La ateroembolia es un proceso en el que un fragmento de placa de ateroma se desprende desde de una lesión proximal produciendo isquemia distalmente. Por ello, el objetivo del tratamiento es eliminar la fuente de ateroembolias de la circulación1–3.
Existe controversia sobre la mejor estrategia terapéutica, existiendo autores a favor del tratamiento médico mediante anticoagulación, otros a favor de la cirugía abierta y, recientemente se han publicado estudios en los que parece que el tratamiento endovascular con stents cubiertos puede ser un tratamiento válido para esta enfermedad, con menor morbimortalidad a corto y largo plazo2–6.
Se describe el caso de una mujer de 47 años, ex-fumadora como único antecedente de interés, que acude al servicio de urgencias por un cuadro de dolor y cianosis del primer dedo del miembro inferior derecho que evolucionó hacia una placa necrótica. No presentaba dolor abdominal ni deterioro de la función renal. A la exploración presentaba pulsos distales en ambas extremidades, por lo que ante la sospecha de ateroembolia se inició tratamiento anticoagulante con heparina de bajo peso molecular.
Se realizó un electrocardiograma que descartó una fibrilación auricular y se solicitó una TAC toracoabdominal, donde se objetivó la presencia de una placa ateromatosa localizada unos 2cm proximal a la bifurcación aórtica y se descartó la presencia de un aneurisma como posible fuente de embolia. Se realizó también una arteriografía (fig. 1) que mostró dicha placa y confirmó la permeabilidad del sector fémoro-poplíteo y distal.
Con el diagnóstico de ateroembolia con origen en la aorta abdominal infrarrenal se decidió implantar una endoprótesis Advanta V12® (fig. 2), con buen resultado, ya que no presentó nuevos eventos intra- ni postoperatorios, y se consiguió eliminar la fuente de ateroembolia de la circulación. La paciente fue dada de alta y se encuentra asintomática y con la placa necrótica del primer dedo curada.
La ateroembolia constituye una importante fuente de morbimortalidad, con alto riesgo de pérdida de la extremidad y muerte. Produce un cuadro clínico característico, con dolor y cianosis de los dedos de los pies («síndrome del dedo azul»), asociado a un moteado cianótico de la piel y, en ocasiones, cuando la fuente de ateroembolia se localiza en la aorta proximal, puede asociar fracaso renal o isquemia intestinal1,5,6.
El tratamiento de estas lesiones con origen en la aorta toracoabdominal tiene por objeto su exclusión de la circulación, ya que su historia natural es la recurrencia de las ateroembolias. Las distintas estrategias terapéuticas incluyen el tratamiento médico con anticoagulación, el tratamiento quirúrgico abierto y, más recientemente, la exclusión mediante stents cubiertos. Sin embargo, debido a los pocos casos descritos, no existe consenso sobre la mejor opción terapéutica. No obstante, la alta tasa de recurrencia de la ateroembolia, con el consiguiente riesgo de complicaciones y pérdida de extremidad que existe con el tratamiento médico y la morbimortalidad perioperatoria que conlleva la cirugía abierta, hacen que, hoy en día, se considere el tratamiento endovascular como una estrategia terapéutica atractiva en estos casos1–6.
Sin embargo, persisten los debates acerca de la seguridad de esta técnica en la enfermedad que nos ocupa, principalmente debido a los riesgos de desprender un fragmento de placa durante la navegación con guías y catéteres, y durante el despliegue de la endoprótesis pudiendo así inducir una embolización visceral o periférica potencialmente grave4. En este sentido y para reducir el riesgo de ateroembolia, tomamos una serie de medidas antes y durante el procedimiento; por un lado, se minimizó al máximo la manipulación de guías dentro de la aorta y, por otro, se aseguró un adecuado recubrimiento de la lesión, con un margen proximal y distal a la misma.
A pesar de que los resultados a largo plazo de los stents cubiertos en la aorta aún no están demostrados, el riesgo de fracaso tardío parece intuitivamente menor al de las endoprótesis para el tratamiento de aneurismas. Por un lado, la migración de los stents en general es infrecuente y, por otro, la reestenosis en arterias de gran calibre es excepcional5.
En conclusión, la exclusión endovascular mediante stents cubiertos de las lesiones aórticas responsables de un cuadro de ateroembolia, según las últimas publicaciones, lo cual coincide con nuestra corta experiencia, constituye una técnica segura y eficaz, que disminuye la morbimortalidad relacionada con la cirugía abierta convencional y la recurrencia asociada a la anticoagulación como terapia única. Sin embargo, es necesario un estudio que compare el tratamiento médico, la cirugía abierta y el tratamiento endovascular para establecer firmemente la mejor opción terapéutica para esta enfermedad.
Responsabilidades éticasProtección de personas y animalesLos autores declaran que para esta investigación no se han realizado experimentos en seres humanos ni en animales.
Confidencialidad de los datosLos autores declaran que en este artículo no aparecen datos de pacientes.
Derecho a la privacidad y consentimiento informadoLos autores declaran que en este artículo no aparecen datos de pacientes.