El presente número de Angiología recoge un editorial del Prof. H.H. Eckstein, en el que aborda con extensión las características del Examen Europeo de Cirugía Vascular, animando a los más jóvenes (y no tanto) a optar a dicha certificación europea. No podemos por menos que preguntarnos cuál es nuestra perspectiva de dicha certificación desde el ámbito español.
Evidentemente, nuestro título español de Angiología y Cirugía Vascular tiene pleno reconocimiento en todos los países de la Unión, no precisando los cirujanos vasculares españoles ninguna certificación adicional para poder ejercer en todos los países europeos. Por tanto, dicha certificación debe ser contemplada como un valor añadido a nuestra formación y práctica.
En primer lugar, debemos reconocer que el trabajo de la Sección de Cirugía Vascular de la Unión Europea de Médicos Especialistas (UEMS), y la existencia del examen europeo han contribuido claramente a facilitar el reconocimiento de la cirugía vascular como monoespecialidad en diversos países del centro y norte de Europa, dejando de ser una especialidad propia de los «países del sur».
Por otra parte, la progresiva integración de los distintos países europeos, donde el tránsito de ideas y conocimientos a dado paso a un permanente tránsito de profesionales entre nuestros territorios, hace pertinente la estandarización de formación y conocimientos tanto teóricos como técnicos o metodológicos al más alto nivel.
Creemos que la obtención del título europeo de Cirugía Vascular constituye en primer lugar un reto personal. El reto de enfrentarse a un examen amplio, extenso, exigente, con la dificultad añadida de tener que realizarlo en un idioma ajeno, midiéndose con colegas de todos los países europeos. Como tal reto personal va a requerir no solo de preparación, sino también de unas ciertas dosis de coraje.
En segundo lugar, debemos valorarlo como un mérito curricular de gran valor, que acredita la excelencia en la formación del candidato. Durante los años de existencia del examen, los candidatos españoles han demostrado una adecuada preparación siendo su ratio de aprobados/suspensos similar al de otros países. Con frecuencia alguno de los candidatos de nuestro país ha obtenido un resultado que le ha situado entre los mejor puntuados de su promoción y los suspensos, más que a déficits conceptuales han sido debidos a falta de conocimiento de la mecánica y enfoque del examen.
Finalmente, creemos que constituye un paso hacia la integración de los cirujanos españoles en la realidad de nuestros días, en los que vamos a tener que colaborar y competir con colegas de toda Europa, realidad a la que la cirugía vascular de nuestro país no debe dar la espalda.
Nos gustaría animar, fundamentalmente a los más jóvenes de nuestros colegas, a presentarse al examen europeo, y desde aquí les brindamos nuestra colaboración para aclarar las dudas que pudieran surgir o facilitar el camino a la obtención de dicha titulación.