Leo con interés el artículo editorial publicado en el n° 4 de Angiología sobre“La formación, la industria y las sociedades científicas”1 y no puedo estar más de acuerdo, pero también tenemos que reconocer que hubo y hay gran parte de culpa en el colectivo médico que ha sido el principal impulsor de ser el primer en implantar nuevos productos o “dejarse comprar” para salir en nuevos manuscritos o artículos. Ha habido quien vende su independencia y rigor por motivos económicos (dinero) o por protagonismo. Por ello, todo comité científico debería exigir hoy día en cualquier presentación de congresos una declaración de intereses (disclosures) que pueda ayudar a entender mejor su mensaje.
Yo ya soy muy mayor, pero los más jóvenes deberían recuperar en algunas circunstancias la cirugía convencional que en determinadas situaciones muestra que los resultados a largo plazo son iguales o mejor que las técnicas endovasculares y mucho más baratas.
Como curiosidad comento que hace meses presenté un artículo en una revista internacional sobre implantación de reservorios (600 casos) para tratamiento quimioterápico y me lo rechazaron porque en el 80% de los casos el abordaje de la vena cefálica fue quirúrgico abierto y aunque conllevó CERO complicaciones intraoperatorias, la razón de su rechazo fue que “eso ya no se hacía porque la mayoría (radiólogos, oncólogos y otros) lo hacía por punción venosa”. Es lo que hay y lo lamentable es que condiciona hasta a los comités editoriales. Lo importante no son los resultados, sino lo que se emplea y cómo. En fin, es la dictadura de la industria y la perversión de quienes deberían garantizar la independencia.