El pasado mes de octubre me encontré a Emilio en el mercado de Sarria, en la habitual compra semanal propia de jubilados. Hacia tiempo que no habíamos coincidido y me contó la evolución de su enfermedad, por otro lado bien visible. Quedamos que pasaría a verlo por su casa, éramos vecinos de barrio, para hablar de los viejos tiempos y de sus actuales estudios de historia.
Lamentablemente, no supe encontrar el momento hasta que a finales del pasado mes de enero asistí a su despedida en el tanatorio, del brazo de su esposa Antonia con muchos de sus discípulos y amigos.
Estas líneas no buscan recordar sus logros profesionales, tarea que seguramente harán sus discípulos, pero si me gustaría poner negro sobre blanco algún comentario sobre su encomiable personalidad.
Recuerdo que en 1965, finalizado su entrenamiento en USA, vino a verme a Oviedo con la posibilidad de encontrar trabajo en mi nuevo servicio del Hospital General de Asturias, del que le habían mencionado un sistema de trabajo full time, pionero en España, similar al habitual donde se había entrenado. Lamentablemente, ya había configurado mi equipo con los Dres. Bongera y Glez. Hermoso, y el presidente del Consejo no autorizó otro fichaje. Pero no dudé en recomendarle alguno de los equipos de cirugía de urgencia de la entonces Residencia Fco Franco de Barcelona, por si podía continuar la labor que yo había desarrollado los últimos años antes de ir a Oviedo y desde allí, apostar por la mas que segura creación del servicio al que aspiraba Rafael Sobregrau.
Hace unos días, conversando con su esposa Antonia en el que fue su domicilio, me contó los avatares de los tres últimos años de licenciatura, que tuvo que sufragar como interno en la Clínica Bretón, su entrenamiento en USA al que ella acompaño y su regreso con dos hijos y una recién nacida Paloma.
Y también, las difíciles circunstancias de supervivencia trabajando los dos en las urgencias domiciliarias nocturnas del 222, pero aprovechando la posibilidad esporádica de hacer cirugía de urgencia en la Residencia con el equipo del Dr. Curto, inicialmente sin plaza ni salario, hasta que en la década de los 70 el Dr. Sobregrau obtuvo el servicio y con él, una plaza como Jefe Clínico. Allí pudo hacer la cirugía para la que había sido entrenado hasta que a principios de los 80 se trasladó al Hospital Germans Trias i Pujol de Badalona, conformando su propio Servicio, con Callejas y Martorell. Finalmente, ya en el 1988 se hizo cargo del Servicio del Hospital de Sant Pau, en el que permaneció hasta su jubilación en el 2005.
A este largo periplo con dedicación a la especialidad plena de logros, incluida su vinculación a la Universidad Autónoma, me gustaría añadir aspectos de su personalidad y trayectoria, tan importantes para el que escribe, como su actividad profesional en el campo de la cirugía vascular:
Por un lado, destacar su calidad humana plena de una gran empatía personal, siempre afable, proclive a la sonrisa y a la mirada directa, como se puede ver en las imágenes que Antonia me entregó. Tuve sobradas ocasiones de comprobarlo cuando tanto me ayudó como Secretario de la Junta Directiva de la SEACV que presidí en los años 1975-79, preparando el 1er congreso de Madrid, la elaboración de nuevos estatutos y en la petición de modificación del R.D. 124/78
Y por otro, quiero destacar un hecho, seguramente sin precedentes en la historia de nuestro colectivo: Emilio consiguió o mereció, ocupar en el tiempo, la Presidencia de todas las asociaciones vasculares de nuestro entorno: la A. Catalana de ACV, la española SEACV y finalmente, la ESVS europea…
Para terminar y en su recuerdo, permítaseme parafrasear a Miquel Marti i Pol …reconduim-la a poc a poc, la vida a poc a poc i amb molta confiança, no pas per dreceres grandilocuents, sino pel discretisim cami del fer i desfer de cada dia…