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Vol. 69.
Páginas 7-13 (enero - abril 2016)
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SOBRE LA MODERNIDAD DE UN RÉGIMEN TEMPORAL
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Maya Aguiluz Ibargüen, Oliver Kozlarek
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Bajo una mirada crítica de la modernidad, el tema de este dossier se ocupa de un específico diagnóstico del presente social bajo la clave de su aceleración. Intenta centrarse en esta dimensión que no fue completamente ignorada por los discursos y pensadores anteriores, aunque como problema desempeñó un papel complementario en reflexiones acerca de un tiempo vivido sobre un eje de sucesiones modificadas por un marcaje temporal, como lo describió en su momento el ensayista y poeta mexicano Octavio Paz: “Al cambio de orientación en las actividades y pensamientos de los hombres corresponde un cambio de ritmo: el tiempo rectilíneo es el tiempo acelerado.”1

De manera sistemática, la velocidad ha sido explorada por el dramaturgo, urbanista y filósofo, Paul Virilio desde que su trabajo seminal Velocidad y política, publicado en 1977 –con traducciones tardías en inglés (1986) y en español (2007)–2 derivó en agudas observaciones acerca de cómo los artefactos se apropiaron de las percepciones sociales de un tiempo puesto en marcha por la tecnificación moderna, no en vano sus estudios han dado cuenta de las diferentes velocidades con que operan las máquinas y armas desde los tanques y helicópteros hasta el alcance de la radio y los dispositivos comunicaciones con tecnologías de punta que imprimieron rapidez a los trayectos de los cuerpos y los mensajes y logran ocupar y controlar espacios y territorios. Virilio situó las revoluciones de la velocidad entre el siglo XIX con el desarrollo de los transportes y sus efectos sobre la circulación de personas, mercancías y relaciones cada vez más impersonales y mediadas, hasta la vertiginosa revolución que abrió paso al presente siglo, en la cual opera la fagocitosis de los aparatos, prótesis y componentes tecnológicos que marcan pautas de aceleración que distinguen radicalmente los usos y generaciones, mientras que por otra parte, condicionan un horizonte de relaciones en donde sujetos y grupos humanos se ven movidos por fuerzas que no provienen más del ser humano.

Ante escenarios similares o afines con la velocidad tecnológica impuesta como un absoluto en la vida contemporánea, las críticas sociológicas dimensionaron ese manto regulador y totalizante con que alteraron las relaciones sociales. Muy tempranamente la complejidad de la economía mercantil, la circulación del dinero y las mediaciones abstracto financieras, llevaron a Georg Simmel a tratar con un proceso de “objetivación” [Versachlichung] concomitante con el aumento de los principios individualistas y las libertades negativas de la modernidad, que finalmente estructuró relaciones entre unos y los otros despersonalizados y anónimos. Con puntual distingo, aunque en la misma corriente interna, Georgy Lukács remitió a las pérdidas de lo humano en el mundo social mediante un similar mecanismo operante que lleva a tratar como cosas a los objetos, a los otros y a la propia persona. Conocido como “reificación” [Verdinglichung] del mundo, como precisa marcar Axel Honneth, este proceso que atraviesa la totalidad del cuerpo social tornando las interacciones, todo el horizonte de ámbitos intersubjetivos, en relaciones vaciadas de propiedades humanas, punto en donde la teoría sociológica toca las fibras éticas de las politicidades nacientes ante la creciente ausencia de reconocimiento recíproco en las esferas de proximidad afectiva y familiar a los ámbitos del derecho y la vida pública.3

En las páginas que siguen, como pretende indicarlo el título: “Modernidad y aceleración social”, estos dos términos aparecen mutuamente implicados remitiendo de alguna forma a los procesos antes mencionados (la intrusión de la velocidad mediante el control y la tecnificación o las dimensiones subjetivas vaciadas), pero apuntando también al horizonte de rebasamientos de la vida moderna instalados en el orden de las experiencias subjetivas. Como lo probaría una genealogía de la fascinación y el reparo producidos entre los primeros y pocos usuarios de los pequeños aparatos como el teléfono o el glosógrafo, es decir, como lo muestra un acoplamiento experiencial de la tecnificación de las sociedades. El uso de tecnologías durante el siglo XIX coincide con la experimentación subjetiva de los objetos, pero también con el origen de categorías vinculadas con situaciones vividas con relación a la celeridad y rapidez. En esta retrospectiva, el artefacto electromagnético reproductor de la palabra pronunciada mediante su impresión sobre el papel, mereció una detallada crónica José Martí, en 1883, que hoy puede ser pensada desde una lógica de la apropiación tecnológica donde la ingesta del glosógrafo, figurativa y emblemáticamente, permitía un control de la maquinización galopante de la modernidad de entonces.4 Mucho antes, Goethe había signado la rapidez de la vida con el engullir un tiempo perecedero por lo cual tuvo en la creación del neologismo “velocíferino”, síntesis de velocidad con el poder mundano y oscuro de Lucifer, la mejor manera de traducir las vivencias de devorar un instante al cabo de un instante5 como una muestra inmediata de una experiencia de un tempo en que las cosas y los signos se desplazan, se mueven y se transportan en cada vez más breves intervalos. Pero la aceleración no cobraría forma de experiencia del mundo sin la introducción masiva de una diferencia entre el acortamiento del tiempo por factores extrasociales (de un plan temporal divino, por ejemplo) y el registro de un tempo cada vez más contraído que en una extrapolación comporta esa actuación de poderes abstractos, como esa abstracción financiera que superpone un tiempo espasmódico, en constante aceleración, a la sensibilidad de los cuerpos personales y colectivos.

Como veremos en adelante, los artículos y notas de reflexión que componen el presente dossier se detienen en la amplificación y profundización sociológica de la noción de la “aceleración” [Beschleuni-gung],6 por lo que la sola aparición de este hecho terminológico guarda correspondencia con la identificación de la modernidad como un tiempo febril cuya consecuencia ha sido la constante composición de un mundo donde priva la simultaneidad cronológica de lo no simultáneo, y en donde los cambios experienciales que antes duraban largo tiempo trocaron en tránsitos vivenciales comprimidos en lapsos e intervalos de tiempo muy breves, que fueron abriendo brechas entre los ritmos y los tempos de distintas esferas sociales.7 Para la historia conceptual de Reinhart Koselleck, por ejemplo, la evolución semántica de la aceleración permitió diferenciar el antes citado acortamiento del tiempo, que precede a un fin del mundo que un marco apocalíptico convertía los años en meses, éstos en días, y así sucesivamente,8 frente a la prisa experimentada al realizar más acciones en un mismo margen de tiempo y contar con intervalos de tiempo constante pero, a su vez, cruzado por desanclajes comunicacionales y electrónicos (como resultan las constantes superposiciones de tiempos espasmódicos de entidades y fuerzas abstractas que aceleran el movimiento y el estar de los cuerpos vivos). Esta segunda percepción social corresponde propiamente a la aceleración intrahistórica derivada de la tecnificación de la vida humana, la aplicación del más en menos fracciones de tiempo del imperativo de productividad del mundo de la organización del trabajo y la economía.

Como lo probará el avance de la lectura de los materiales reunidos aquí, la más reciente teorización recae en los trabajos del sociólogo Hartmut Rosa quien ha avizorado la prevalencia de tales “estructuras temporales” en las geoculturas de modernidades tardías, para advertir el talante totalizador de la celeridad con el apoyo de un concepto más amplio y duro como el de “régimen temporal de la aceleración”. Entre los elementos sugerentes de su teoría de la aceleración social, Rosa repara en las condiciones de una existencia agobiada por el “aumento de la velocidad del ritmo de la vida social”,9 aumento que comporta una relación inversamente proporcional entre el número de eventos y episodios por unidad de tiempo, y la necesidad de más tiempo a lo cual alude mediante la metáfora de hambre de tiempo. Ambos aspectos sumados a la noción ya mencionada de régimen temporal trazan un paisaje social en donde se incorporan aquellas capacidades psico-corporales que han sido alteradas por el marcaje de la velocidad de los aparatos, las tecnologías y las comunicaciones llegando a tocar consecuentemente las implicaciones éticas y políticas.10

Rosa no trata de entender la aceleración social desde un análisis institucional, sino a partir de las experiencias que atraviesan a seres humanos concretos en sus vidas cotidianas. Desde este interés experiencial deja expuesto la manera en que las estructuras temporales se manifiestan para las personas antes que nada como si las cosas se harían cada vez más rápidas, como si todos estuviéramos arrojados a un río que fluyera cada vez más veloz y nos obligara a adaptar nuestro ritmo de vida a este flujo de aceleración permanente. Lo que esto significa para la teoría de la modernidad pensar constitutivamente lo social con la aceleración, lo explica Rosa en un libro (antes mencionado), cuyo título en alemán equivaldría a “Aceleración. La modificación de las estructuras del tiempo en la modernidad.” Ahí expresa una hipótesis rectora de su teoría:

  • [...] la suposición de que la modernización no sólo es un proceso complejo en el tiempo sino que denomina, en primer lugar y ante todo, también una transformación muy significativa en términos estructurales y culturales de las estructuras y horizontes temporales mismas, y que la manera más adecuada de comprender la dirección del cambio es con el concepto de aceleración social.11

Algunas preguntas resultan de esta idea, por ejemplo: ¿Cómo se pueden explicar estos procesos en términos de la teoría social? ¿cuáles son los mecanismos sociales y sociológicos que explican estas transformaciones de las estructuras temporales? Y, ¿cuáles son las consecuencias para las personas que se encuentran expuestas a tales transformaciones?

En este número de Acta Sociológica además de presentar el calado de la teoría de Hartmut Rosa, buscamos discutirla en una suerte de “diálogo trasatlántico” con el objeto de encarar dimensiones sociales, culturales y políticas que desafían las formaciones sociales bajo la condición de una sociedad contemporánea global, que ya representa una realidad irrebatible.

Parte de esa discusión tuvo efecto durante los últimos días de noviembre de 2011, al llevar a cabo un Seminario de Investigación: Modernidad, aceleración y Teoría Crítica: Un diálogo trasatlántico, coordinado entonces por quienes hoy aparecemos cumpliendo la misma tarea para este dossier.

El seminario fue posible gracias al Centro de Investigaciones Interdisciplinarias en Ciencias y Humanidades (CEIICH), de la Universidad Nacional Autónoma de México (Unam) y al CONACyT a través de sus Fondos para la Investigación Básica para el proyecto de investigación “Modernidad Crítica y Humanismo”, a cargo de Oliver Kozlarek, con el cual se financió la estancia de Hartmut Rosa en la Ciudad de México.

En aquella reunión académica y ahora, se ha contado con la presencia de Gustavo Leyva y Oliver Kozlarek, quienes ofrecen reflexiones en torno a los vínculos de la aceleración social con la teoría crítica por un lado, y acerca de los límites subjetivos de la teorización de Rosa al otorgar prestancia al elemento totalizante de la aceleración. Luis Campos Medina y Fernando Campos Medina, se ocupan de explicar la contribución teórica de Rosa, en especial a la cuestión de una capacidad de aceleración y desaceleración de los fenómenos sociales que se expresa como efecto de diferentes procesos sociales. La colaboración de un par de autoras: Estefanía Dávila y Natalia Radetich reviste particular importancia puesto que en aquel 2011, ambas trazaban los ejes teóricos de sus investigaciones doctorales; y, hoy se encuentran en víspera de defender: una, la tesis sobre el tema en cuestión mientras que compete a otra responder por las transformaciones del trabajo en las fábricas de enunciación (los conocidos “call centers”). Otras reflexiones se sumaron al dossier para poner de relieve las afinidades y diferencias entre categorías lexicales de la teoría de la aceleración social y la clase de términos claramente asociados con la crítica clásica de la modernidad capitalista industrial, como lo hace aquí Juan Álvarez-Cienfuegos prestando atención especial al concepto de “alienación”, empleada en los manuscritos de 1844 de Marx para señalar esa transformación de los objetos manufacturados, por la fuerza viva humana, en cosas-muertas, hostiles a sus creadores.

Paz, Octavio (1996 [1964]), “Corriente alterna” en Obras Completas 10: Ideas y costumbres II. Usos y símbolos, México, Fondo de Cultura Económica, pp. 565-644.

Virilio, Paul (1977), Vitesse et politique, Paris. Galilée; Speed and Politics (1986), Velocidad y política (2007), La marca, Buenos Aires.

Véase sobre este punto Honneth, Axel (2007 [2005]), Reificación. Un estudio en la teoría del reconocimiento, Katz, Buenos Aires.

Martí, José, “Crónica del glosógrafo” en González Stephan, Beatriz (2004), “Martí, invenciones tecnológicas y Exposiciones Universales”. Disponible en línea: www.casa.cult.cu/publicaciones/revistacasa/243/Beatriz%20González.doc(Consulta realizada el 17 de octubre de 2013). Véase también en González Stephan, Beatriz y Jen Andermann (2006), Galerías del Progresos, Museos, exposición y cultura visual, Beatriz Viterbo, Buenos Aires.

Goethe (1825), citado por Oncina Coves, Faustino (2003), Aceleración, prognosis y secularización, Pre-textos, Valencia, p. 24.

Como se podrá observar a lo largo de este número, Hartmut Rosa introduce el problema de la aceleración durante el primer lustro del siglo XXI, primero mediante algunos artículos publicados en alemán y en inglés, entre otros, con el texto citado antes publicado en español en 2011, originalmente publicado en 2003 como “Social acceleration. Ethical and political consequences of a desynchronized high-speed society”. Constellations. An International Journal of Critical and Democratic Theory, 10, 2003, pp. 3-52, hasta que publica su libro más señero: Rosa, Hartmut (2005), Beschleunigung. Die Veränderung der Zeitstrukturen in der Moderne [Aceleración. La modificación de las estructuras del tiempo en la modernidad], Suhrkamp, Frankfurt am Main, que recientemente apareció como Rosa, Hartmut (2015), Social Acceleration: A New Theory of Modernity, trad. Jonathan Trejo-Mathys, Columbia University Press, Nueva York.

Veáse un texto que resume su semántica de la aceleración moderna, en Koselleck, Reinhart (2003), Aceleración, prognosis y secularización, op. cit., pp. 37 -71; también la propia síntesis de la aceleración ofrecida en Beriain, Josetxo (2008), Aceleración y tiranía del presente, Anthropos, Barcelona, pp. 142-171.

Koselleck, op. cit., 39 y ss.

Rosa, Hartmut (2010), Alienation and Acceleration: Towards a critical theory of late-modern temporality, NSU Press, Malmö [Título de próxima publicación por el sello Katz].

Rosa, Hartmut (2011), “Aceleración social: consecuencias éticas y políticas de una sociedad de alta velocidad desincronizada”, trads. Fernando Campos Medina y María Isabel Vila Cabanes. Persona y Sociedad [en línea]. vol. XXV, núm. 1 [citado 2014-09-01], pp. 9-49. Disponible en línea: http://www.personaysociedad.cl/articulo-pys/aceleracion-social-consecuencias-eticas-y-politicas-de-una-sociedad-de-alta-velocidad-desincronizada/.

Rosa, Hartmut (2005), Beschleunigung. Die Veränderung der Zeitstrukturen in der Moderne [Aceleración. La modificación de las estructuras del tiempo en la modernidad], op. cit., p. 24.

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