La unam y la uba, Universidad de Buenos Aires, han estado ligadas por varias razones desde hace mucho tiempo; su historia, sus problemas, sus logros han sido paralelos; han tenido un continuo intercambio, sobre todo de profesores, aunque tal vez la unam ha sido más favorecida en este aspecto. La necesidad de iniciar esta presentación de Acta Poetica con esas alusiones a las dos universidades obedece a que este número es un esfuerzo conjunto de investigadores de ambas casas de estudio. Antes de hablar de los artículos que se publican, quisiéramos hacer un breve recorrido histórico de la uba para observar la similaridad con el camino que ha seguido nuestra universidad.
La Universidad de Buenos Aires es uno de los centros de estudio de mayor prestigio en América Latina; fue fundada en 1821, y su larga vida ha estado llena de acontecimientos, positivos y negativos, como en toda institución universitaria de nuestro continente. Durante el siglo xix, su vida estuvo marcada por los hechos de la vida política del país y, para los últimos años del siglo, el positivismo y la presencia de una visión cientificista le permitieron grandes progresos y le dieron prestigio.
En 1918 ocurrió un movimiento político y cultural, que apareció en la Universidad de Córdoba pero que se extendió a toda América Latina, que se denominó Reforma Universitaria, en el cual se plantearon varios cambios en la estructura, contenidos y fines de la universidad; de allí surgen las ideas sobre la autonomía, la extensión universitaria y los concursos de oposición, entre otros. En 1930 un golpe de estado afectó profundamente la vida de la universidad pues muchos estudiantes y profesores fueron expulsados y perseguidos. Otro golpe de estado, en 1943, llevó al poder a Perón; aunque en ese periodo también hubo persecución, hubo un logro importante: el decreto que imponía el carácter gratuito de la enseñanza universitaria.
En los veinte años comprendidos entre 1935 y 1955, la matrícula de la Universidad de Buenos Aires pasó de doce mil a setenta y cuatro mil estudiantes. En los años posteriores a 1955, hasta 1966, la uba tuvo su época más destacada, en la que alcanzó altos niveles de producción académica y reconocimiento internacional. Esta época se interrumpió por la llamada “noche de los bastones largos”, el 29 de julio de 1966, cuando la policía ocupó cinco facultades por decisión del gobierno militar.
Con la llegada de la democracia en 1985, la universidad comienza a recuperar sus formas de gobierno y su vida normal; desde entonces hasta ahora, con algunas crisis como la de 2006, la Universidad de Buenos Aires sigue cumpliendo sus funciones, pero sin llegar todavía a su época dorada. Según datos de 2011, el número total de estudiantes era cercano a 263 000, de los cuales 67 500 eran del primer año (de lo que se conoce como ciclo básico común, cbc, primer año de todas las carreras, que desde 1985 sustituyó el examen de ingreso). La uba cuenta con 38 sedes, doce de ellas son centros regionales. El cbc, por su parte, tiene seis sedes en la ciudad de Buenos Aires, cuatro en el resto del área metropolitana y otras diez en la provincia de Buenos Aires.
Uno de los muchos proyectos que involucra alguna dependencia de la uba con alguna de la unam es aquel que reúne investigadores del Instituto de Lingüística de la Facultad de Filosofía y Letras de la uba con la revista Discurso, editada conjuntamente por el Instituto de Investigaciones Sociales, la Facultad de Filosofía y Letras y el Instituto de Investigaciones Filológicas, todos de la unam. Hemos hecho varias reuniones conjuntas, hemos publicado juntos algunos libros y números de revista y, en esta ocasión seis de los artículos que publicamos pertenecen a investigadores argentinos y dos a investigadores de la unam. Vamos a describir brevemente estos trabajos.
El primer ensayo, de Victoria García, se refere a un género discursivo particular, el testimonio, en la Cuba inmediatamente posterior a la revolución. En este trabajo, que es el único cuyo objeto de estudio no pertenece a la realidad argentina, la autora habla del testimonio como género literario y, con el análisis de tres documentos importantes de esa época, muestra la manera como se configura “un sujeto revolucionario cuya legitimidad surge no sólo de una experiencia política enunciada en la forma del testimonio, sino de particulares modos de vivir y representar la literatura en el contexto de la práctica revolucionaria”.
Enseguida aparecen tres ensayos sobre personajes de la vida cultural de este país: el primero, de Gabriel Torem, a partir del enfoque teórico de Even Zohar, se analiza la figura de Diego Abad de Santillán, quien, dentro del sistema político y cultural de principios de siglo xx y desde su acción como dirigente, periodista, escritor y traductor, articula las relaciones entre los diversos subsistemas de lo que el autor considera como el amplio sistema internacional del anarquismo. El segundo es de Cristian Palacios, que estudia la obra del humorista gráfico Roberto Fontarrosa, muy conocido en México por su tira cómica “Boogie el aceitoso”, además de la saga de “Inodoro Pereyra”. En este ensayo se dedica a un trabajo menos conocido, que une la pasión por el deporte (sobre todo el futbol) con otros elementos populares y su compromiso político. El tercero es Lucas Adur, quien analiza dos textos literarios escritos más o menos al mismo tiempo: uno de Francisco Luis Bernárdez y el otro de Jorge Luis Borges, vistos como modos opuestos de dar cuenta de una experiencia mística. La diferencia es que uno de ellos el autor lo ve como positivo, porque opta por el discurso conceptual, mientras que el otro lo considera negativo y opta por la alusión, la paradoja y el silencio.
Graciana Vázquez, en el siguiente artículo, que se inserta en una más amplia investigación sobre la violencia en Argentina, titulado “Visibilidad y enunciabilidad en la larga duración de la violencia política: La sombra azul de Sergio Schmucler”, hace un análisis de la película aludida en el título. Desde las posiciones del análisis del discurso y de Foucault, sobre todo de sus últimos escritos, la autora asume una visión ética para elucidar la acción de lo que ella llama “tres dispositivos: las visibilidades, las enunciabilidades y las temporalidades” en la memoria social.
Pablo von Stecher hace un minucioso estudio del discurso médico en Ar gentina durante los veinte años que van de 1890 a 1910. Basado en los trabajos de los estudiosos franceses de la llamada escuela de análisis del discurso, el autor analiza la época, especialmente a través de dos médicos y hombres públicos: Ramos Mejía y José Ingenieros, y postula que en esa época se conforma un ethos culto y letrado, así como las maneras en que esa imagen fue reproducida por el auditorio académico.
Finalmente, Nicolás Bermúdez se ocupa de estudiar los últimos años de la vida política, aquellos en los cuales gobernaron Néstor y Cristina Kirchner. Este trabajo, titulado “Las emociones en el discurso político. Pathograma del kirchnerismo”, inscrito también en la línea del análisis del discurso, hace un recorrido en varios discursos públicos de los presidentes para detectar términos y expresiones relacionados con la emoción. Este trabajo, que es parte de una investigación mayor, quiere mostrar que existen ciclos emocionales determinables en la historia del discurso de los Kirchner como presidentes.
Los dos ensayos escritos por los investigadores locales son, primero, el de Fernando Castaños, del Instituto de Investigaciones Sociales, titulado “Yo (él) en Muerte sin fin de Gorostiza: la sustancia y la forma”, donde el autor reflexiona sobre este poema, una de las cumbres de la poesía mexicana, y lo resume como “la exposición de una tesis sobre la materia, la vida y la conciencia: devenir hacia la forma es su ser”. Lectura analítica que comienza por el juego de pronombres en primera y tercera persona que está presente en los epígrafes extraídos de libros de la Biblia. El segundo, de César González, investigador del Instituto de Investigaciones Filológicas, lleva por título “Monumentos del Centenario” y es resultado de uno de los mencionados encuentros argentinomexicanos realizados en ocasión del bicentenario de la independencia de ambos países. En este trabajo se toman la columna de la independencia de México y el proyecto de columna destinado a ocupar la que sería la Plaza de Mayo en Buenos Aires como ejemplos de discursos del centenario. Un objetivo de este trabajo es, primero, contribuir a la extensión del concepto de discurso de manera que incluya no sólo la acepción tradicional de conjuntos de enunciados verbales sino también los formados por otras materias, y, segundo, al plantear las formas por medio de las cuales un pueblo recuerda los hechos, acontecimientos y personajes de su pasado en términos del concepto de discurso, supondría un trabajo teórico que diera como resultado una definición, aun cuando fuera operativa, del concepto mismo de discurso.