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Vol. 62.
Páginas 31-43 (septiembre - diciembre 2013)
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Tres notas sobre el sujeto anticapitalista polimórfico*
Three notes on the anticapitalist polymorphic subject
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Sergio Tischler**
** Doctor en Estudios Latinoamericanos por la UNAM. Profesor investigador del posgrado de Sociología en el Instituto de Ciencias Sociales y Humanidades “Alfonso Vélez Pliego” de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla.
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Resumen

Con el objetivo de pensar el cambio revolucionario, se exponen ciertas nociones orientadas a dar cuenta de la crisis del sujeto clásico de la revolución y de la emergencia de una nueva forma de pensar la lucha de clases. En este sentido, el autor parte de algunos conceptos desarrollados por Benjamin en su tesis sobre el concepto de la historia, particularmente aquellos que permiten ver el concepto de lucha de clases en clave antiprogresista y pensar al sujeto revolucionario no como parte del continuum histórico sino como parte de su rompimiento. Asimismo, recurre a la Dialéctica Negativa de Adorno, según la cual el “sistema” es la negación de la libertad humana, por lo que resulta impensable pensar una sociedad emancipada de la dominación cuando existen en ella categorías que se identifican con él. Los conceptos desarrollados son finalmente articulados con la idea introducida por el zapatismo de un sujeto anticapitalista de carácter polimórfico y plural, constituido por múltiples luchas y sujetos, para quien el diálogo colectivo constituye un método que le permite establecer acuerdos horizontales.

Palabras clave:
Lucha de clases
sujeto revolucionario
continuum histórico
tiempo ahora
temporalidad abstracta
tiempo mesiánico
sistema
dominación
universalidad
negación
Abstract

With the purpose of thinking revolutionary change, we expose certain notions oriented towards accounting for the crisis of the classical subject of the revolution and the emergence of a new way of thinking class struggle. Thus, the author begins with some concepts developed by Benjamin in his thesis on the concept of history, particularly those which allow us to see the concept of class struggle with an anti-progressive lens and to think the revolutionary subject not as part of the historical continuum, but as part of its fracture. Furthermore, he draws on Adorno’s Negative Dialectics, according to which the “system” is the negation of human liberty, hence the impossibility of thinking a society emancipated from domination when there are categories within her which are identified with the system. The developed concepts are finally articulated with the idea introduced by the Zapatista movement of an anti-capitalist subject of polymorphic and plural character, constituted by multiple struggles and subjects, for which collective dialogue is a method which allows him to establish horizontal agreements.

Key words:
Class struggle
revolutionary subject
historical continuum
abstract temporality
messianic time
system
domination
universality
negation
Texto completo

En sus tesis sobre el concepto de historia, Walter Benjamin1plantea un conjunto conceptual de ideas que iluminan el tema del sujeto revolucionario en contrapunto crítico al pensamiento imperante de la época. Su crítica va dirigida al núcleo teórico del concepto mismo de lucha de clases, el cual consideraba había sido pervertido por la socialdemocracia al ser transformado por ésta en un concepto evolucionista, marcado por el peso de la ideología burguesa del progreso.

Por esa vía, el concepto de lucha de clases –concepto esencialmente crítico– se transformaba en una suerte de ideología del desarrollo, cuya consecuencia política era el conformismo y la adecuación al sistema. Teóricamente, esa práctica política se legitimaba incorporando en el centro de su interpretación un ingrediente fundamental del fetichismo de la forma conceptual burguesa: la noción de un proceso universal neutro, por fuera del antagonismo social, en la sociedad de clases. La idea de progreso daba ese componente. El progreso era pensado como esencialmente neutro; no una categoría contradictoria cuyo núcleo está constituido por la lucha de clases misma. La lucha de clases, en ese sentido, se interpretaba como una suerte de agente que aportaba su energía a ese proceso, despejando los obstáculos al movimiento “objetivo” del mismo, entendido como desarrollo de las fuerzas productivas y del trabajo.2

No es difícil establecer que la crítica se extiende a la idea productivista del socialismo, que terminó por legitimar una forma despótica de regulación estatal del trabajo en la ex Unión Soviética. Pero volviendo al tema del sujeto, la crítica de Benjamin permite ver la lucha de clases en una perspectiva nueva, digamos en clave antiprogresista, así como pensar que el sujeto revolucionario no es parte del continuum histórico sino de su rompimiento. Destaca que la idea de “un progreso humano en la historia es inseparable de la representación de su movimiento como un avanzar por un tiempo homogéneo y vacío”.3 A su vez, que la revolución debe ser entendida como antítesis de dicha temporalidad, como tiempo “que está lleno de ´tiempo ahora´”.4

El “tiempo ahora”, antítesis y negación del tiempo homogéneo y del continuum histórico, está tejido por la lucha de las clases revolucionarias. Cuestión, que a su vez nos dice que el conocimiento histórico no es neutral; su lugar, si es que se puede usar este término, es el antagonismo entre temporalidades de lucha.

La temporalidad abstracta, hay que decirlo, no es simplemente una manera de representar el tiempo sino una forma temporal real, la forma temporal del capital, de la cual Marx dio cuenta al analizar el doble carácter del trabajo en la mercancía (la relación entre trabajo concreto y trabajo abstracto). Como forma del capital, la temporalidad abstracta es una relación de dominación, y la lucha contra la misma implica un rompimiento que es otro tipo de temporalidad, que Benjamin nombra como el “tiempo ahora”. El “tiempo ahora” es apertura a una universalidad que no es abstracta y violenta (un tema particularmente desarrollado por Adorno, como se verá más adelante), sino de otra índole: en ella la historia está resumida como redención de la humanidad o tiempo mesiánico, el cual, según Benjamin,5 es el tiempo que Marx secularizó en la idea de la sociedad sin clases.

Con las nociones de “tiempo ahora” y “tiempo mesíánico”, Benjamin se propone estallar teóricamente el concepto lineal del tiempo histórico, así como establecer un vínculo dialéctico entre presente, pasado y futuro, cuya centralidad es de carácter político. La lucha revolucionaria en el presente es la puerta de entrada al pasado no redimido, así como la redención de ese pasado es la entrada al futuro. En el “tiempo ahora” se encuentran incrustadas “astillas del tiempo mesiánico”.6 Es decir, la lucha en el hoy lleva en sus entrañas el tiempo de la redención o emancipación humana, cuya posibilidad no puede ser entendida linealmente sino de ruptura con el continuum histórico. En esos términos, Benjamin apostó a restituirle al concepto de lucha de clases la densidad revolucionaria que había perdido.

En una lectura más directamente política, en Benjamin existe una crítica de la socialdemocracia como modelo de fetichismo político, la cual, por extensión, permite su aplicación a las “vanguardias revolucionarias”. Se puede decir, que el fetichismo político consiste en suplantar al sujeto histórico por una institución o partido político. Esto es resultado de una escisión entre el tiempo de la organización y el tiempo de las clases que dice representar. Dicha escisión se “resuelve” en una síntesis de poder que implica la subordinación del “tiempo ahora” al “tiempo abstracto”; es decir, cristaliza en la imagen de un tiempo vertical constituido por el tiempo del arriba (que dirige), y el abajo de las clases oprimidas (tiempo subalterno). Como se sabe, la experiencia de la Revolución Rusa derivó en una forma de poder en la cual el tiempo del partido-Estado estaba radicalmente escindido de la sociedad, y el tiempo de ésta debía subordinarse a aquel, prolongando la dominación. Esa cristalización de poder temporal entre un arriba y un abajo no podía ir por el camino de una autodeterminación colectiva. De hecho, fue su negación.

La crítica a la temporalidad abstracta como modo de dominación es tema central en la concepción de Walter Benjamin de la lucha de clases y la revolución. Desde su perspectiva, el sujeto revolucionario no puede pensarse con categorías que son constitutivas de un continnum de dominación y de abstracciones que rinden tributo a la homogeneidad. De hecho, la crítica a la temporalidad abstracta y homogénea se puede prolongar a la crítica de la abstracción como forma de homogenización y de dominio, con lo cual estamos ante el asunto de la categoría de totalidad y de las formas de la dominación del capital. En la idea de constelación Benjamin trata de resolver la relación entre lo universal y lo particular de una manera en que la unidad ya no es algo que se encuentra en relación de subordinación (a lo universal). No se presenta en términos de hegemonía y síntesis.7 La negación de la negación, concepto clave de la dialéctica, no es una realización del tiempo universal y homogéneo sino la superación de éste. No se trata de realizar la historia; el asunto es la supresión de la historia universal como continuum, ya que la misma ha sido y sigue siendo la historia de los dominadores.8

Desde nuestro punto de vista, dichas tesis plantean también la crítica a la idea de un sujeto revolucionario homogéneo. Puesto que el sujeto que niega es él mismo la encarnación de una temporalidad mesiánica, y tal temporalidad no es homogénea ni hegemónica, se puede decir que el sujeto histórico es un conjunto de luchas contra la dominación del capital que constituyen una constelación.

Llegado este punto, para nuestros propósitos es necesario que nos refiramos al tema de la relación antagónica entre sistema-totalidad y emancipación, planteado por Theodor Adorno. No solamente porque ese es un tema que guarda relación con los planteamientos de Benjamin, sino porque en él, Adorno desarrolla una crítica radical a la idea de sistema y al pensamiento dominante que es el pensamiento que se identifica con aquel.

Como es conocido, el pensamiento de Adorno es muy complejo y difícil de asimilar; de ninguna manera, pretendemos exponer su pensamiento en este breve ensayo, pero podemos intentar un acercamiento que guarda relación con el tema general que estamos exponiendo. Este acercamiento, se podría resumir en los términos siguientes: el “sistema” es negación de la libertad humana, y es imposible pensar una sociedad emancipada de la dominación con categorías que se identifican con él, o que son su expresión teórica e ideológica. Las categorías de identidad, síntesis y totalidad, son categorías que se identifican con el sistema, y las podemos encontrar en el pensamiento dominante en las sociedades capitalistas, así como en los planteamientos del marxismo ortodoxo. La teoría crítica es la que piensa contra el sistema y produce categorías de no identidad, las cuales son categorías de negación de las formas dominantes. El centro de la crítica reside en la negación y no en la afirmación. Pensar en términos de no identidad, significa pensar desde y a partir de lo negado en las formas sociales y en el pensamiento, es decir, pensar contra lo que es, o desde lo que está negado en la afirmación de lo existente. El pensamiento crítico está hecho para abrir las categorías de forma inmanente, y no para producir síntesis o nuevas formas de totalidad, ya que la síntesis y la totalidad implican un principio de identidad que es también un principio de dominación. De tal suerte, que el principio dialéctico de la negación de la negación no hay que entenderlo en términos afirmativos sino como herramienta conceptual para hacer estallar las formas y el sistema, para ir más allá de la totalidad. En ese sentido, un aspecto fundamental de la lucha teórica es pensar la emancipación desde la particularidad y no desde la totalidad que la niega y oprime.9 En Dialéctica negativa podemos encontrar una profunda argumentación al respecto. Pero veamos a continuación lo que dice Adorno, en algunas citas seleccionadas.

Desde el ángulo de la relación con el mundo burocratizado, el sistema “es la objetividad negativa, no el sujeto positivo”.10 Visto desde la historia del pensamiento, el sistema obedece a necesidades de racionalización burguesa.11 La necesidad de establecer un orden de dominación de nuevo tipo (burgués) se resolvió en términos de sistemas conceptuales al servicio de la identidad o de un resultado positivo, incluyendo la dialéctica.12 Es decir, que dichos sistemas (y en general la idea de sistema) han obedecido al principio de adecuación, el cual fue siempre “sumisión bajo objetivos de dominación”.13 Y, en esta función la síntesis juega un papel central. En toda síntesis –dice– “opera la voluntad de identidad”.14 Ésta (la identidad) es la “forma originaria de ideología”, y su “sabor consiste en su adecuación a la realidad que oprime”.15

Si bien, Adorno ve una constante del principio de identidad desde la filosofía griega,16 es en el capitalismo donde dicho principio se vuelve universal. El principio de identidad juega un papel central en un tipo de dominación basado en el principio de equivalencia. Al respecto, dice:

El principio de convertibilidad, la reducción del trabajo humano al abstracto concepto universal del tiempo medio de trabajo, tiene su hondo parentesco con el principio de identificación. Su modelo social es el canje, y éste no existiría sin aquel; el cambio hace conmesurables, idénticos, a seres y acciones aislados que no lo son. La extensión del principio reporta el mundo entero a lo idéntico, a la totalidad.17

Queda claro, que en su interpretación la identidad y la síntesis no son categorías neutrales; por el contrario, son parte activa de una relación de dominio. El concepto al servicio de la identidad implica que éste está también al servicio de la dominación, donde la particularidad se encuentra negada. Nosotros podemos agregar que, así como toda relación de dominio es lucha, aquellas son parte entonces de una lucha en el terreno de la subjetividad en la cual cumplen un papel de primer orden. El asunto se vuelve más claro si lo traducimos a conceptos y categorías más concretas, como lo son el partido, el estado, la clase, y otras más.18 No se necesita mucha imaginación para poder darnos cuenta que, en términos generales, han sido concebidos en términos positivos, es decir, de identidad. Desde la perspectiva de Adorno, eso implica que están al servicio del sistema y guardan un contenido que es dominación. De tal suerte, que un cambio que pretenda ir más allá del sistema es imposible pensarlo con ese tipo de herramientas conceptuales.

La crítica a una determinada manera de pensar el cambio social necesariamente se expresa en un nuevo lenguaje, en conceptos y categorías que permiten o intentan dar un nuevo contenido a las palabras mediante las cuales pensamos ese cambio. Las notas que hemos expuesto en este trabajo han tenido como objetivo mostrar un conjunto de palabras, nociones y conceptos, elaborados en distintos escenarios, pero que creemos forman lenguajes de una constelación que está marcada por la crisis del sujeto clásico de la revolución y la emergencia de una nueva manera de pensar la lucha de clases. Hemos tratado de integrar en esa constelación ciertos aspectos del lenguaje del zapatismo, el cual nombra de una manera radicalmente diferente al sujeto rebelde anticapitalista, al tiempo de incorporar ideas centrales de Walter Benjamin respecto a la idea de historia y de la lucha de clases, así como ciertos pasajes de Adorno donde cuestiona la idea de totalidad como centro para pensar la sociedad emancipada y donde intenta redimir la particularidad para ese objetivo.

En lo expuesto, sin embargo, no se ha pretendido dar una argumentación para un “resultado positivo”, parafraseando a Adorno; es decir, que pretenda dejar zanjado el tema. Por el contrario, nos parece que estos son temas de un proceso vivo y, por lo mismo, que están abiertos a la discusión. Si logramos colocar lo aquí planteado como tema de interés, que puede ser tenido en cuenta como parte de ese proceso vivo, nos sentiremos satisfechos.

Ahora bien, hay una reflexión con la que quisiéramos cerrar el ensayo. Las ideas zapatistas de Abajo y a la Izquierda y Preguntando Caminamos, tal como ha sido planteado por ellos, son expresiones de una idea de sujeto rebelde anticapitalista que rechaza las nociones de vanguardia y hegemonía, armadas a partir de categorías verticales y homogéneas, para pensar el cambio revolucionario. A partir de la experiencia revolucionaria de las comunidades indígenas chiapanecas y de la elaboración autocrítica de la experiencia guerrillera de las décadas pasadas, el zapatismo ha introducido la idea de un sujeto anticapitalista de carácter polimórfico y plural, el cual se caracteriza por ser el movimiento de múltiples luchas y sujetos que intentan ser un nosotros que se reconoce en la historia compartida del abajo y a la izquierda; aquí, el diálogo colectivo es un método central en la formación de acuerdos horizontales, y de invención de espacios y un tiempo nuevo.

Dicha idea de sujeto es una manera de entender la democracia a contrapelo de la idea dominante de que ésta es atributo de la forma Estado, es decir de la forma política del capital,19 cuyo andamiaje ideológico y operativo está constituido por la ley y el sistema de partidos políticos (democracia representativa). De manera abierta, la política zapatista es un rechazo al arriba y el abajo de esa forma dominante de la política; simultáneamente, es una crítica al fetichismo de las formas, figuras y categorías, en las que la dominación se esconde, haciendo abstracción de los antagonismos de clase que son el núcleo de la sociedad mexicana y del capitalismo actual, del cual aquella es una particularización. Eso se puede apreciar, entre otras cosas, en el uso irónico de “Sociedad Civil” en los primero comunicados del ezln, así como las ideas ya expresadas de “Preguntando Caminamos”, “Abajo y a la Izquierda”; las de “Otra Campaña”, “Cuarta Guerra Mundial”, y otras. Esta terminología no sólo da cuenta de la producción de un conocimiento crítico nacido y actualizado en la lucha anticapitalista del zapatismo, sino de un rasgo que le es característico: la desfetichización de conceptos, formas y categorías de la dominación del capital y del patriarcado. Entre éstos, la dupla sociedad civil-Estado, democracia representativa, poder, mercado, globalización, la dupla hegemónica hombre/mujer.

Aquí, es importante señalar que la desfetichización aludida no es equivalente a una inversión hegemónica, sino que implica una lucha para superar o disolver la dominación en el “aquí-ahora”. Los zapatistas han entendido que eso se tiene que traducir en palabras que expresen, juntas o separadas, la imagen del tiempo rebelde del nosotros, un tiempo que, siguiendo a Holloway,20 se puede formular como contra-y-más-allá-de-la-dominación. Ese es el tiempo en que se lucha por disolver el arriba y el abajo, y anticipa, de esa manera, una sociedad emancipada. A esto se le podría nombrar política negativa de la palabra. La palabra nombra lo que está siendo negado en las palabras hegemónicas,21 pero lo nombra como voz rebelde que surge de la “digna rabia”, en un tiempo que es enfrentamiento y construcción de lo nuevo, es decir, que rompe en un aquí-ahora rebelde la voz pasiva de la derrota. Es la palabra que celebra la apertura revolucionaria del mundo. Es la palabra que trata de nombrar el rompimiento de la dominación como apertura y no como síntesis de una nueva dominación o hegemonía. En esto existe una radical diferencia o corte teórico con el canon clásico de la revolución y del sujeto. El lenguaje de este último aspira a una “realización de la historia” en términos de una nueva hegemonía (del proletariado representado por el partido de clase), expresada en un remate estatal. En el lenguaje zapatista, por el contrario, se plantea la apuesta de sacar la historia del eje de la hegemonía.

¿Habrá alguna sintonía entre la práctica y el pensamiento de los zapatistas y pensadores críticos como Benjamin y Adorno? Las tesis sobre la historia a “contrapelo” de Walter Benjamin proporcionan una imagen de sujeto revolucionario que se sintoniza con las imágenes zapatistas de la revolución. Las ideas de “tiempo ahora” y de “tiempo mesiánico”, se podría decir, son de alguna manera un tiempo vivido por las comunidades zapatistas. Asimismo, la noción de constelación, que cuestiona un sujeto homogéneo calcado en la idea abstracta de tiempo, no es ajena a lo practicado en los caracoles zapatistas y La Otra Campaña. Pero también, la idea de la revolución como tiempo que rompe y saca la historia del continuum de la temporalidad de la dominación es algo que dialoga con la idea zapatista de sacar la historia del eje de la hegemonía. De igual manera, la crítica al sujeto como una totalidad y a la revolución como la producción de una nueva síntesis de poder y dominación que podemos leer en Adorno, así como su esfuerzo por pensar desde la particularidad negada en la totalidad, deben ser considerados parte de ese diálogo. En ese sentido, los señalados son, siguiendo a Benjamin, algunos puntos luminosos de algo que se puede nombrar como constelación emergente de la lucha de clases, la cual, como se ha intentado decir, no puede ser entendida si dejamos de lado el proceso de cambio en la subjetividad que le acompaña, así como el de la elaboración de su propia conceptualidad.

Quizás el rasgo común de esa nueva constelación es que su lenguaje expresa una lucha de carácter destotalizante; traduce el esfuerzo de descosificar las palabras, y retoma lo humano negado en las abstracciones y conceptos tributarios del sistema, la síntesis y la totalidad, como el punto de partida del cambio revolucionario.

Bibliografía
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Palabras clave. Un vocabulario de la cultura y la sociedad, Editorial Nueva Visión, (2003),

El trabajo que se presenta es un fragmento de un escrito más extenso en elaboración.

Benjamin, Walter (2007), Sobre el concepto de historia. Tesis y fragmentos, Ediciones Piedras de Papel, Buenos Aires.

Ver tesis XI, Benjamin (2007), op. cit.

Ibid., pp. 34-35.

Ibid., p. 35.

Ibid., p. 38.

Ibid., p. 41.

Ibid., tesis XVII.

Ibid., p. 26, tesis VI.

Una reflexión en torno a lo planteado en forma de resumen se encuentra en Tischler, Sergio (2007), “Adorno. La cárcel conceptual del sujeto, el fetichismo político y la lucha de clases”, en Negatividad y revolución. Theodoro W. Adorno y la política, John Holloway, Fernando Matamoros y Sergio Tischler, comp., Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, Herramienta ediciones, Buenos Aires.

Adorno, Theodor (1975), Dialéctica negativa, Taurus, Madrid, p. 28.

Ibid., p. 29.

Ibid., pp. 7-8.

Ibid., p. 151.

Idem.

Idem.

Ibid., p. 7: “Ya en la dialéctica platónica, el instrumento lógico está al servicio de un resultado positivo; la figura de una negación de la negación fue siglos después un nombre pregnante para lo mismo.”

Ibid., p. 150.

Para una aproximación al partido y Estado como categorías de totalidad, ver Tischler (2007), op. cit.

Bonefeld, Werner (2005), “El Estado y el capital: sobre la crítica de lo político”, en Marxismo abierto. Una visión europea y latinoamericana, vol. 1, Alberto Bonnet, John Holloway y Sergio Tischler, comp., Universidad Autónoma de Puebla, Herramienta ediciones, Buenos Aires.

Holloway, John (2002), Cambiar el mundo sin tomar el poder. El significado de la revolución hoy, Universidad Autónoma de Puebla, Herramienta ediciones, Buenos Aires.

Sobre dominación, hegemonía y palabras, ver Williams, Raymond (2003), Palabras clave. Un vocabulario de la cultura y la sociedad, Editorial Nueva Visión, Buenos Aires.

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