2.56 | .63 |
Nota: 1= No ha bebido alcohol. 2= Sí ha bebido pero no más de cinco copas en una sola ocasión en el último año. 3= Sí ha bebido más de cinco copas en una sola ocasión por lo menos una vez en el último año. 4= Sí ha bebido más de cinco copas en una sola ocasión una vez en el último mes. 5= Sí ha bebido más de cinco copas en una sola ocasión dos o más veces en el último mes.
La principal aportación del estudio fue tener una escala breve para evaluar la resistencia a la presión de pares para el consumo de alcohol en una muestra de estudiantes de nivel medio y medio superior de la ciudad de México con características psicométricas adecuadas.
El análisis factorial exploratorio mostró la unidimensionalidad de la escala, se obtuvo un factor que se refiere a la habilidad para resistir a la presión de pares para el consumo de alcohol con un nivel de confiabilidad aceptable, además se realizó un análisis factorial confirmatorio lo que confirma la validez del instrumento, ya que los análisis factoriales exploratorios y las pruebas del alpha de Cronbach por sí solos no garantizan del todo la validez y confiabilidad de un instrumento, por lo que se requieren de otros procesos estadísticos como los modelos de análisis factorial confirmatorio que han sido efectivos para validar cuestionarios nuevos (Batista-Fogueta, Coenders & Alonso, 2004).
Como lo señalan varios autores (Andrade et al., 2009; Londoño et al., 2007; Pérez, 2012), los jóvenes que tienen un desarrollo deficiente de la habilidad para resistir la presión que ejerce el grupo de pares, consumen más alcohol, tabaco y otras drogas que los que presentan niveles más altos de esta habilidad. A pesar de la importancia que tienen los amigos en el consumo de alcohol, en México es poca la investigación que se ha realizado en materia de evaluación de la resistencia a la presión de pares, de ahí la importancia de contar con un instrumento que permita evaluar esta habilidad de manera específica.
En contraste con otros estudios que evalúan la presión de pares de manera general (Steinberg & Monahan, 2007; Ngee & Feen, 2003; Sumter et al., 2009) o bien la resistencia a la presión de pares de forma específica (Andrade et al., 2009; Londoño et al., 2007; Pérez, 2012), en este estudio se evaluó la habilidad de rechazar el consumo de alcohol en situaciones cuando no se quiere beber aún cuando los pares presionen para hacerlo.
Un factor importante es que la influencia de los pares en el consumo de alcohol se ha evaluado con reactivos que solo se refieren a invitaciones para beber (Sieving et al., 2000) y no queda claro si el adolecente en ese momento quiere consumir o no, es decir, no sabemos si en verdad se mide la resistencia a la presión de pares o solo la aceptación de la invitación ya que si él (ella) quiere consumir no sentirá presión para beber, por lo que en el instrumento que se obtuvo en este estudio, se enfatiza que el adolescente en ese momento no quiere beber y no solo son ofrecimientos de los amigos para que consuma.
El hecho de que sea una escala con pocos reactivos la hace fácil de responder y evita el cansancio de los participantes además de que se puede incluir en cuestionarios más amplios, ya que el consumo de alcohol es una conducta influenciada por cuestiones individuales, familiares y sociales, por lo que se necesitan instrumentos con escalas breves para que se puedan evaluar varios factores relacionados al consumo.
Por otro lado, al analizar las diferencias en la resistencia a la presión, las mujeres obtienen mayores puntajes en la resistencia que los hombres lo que corrobora lo reportado por otros autores (Ngee & Feen, 2003; Steinberg & Monahan, 2007; Sumter et at., 2009).
En esta investigación al igual que en los estudios de Andrade et al., (2009), Londoño (2010) y Pérez (2012), se encontró que los jóvenes que tienen un déficit en la habilidad de resistir a la presión de pares presentan mayores niveles de consumo de alcohol por lo que es importante el fortalecimiento de dicha habilidad en programas de prevención.
El consumo de alcohol ha incrementado en los últimos años principalmente en los adolescentes, disminuyendo las diferencias entre hombres y mujeres, en este estudio no se encontraron diferencias por sexo en el nivel de consumo de alcohol, lo que confirma lo reportado por otros autores (Instituto Nacional de Psiquiatría Ramón de la Fuente Muñiz et al., 2011; Villatoro et al., 2011).
Una de las limitaciones del estudio es que la escala es un autoreporte y siempre se corre el riesgo de que la deseabilidad social sea un factor que afecte las respuestas de los participantes, por lo que se sugiere que se utilicen otros informantes para asegurar la validez de la información.