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Vol. 48. Núm. 2.
Páginas 5-7 (junio 2014)
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César Villalobos Acosta
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El papel que los sitios arqueológicos tienen en el mundo contemporáneo nunca antes había sido tan dinámico, diverso y a su vez contradictorio. Este panorama ha sido el resultado de un largo proceso de desarrollo. Se ha afirmado correctamente que la arqueología se consolida como disciplina científica en el contexto de la emergencia de los estados nacionales. Sin embargo, paralelamente, en muchos países, la arqueología también fue usada por su potencial turístico, ya sea como una forma de divulgación en las ferias internacionales o como una manera de marcar diferencia respecto a sus pares. La relación del nacionalismo y la arqueología ha sido decantada en diversas investigaciones, sin embargo, su relación con el turismo ha sido poco explorada.

El desarrollo del turismo moderno se puede rastrear desde finales del siglo xix, cuando se consolida de forma más intensa y estructurada, principalmente en Europa, eventualmente repercutiendo en otras partes del mundo como Oceanía, Asia o Latinoamérica. En 1950 se contabilizaron 25 millones de turistas que viajaron de un país a otro con el fin de regresar a su lugar de origen. Desde entonces, la cifra ha ido en permanente aumento, interrumpida únicamente por conflictos bélicos, crisis sociales o sanitarias. En el año 2012 se registraron 1 035 millones de llegadas internacionales en el mundo. Francia encabezó la lista con 83 millones de visitantes por año, mientras que México lidera el turismo en Latinoamérica con 23 millones de visitantes.

Con estas cifras y números parecería que el turismo marcha victorioso por la historia, sin embargo la situación no es tan halagadora. La cifra de turistas que recorre el mundo contrasta fuertemente si se compara con la población total del planeta. La relación es desproporcionada, los turistas representan un porcentaje de apenas 14% de personas que se pueden mover libremente por el mundo, porcentaje que se reduce debido a que potencialmente un mismo turista puede viajar repetidamente durante el año. Esas cifras manifiestan diferencias aún más radicales, mientras que la mayor parte de la población se encuentra en África y Asia, la mayor cantidad de viajeros y de ciudades visitadas se encuentran en Europa Occidental y Norteamérica. Adicionalmente en estos países las políticas turísticas están estrechamente relacionadas con el capital privado y los recursos se movilizan en una relación costo-beneficio.

En contraste, el turismo en países en vías de desarrollo generalmente está asociado a las instituciones gubernamentales. Ello se debe a que el turismo se ha convertido en una de las principales fuentes de divisas. Proporciona empleo y asiste en general a la economía. Ello ocurre precisamente en lugares como Asía, África y Latinoamérica. Contradictoriamente, aunque el turismo se presenta como una estrategia política para la captación de divisas, generalmente las ganancias regresan a los grandes inversionistas de los países económicamente dominantes, lo que implica una relación asimétrica. Debido a ello el costo social, político, y sobre todo natural, ha sido uno de los constantes problemas en economías cuya dependencia del turismo las hace frágiles o incompetentes en el diseño de estrategias de beneficio social frente al capitalismo voraz.

En recientes décadas el turismo se ha analizado más allá de su aspecto económico, es decir como fenómeno cultural, más que como “industria sin chimeneas”. Se ha observado que no es un fenómeno unidireccional, y aunque ciertamente asociado a las potencias mundiales, no es únicamente un negocio determinado por los países generadores de turistas. La participación activa de comunidades receptoras, incluyendo sociedades urbanas y otras más tradicionales, han demostrado que los efectos del turismo no son una cuestión de blanco y negro. Debido a su diversidad no es posible generalizar puesto que se pierde la dimensión real del fenómeno, observándose más claramente en su particularidad las implicaciones a escala local.

Es interesante mencionar que pese a la inserción de los sitios arqueológicos en el mercado cultural del turismo, la relación de turismo y arqueología no haya sido un tema central a la investigación, sino solo hasta recientemente. Se ha menciona- do que uno de los factores en la comercialización de sitios arqueológicos es el papel cada vez más importante del turismo en las economías mundiales. Igualmente se ha mencionado que con el turismo arqueológico, los países crean un mundo en el cual la historia es un instrumento para tener voz y movilizar recursos.

El impacto del turismo arqueológico ha derivado en la mercantilización de la herencia ancestral. Para algunos autores la forma de promocionar el pasado es una antítesis de los contenidos históricos, y para otros, es una forma normal y dinámica de relacionarse en el mundo moderno. Posiciones más moderadas apelan a criterios de conservación, restauración y presentación apegados a estándares internacionales en donde la importancia histórica se anteponga a los intereses comerciales. Las diferentes voces plantean un importante debate sobre la autenticidad del pasado en la era del turismo de masas.

México es un caso especial en donde el turismo arqueológico tiene un amplio abanico de intereses. El turismo arqueológico se desarrolla paralelamente al nacionalismo postrevolucionario y hunde sus raíces con la internacionalización de la arqueología mexicana en los albores del siglo XX. Su estructura es tan vetusta y compleja que ha permitido durante la primera década del siglo XXI que los sitios arqueológicos hayan sido visitados por alrededor de 100 millones de personas, algo que es posible únicamente en pocos países.

Los trabajos aquí presentados se proponen como una ruta de acceso para comprender el desarrollo histórico y contemporáneo del binomio arqueología y turismo. Las temáticas abarcan historia de la arqueología, guías de turistas, la apertura de sitios arqueológicos al público, comparativos sobre preservación del patrimonio arqueológico, restos humanos y turistificación del patrimonio. Los especialistas analizan al turismo como un fenómeno cultural complejo, alejado del estereotipo del turismo como “industria sin chimeneas”. Se considera a cada contribución como un filtro para observar la emergencia, evolución, aspectos centrales y futuras direcciones de la arqueología y su confrontación con el análisis del turismo de masas.

Los sitios arqueológicos han sido ampliamente utilizados por las instituciones nacionales y las empresas privadas ya sea fines ideológicos, para promover la identidad o como una forma de comercializar el pasado. Millones de turistas visitan los sitios arqueológicos de todo el mundo, y el turismo arqueológico se ha integrado rápidamente a la oferta contemporánea, lo que abre un campo enorme de estudio para los especialistas. A la luz de sus implicaciones culturales ha quedado demostrado que el turismo es un poderoso medio de transformación social. Su importancia es tal, que el turismo ha crecido exponencialmente en el siglo XX y se seguirá expandiendo a menos que ocurra una catástrofe natural o económica. La relación arqueología y turismo se abre con una puerta de acceso para valorar, y comprender, las funciones de la arqueología en la época contemporánea, no solo en México, sino a escala global.

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