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Vol. 7. Núm. 2.
Páginas 2735-2746 (agosto 2017)
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Páginas 2735-2746 (agosto 2017)
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Percepción materna del desarrollo socioemocional infantil: relación con temperamento infantil y sensibilidad materna
Maternal perception of infant socio-emotional development: Relationship with infant temperament and maternal sensitivity
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Chamarrita Farkas
Autor para correspondencia
chfarkas@uc.cl

Autor para correspondencia. Escuela de Psicología Pontificia Universidad Católica de Chile, Avenida Vicuña Mackenna 4860, Macul, Santiago, Chile.
, Karen Alejandra Rodríguez
Pontificia Universidad Católica de Chile, Santiago, Chile
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Tablas (6)
Tabla 1. Caracterización de las madres según los niveles educacional y ocupacional
Tabla 2. Estadísticos descriptivos de percepción del desarrollo socioemocional, sensibilidad materna y temperamento infantil
Tabla 3. Correlaciones entre sensibilidad materna y percepción materna del desarrollo socioemocional
Tabla 4. Estadísticos descriptivos y ANOVA de la percepción materna del desarrollo socioemocional infantil, según sexo infantil y nivel socioeconómico (NSE) familiar
Tabla 5. Correlaciones entre percepción materna del desarrollo socioemocional y temperamento infantil
Tabla 6. Coeficientes de regresión del modelo 1A
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Resumen

Debido al rápido crecimiento en las habilidades sociales y emocionales tempranas, variaciones significativas en el desarrollo socioemocional comienzan tempranamente y pueden hacerse más fuertes a través del tiempo. Además, variables individuales y familiares pueden contribuir a incrementar estas diferencias entre niños de una misma edad. Este estudio examina la relación entre la percepción materna del desarrollo socioemocional infantil a los 12 meses de edad con la sensibilidad materna, el sexo y temperamento infantil, y el nivel socioeconómico familiar, y analiza cuál de estas variables predice dicha percepción. Un total de 90 niños y niñas fueron evaluados con sus madres al año de edad, con la Escala Social Emocional (Bayley), el Infant Behavior Questionnaire (IBQ-R-VSF), la Evaluación de Sensibilidad del Adulto (ESA) y un cuestionario sociodemográfico. Los resultados mostraron que el mejor predictor de la percepción materna del desarrollo socioemocional infantil a esta edad era el temperamento del niño, específicamente la dimensión de extraversión.

Palabras clave:
Desarrollo socioemocional
Sensibilidad materna
Temperamento
Sexo
Infancia temprana
Abstract

Because of the rapid growth in early social and emotional skills, significant variations in socioemotional development begin early and may become stronger over time. In adittion, individual and family variables may contribute to increase these differences among children of the same age. This study examined the relationship between maternal perception of infants’ social-emotional development at 12 months of age, maternal sensitivity, child's gender and temperament, and family's socioeconomic status, and analyzes which of these variables predict such perception. 90 boys and girls were assessed with their mothers at 1 year old with Bayley Social Emotional Scale, Infant Behavior Questionnaire (IBQ-R-VSF), Adult's Sensitivity Assessment (ESA), and a socio-demographic questionnaire. Results showed that the best predictor of maternal perception of infant socio-emotional development at this age was the child's temperament, specifically the dimension of extraversion.

Keywords:
Socio-emotional development
Maternal sensitivity
Temperament
Sex
Early infancy
Texto completo
Antecedentes

Los estudios en primera infancia han detenido actualmente su atención en el desarrollo socioemocional del niño, de modo de considerar el desarrollo del infante de manera integral, si bien en las investigaciones este se ha abordado desde los estudios en la autorregulación, y su relación con conductas de riesgo en la adolescencia y dificultades en el aprendizaje en la etapa escolar (Mena, Romagnoli y Valdés, 2008; Zins, Weissberg, Wang y Walberg, 2004). El desarrollo socioemocional da cuenta de cómo los niños no solo aprenden en la medida en que se relacionen con otros, sino también con ellos mismos, reconociendo sus emociones, y generando patrones complejos emocionales y sociales (Bayley, 2006). A través de este proceso, el niño establece relaciones y complejas dinámicas de interacción que apoyan su desarrollo individual desde los primeros destellos del autorreconocimiento hasta conformar su proceso de identidad (Underwood y Rosen, 2011).

Greenspan (1981) plantea el desarrollo socioemocional como un proceso en el cual el niño adquiere competencias sociales y emocionales. Las competencias emocionales son definidas como la capacidad del niño de regular eficazmente sus emociones para lograr sus metas (Roth y Gewirtz, 2011), mientras que las competencias sociales son entendidas como un conjunto de comportamientos que le permiten al infante desarrollar y participar en la interacción positiva con sus compañeros, hermanos, padres y otros significativos (Raver y Zigler, 1997). El concepto de desarrollo socioemocional incluye la adquisición de una serie de capacidades, como la autorregulación y la atención, la habilidad para establecer relaciones, las interacciones sociales, la reciprocidad, y la resolución de problemas sociales a través del uso significativo del lenguaje, lo cual ocurre por medio de una serie de hitos del desarrollo que se alcanzan en los primeros 4 años de vida (Cordero et al., 2006). Un adecuado desarrollo socioemocional impactará en diversas áreas de la vida del niño, como por ejemplo el éxito escolar y las habilidades de aprendizaje de los niños (Mena et al., 2008; Zins et al., 2004).

La familia se constituye como el primer escenario donde se inicia el desarrollo socioemocional del niño, por consiguiente también es un contexto en el cual se pueden enmarcar problemáticas que ponen el desarrollo infantil en situaciones de riesgo (Vite, Pérez y Ruiz, 2008). Existe gran evidencia del impacto que tiene la interacción del niño con su madre y la sensibilidad de esta última sobre la conformación del patrón de apego del infante, las formas de enfrentar situaciones de estrés, y el desarrollo emocional, entre otras (Brazelton y Cramer, 1990; Gómez, Muñoz y Santelices, 2008). Así, en este estudio se optó por incluir la sensibilidad materna, para analizar su relación con el desarrollo socioemocional del niño al año de edad.

Sensibilidad materna

La sensibilidad materna se refiere a las reacciones oportunas y acertadas de los padres a las conductas y verbalizaciones del niño (Isabella, Belsky y von Eye, 1989). Es descrita como la capacidad de la madre de modificar su propio comportamiento de acuerdo con las necesidades del bebé, siendo capaz de equilibrar sus propios sentimientos, logrando ser accesible para ofrecerle protección y cuidado al niño (Ainsworth y Marvin, 1995). Requiere de flexibilidad de la madre ante las necesidades del bebé, y es considerada como una variable predictora de las relaciones de apego (Bowlby, 1993; Brazelton y Cramer, 1990). La sensibilidad materna es considerada como un constructo central para comprender los procesos interactivos en los que el infante está inmerso y cuya experiencia genera los modelos de representación del otro, de sí mismo y del mundo (Cerezo, Pons-Salvador y Trenado, 2011). Marrone (2002), a su vez, pone el énfasis en la respuesta sensible del adulto a las señales del niño, definiéndola como un patrón de conducta que busca calmar al infante e incrementar su confort, al mismo tiempo que reduce su angustia y desinterés.

La respuesta sensible se compone de cuatro aspectos principales; la percepción de las señales no verbales del bebé, la interpretación apropiada de dichas señales o necesidades, la respuesta adecuada a estas señales, y la capacidad de permitir que el niño relacione su demanda con la respuesta del cuidador (Ainsworth, Blehar y Waters, 1978). Algunos estudios han evidenciado la relación de ciertas características estructurales del niño, como temperamento y sexo, con la sensibilidad materna. Se ha descrito que el temperamento irritable del infante afecta disminuyendo la sensibilidad de la madre, mientras que el temperamento miedoso tiende a aumentarla (Therriault, Lemelin, Tarabulsy y Provost, 2011). Por otra parte, el sexo del infante también ha sido vinculado con las interacciones padres-niño. Por ejemplo, Eggum, Eisenberg, Spinrad, Reiser, Gaertner, Sallquist y Smith (2009) especifican que las reacciones de los padres frente al miedo y la timidez de los niños pueden ser distintas según el sexo de estos. En las madres se encontró menos aceptación de la timidez en sus hijos varones, pudiendo ser más afectuosas y empáticas con sus hijas, y estableciendo interacciones más sensibles y positivas con ellas. Por lo descrito anteriormente, se decidió incluir en este estudio la relación de estas variables, sexo y temperamento, con el desarrollo socioemocional infantil.

Desarrollo socioemocional, temperamento, sexo y contexto

El temperamento es definido como las diferencias particulares ante la reacción y en la autorregulación constitucional, y que se observa en la emocionalidad, en la actividad y en la atención de los niños (Rothbart, 2007). Alude a diferencias particulares en los bebés que existen antes de que se desarrollen otros aspectos cognitivos de la personalidad, incluyendo la variabilidad del afecto positivo y la tendencia hacia la aproximación, el miedo, la frustración, la tristeza, la molestia, así como la reactividad atencional y el control del comportamiento. Así, Rothbart (2007) propone una serie de ámbitos del temperamento: aproximación, reactividad vocal, alta intensidad del placer o goce, sonrisa y risa, nivel de actividad, sensibilidad perceptual, tristeza, estrés ante las limitaciones, miedo, reactividad, baja intensidad del placer o goce, ternura, duración de la orientación, sociabilidad, miedo social y enganche atencional. Estos ámbitos son agrupados en tres dimensiones: extraversión, afecto negativo y regulación.

El temperamento infantil ha sido estudiado con relación a una serie de problemáticas infantiles. Por ejemplo, investigaciones en obesidad infantil han encontrado que las madres de niños con un temperamento «difícil» (o mayor afecto negativo) optan desde un inicio por amamantarlos de manera más frecuente para hacer que el niño se calme, y luego prosiguen con esta conducta con los alimentos en general, conllevando mayor obesidad en estos niños (McMeekin, Jansen, Mallan, Nicholson, Magarey y Daniels, 2013). Lo anterior no solo ilustra como el temperamento del niño incide en una problemática infantil, sino cómo ello ocurre a través de su influencia sobre la capacidad de la madre de responder a las necesidades de su hijo. Además, la relación entre temperamento y desarrollo socioemocional infantil ha sido estudiada, describiéndose que un temperamento difícil puede favorecer la presencia de problemas de conductas con pares y con las figuras de autoridad (Razza, Martin y Brooks-Gunn, 2012).

En cuanto al sexo del infante, aunque solo se ha encontrado un pequeño número de referencias respecto a diferencias entre niños y niñas en relación con el desarrollo socioemocional temprano, estas indican que el retraso en el desarrollo tiende a ser mayor en los niños (Lavigne et al., 1996), mientras que problemas emocionales y una mayor reactividad emocional son más frecuentes en las mujeres (Bradley, Codispoti, Sabatinelli y Lang, 2001). Así, se han observado respuestas más intensas ante el estrés en bebés de sexo masculino que en bebés de sexo femenino, lo que además afecta la interacción con su entorno (Olhaberry, 2011). Algunos autores plantean que las diferencias de género aparecen desde el primer año de vida y en situaciones específicas, mientras que otros autores las sitúan más tardíamente, no encontrándose diferencias en el desarrollo de los niños al año de edad, en distintos aspectos del desarrollo (Farkas y Corthorn, 2012).

Finalmente, hay una amplia evidencia de factores contextuales que influyen sobre el desarrollo socioemocional, específicamente el nivel socioeconómico (NSE). Una serie de estudios muestra una mayor problemática socioemocional en contextos socioeconómicos bajos con respecto a los sectores medios y altos (Baggett, Davis, Feil, Sheeber, Landry, Carta y Leve, 2010; Bradley y Corwyn, 2002; Green, Malsch, Kothari, Busse y Brennan, 2012; López, Tarullo, Forness y Boyce, 2000). Asimismo, mientras más temprana es la exposición al contexto de vulnerabilidad socioeconómica, mayores y más duraderos son los efectos negativos sobre el desarrollo infantil (Aber, Bennett, Conley y Li, 1997), existiendo una relación significativa entre bajo contexto socioeconómico y problemas socioemocionales en la adolescencia y adultez (Bradley y Corwyn, 2002).

El presente estudio

Los objetivos del presente estudio fueron: (a) describir el desarrollo socioemocional del niño al año de edad de acuerdo con la percepción materna, (b) analizar su relación con la sensibilidad materna, sexo y temperamento infantil, y NSE familiar, y (c) analizar la capacidad predictiva de dichas variables sobre la percepción materna del desarrollo socioemocional infantil a esta edad. Se esperaba encontrar una relación significativa entre la percepción materna del desarrollo socioemocional infantil y la sensibilidad materna, ya que investigaciones han señalado que los niños cuyos padres son más sensibles tienden a generar más actitudes cooperativas con otros, distinto a los hijos de padres poco sensibles quienes tienen más probabilidad de establecer aproximaciones conflictivas, lo que puede desencadenar un afecto negativo (Kochanska y Murray, 2000). Además, el incluir en el estudio variables propias del niño como lo son su sexo y su temperamento, y su contexto socioeconómico como variable contextual, buscaba nutrir la comprensión del desarrollo socioemocional temprano considerando la individualidad y el contexto de cada niño, y así aportar al desarrollo de intervenciones tempranas más específicas.

MétodoDiseño

Este estudio se llevó a cabo a través de un diseño transversal, descriptivo, correlacional y predictivo. El estudio se realizó en una sola medición en el tiempo cuando los niños se ubicaban en un rango de edad de 10 a 15 meses. Se describe el nivel de desarrollo socioemocional de los niños de acuerdo con la percepción materna, se correlaciona con la sensibilidad materna, sexo y temperamento del niño y NSE familiar, y se analiza el valor predictivo de dichas variables sobre la percepción materna del desarrollo socioemocional de sus hijos.

Participantes

En el estudio participaron 90 niños (50 niños y 40 niñas), cuyas edades oscilaban entre los 10 y 15 meses (media=12.01meses, DE=1.37). La edad de las madres se ubicaba en un rango de 15 a 44años (media=27.66 años, DE=6.71), y en un 78.7% de los casos vivían con el padre del niño. Un 20% presentaban una escolaridad incompleta, y del 80% restante que habían completado su escolaridad un 26.6% poseían una formación técnica o universitaria parcial o completa (ver más detalle en la tabla 1). Un 17.8% de las madres estaban cesantes o no trabajaban, un 14.4% estudiaban, un 65.6% trabajaban, y el 2.2% restante estudiaban y trabajaban. De las que trabajaban, un 22.6% desarrollaban trabajos ocasionales, un oficio menor no calificado o calificado, un 50% desempeñaban una ocupación intermedia y un 27.4% se encontraban en ocupaciones de mayor nivel (tabla 1). Además, un 4.1% trabajaban part-time, un 21.6% trabajaban media jornada, y el 74.3%, jornada completa. En un 54.4% de los casos, las madres tenían un solo hijo, en un 36.7% tenían 2 hijos, en un 6.7% tenían 3 hijos y en un 2.2%, 4 hijos. Todos los niños asistían a un establecimiento de educación inicial, ubicados en 16 comunas distintas en la ciudad de Santiago, Chile. Un 52.2% de ellos se ubicaban en un NSE bajo y asistían a establecimientos educacionales públicos, y un 47.8% se ubicaban en un NSE medio y alto, de los cuales un 8.9% asistían a establecimientos educacionales públicos y un 38.9%, a establecimientos privados.

Tabla 1.

Caracterización de las madres según los niveles educacional y ocupacional

    Frecuencia  Porcentaje 
Nivel educacional (N=90)Escolaridad básica incompleta  2.2 
Básica completa  3.3 
Media incompleta  13  14.4 
Media completa y/o educación en centro técnico, incompleta  30  33.3 
Educación universitaria o instituto profesional incompleta, o educación en centro técnico completa  13  14.4 
Educación universitaria (programa de pregrado) o instituto profesional completo  21  23.3 
Formación de posgrado (máster, doctorado o equivalente)  8.9 
Nivel ocupacional (N=62)Trabajos menores ocasionales e informales  8.1 
Oficio menor, obrero no calificado, jornalero, servicio doméstico  4.8 
Obrero calificado, capataz, junior, microempresario  9.7 
Empleado administrativo medio y bajo, técnico especializado, profesor de primaria o secundaria  31  50.0 
Ejecutivo medio, gerente general empresa mediana o pequeña, profesor universitario  17  27.4 
Instrumentos

Evaluación de la sensibilidad materna. Se aplicó la Escala de Sensibilidad del Adulto (ESA) (Santelices, Carvacho, Farkas, León, Galleguillos y Himmel, 2012), que consiste en la filmación de 5min de interacción de juego libre entre el adulto y el niño, en un rango de edad del infante de 6 a 36 meses. Incluye un set de juguetes, acordes a la edad del niño. Su codificación considera una rúbrica de 19 ítems, los cuales se puntúan de 1 a 3. Genera un puntaje total que es el promedio de todos los ítems y que se ubica en un rango de 1 a 3, y se categoriza la sensibilidad en alta (2.50 a 3.00 puntos), adecuada (1.70 a 2.49 puntos) o baja (1.00 a 1.69 puntos). Además se compone de tres escalas: responsividad, que hace referencia al reconocimiento de las señales del niño en el momento justo y de manera apropiada; interacción lúdica, que se orienta a la interacción equilibrada en el juego del adulto con el niño, y sintonía, que se caracteriza por una actitud sensible y cálida del adulto frente a las necesidades y emociones del niño. La confiabilidad del instrumento total es de 0.88 en una muestra chilena de características similares, así como de 0.88 para la escala de responsividad, de 0.78 para la escala de interacción lúdica, y de 0.71 para la escala de sintonía (Santelices et al., 2012). El análisis de concordancia interjueces (coeficiente Kappa) arrojó como resultados que el total de los 19 ítems obtienen un nivel de acuerdo «aceptable» y 5 ítems un acuerdo «excelente» (Santelices et al., 2012), en los cuales, de acuerdo con la clasificación de Landis y Koch (1977), 5 ítems se ubican en un rango «moderado» de acuerdo (0.42 a 0.55), 9 ítems lo hacen en un rango «considerable» (0.62 a 0.78), y 5 en un rango «casi perfecto» (0.82 a 0.94). No se cuenta con información de estudios de validez para dicha escala. Para este estudio se utilizaron los puntajes total y de las escalas, así como la categorización de sensibilidad.

Evaluación del desarrollo socioemocional. Este desarrollo fue evaluado con la Escala Social Emocional del Scales of Infant Development, tercera versión (Bayley, 2006). Se aplica desde las 2 semanas hasta los 42 meses, e incluye 35 ítems que responde el cuidador principal a través de una escala Likert considerando la frecuencia de la conducta. Su tiempo de aplicación es de 10-15min. Entrega un puntaje bruto global y un puntaje estándar de acuerdo con la edad del niño, en un rango de 1 a 19 puntos. También entrega un percentil (normas norteamericanas) y 3 categorías de desarrollo (bajo, promedio, superior). Su confiabilidad es muy adecuada (0.83 a 0.94 con niños norteamericanos [Bayley, 2006] y 0.95 en una muestra de 210 niños chilenos). No se cuenta con información de estudios de validez para dicha escala. Para este estudio se utilizaron los puntajes estándar de los niños y sus percentiles, considerándose un desarrollo bajo un percentil bajo 25, y un desarrollo superior un percentil sobre 75.

Evaluación del temperamento. Fue evaluado con el cuestionario Infant Behavior Questionnaire (IBQ-R-VSF) para niños de 3 a 12 meses de edad, desarrollado por Putnam, Helbig, Gartstein, Rothbart y Leerkes (2014). Define el temperamento como las diferencias individuales en la reactividad y la autorregulación (Rothbart y Derryberry, 1981). A través del reporte de los padres se evalúa una amplia variedad de conductas del niño. Cada ítem evalúa, por medio de una escala Likert de 7 puntos, la frecuencia de diferentes tipos de conducta relativas al temperamento durante los últimos 7 días previos a la aplicación (desde «nunca» a «siempre»). La versión usada es la versión revisada y abreviada (Putnam et al., 2014) la cual considera 37 ítems, agrupados en tres factores: extraversión, afecto negativo y regulación. Los ítems se promedian para cada factor, arrojando para cada uno de ellos puntajes que van de 1 a 7 puntos. El IBQ-R-VSF presenta una adecuada confiabilidad (0.71 a 0.90) y validez convergente y predictiva (Putnam et al., 2014). El cuestionario fue traducido y adaptado a Chile con permiso de los autores, y obteniendo una confiabilidad aceptable en una muestra de 150 niños chilenos, con un alfa de Cronbach de 0.70 para el factor de extraversión, de 0.75 para afecto negativo y de 0.71 para regulación (Farkas y Vallotton, 2016).

Información sociodemográfica. La información fue recolectada a través de un cuestionario construido por el equipo de investigación. Arroja información relevante sobre las características sociodemográficas de los niños y sus madres, considerando información como la edad y sexo del niño, el tipo de centro educacional al que asiste, la edad de la madre, los niveles educacional y ocupacional, el número de hijos, si el padre vive o no con el niño, entre otros datos. De este cuestionario se obtiene la categorización de las familias por NSE, para lo cual se utilizó el índice Esomar (Adimark, 2000). Este índice inicialmente fue desarrollado por la World Association of Market Research y ha sido adaptado y validado en Chile por Adimark (2000). Para el cálculo de este índice se combina el nivel educacional (7 categorías) y el nivel ocupacional (6 categorías) del principal sostenedor económico del hogar, de acuerdo con una matriz de clasificación que arroja 6 grupos de NSE: muy alto, alto, medio-alto, medio, medio-bajo y bajo. Para este estudio las familias se agruparon en NSE bajo (grupos medio-bajo y bajo) y NSE medio y alto (los 4 grupos restantes, donde medio-alto y medio se considera medio, y muy alto y alto como alto), de modo de contar con suficientes casos en cada grupo, y una vez comprobado que no habían diferencias significativas en las variables evaluadas entre los grupos medio y alto.

Procedimientos y análisis de datos

Las madres de los niños fueron contactadas a través de los establecimientos educacionales a los cuales los infantes asistían, y las evaluaciones fueron realizadas en dicho establecimiento. Las madres firmaban previamente un consentimiento informado respecto a su participación, y de manera individual respondían en una primera sesión el cuestionario sociodemográfico, la Escala Social Emocional de Bayley y el cuestionario de temperamento (IBQ-R-VSF), lo cual duraba entre 30 y 45min. Luego, en una segunda sesión se filmaba su interacción con sus hijos en una situación de juego libre que duraba 5min, para lo cual se les entregaba un set de juguetes. Dicha situación era posteriormente codificada con la Escala de Sensibilidad del Adulto. La participación en el estudio fue voluntaria, resguardándose la confidencialidad de niños y adultos. Para el análisis de los datos se utilizaron estadísticos descriptivos, análisis de correlación y ANOVA con el programa SPSS® 20, y análisis de sendero con MPlus (Muthén y Muthén, 2010).

ResultadosAnálisis descriptivo de las variables del estudio

La percepción materna del nivel de desarrollo socioemocional de los niños alcanzó una media de 10.1 (DE=2.97) como se puede observar en la tabla 2, correspondiendo una media y desviación típica similares a la muestra de estandarización. La categorización del desarrollo socioemocional muestra que la mayoría de los niños, un 67.8%, se encuentran en un nivel de desarrollo socioemocional promedio, mientras que un 15.6% se ubican en un nivel superior y el 16.7% restante en un nivel bajo o de riesgo.

Tabla 2.

Estadísticos descriptivos de percepción del desarrollo socioemocional, sensibilidad materna y temperamento infantil

    Mínimo  Máximo  Media  DE 
Percepción materna desarrollo social emocional90  18  10.09  2.970 
Sensibilidad maternaEscala de respuesta empática  90  1.00  3.00  1.93  0.547 
Escala de interacción lúdica  90  1.00  3.00  2.13  0.571 
Escala de expresión emocional  90  1.43  3.00  2.22  0.416 
Puntaje total sensibilidad materna  90  1.37  2.79  2.07  0.392 
Temperamento infantilFactor de extraversión  90  3.54  7.00  5.57  0.753 
Factor de afecto negativo  90  1.57  6.50  4.24  1.023 
Factor de regulación  90  3.83  6.55  5.42  0.648 

La sensibilidad de las madres del estudio presenta una media de 2.07 (DE=0.392) en el puntaje total. En la tabla 2 se pueden observar los estadísticos descriptivos de las tres escalas del instrumento, los cuales muestran medias y desviaciones típicas similares. La categorización de la sensibilidad de las madres mostró que un 58.9% de ellas presentan una sensibilidad adecuada, un 17.8% presentan una sensibilidad alta, y un 23.3% muestran una sensibilidad baja, siendo equivalente a una distribución normal.

En cuanto al temperamento de los niños, ellos presentan una media de 5.57 (DE=0.753) en el factor de extraversión, una media de 4.24 (DE=1.023) en el factor de afecto negativo y una media de 5.42 (DE=0.648) en el factor de regulación (tabla 2).

Relación entre sensibilidad materna y desarrollo socioemocional del niño al año de edad

En primer lugar se realizó un análisis de correlaciones entre los distintos puntajes de la sensibilidad materna (puntaje total, escalas y categorías) y la percepción materna del desarrollo socioemocional infantil en esta edad. Los análisis muestran una tendencia, pero que no es significativa, entre una mayor sensibilidad total de la madre y una percepción materna de un mejor desarrollo socioemocional del niño (r=0.198, p=0.062). Al analizar las escalas de sensibilidad se puede apreciar una relación significativa entre una mayor responsividad de la madre y una percepción materna de un mejor desarrollo socioemocional del niño (r=0.219, p=0.038) y una tendencia no significativa entre una mayor interacción lúdica y una percepción más alta de desarrollo socioemocional (r=0.201, p=0.058) (tabla 3), lo cual daría cuenta de la tendencia observada con la escala total. Estos resultados avalan una relación entre estos dos aspectos, indicando a su vez que la responsividad de la madre sería el componente específico de la sensibilidad materna a través del cual se produce una relación con la percepción del desarrollo socioemocional del niño.

Tabla 3.

Correlaciones entre sensibilidad materna y percepción materna del desarrollo socioemocional

1. Percepción materna desarrollo socioemocionalCorr. Pearson         
Sig.           
2. Sensibilidad, Escala responsividadCorr. Pearson  0.219*       
Sig.  0.038         
3. Sensibilidad, Escala interacción lúdicaCorr. Pearson  0.201  0.332**     
Sig.  0.058  0.001       
4. Sensibilidad, Escala sintoníaCorr. Pearson  0.072  0.581**  0.450**   
Sig.  0.499  0.000  0.000     
5. Puntaje total sensibilidadCorr. Pearson  0.198  0.853**  0.623**  0.859** 
Sig.  0.062  0.000  0.000  0.000   
6. Categoría sensibilidadCorr. Spearman  0.206  0.738**  0.640**  0.700**  0.883** 
Sig.  0.052  0.000  0.000  0.000  0.000 

N=90.

*

p<0.05.

**

p<0.01.

Diferencias y relaciones en la percepción materna del desarrollo socioemocional infantil considerando sexo, temperamento y nivel socioeconómico

A continuación se realizaron análisis comparativos de la percepción materna del desarrollo socioemocional infantil considerando el sexo de los niños y el NSE familiar, para lo cual se utilizó ANOVA, y análisis correlacionales con los tres factores de temperamento infantil. Los análisis realizados indican que no se aprecian diferencias significativas en la percepción materna del desarrollo socioemocional infantil, considerando el sexo de los niños. En cuanto al NSE familiar, sí se aprecian diferencias, observándose que en el NSE medio y alto los niños eran percibidos por sus madres con un mejor desarrollo socioemocional (F(1,88)=6.243, p=0.014) en comparación con aquellos del NSE bajo (tabla 4).

Tabla 4.

Estadísticos descriptivos y ANOVA de la percepción materna del desarrollo socioemocional infantil, según sexo infantil y nivel socioeconómico (NSE) familiar

  Media  DE  df  Sig. 
Sexo masculino  50  10.24  3.094  1, 880.2890.592
Sexo femenino  40  9.90  2.836 
NSE bajo  47  9.36  2.945  1, 886.2430.014*
NSE medio y alto  43  10.88  2.822 

N=90.

*

p<0.05.

Además, se aprecian correlaciones significativas entre la percepción materna del desarrollo socioemocional infantil y el temperamento del infante, específicamente en los factores de extraversión y regulación. En este sentido, niños percibidos como más extrovertidos y más regulados en su temperamento son a su vez percibidos por sus madres con un mejor desarrollo socioemocional (r=0.478, p=0.000; r=0.528, p=0.000) (tabla 5).

Tabla 5.

Correlaciones entre percepción materna del desarrollo socioemocional y temperamento infantil

   
1. Percepción materna desarrollo socioemocionalCorr. Pearson     
Sig.       
2. Temperamento, factor de extraversiónCorr. Pearson  0.478**   
Sig.  0.000     
3. Temperamento, factor de afecto negativoCorr. Pearson  −0.046  0.247* 
Sig.  0.669  0.019   
4. Temperamento, factor de regulaciónCorr. Pearson  0.528**  0.548**  −0.029 
Sig.  0.000  0.000  0.788 

N=90.

*

p<0.05.

**

p<0.01.

Efectos de la sensibilidad materna, del nivel socioeconómico, y del temperamento del niño sobre el desarrollo socioemocional infantil al año de edad

En la última etapa se pretendía evaluar la contribución del NSE familiar, sensibilidad de la madre y temperamento del niño a la percepción materna del desarrollo socioemocional infantil. Para ello, y considerando los resultados anteriores, se consideró solamente la escala de responsividad dentro de la sensibilidad materna, ya que era la única que obtuvo correlación significativa con la percepción materna del desarrollo socioemocional infantil. En cuanto al temperamento del niño, los factores de extraversión y regulación obtienen correlaciones significativas, pero a su vez la correlación entre ambas es alta (r=0.548, p0.000), por lo cual se optó por considerar solo una de ellas. En general la regulación se entiende como un aspecto que forma parte del desarrollo socioemocional, por lo cual se decidió elegir el factor de extraversión, el cual es considerado por diversas teorías de distintas orientaciones como una dimensión relevante del temperamento o de la personalidad. Así, para el modelo final realizamos un análisis de sendero con estas variables como predictoras del desarrollo socioemocional del niño, de acuerdo con la percepción de la madre (NSE, responsividad materna y extraversión infantil), controlando por sexo y edad del niño.

Debido a que no es claro que el efecto del NSE sobre el desarrollo socioemocional o la percepción del mismo sea completamente mediado por los otros predictores, pusimos a prueba dos modelos alternativos, uno con un efecto completamente mediado (modelo 1A, fig. 1) y otro con un efecto parcialmente mediado (modelo 1B, fig. 1). El modelo 1A solo contempla efectos indirectos (mediados) del NSE sobre el desarrollo socioemocional a través de la extraversión del niño y la responsividad de la madre, mientras que el modelo 1B incluye además un efecto directo del NSE. El ajuste de los modelos se comparó con la prueba de chi cuadrado (X2=8.294, df=6, p>0.05 para el modelo 1A; X2=6.040, df=6, p>0.05 para el modelo 1B). Ambos modelos no mostraron diferencias significativas en su ajuste (ΔX2=2.254, Δdf=5, p>0.05), por lo cual escogimos reportar el modelo más parsimonioso, es decir, aquel en que el NSE no tiene un efecto directo, sino solo mediado, sobre el desarrollo socioemocional. Ello implica que se reporta el modelo en el cual el NSE familiar tiene efectos indirectos o mediados sobre el desarrollo socioemocional, y no directos. La tabla 6 muestra los coeficientes de este modelo, donde se aprecia que el NSE afecta a la responsividad materna y a la extraversión infantil, y solo la extraversión infantil predice la percepción materna del desarrollo socioemocional a esta edad, una vez que se consideran todas las variables estudiadas.

Figura 1.

Dos modelos alternativos de la influencia de la responsividad materna, la extraversión infantil y el nivel socioeconómico (NSE) familiar sobre la percepción del desarrollo socioemocional a los 12 meses.

(0.4MB).
Tabla 6.

Coeficientes de regresión del modelo 1A

  β  SE  Bootstrapped 95% Intervalos de confianza para β
NSE→Responsividad  0.394**  0.089  0.214  0.537 
NSE→Extraversión  0.197*  0.100  −0.007  0.357 
Responsividad →DSE  0.102  0.101  −0.090  0.273 
Extraversión → DSE  0.458**  0.091  0.261  0.595 
Edad →DSE  0.027  0.103  −0.166  0.203 
Sexo → DSE  −0.089  0.093  −0.267  0.066 

DSE: percepción materna del desarrollo socioemocional; NSE: nivel socioeconómico.

*

p<0.05.

**

p<0.01.

Discusión

Un primer resultado de este estudio guarda relación con la distribución de los niños en las distintas categorías del desarrollo socioemocional, donde la mayoría de ellos, de acuerdo con la percepción de sus madres, se encontraba en un nivel de desarrollo socioemocional promedio, mientras que un porcentaje menor se ubicaba en los niveles superior y bajo. Aunque estos resultados muestran una distribución estadísticamente normal de la muestra, al mismo tiempo dan cuenta de la gran heterogeneidad que se aprecia en el desarrollo socioemocional de los niños ya desde temprana edad (en un rango de puntajes que van de 3 a 18 puntos). La gran disparidad de desarrollo que ya se observa a esta edad, y el consiguiente impacto que se puede prever en la vida futura del niño, orientaron las preguntas de esta investigación, donde primeramente se buscó relacionar el desarrollo socioemocional del niño con la sensibilidad de su madre, de modo que los resultados aporten al conocimiento y prevención temprana de problemáticas en la primera infancia y en la adolescencia. Al mismo tiempo cabe recordar que la variable evaluada fue la percepción de las madres respecto al desarrollo socioemocional de sus hijos. Así, esta distribución heterogénea de los niños puede dar cuenta de cómo ellos se distribuyen en cuanto a su desarrollo, lo cual como ya fue mencionado obedece a una distribución normal y es equivalente a lo reportado por Bayley (2006) en su estudio normativo con niños norteamericanos, pero al mismo tiempo puede dar cuenta de percepciones maternas que pueden estar sesgadas por distintos niveles de expectativas respecto a lo que los niños de esta edad debieran hacer, por lo cual estudios futuros debieran incorporar evaluaciones directas del desarrollo socioemocional infantil, para saber si esta percepción materna es válida o no.

Respecto al interés de estudiar su relación con la sensibilidad materna, este radicaba en que la familia suele ser señalada por los estudios como el primer escenario donde el niño inicia su proceso de desarrollo y adquiere competencias socioemocionales (Vite et al., 2008). En especial la interacción madre-hijo ha sido ampliamente estudiada, mostrando su relación con numerosos aspectos del desarrollo infantil y proponiéndose su rol predictor del desarrollo socioemocional del infante (Gómez et al., 2008). Los resultados mostraron una tendencia entre una mayor sensibilidad materna y una percepción de las madres de un mejor desarrollo socioemocional de los niños, donde específicamente la responsividad era el aspecto de la sensibilidad que se relacionaba de manera significativa con el desarrollo socioemocional del niño, entendida como la capacidad del adulto de responder a las señales del niño de manera atenta y apropiada, permitiendo que este realice sus propios intereses y respetando sus iniciativas, espacio y objetos elegidos.

Ello indica una relación en la dirección esperada en esta muestra, y descrita por la literatura (ver, por ejemplo, Kochanska y Murray, 2000), donde aquellas madres que se caracterizaban por reconocer las señales de su hijo en el momento justo y de manera apropiada, ser capaces de ponerse en el lugar del niño e interactuar con él respetando sus iniciativas, su espacio y los objetos que elige para jugar, solían tener hijos con un mejor desarrollo socioemocional que aquellas madres poco sensibles y poco empáticas a las señales de los niños.

No obstante, al considerar en el modelo todas las variables estudiadas, la responsividad deja de ser un predictor del desarrollo socioemocional infantil. Este resultado llama la atención, ya que es contrario a lo reportado por la literatura en cuanto al rol de la sensibilidad en distintos aspectos del desarrollo del niño a temprana edad (ver, por ejemplo, Bowlby, 1993; Brazelton y Cramer, 1990). Pero al mismo tiempo cabe recordar que lo que aquí fue evaluado fue la percepción materna respecto al desarrollo socioemocional del niño, y pudiera ser que las madres más sensibles perciben más correctamente dicho desarrollo, mientras que las madres menos sensibles lo perciben de manera errónea ya que no son sensibles a las señales del niño o las interpretan incorrectamente, haciendo que estos dos aspectos no estén correlacionados. Futuros estudios que incorporen el desarrollo socioemocional desde la evaluación de la conducta del niño por un externo podrían dar luces al respecto.

Otra pregunta de este estudio era el rol que otras variables del niño tienen sobre su desarrollo socioemocional a esta edad, para lo cual se consideró sexo y temperamento del niño, con el objetivo de rescatar su individualidad y reconocerlo como un agente proactivo de su propio proceso. Los resultados mostraron que a esta edad el sexo de los niños de la muestra no guardaba relación con la percepción materna del desarrollo socioemocional. Aunque algunos estudios señalan diferencias según sexo en aspectos socioemocionales desde temprana edad, no todos son concluyentes al respecto, y otras investigaciones han situado estas diferencias en edades posteriores. Por ejemplo, Underwood y Rosen (2011) especifican que las diferencias sociales y emocionales dadas por el sexo se presentan a partir del año y medio a 2 años. Este resultado, aunque deja abierta la pregunta sobre la edad en la cual sí empezarían a observarse diferencias en esta muestra entre niños y niñas, o que dichas diferencias fueran reportadas por las madres en su percepción, sí evidencia por sí mismo que estas diferencias más bien guardan relación con aspectos de la socialización, creencias y pautas de crianza diferenciadas por sexo que a esta edad aún no son por lo menos evidentes, permitiendo plantear la posibilidad de intervenir tempranamente en una etapa donde aún la socialización diferencial entre lo esperado para niñas y niños no es tan significativa.

En lo referente al temperamento del niño, este demostró ser el predictor más importante para el desarrollo socioemocional percibido por la madre, en especial la extraversión, que fue la dimensión considerada para el modelo final. Contrariamente a lo observado por otros estudios, la dimensión de afecto negativo no se relacionó con el desarrollo socioemocional, pero ello probablemente pueda ser explicado ya que en esta investigación se evaluó el desarrollo socioemocional y no problemáticas socioemocionales, que era lo que había sido estudiado anteriormente. Hace sentido pensar que la posibilidad que el niño desarrolle problemáticas emocionales o conductuales se vea más asociado a un temperamento más irritable o difícil, como reportaron por ejemplo los estudios de McMeekin et al. (2013) o Razza et al. (2012), en parte por los efectos que esta característica del niño tiene sobre su relación con otras personas, y en especial las personas cercanas como su madre.

Las otras dimensiones estudiadas, extraversión y regulación, se relacionan directamente con lo que se considera un buen desarrollo socioemocional, en especial la regulación que el niño logra, la cual es considerada como uno de los hitos que el niño debe alcanzar como parte de su desarrollo socioemocional. Al respecto, autores como Feldman, Greembaum y Yirmiya (1999) señalan al temperamento del niño como un importante contribuyente en los procesos de autorregulación y autocontrol infantiles, los cuales son componentes principales en el proceso de desarrollo socioemocional del niño.

Además, cabe recordar que el temperamento infantil también fue evaluado a través de la percepción de la madre al responder un cuestionario acerca del niño; así, posibles sesgos en la percepción materna afectarían ambos cuestionarios o respuestas, no siendo un factor que influya en un aspecto y no en el otro, anulándose por tanto su posible efecto. Así, lo que estos resultados nos muestran es que en esta muestra, cuando los niños son percibidos por sus madres como más extrovertidos, al mismo tiempo ellas los perciben como con un mejor desarrollo socioemocional.Finalmente, el contexto socioeconómico de la familia también resultó ser significativo, observándose una percepción materna de un mejor desarrollo socioemocional en aquellos niños que provenían del nivel medio y alto, en contraste con aquellos niños de un NSE bajo, lo cual ya ha sido ampliamente reportado en una serie de estudios (Baggett et al., 2010; Bradley y Corwyn, 2002; Green et al., 2012; López et al., 2000); no obstante, al incluir todas las variables en el modelo, se aprecia por una parte que el NSE media la sensibilidad materna, lo cual ya había sido observado en estudios anteriores (Farkas, Carvacho, Galleguillos, Montoya, León, Santelices y Himmel, 2015; Santelices et al., 2015), pero no predice el desarrollo socioemocional a esta edad, de acuerdo con lo reportado por la madre.

Resulta interesante que a esta edad el único predictor de la percepción materna del desarrollo socioemocional infantil sea la extraversión del niño. Cabe mencionarse que en este estudio el desarrollo socioemocional del infante fue evaluado a través del reporte de sus padres, y es lógico pensar que aquellos niños y niñas que son percibidos como más extrovertidos sean a su vez percibidos por los adultos como más adecuados, con un mejor desarrollo y con más competencias sociales y emocionales. Así, sería interesante contrastar dichos resultados con otras formas de evaluar las competencias socioemocionales de los niños, como, por ejemplo, a través de observaciones directas de su conducta. También sería interesante considerar en estudios futuros niños de mayor edad, en quienes posiblemente las tendencias observadas en cuanto a la sensibilidad materna y el NSE familiar, es decir, variables del contexto, tengan un mayor impacto sobre el desarrollo socioemocional infantil.

Este estudio presenta algunas limitaciones a considerar, como el tamaño muestral y la representatividad acotados al incluirse solo niños que asisten a sala cuna y de solo una ciudad de Chile, por lo que los resultados son más bien preliminares. Nuevos estudios alumbrarán estos resultados, profundizando en los aspectos estudiados y realizando un seguimiento de la influencia de estos aspectos en edades posteriores del niño. En cuanto a las intervenciones preventivas que se realizan a esta edad, ya es sabido el efecto del contexto socioeconómico en distintas áreas del desarrollo infantil temprano y bastantes esfuerzos se concentran allí, al igual que las intervenciones en competencias parentales como lo es el caso de la sensibilidad. Pero estas intervenciones no suelen tomar en cuenta las particularidades de cada niño, las cuales, como se ha visto en estos resultados, tienen gran peso en el desarrollo socioemocional de los infantes. Así, intervenciones focalizadas debieran orientarse por ejemplo a aquellos niños que son más introvertidos, de modo de prevenir futuras dificultades.

Financiación

Artículo de investigación que contó con la financiación otorgada por el Fondo Nacional de Desarrollo Científico y Tecnológico, FONDECYT, N.o 1110087, 1141118 y 1160110.

Conflicto de intereses

Los autores declaran no tener conflicto de intereses.

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La revisión por pares es responsabilidad de la Universidad Nacional Autónoma de México.

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