El reflujo vesicoureteral (RVU) se define como el paso retrógrado no fisiológico de la orina desde la vejiga al uréter, sin que exista una causa anatómica o neurológica que lo justifique.
EpidemiologíaLa prevalencia estimada de RVU en humanos es del 1-2% de la población general. En los pacientes con infecciones urinarias, esta prevalencia se incrementa hasta el 25-40% de los niños y al 3-19% de los niños con diagnóstico prenatal de dilatación de la vía urinaria presentan RVU. La prevalencia del RVU es mayor cuanto menor es el niño y se resuelve de forma espontánea a lo largo del crecimiento, a razón del 10-15% por año. La prevalencia del RVU en la raza negra es de 10 a 20 veces menor1–3.
La presencia de daño renal asociado a RVU se conoce con el término nefropatía por reflujo (NR). Este término engloba tanto las cicatrices secundarias a episodios de infección del tracto urinario (ITU), como al daño renal congénito secundario a hipoplasia-displasia renal, y se incrementa con la edad, pudiendo variar del 10 al 47%4,5. El grado de reflujo incrementa el riesgo de NR; así, casi la mitad de los niños con RVU dilatado, de grado ≥ III, estarán afectados6.
La NR puede conducir a la aparición de insuficiencia renal crónica (IRC) o hipertensión arterial (HTA). Entre un 2 y un 25,7% alcanzará IRC y la HTA llega a afectar al 10% de los niños con NR, con variaciones entre el 0 y el 38% según diferentes criterios de inclusión o tiempo de seguimiento de los pacientes en los estudios7–9.
Puntos clave
La aparición del reflujo en el niño se debe a una anomalía madurativa del mecanismo valvular de la unión ureterovesical. Si la yema ureteral ocurre muy cerca de lo que será la futura vejiga, el orificio ureteral estará desplazado lateralmente, dando lugar a que el túnel submucoso del uréter en la vejiga sea más corto facilitando el reflujo de orina. Dicho túnel se alarga con la edad, lo que aumenta la competencia del mecanismo valvular y produce la resolución espontánea del RVU en la mayoría de los niños durante el período de crecimiento10.
Estudios epidemiológicos realizados en familias con RVU han demostrado que el 25-50% de los hermanos y el 50-66% de los hijos de pacientes con RVU también tienen reflujo. En gemelos monocigotos, la prevalencia del RVU es del 100 y el 50% en gemelos dicigotos11.
Se especula que el RVU y la displasia renal asociada pueden ser secundarios a una desregulación de una compleja red de genes que regulan el programa del desarrollo renal y del tracto urinario, pero todavía no se han encontrado los genes causantes12–14.
DiagnósticoActualmente, se tiende a seleccionar a los pacientes que puedan tener más riesgo de presentar RVU de grado alto y con posibilidad de daño renal en el contexto de ITU. Por tanto, no se realiza de forma sistemática un estudio cistográfico en la primera ITU diagnosticada. Una aproximación basada en algunas revisiones recientes podría ser15,16:
- —
Primer episodio de ITU febril con gammagrafía renal alterada con zonas de hipocaptación o cicatrices, o bien disminución de la función renal unilateral de < 45%. La gammagrafía puede realizarse en la fase aguda (< 14 días) o en los 6–12 meses siguientes.
- —
Ecografía renal en fase aguda de ITU febril con dilatación de la vía urinaria > 7mm de diámetro anteroposterior y/o alteraciones en el parénquima renal.
- —
ITU recurrente (3 ITU afebriles o más de una febril).
- —
ITU febril en niños con hermano o parientes de primer grado con RVU.
- —
Dilatación elevada de vía urinaria en período intrauterino y comprobada pasada la primera semana de vida.
Para el diagnóstico de RVU es imprescindible la realización de un estudio cistográfico, que puede hacerse con las siguientes técnicas17,18:
- —
Cisto-uretrografía-miccional-seriada (CUMS).
- —
Cistografía isotópica directa (CID).
- —
Ecocistografía (EC).
- —
Cistografía isotópica indirecta (CII).
La CUMS es la prueba de elección para el diagnóstico inicial de RVU, siempre que además de diagnosticar el RVU queramos hacer una valoración anatómica, tanto de vejiga como de uretra, sobre todo en varones. Tiene el inconveniente de ser la prueba más irradiante. El reflujo se gradúa según la Clasificación Internacional del RVU19 (fig. 1, tabla 1).
Clasificación del reflujo vesicoureteral primario según el International Reflux Study Comittee
Grados de reflujo |
|
La CID es la prueba diagnóstica más sensible e irradia menos. Se indicará cuando no haya sospecha de alteración anatómica, en el seguimiento de los RVU ya diagnosticados y en los estudios familiares de RVU.
La EC tiene la ventaja de no producir radiación, pero no permite monitorización dinámica simultánea de uréteres y vejiga en la fase de llenado y vaciado.
La CII permite el diagnóstico del RVU sin sondaje uretral. Puede ser la prueba inicial en los niños mayores de 3 años y continentes en los que no sea imprescindible la valoración anatómica de la vejiga y la uretra.
Para determinar la existencia de daño renal o NR asociados a RVU, independientemente de que sea secundario a infección del tracto urinario o por defecto del desarrollo fetal, la prueba más sensible es la gammagrafía renal con ácido di-mercapto succínico (gammagrafía con DMSA)20 (tabla 2).
Daño renal en gammagrafía con DMSA
Clasificación de Goldraich |
Tipo 1: no más de dos áreas de cicatriz |
Tipo 2: más de dos áreas de cicatriz, con áreas de parénquima normal entre ellas |
Tipo 3: daño generalizado de la totalidad del riñón, similar a la nefropatía obstructiva, por ejemplo, contracción global del riñón con o sin cicatrices en su contorno |
Tipo 4: estadio final, riñones muy reducidos, con poca o ninguna captación del radio fármaco, por ejemplo, menos del 10% de la función renal total |
DMSA: ácido di-mercapto succínico.
El tratamiento estaría basado en los siguientes objetivos: disminuir el número de infecciones urinarias e impedir el daño renal. Un elevado número de ensayos clínicos multicéntricos, recogidos recientemente en un metaanálisis, orientan sobre la opción terapéutica inicial21. El manejo conservador de estos niños, frente a la corrección quirúrgica del RVU, mostró resultados similares a largo plazo en cuanto a daño renal nuevo, progresión de este, número de infecciones urinarias o aparición de IRC. Por tanto, el acercamiento inicial a esta patología actualmente es conservador. El manejo del RVU lo basaremos en las recomendaciones actuales de la «Guía de práctica clínica del RVU»22 y la «Guía sobre infecciones urinarias» de la organización National Institute for Health and Clinical Excellence (NICE)15.
Medidas higiénicas generalesEs aconsejable una serie de medidas generales orientadas a la prevención de la aparición de ITU:
- —
Mantenimiento de lactancia natural en lactantes.
- —
Revisión periódica de fimosis.
- —
Ingesta abundante y frecuente de líquidos.
- —
Hábitos higiénicos miccionales correctos.
- —
Pautas para combatir estreñimiento.
En niños con RVU dilatado y fimosis, que hayan sido diagnosticados previamente de ITU, se valorará la corrección de la fimosis.
Tratamiento conservador u observacionalEn tratamiento se basará en la espera prudente de la resolución espontánea, evitando en lo posible la ITU o tratándola adecuadamente para impedir el daño renal adquirido, asocia medidas higiénicas generales con el empleo selectivo de profilaxis antibiótica.
- —
En niños con RVU de grados I y III, uni o bilateral, diagnosticados tras una primera ITU o tras un estudio por dilatación de la vía urinaria en época prenatal, no se recomienda ningún tratamiento de profilaxis. Si en la evolución tienen ITU recurrente o aparece daño renal en la gammagrafía con DMSA, se debe iniciar profilaxis durante un año. Pasado este período, se valorará de nuevo si se debe mantener la profilaxis o suprimirla. En caso de nuevas recurrencias febriles y persistencia del RVU, se debe valorar el tratamiento quirúrgico.
- —
En niños con RVU de grados IV y V, se iniciará tratamiento profiláctico con una duración mínima durante un año. Tras repetir el estudio cistográfico, si no ha habido ninguna nueva ITU en ese tiempo, se puede suprimir la profilaxis. Se debe valorar la corrección quirúrgica.
Los antimicrobianos usados en profilaxis deberán ser revisados periódicamente, cambiándolos de manera rotativa en función de las sensibilidades locales. La dosis, en general, es de aproximadamente una cuarta o quinta parte de la dosis utilizada para el tratamiento habitual de una ITU (tabla 3). La dosis única se administrará por la noche. Si un niño presenta una ITU estando con profilaxis, al terminar el tratamiento, si se reinicia la profilaxis, debería cambiarse el medicamento que tomaba.
Antimicrobianos y dosis recomendadas en profilaxis del reflujo vesicoureteral
Antimicrobiano | Dosis |
---|---|
Nitrofurantoína | 1–2mg/kg (Furantoína®: 1 comprimido = 50mg y Furantoína® suspensión: 1ml = 10mg), a partir de los 3 meses. Molestias gástricas |
Amoxicilina o amoxicilina-ácido clavulánico | 10mg/kg. Sólo en menores de 2 meses |
Trimetroprim | 2mg/kg (Tediprima® suspensión: 1ml = 16mg), a partir de los 2 meses. No administrar si ya recibió en los últimos 3 meses |
Fosfomicina | 50mg/kg (Fosfocina® suspensión: 1ml = 50mg) |
Cefadroxilo | 15mg/kg (Duracef® suspensión: 1ml = 50mg) |
Cefaclor | 10mg/kg (Cefaclor® suspensión de 125mg: 1ml = 25mg) (Cefaclor® suspensión de 250mg: 1ml = 50mg) |
Para valorar la resolución anatómica del RVU puede seguirse el esquema de la tabla 4.
Recomendaciones de estudios cistográficos de seguimiento en niños con reflujo vesicoureteral
Estudio cistográfico de control |
RVU grado I-III sin cicatrices: sin controles cistográficos, salvo que presente ITU recurrente o realizarla a los 3 años de evolución si se piensa tomar alguna decisión sobre el RVU |
RVU grado I-III con cicatrices: cada 3 años. Pacientes con ITU recurrente: valorar individualmente, según decisión de cambio a tratamiento quirúrgico |
RVU grado IV-V: en pacientes en que se ha iniciado tratamiento profiláctico, hacer control cistográfico al año. Si persiste el RVU pero el paciente está asintomático sin profilaxis, repetir cada 3 años. Pacientes con ITU recurrente: valorar individualmente según decisión de cambio a tratamiento quirúrgico |
Pacientes con corrección mediante procedimiento quirúrgico clásico: no es necesario realizar controles postoperatorios, salvo en reflujos muy dilatados |
Pacientes con corrección endoscópica: se aconseja control cistográfico unos 3 meses después de la inyección subureteral |
ITU: infección del tracto urinario; RVU: reflujo vesicoureteral.
El tratamiento quirúrgico se fundamenta en la corrección anatómica del RVU y se planteará de forma individualizada. El tratamiento endoscópico del RVU primario ha ido sustituyendo progresivamente al tratamiento quirúrgico a cielo abierto, más resolutivo, pero con mayor morbilidad y coste, sólo indicado ya cuando fracasa el primero o en determinados casos de patología asociada23.
Motivos para plantear tratamiento de este tipo:
- —
ITU febril recurrente.
- —
Preferencia de los padres, pacientes o sus cuidadores legales. Para ello, debe darse una información veraz y objetiva que les ayude a la toma de decisión.
Para valorar la existencia de NR y controlar su evolución, utilizaremos los recursos descritos en la tabla 5.
Parámetros utilizados para valorar la nefropatía de reflujo
Presión arterial |
Microalbuminuria |
Determinación de alfa-1-microglobulina en orina |
Prueba de concentración urinaria |
Estimación de la función glomerular: filtrado glomerular estimado o aclaramiento de creatinina o cistatina en plasma |
Gammagrafía renal con ácido di-mercapto succínico |
En cuanto a la secuencia de seguimiento, utilizaremos el siguiente esquema, según el grado de afectación:
- —
Nefropatía unilateral sin modificación del grado de función (> 40%): control anual o bianual de microalbuminuria (MCA) o albuminuria si procede y presión arterial (PA). Gammagrafía con DMSA si es una ITU recurrente.
- —
Nefropatía unilateral con modificación del grado de función (< 40%): control anual de MCA o albuminuria y PA. Función renal, capacidad de concentración y alfa-1-microglobulina cada 2 años, o antes si se detecta microalbuminuria o albuminuria. Gammagrafía con DMSA en dependencia de ITU recurrente.
- —
Nefropatía bilateral: controles semestrales de MCA o albuminuria y PA. Función renal, capacidad de concentración, albuminuria y alfa-1-microglobulina cada año. Valorar realizar monitorización ambulatoria de la PA. Gammagrafía con DMSA en dependencia de ITU recurrente o protocolo del centro.