En los últimos años se ha producido un notable incremento de estas enfermedades, que obviamente no pueden relacionarse con cambios en la predisposición genética, de índole familiar, sino con otros factores que sí son susceptibles de cambiar1,2. Son agentes exógenos medioambientales, algunos de ellos relacionados directamente con el grado de exposición a los alergenos (domiciliarios o del exterior), o a irritantes ambientales capaces de provocar la inflamación de la mucosa, que es base la patogénica de esta patología respiratoria, en la que destaca la rinitis y el asma ocupacionales. El nivel socioeconómico condiciona en gran manera el contenido de aeroalergenos domiciliarios, como son los ácaros y los hongos, de acuerdo con los elementos que facilitan el desarrollo de los mismos (alfombras, cortinas, calefacción, refrigeración, grado de humedad, etc.), o la presencia de animales domésticos. Sin embargo, la exposición a los pólenes, como aeroalergenos predominantes en muchos pacientes, depende de otros factores, especialmente climáticos. La prevalencia de la sensibilización a pólenes depende en gran parte de las características climáticas de las distintas regiones, de forma que incluso en un mismo país no es raro que la incidencia de alergia polínica sea muy diferente en distintas áreas geográficas, tanto por el predominio de determinados pólenes, como por la época del año en que se ponen de manifiesto3,4. Así pues, no cabe duda que clima juega un papel destacado en la incidencia de las enfermedades alérgicas del aparato respiratorio.
La temperatura, el grado de humedad, la lluvia o el viento tienen una influencia categórica en la polinización, de forma que las variaciones de estos fenómenos climáticos son decisivas en la estacionalidad, prevalencia y gravedad de estos procesos.
Es muy posible que el cambio climático experimentado en los últimos años tenga una relación directa con el citado aumento de la incidencia del asma y de otras enfermedades alérgicas, y no solamente por la influencia sobre la polinización y las esporas de hongos5, sino también por el aumento de sustancias contaminantes, como consecuencia del calentamiento del planeta (dióxido de carbono, metano, óxido de nitrógeno, dióxido de sulfuro, ozono, clorofluorocarbonados–CFCs, partículas aéreas: PM-10), según muestran diversos estudios1,6-8.
Como denuncia el reciente informe de expertos del WMO y UNEP (IPCC)9, es evidente que el cambio climático que se está produciendo en los últimos años tendrá una influencia decisiva en las condiciones de vida de toda la población, y podría decirse que será una influencia negativa si no se adecuan a tiempo los modos de vida (hábitat, entrono, fuentes energéticas, etc.), para adaptarse a la nueva situación. El aumento de gases atmosféricos nocivos, los cambios en grado de humedad, el movimiento de la masa acusa (aumento del nivel del mar, riadas) como consecuencia de la licuación de glaciares por el aumento de la temperatura, son factores que alteran el ecosistema y traen como consecuencia cambios importantes en el clima, afectando de modo diferente según las regiones afectadas10. La repercusión del este cambio climático sobre la salud es evidente, afectándose fundamentalmente el sistema cardiovascular y el respiratorio.
Siendo predominante la sensibilización a pólenes en un gran porcentaje de pacientes con patología alérgica respiratoria, los cambios en la aerobiología de los pólenes tendrá una importante repercusión en la incidencia de esas enfermedades. El mayor poder alergizante por el aumento de la temperatura, demostrado para la Betula pubescens ssp y posible para otros pólenes12,13, es un riesgo para la sensibilización de otros individuos atópicos, así como para los ya sensibilizados que pueden reaccionar con más gravedad cuando se produzca la polinización. Un efecto similar puede tener el aumento de la concentración de diversos pólenes, a lo que contribuye el CO2 junto al aumento de la temperatura. Asimismo, se han observado cambios en la estación polínica y en la distribución de la flora por la posible influencia de la temperatura, el grado de humedad y la concentración de CO25.
A pesar de que se cree que el cambio del clima a nivel mundial aún está en su inicio, algunos autores ya han observado un aumento en el número de hospitalizaciones o cambios en la estacionalidad que pueden relacionarse con este problema1,2,4,7,8,14.
Corresponde a los gobiernos, de acuerdo con las recomendaciones de los expertos, poner en práctica las normas pertinentes, con el fin de frenar en lo posible el calentamiento del planeta. Investigar los cambios en la epidemiología, estacionalidad y gravedad de las enfermedades relacionadas con el cambio climático, la patología alérgica en nuestro caso, es lo que concierne a los médicos.